19° | Descendiente del mal
V A ✝ Z E L
La ley de hielo es muy útil para evadir situaciones. Es muy útil, para no hablar con la mundana después de la trampa de Raziel.
Después de todo, en contra de mi molestia tuve que regresar al hogar de Liliath. Los primeros días, fue silencio entre los dos y evitacion hasta intercambiar de dos a tres palabras. Sin ninguno mencionar tema de lo ocurrido. Es fácil fingir olvido más sigue presente en mi memoria y Raziel pagará por eso.
No he dejado de buscarlo en cada rincón del Mundo mundano.
Justo hoy, quedé con los Desterrados con quienes tengo su apoyo para seguir buscando a Raziel. Eso me será de distracción para dejar de pensar en Liliath y en sus incorrectas acciones.
Así que me dirijo a su habitación donde se encierra la mayor parte del día.
—Mundana —si permiso abro la puerta y la veo acostada boca abajo sobre su cama, con algo cubriendo sus oídos y abarca parte de su cabeza.
Por supuesto, me ignora y mueve la cabeza tras sus labios moverse:
“Estoy aquí, te escucharé.
Soy tú ser de devoción.
Me nombras con desesperación.
Oh, oh oh”
“La luz no existe en la oscuridad.
No estás a salvo de mi, soy tú mal.
Tú corazón es mortal.
Oh, oh, oh”
—Liliath —la interrumpo cuando la he alcanzado y al situarme frente a ella, causo su atención— ¿Qué estás haciendo?
—Vatzel, me asustaste —se retira ese objeto de sus oídos— estaba cantando. El día que salí, obtuve estos audífonos —me los muestra— o más bien, los robé —confiesa ante mi mirada—. Busqué las canciones de esa Banda de demonios y me gustan. Mal es mi favorita.
—Como sea —retrocedo un paso— saldré, quedé con ellos.
—¿Me dejarás sola?
—Cinco días y no te ha pasado nada, Liliana —la escaneo cuando luce un vestido rojo muy corto ajustado a su cuerpo. Enseguida aparto la vista y me dirijo a la salida.
—Raziel puede volver.
Me detengo al sostener la perilla de la puerta y giro a verla.
—Dudo que te mate si eres su obsesión.
Dicho estoy y salgo de su habitación cerrando la puerta de un portazo. Enseguida bajo las escaleras hasta salir de su hogar.
El día me recibe en el Mundo mundano, oculto lo que soy y sigo mi camino hasta llegar al sitio con los DEMONS.
Soy el último en llegar al punto de reunión, veo a los seis esperándome con sus cuernos expuestos y sus alas semicerradas. Un punto lejos de las miradas mundanas.
—Vatzel.
—Lamento la demora.
—Justo a tiempo, canijo. —Ronan me entrega un mapa de este Mundo. Intrigado lo reviso, hay círculos rojos rodeando varios puntos y las x marcan los lugares que hemos ido sin rastro de Raziel—. Ekain y Zoret, les toca ir a la zona este —señala dicha dirección— Matiel y Zeth, zona oeste —, luego se apunta— yo iré a la zona sur con Asmodeo y Vatzel —gira a verme—. Zona norte, revisa todo edificio en malas condiciones.
Asiento.
Me han ayudado a ubicarme en este Mundo mundano y he visto muchos nombrados edificios en malas condiciones, abandonados como construcciónes que en cualquiera, podría estar Raziel con sus seguidores.
—Andando, canijos —le entrego el mapa a Ronan cuando no lo necesito—Recuerden, si encuentran el escondite de Raziel, no actúen. Nos buscan a todos y juntos iremos.
Su Banda asiente de acuerdo cuando no perderé la oportunidad.
Dudo que me controle cuando lo encuentre. En ese momento, querré matarlo.
—Vatzel.
Musito y dejo crecer mis alas como mis cuernos.
—Tienes tú poder controlado ¿verdad?
—Usaré mi ira con Raziel —le respondo a Ronan.
—Nosotros no somos tus enemigos —me dice Matiel.
Medio sonrio, mis colmillos inevitablemente, se asoman.
—No los considero así, me lo han demostrado.
—Contigo Vatzel, contra Raziel.
Asiento varias veces y mi vista se detiene en Zeth. Sigue la distancia, en raras veces, intercambiamos palabras respecto a la situación. Ninguno menciona a Zaeya cuando estar aquí, nos ha cambiado.
Tres eternos meses desde que llegué aquí, en mi Mundo, un mayor tiempo. Cada día, decepción para quienes creen en mi porque aún no puedo volver y temo que sea demasiado tarde.
Enloqueceria a mi regreso si veo el Mundo donde nací, crecí y pertenezco, destruido e inexistente.
—Es hora de ir por él —emito para todos y soy el primero en tomar impulso con mis alas. Vuelo lo suficiente alto rumbo a mi dirección dejando a ellos atrás.
Cada uno, parte a su punto correspondiente.
Inspeccióno desde las alturas su Mundo mundano, para ser mortales, es apreciable el panorama.
Busco un lugar para aterrizar hasta que encuentro un edificio abandonado y caído.
Comienzo a bajar y vuelo alrededor.
Nuevamente sin rastro de Raziel.
Acelero los movimientos de mis alas y me impulso hasta arriba y aterrizo sobre el techo. Semicierro mis alas y observo alrededor cuando hace cinco segundos, percibí presencia demoníaca seguirme.
—Deja de ocultarte —emito cuando escucho al ser aterrizar detrás de mi como el aleteo de sus alas y enseguida, me doy la vuelta.
De todos los Desterrados, no esperé verlo cuando él solo vino hasta mi.
Hago mis manos puños.
—Alaric —lo observo con detenimiento. Sigue como lo recuerdo. Sus alas negras más pequeñas que las mías y su esencia demoníaca es elevada hasta tiene cuernos que no dudo, los obtuvo por Raziel. No hay rastro del ángel que alguna vez fue.
—Por ahí escuché que me estas buscando.
—A todos los seguidores de Raziel y tú entras en esa lista. Al fin dejas de ser un cobarde Alaric —me burlo y deshago mis puños. Debo mantener mi control ante todo— tan cobarde como Raziel que todo el tiempo, huyen de mi.
—Estoy aquí porque estoy harto de los juegos de Raziel. Excusas tras excusas con tal de atrazar la muerte del mismo príncipe del Inframundo —me apunta—No soy nada paciente, mi venganza contra tus creadores, pienso ahora mismo llevar acabo —ríe—. Si tanto Raziel te quiere, te llevaré a él —ladea la cabeza— pero muerto, tus alas como trofeo si es que no eres cenizas antes.
—Inténtalo Alaric, sigues siendo el mismo de antes. Un Caído presumido que será derrotado por mi.
Causo su molestia.
Entre más lo veo, no puedo creer que un ser como él haya concebido a la mundana que me invoco.
—Soy Demium.
—Alaric —niego—. La esencia angelical siempre existirá en ti, que la ocultes con la esencia demoniaca es muy distinto.
—Te voy a demostrar mi poder, Vatzel —extiende sus alas— no te temo. Tanto el Rey Azbel, va a lamentar mi Destierro a este Mundo cuando se entere que su creación, jamás volverá.
—Merecías tú Destierro, incumpliste las reglas del Inframundo.
—No Vatzel —se burla y extiende los brazos a los lados— no tiene nada de malo desear a la Reina de Oscuridad.
Es suficiente para perder mi complicado control. En un santiámen, ya estoy sobre él y logro derribarlo al suelo.
—Te vas a arrepentir de tus palabras —con mi mano, sostengo su cuello y ejerzo fuerza— mereces caer al Vacío, Alaric.
En efecto, tiene un poder más elevado, distinto cuando estaba en el Inframundo. No dudo que fue obsequio de Raziel más no es suficiente para detenerme.
—Jamás... —trata de soltarse de mi agarre.
Rápido una mano guio a su boca y uso mi don como Demium para comprobar su alma y para mi sorpresa y ventaja, aún la conserva.
—Tienes alma —me burlo y percibo su miedo— ¿Qué estarías dispuesto a dar para conservarla? —retiro mi mano sin aún sustraer su alma más mi agarre se mantiene en su cuello.
—No me dejarás seguir existiendo.
—Eso es muy cierto pero puedo usar otras maneras de matarte. Muerto con alma, terminarás en cualquier punto de este Universo pero no en el Vacío.
Gruñe.
—No te diré la ubicación de Raziel si es lo que quieres. Antes, prefiero darle ventaja a él que a ti —eso me molesta y ojeo sus cuernos—. Él te matará Vatzel.
Recuerdo las palabras de Liliath.
No me gusta recurrir a ser cruel, sádico como lo es Raziel o peor, su creador, anterior Rey Oscuro más Alaric no me deja opción así tenga que ir en contra de lo que aprendi de mis creadores.
—No lo creo, Alaric —ante mi idea, guio rápido mi mano a su cuerno derecho—. Raziel no vendrá a salvarte de mi —ejerzo fuerza y logro arrancarle ese cuerno y escucho su grito agonizante, puro dolor que no evito disfrutar.
Enseguida, me levanto y lo veo cubrir la herida con sus manos. Su sangre es oscura que tiñe sus manos y se desliza por su rostro.
Con el cuerno por completo en mano, lo dejo caer al suelo.
—Lo vas... a lamentar.
—Me dirás todo, Alaric —situo mi pie en su pecho y con el otro, presiono una de sus alas y ejerzo fuerza— o perderás todo lo que aprecias y tú muertes será torturante y muy dolorosa.
Es inevitable mi poder despertar.
Mi lado Demium supera mi lado como Vampiro. Para esas alturas, mis ojos deben ser oscuridad.
Por mi mirada, crece su miedo.
—¿Qué quieres... saber?
—La verdad sobre la mundana que me invoco. Estoy enterado que tú hija es Liliana Dalson.
—Si es mi bastarda.
—Su Origen, dímelo Alaric —por la presión, varias plumas se desprenden de su ala.
No tiene escapatoria.
—Cuando fui Desterrado y llegué a este Mundo, la desesperación me superó. No me adapte a este Mundo mundano, tenía miles a mi disposición pero pocos me nombraban y a pocos robé su alma. Estaba débil y con la anterior Profecía, fue peor. En ese tiempo, Raziel aún no era Desterrado y entre la Rebelión entre tú creadora con Donovan, se creó una brecha aquí.
Lo escucho con atención, hace una corta pausa por el dolor y continúa:
>>Hubo una corta afectación. Fueron los mejores días para todo Desterrado. Todos los mundanos, lograron vernos y lo mejor fue con aquellos que tenían aún su alma. Ahí se me ocurrió engañar y utilizar a una mundana, fue cuando conocí a Magdalena Dalson y ingenua no sabía lo que era... Sabés que podemos ocultar lo que somos Vatzel y... ella cayó por mi. Con engaños, la hice nombrarme ocho veces mucho antes de todo regresar a ser igual. Así que robé su alma sin ella darse cuenta. La desee muchas veces, ella me deseó.
—Lo dudo Alaric, usaste tú don, no tengo la menor duda, la controlaste.
—La lujuria es parte de todos, Vatzel.
Ejerzo más fuerza y logro su grito.
—Continúa —le ordeno.
—Solo cumplí su mayor deseo y hubo pacto —emite con esfuerzo—. Magdalena quería procrear y lo cumplió, concebio por mi. Fue feliz al conocer su embarazo pero seguía desconociendo que iba a engendrar una bastarda mía. Los meses se cumplieron y en el último mes... ella me descubrió. No oculte mis cuernos, le confesé lo que era y obviamente enloqueció. No lo creyó, de mil maneras me maldijo y se arrepintió de tener una hija de un Demium como yo.
>>Ingenua creyó procrear con el diablo y yo no iba a soportar a una mudana loca cuando ya había obtenido lo que quería. No había más deseo así que me fui. Por semanas, no la busqué hasta que tuve la curiosidad de mi bastarda... Cuando encontré a Magdalena esa noche, ya no estaba embarazada y me confesó haber abandonado a quien era nuestra hija. No iba a cuidar un fallo, la bastarda tuvo su rechazo, fue su peor pecado más no se atrevió a matarla —sonríe con maldad—. Así que tuve que matarla, la asfixie y su cuerpo lancé al río. Cuando fui a buscar a la bastarda, la encontré frente a la puerta de un lugar de devoción mundana y dos mortales, se la llevaron siendo una cría. Fue demasiado tarde para detenerlas, no tuve permiso de entrar a ese lugar, se protegían por su deidad.
A medida que lo escucho no tengo la duda que se refiere al Orfanato donde Liliath fue abandonada.
—En ese momento, no me importó. Dejé de insistir, me olvidé de mi bastarda pero cuando Raziel, llegó aquí... hice un pacto con él. Le conté de ella y le interesó demasiado. Le entregué a mi propia hija para sus perversos planes con tal de ayudarme a cumplir mi venganza contra ti, contra tus creadores por mi Destierro hasta que tú Vatzel, fuiste invocado por ella y mira, el plan ha funcionado. Lo que le pase, no me interesa, ni su vida. Desde cría pensé matarla, si lo hace Raziel, adelante.
—Eres el peor creador de todos, Alaric.
Pienso en Liliath y en la promesa.
Tengo la información y él es innecesario.
Con velocidad, me inclino y vuelvo a sujetar su cuello con intención de matarlo.
—¡Escúchame Vatzel...! —exclama con desesperación.
Le doy pocos segundos antes de arrebatarle la existencia. Escucho con atención sus últimas palabras y sin cambiar de idea, robo su alma y de esa forma, Alaric se vuelve cenizas.
De rodillas, observo mi mano cuando no hay rastro de él.
—Tú hija no es como tú —emito y me levanto.
Uso mis alas para buscar a todos y reunirnos para darles la noticia y sobre todo, a la propia Liliana.
...
—Entren —les digo a cada Desterrado. Este o no la mundana de acuerdo, les pedí acompañarme a su hogar tras contarles todo lo sucedido con Alaric.
—¿Dónde está tú mundana? —le doy una mala mirada a Zeth. Es el último en entrar.
Cierro la puerta y alcanzo a los seis. En el centro, me detengo.
—Debe estar arriba —me retiro la chaqueta y la dejo en el sillón— ¡Liliath!
La invoco y su presencia, aparece en poco tiempo. Viene bajando las escaleras otra vez cantando sin darse cuenta de la visita.
“Las puertas del infierno,
se abren por igual.
No temas caer,
a la agonizante oscuridad”
—¿Te gustan nuestras canciones?
La voz de Ronan, causan su atención.
Liliath se detiene en el último escalón y observa a todos con sorpresa y clara confusión.
—Ah, si... supongo que soy su fan.
—Me caes mejor, mundana —la señala Ronan.
—Vacío no fue mucho éxito —le dice Matiel y se deja caer en el sillón. El resto se sitúa en distintos puntos.
—Mi favorita es Mal.
—Eh, tienes buenos gustos —le dice Zoret.
Hice mal en pedirles acompañame. Me arrepiento de su presencia aquí.
Rasco mi nariz perdido en la conversación cuando creen que hablar de canciónes es más interesante que la situación con Alaric.
—Deberías escuchar Corazón maldito, es perfecta para ti —habla Ekain.
—La buscaré —le responde la mundana.
—¡¿Todos se pueden concentrar en lo importante?! —espeto en voz alta y observo a todos los presentes— DEMONS, no importa ahora —señalo a la mundana— siéntate, hay algo importante que debes saber.
—¿Es grave para invitar a más demonios a mi casa?
—Somos Demium, Desterrados pero lo somos —la corrige Asmodeo.
Ella resopla y toma asiento en el sillón, lejos de Matiel. Su mirada es de total desconfianza al ver a cada uno.
—Es sobre Alaric —le informo.
—Vatzel, lo encontró —le dice Zeth— o más bien, Alaric fue hasta Vatzel y buscó su muerte.
—¿Qué? —espeta ella con intriga.
—Es cierto, Liliath —me acerco varios pasos hacia ella y cuando me detengo, me cruzo de brazos— estaba buscando a Raziel cuando Alaric apareció por su cuenta. Su intención, era matarme. Todo parece que hizo un trato con Raziel y estaba harto de no ver resultados. Los dos me quieren muerto.
—Todos tus enemigos, Vatzel —se remueve incómoda— ¿Te contó sobre... mi?
—Lo obligue a hablar.
—¿Qué te dijo?
Hago una corta pausa.
—Liliath, la verdad es que de Alaric nunca tuviste un aprecio. Rechazó tú existencia cuando se enteró de ti —busco la manera de contarle todo con delicadeza—. Alaric, engañó y usó a una mundana de este Mundo, tú creadora, Magdalena Dalson. —Liliath asiente—. Ella no sabía que Alaric era un Demium, él logró ser nombrado por ella y robó su alma. Hasta cumplió su propio deseo, eligió al ser incorrecto con quien procrear y de ese deseo, te crearon a ti. Para esas alturas, tú creadora ya sabía lo que Alaric era y cuando naciste, no se pudo hacer cargo de ti y te dejó en el Orfanato con esas mundanas. Alaric no alcanzó a evitarlo. Se olvidó de ti, jamás te buscó y con Raziel, hizo un trato. Te obsequio a él.
—Te creo, Vatzel —baja la vista— en el Orfanato, cuando tuve la edad adecuada, la Madre superiora me contó que cuando me encontraron en esa canasta siendo una bebé fuera de su puerta, tenía una hoja donde estaba inscrito mi nombre, Lili Dalson. Suena raro, pero todo parece que mi Madre me dio es nombre —alza la vista— por las monjas fui nombrada Liliana pero no había rastro de quien me abandonó. Nada de mi madre o mi padre que ahora sé que... era un ser sobrenatural.
—Tienes esencia de ambos, Liliath.
Las lágrimas se acumulan en sus ojos.
—¿Te dijo dónde encontrar a... mi maldita progenitora? Es obvio que fui su bastarda, me rechazó apenas nací.
—No —bajo mis brazos—. Alaric, ese día la mató.
Ella rápido se levanta.
—No es cierto.
—Lo siento Liliana, las respuestas que querías de tú creadora jamás las tendrás. Desconozco donde terminó su cuerpo y eso fue todo lo que me dijo Alaric. Creenme que tuvo la muerte que merecía.
—No —se esfuerza para no derramar ninguna lágrima y aparta la vista— me engañó —susurra.
—Liliath...
—Vatzel —regresa a verme y levanta su mano— no quiero escuchar más.
Bajo la miradas de todos, se dirige a las escaleras y se marcha de regreso a su habitación.
—Mundana —comienzo a seguirla.
—Vatzel, dejala sola —me pide Ronan—la noticia no es grata para ella. Dale tiempo para que la asimile.
En el primer escalón me detengo y le doy la razón.
—De acuerdo —me doy la vuelta— tenemos que encontrar a Raziel y esa mundana ser libre de todo esto.
—No le contaste que robaste el alma de Alaric —me dice Zeth desde su lugar.
—Se lo diré cuando esté más calmada.
Doy mi palabra.
(...)
Tanto Ronan, Zoret, Asmodeo, Ekain, Matiel y Zeth se fueron después de concordar en reunirnos esta noche otra vez en su lugar de ensayos de la Banda.
Liliath no volvió a bajar en todo el resto del día y realmente me preocupa.
Estoy en la cocina, con una bolsa de sangre que tuve que conseguir. Es mucha tentación la mundana que no puedo dañar o beber de ella. Así que, es preferible almacenar mis propios suministros de sangre.
No obstante, entre el silencio, percibo ruido. Retiro la bolsa de mi boca, lamo mis labios borrando todo rastro de sangre y me dirijo a la sala.
—Liliath —pronuncio al verla cerca del sillón.
Causo su susto y se ajusta el tirante de su bolsa en su hombro.
—Vatzel, creí que te habías ido.
—Sigo aquí.
Sonríe falsamente.
—Pensé que te daba igual dejarme sola. Descuida, todos me abandonan.
Avanzo hasta ella.
—Yo no, Liliath —me detengo cuando luce tensa, se aferra a su bolsa sin apartar la vista de mi— ¿Qué haces con eso?
—Quiero salir, necesito comprar cosas.
Asiento.
—Esta bien, también saldré. Iré con los Desterrados que me ayudan contra Raziel.
—Okey —carraspea—. Nos podemos ir juntos y después cada quien por su lado.
—No Liliath, me vas a acompañar y yo a ti.
—No es necesario —dice rápidamente.
—Insisto, con lo sucedido con Alaric, no dudo que Raziel volverá atacar y estaremos preparados —avanzo y paso por su lado. Se tensa por la cercanía cuando mi intención es agarrar mi chaqueta, me la coloco y me dirijo a la salida. —Vámonos mundana.
No se queja, escucho sus pasos al seguirme hasta ambos salir de su hogar.
La oscuridad nos cubre, la solitaria calle a medida que avanzamos y ante todo, Liliath mantiene distancia conmigo.
La ojeo fugazamente cuando luce callada y tensa.
—Liliath —decido hablar— me hubiera gustado que tú creadora siguiera con vida para que resolvieras tus dudas.
—Mis creadores no me importan —emite con frialdad— solo asegurame que Alaric sufrió por todo lo que hizo.
—Le arranqué un cuerno y robé su alma —gira a verme— lo envié al Vacío.
—Lo merece —regresa la vista al frente—es suficiente castigo ese infierno agonizante.
Asiento de acuerdo.
Nos invade otra vez el silencio.
Sus pasos son más lentos que tengo que caminar a su paso.
—Vatzel —me detengo al mismo tiempo que ella y giro a verla. —Temo de Raziel.
—Estoy aquí, no permitiré que te haga daño.
Sonríe.
—Gracias por lo hiciste con Alaric y no te culpo Vatzel. Tú siempre haces lo correcto.
Comienza a temblar.
—¿Qué sucede? —me extraña su comportamiento.
Doy un paso adelante y ella retrocede con miedo.
—¡Pero si es el nombrado Vatzel!
Su voz resuena y reconozco a la perfección.
—Ethan —giro a verlo justo a mi lado a cierta distancia y esta vez, con más seguidores de Raziel— Otra vez el cobarde de tú superior te envió —dejo crecer mis cuernos y mis alas y los señalo— los envió por mi.
—Estás muy equivocado, Vatzel. Nuestro Rey, no es un cobarde.
—No lo veo aquí.
—Siempre ha estado cerca de ti, vigilandote.
Ethan ojea a la mundana a mi lado.
No es su mirada o sus palabras lo que me preocupan. Es percibir ese gran poder y escuchar un aleteo de alguien que aterriza cerca.
—Príncipe del Inframundo, aquí estoy.
Lentamente me doy la vuelta y con mis alas semicerradas, protejo a Liliath de él.
—Raziel —pronuncio con odio su nombre.
No esperaba verlo, no estoy del todo preparado.
—He escuchado rumores —el maldito extiende sus alas igual de grandes que las mías con ese peculiar detalle rojizo entre las plumas negras— que estás hablando mal de mi.
—Sigo creyendo que eres un cobarde Raziel hasta ahora, por primera vez, tienes el valor de dar la cara.
—Vatzel, Vatzel, Vatzel —deja crecer sus colmillos— no tienes la menor idea —observo sus cuernos seguir intactos sobre su cabeza y no ha cambiado mucho cuando sigue conservando ese cabello rojo. Más lo distinto, es su poder—. Me doy cuenta que no eres el mismo que enfrente en el Inframundo —presume su espada— a quien casi elimino. Tú poder haz activado —busca a Liliath — y tienes dos cosas que me pertenecen. Mi mundana y tú poder —me apunta con su espada.
—No pienso entregarte nada —observo alrededor, sus seguidores están demasiado cerca y nos rodean con Raziel al frente—. Lo único que haré es matarte, enviarte al Vacío cuando recuperé mi alma y liberarnos de ti.
Sonríe con malicia.
—Ya te diste cuenta —ríe—. No seas ingenuo Vatzel —baja su espada y extiende su brazo libre— el pacto no es contigo.
De reojo veo a Liliath dejar de ocultarse.
—No te muevas —le pido.
—Lili, dámelo —le pide Raziel.
Confundido me giro un poco, dejo de cubrirla con mis alas y la veo introducir su mano en la bolsa bajo mi mirada.
—Lo siento Vatzel —saca mi símbolo otorgado y enviado por mi creadora Annebett y rápido compruebo que lo sea. En efecto, no lo encuentro en mi bolsillo de mi chaqueta. Ni siquiera me di cuenta cuando me lo robó— me juró que si se lo daba, todo esto terminaría.
Me cuesta reaccionar al escucharla.
Recuerdo las últimas palabras de su maldito creador:
«Mi bastarda es igual que yo, una traidora»
Ignoré su advertencia cuando lo estoy comprobando en este momento.
—Tú sueño se hará realidad Lili, si me entregas el amuleto. Tendrás tú ibertad y tú alma de regreso.
—No te atrevas —rápido la detengo del brazo con fuerza. Dejo creer mis uñas, para esas alturas tengo la intención de lastimarla por su error.
—Suéltala, Vatzel.
Bajo su control, Raziel me obliga a soltarla. El dolor de cabeza me invade e incrementa lo suficiente para quejarme y caer de rodillas al suelo.
—Liliath... —logro decir y trato de detenerla cuando se ha alejado varios pasos de mi— no le creas... no lo hagas.
—Date prisa, mundana —le exige Raziel.
Ella duda y observa a ambos.
—¿Por que debería creerte? Me engañaste Raziel —lo enfrenta—. Vatzel, descubrió la verdad por Alaric, lo único que quería saber, mi anhelo.
—Te ha afectado relacionarte con él —le responde— que haz olvidado nuestro pacto —es rápido para alcanzarla y detrás de ella, la amenaza con su espada guiada a su garganta. Liliath se queda quieta con clara sorpresa—. Entregame el amuleto —Raziel se lo arrebata de su mano—y espero igual tengas el grimorio infernal.
Ella asiente y maldigo a mis adentros por confiar en esa mundana.
—Cumpliré mi palabra mi hermosa Diosa infernal —el maldito regresa su atención en mi—. Tú amuleto me servirá para regresar al Inframundo, si tanto lo quieres recuperar, tendrás que encontrarme pero date prisa Vatzel —comienza a retroceder con ella y hago un esfuerzo en detenerlo— o será demasiado tarde. Si logras volver, verás tú Mundo destruido como tus creadores muertos por mi.
—Raziel... —extiendo mi brazo hacia él.
—O tal vez, mucho antes te envíe al Vacío.
Su risa siniestra resuena y se eleva con sus alas con la mundana.
—¡VATZEL!
Percibo su grito cuando es demasiado tarde para evitarlo.
Me cuesta segundos recuperarme, libre de su control cuando todos sus seguidores se han ido.
Mi cuerpo tiembla y logro ponerme de pie. Por más que lo busque en el cielo nocturno, no hay rastro de Raziel ni de Liliath.
Impotente hago mis manos puños.
Sea como sea, si Liliana Dalson fue obligada o actuó por voluntad, con Raziel, será mi debilidad.
Si se atrevió a traicionarme, seré yo quien va a matarla.
Todo este tiempo, le creí.
Me engañó y por mi, conocerá su propio Infierno.
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