Capítulo 21: Revive una vez más.
Con la mano puesta en su cabeza, intentó levantarse como mejor pudo, sintiendo el suelo asfaltado que la hizo sentir inusual. Abriendo poco a poco sus ojos, comprendió lo que estaba ocurriendo a su alrededor cuando identificó de inmediato las casas dispersas en medio de la carretera.
Fue como una flecha en su cabeza que la dejó sin aire. Perforó sin compasión alguna su mente ante los recuerdos de un pasado que quiso olvidar. Pequeñas lágrimas salieron sin querer a la vez que miraba todo lo que la rodeaba. Podían pasar los años, que todo podía mantenerse igual.
A excepción de su casa. Eso parecía ser lo único que lo no parecía modificarse. Eso era lo único que tanto su pasado como presente podían sin ninguna diferencia. Un golpe a sus espaldas que la hizo sentir pequeña.
Su respiración pasó a ser una más frenética cuando vio su hogar. Las lágrimas salieron son control alguno, apretando sus dientes y puños para luego bajar la cabeza. ¿Por qué estaba así? Era algo que ya había asimilado muchas veces. Era mejor que eso. Podía hacerlo frente. Podía seguir adelante.
Sumida en sus pensamientos desastrosos, escuchó unas voces a lo lejos que pedían auxilio. Levantó rápido su cabeza, viendo a lo lejos a unas personas huir de lo que parecían ser unas anomalías. Cuando intentó moverse, pudo ver a Luminosa acabando con la vida de esos monstruos.
—¡Huid! ¡Correr hacia algún sitio seguro! —exigió Luminosa, conteniendo la luz en sus manos.
Los dos pobres humanos se vieron aturdidos por la situación, pero obedecieron de inmediato, alejándose de ella. En el momento que se quedó sola, pudo encontrarse con Ànima, mostrando una sonrisa de alivio para ir en su dirección.
—Parece que estamos de nuevo en la tierra, aunque este sitio no lo conozco —contestó Luminosa, frenando justo enfrente de Ànima. Pronto vio sus lágrimas que la dejaron con una notoria preocupación—. ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? ¿Te hicieron daño?
Ànima negó con su cabeza, soltando un leve suspiro para luego mirar hacia la casa. Luminosa hizo lo mismo y pronto sintió un escalofrío en sus manos.
—E-Es... tu hogar, ¿no?
—Eso parece —murmuró Ànima, soltando un suspiro—. Parece que nos ha querido llevar aquí Caos para reírse una vez más de nosotras, o más concreto de mi.
Luminosa apretó sus labios para luego mirar a su alrededor.
—Tendríamos que ir a la ciudad para acabar con las anomalías. Dudo que esas sean las únicas. De paso, si aun recuerdas, podríamos llevarlos a un sitio más seguro —sugirió Luminosa, intentando no darle vueltas a la herida que Ànima tenía en su corazón.
—Sí. El problema es que han pasado años desde la última vez. Es posible que Andorra haya cambiado mucho —murmuró, poniendo la mano en su barbilla.
«¿Mis padres seguirán viviendo ahí?», se preguntó, teniendo ese deseo de caminar hacia la casa, de verlos y hablar con ellos, pero la mano de Luminosa agarrando su muñeca la hizo despertar de sus dudas.
—Sé que quieres verlos, Ànima —murmuró Luminosa con angustia—, pero solo vas a asustarlos antes de que te reconozcan. Si están ahí, que se escondan de las anomalías. Es lo mejor antes de captar su atención.
Bajó la mirada, pero afirmó en un simple murmullo, aunque le doliera, tenía razón. Ahora mismo todo su alrededor estaba en peligro, posiblemente más de lo que conocían. No podían perder el tiempo. Debían de buscar a los demás y salvar a los que pudieran.
Como si fuera cortar un nudo de forma brusca con unas tijeras, Ànima siguió a Luminosa para ir al centro de Andorra. Ahí, fue azotada por el cambio que había recibido en cuestión de años. Recordaba que su hogar no era tan moderno y que estaba bastante aislada de todo lo que la rodeaba, pero ¿ahora? A pesar de haber esa niebla y las anomalías intentando destrozarlo todo (las cuales eliminaban con rapidez) dejaba en claro un cambio que la dejaba sin palabras.
Era maravilloso, pero a la vez era un puñal en su corazón del que debía acostumbrarse al dolor o retirarlo cuando tuviera las fuerzas para ello.
Siguieron avanzando por las calles, indicando a las personas para refugiarse. Acababan con las anomalías que había a su paso, sin darles tregua alguna para que pudieran atacar a las personas o estructuras. En medio de su defensa, pronto la policía pudo intervenir, y que por desgracia captara su atención.
Algunos se atrevieron apuntarlas, otros en cambio mantenían la distancia ante el miedo que sentían. Las dudas eran visibles, pero eso pronto terminó cuando uno de los edificios se derrumbó sin previo aviso, generando un pánico del que a los pocos testigos los hicieron gritar de terror o ponerse en alerta. En el caso de Ànima y Luminosa, se movieron sin temor alguno para acabar con las anomalías.
Pero lo que se encontraron fue algo más distinto de lo que tenían pensado.
—¿¡Pa-Paiphire?!
Su hermana a penas le costaba ponerse de pie en medio de destrozo, aun así pudo escuchar la voz de Ànima y mirarla con los ojos bien abiertos, los cuales empezaron a derramar unas pocas lágrimas. Miró a un lado a otro, para luego abrir su boca.
—¡Salid de aquí! —chilló, consumida por el pánico—. ¡Yo soy su entretenimiento!
Ante esas palabras, Ànima se giró de inmediato para bloquear un puñetazo que iba a su cabeza. El golpe hizo resonar su cuerpo entero, escupiendo incluso. Con un ojo abierto, pudo encontrarse con la apariencia de Andrina, aunque era muy distinta a como la había visto anteriores veces.
Tras ese golpe, Andrina dio un paso hacia atrás para intentar darle una patada en su estómago, pero Ànima lo bloqueó a tiempo y, tras eso, la agarró del tobillo con un tentáculo para tirarla contra los edificios que había a lo lejos. Ante esto, se giró hacia ellas.
—¡Luminosa! ¡Llévate a mi hermana lejos de aquí! —ordenó Ànima.
—¡Pero...!
—¡Ahora!
Obedeció aun si su deseo era ayudarla. Agarró a Pyschen de la mano para salir corriendo lo más rápido de ahí. Tras eso, Ànima se puso en posición, viendo como Andrina estaba ya de pie caminando en su dirección, o al menos eso hacía hasta que vio a las demás huir.
—Yo soy tu enemigo. No voy a dejar que vayas a por ellas —aseguró Ànima, sacando los tentáculos de su espalda.
Recibió una mirada de desprecio junto a una leve sonrisa.
—Pillame si puedes.
Y en cuestión de segundos, Andrina salió a una velocidad abrumadora en dirección a las demás. Su salida había logrado retumbar los edificios de su alrededor, lo que puso en alerta a Ànima a la vez que la dejaba atónita por su fuerza. ¿Desde cuándo había guardado un poder así?
Aun con ello, no dudó en ir en su dirección, pudiendo casi alcanzarla. Daba la sensación de que Andrina tenía alas por como se movía sin tocar el suelo, pero no las veía a sus espaldas. En sí, le costaba incluso verla por como parpadeaba como si se teletransportara.
A lo lejos pudo ver a Luminosa y Pyschen. Sin perder el tiempo, frenó sus pasos para poner sus manos contra este. La oscuridad pronto se movió, destrozando la carretera y adelantando a Andrina para crear rápidamente una cúpula que las protegería, pero no solo eso, sino que los tentáculos saldrían amenazando a Andrina.
Tal ataque podría asustar a cualquiera, pero no lo hacía para ella. Vio su indiferencia, moviéndose hacia la cúpula. Sin dudar, Ànima la atacó, logrando perforarla. ¿Lo hizo? No, en verdad Andrina lo habría esquivado todo como si fuera invisible para esa realidad.
Se maldijo por dentro e intentó ir a por ella para detenerla, pero de poco sirvió cuando rompió la cúpula de un puñetazo. A punto de moverse, la luz impactó en sus ojos ante el ataque de Luminosa, pero no fue lo único ya que la propia Pyschen movió sus manos para crear una onda de ruido que aturdió a Andrina.
La miró atónita al ver como su hermana por fin luchaba a su lado. Sonrió sin querer, con un deseo creciente de llorar, pero se mantuvo firme para ir a por Andrina para agarrarla a sus espaldas. Era el momento ideal de dejarla sin opciones, por ello mismo usó la oscuridad para también dejarla cegada.
Al conseguirlo, no dudó en atraparla con sus tentáculos para impactarla contra el suelo. Grietas surgieron del suelo, escuchándose los gritos de Andrina quejándose de dolor. A punto de atacar, vio como Pyschen chillaba de rabia, invocando varias lanzas a su alrededor para que atacaran a Andrina sin perder más tiempo.
El problema fue cuando una cúpula errónea protegió a Andrina. Algo así como una berrera circular que perforó los tentáculos de Ànima. Se quejó de dolor, alejándose para ver como Pyschen empezaba a dar pasos hacia atrás.
—¡Luminosa, no te quedes! —chilló Pyschen.
Fue ahí el momento exacto en el que la barrera explotó en miles de objetos afilados. Luminosa no se había echado atrás, pero gracias a Pyschen pudo esquivar el ataque, siendo ella quien recibiera gran parte del ataque. Ver tal hecho hizo que algo gritara en el interior de Ànima, una voz que le pedía reaccionar, y fue lo que hizo. Corrió en dirección a su hermana para protegerla, pero no pudo cuando la presión en sus cuerpos aumentó de tal forma que impactaron contra el suelo.
Lo reconocía de sobras.
A duras penas vio como Andrina se levantaba para agarrar a Pyschen de la cabeza y tirarla contra los edificios que había cerca suya. Desapareció de su lado, y con ello, el grito lleno de frustración y rabia salió de los labios de Ànima a la vez que intentaba levantarse del suelo. Al conseguirlo, miró hacia Luminosa, encontrándose su mirada impactada ante lo ocurrido. Se acercó a ella y la ayudó a ponerse en pie.
—Quieren a mi hermana. No sé bien para qué, pero tenemos que detenerlos —aseguró Ànima, mirando hacia su pareja—. ¿Te ves capaz de seguir?
Luminosa afirmó a duras penas, poniendo la mano en su cabeza.
—Me... salvó —murmuró, sin saber que decir.
Ànima soltó un leve suspiro.
—Las cosas estás cambiando y por fin mi hermana se está dando cuenta —respondió Ànima, sonriendo con una pequeña sonrisa, pero rápidamente negó con su cabeza—. ¡Tenemos que ir a por ella! ¡Rápido!
Sintió la naturaleza, pero no era una que le hiciera sentir tranquilo. No. Si quiera podía considerar esa hierba fresca como algo natural. A duras penas se levantó del suelo para ver a su lado a Aspaura, soltando gruñidos de dolor a la vez que intentaba ponerse de pie.
Como mejor pudo se sentó y vio todo lo que le rodeaba. Se quedó atónito al ver las estructuras de gran tamaño a su alrededor. Edificios que jamás pensó ver, hechos por las manos de aquellos que gastaban todo los materiales sin ser conscientes de sus actos. Un destrozo que no solo involucraba a los bosques, sino que también a la tierra y los mares.
Sintió repulsión y pánico. No solo era la niebla que, una vez más, rodeaba la ciudad, también era la contaminación que la propia dejaba, y podía entender el porqué ante la cantidad de vehículos avanzados que no sabía bien como nombrar.
¿Esto era la tierra? ¿Esto era el lugar donde todos ellos venían?
Se vio envuelto en medio de un parque artificial donde cerca había una fuente del cual el agua no podía ser nada saludable. Calles asfaltadas o pavimentadas de un color específico que combinaba con las estatuas o arcos que había a su alrededor. A duras penas podía ver a lo lejos esos cientos de edificios, donde por desgracia vivía cientos de personas en su interior.
Su corazón se volvió oscuro, y una parte irracional y llena de odio de él quiso reirse. Quiso decir desde lo más profundo que este era el karma, pero su parte más racional y sensible le pedía prudencia. ¿Cómo podía decir karma si esto era causado por alguien del exterior? Alguien que había tenido la oportunidad de conocer por unos pocos segundos.
—Aspaura, ¿puedes seguir adelante? —preguntó Kemi en un tono serio, mirándola de reojo.
—S-Sí, pero ¿dónde está el destello? —preguntó, levantándose del suelo—. Tengo que ir a por mi hermana. No puedo dejarla ahí sola.
Miró a un lado a otro, pero no pudo encontrar nada que se asemejara a un destello, tampoco era que pudiera pensar en algo claro con todo el desastre que había. Suspiró y miró de nuevo a su compañero.
—No creo que podamos encontrarlo ahora con todo este desastre, Aspaura. Tenemos que ir a por los demás. Tenemos que ir a por Caos —aseguró Kemi, mirando sus manos para luego cerrar sus ojos—. Deja ver si puedo...
—¿Comunicarte con Fusis? ¿Crees que podrás con todo lo que te rodea? —preguntó Aspaura, frunciendo el ceño.
Kemi afirmó en silencio.
—Aun con todo el desastre, Fusis siempre escucha —respondió Kemi, poniendo las manos en el suelo—. Sé que lo hace.
Con la mayor concentración posible, empezó a prestar atención únicamente a su oído. Era complejo, porque escuchar todo el bullicio y el desastre en medio de aquel lugar inusual, no iba a ser tarea fácil, pero necesitaba hacerlo para comprender en qué situación se veía envuelto. Desconocía este planeta, y antes de tomar una decisión incorrecta, debía pedir una pequeña ayuda.
Creyó, por un instante, escuchar una voz. La naturaleza hablándola, pero no de la forma que deseaba. Le pedía a él su ayuda. Le pedía que actuara cuanto antes. Murmuraba palabras que si las ligaba, podía comprender toda la historia de una humanidad insensible con su alrededor, aunque hubieran algunos que intentaran conservarla de la mejor forma que pudieran.
Vio el fin de un planeta consumido por la humanidad, aunque ese iba a ser en un futuro lejano porque ahora, el mayor peligro era aquel que todos temían, y por suerte, sabía donde encontrarlo.
—En el Norte se encuentran tres heroínas. En el Este se encuentran dos héroes. En el Nor-Este se encuentran tres heroínas. Vosotros dos os encontráis en el centro —informó con dificultad la voz de Fusis—. Apuraros. Moveros. Yo os indicaré, pero con rapidez. Este no será el único lugar que se verá afectado por sus actos, sino que todo el mundo, expandiéndose como si fuera una plaga.
Kemi retiró las manos del suelo para luego mirar a Aspaura.
—Sígueme —exigió en un tono serio—. Tenemos que movernos de inmediato. El camino, por desgracia, es demasiado largo y no podemos perder tiempo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro