Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14: Tu segunda oportunidad.

Sentía un cosquilleo en el estómago, uno que crecía cada vez más a medida que avanzaban en medio del espacio. Miraba hacia la ventana, respirando con cierta dificultad al recordar todo. Giró su cabeza y con ello vio a Lizcia con una sonrisa impaciente, poniendo sus manos en sus rodillas.

No la culpaba de sus emociones, de hecho, logró sacarle una media sonrisa. Bajó la mirada por unos segundos y observó a Luminosa, centrada en el panel de control, pero mirándola de reojo con un sonrojo visible en sus mejillas. Se sentía alivio a pesar de lo vivido, se sentía una paz que a Ànima le era complicado de procesar.

—¿Emocionada, Lizcia? —preguntó, girándose hacia ella.

—Creo que los que estarán más emocionados son los demás cuando me vean allí —aseguró Lizcia con una leve risa—. Cuando les explique todo, no me van a creer o posiblemente me hagan miles de preguntas de como ha sido, pero lo que me hará más feliz es saber tu reacción en cuanto los veas.

Ànima afirmó en silencio.

—Admito que estoy algo nerviosa tras tantos años. Quiero saber qué tan cambiados están y que tal les ha ido en sus vidas.

—Te aseguro que mucho han cambiado y te llevarás muchas sorpresas.

Miró de nuevo hacia la ventana, respirando lo más hondo posible para luego suspirar, expulsando todos los nervios que tenía.

¿Por qué debía de tener esa sensación encima si después de todo no había pasado nada grave allí? Estaban a salvo. Estaban bien. Era lo que importaba.

Dejó a un lado sus pensamientos y cerró sus ojos para descansar. No supo bien cuánto tiempo ya que agarró el sueño de inmediato, uno donde pudo relajar su cuerpo tras tanto tiempo con el control de lo que hacía. El sueño fue tan profundo que no se dio cuenta si quiera de cuándo llegaron. Solamente pudo ser despertada por el movimiento delicado en su hombro derecho.

Abrió poco a poco sus ojos, sintiendo el calor del Sol en su piel. No le dolía, pero si le molestaba un poco cuando estaba despertándose. Escuchó una voz a su lado, una que la hizo girar y ver a Luminosa con una hermosa sonrisa que la dejó un poco aturdida, mirando a su alrededor hasta que vio en la ventana los extensos bosques que pudo reconocer.

Parpadeó varias veces sus ojos y como mejor pudo se levantó del asiento. Luminosa intentó tranquilizarla, agarrando sus brazos con cuidado para que no se cayera, pero no hacía del todo falta cuando Ànima miró todo lo que había en exterior. No estaban lejos de la ciudad... No estaban lejos de Miei.

Sus ojos parecían brillar como pequeñas estrellas en medio de la noche. Se giró rápido, encontrándose a Luminosa con una sonrisa cariñosa, indicándole hacia la puerta, del cual se encontraba Lizcia de pie, esperándolas.

Empezó a respirar con cierta dificultad, sintiendo una presión en su pecho que por primera vez no le dolía, sino que drenaba una felicidad como si estuvieran a punto de explotar una piñata llena de regalos.

—¿¡A qué esperáis?! —preguntó Ànima, moviéndose hacia Lizcia—. ¡Pongámonos en marcha!

Su tono lleno de ilusión tomó por sorpresa a ambas, pero no la hicieron perder más tiempo. Las tres juntas saldrían de la nave para ser recibidas con el agradable clima que hoy las acompañaba. Ni una sola nube se presentaba y el Sol calentaba sus cuerpos con una ligera brisa refrescante que movía sus cabellos.

Regresar a Codece era volver a recordar todo desde el principio a fin. Su corazón bombeaba con muchísima fuerza cuando veía desde la lejanía la ciudad que una vez pudo observar con Lizcia. Pudo hacer memoria de esos días que, si bien fueron duros, tuvieron un resultado que sacaban su mayor sonrisa.

Sin temor alguno avanzó con las demás, en dirección a Miei. Ya no tenía ese temor de ser vista como antes. Caminaba a paso ligero, agarrando la mano de Lizcia para ser su guía, encontrándose con la sonrisa llena de felicidad y alivio en su compañera, incluso parecía querer llorar ante ese cúmulo de emociones. Giró su cabeza a otro lado, viendo también a Luminosa con un asombro visible en su rostro, siguiendo su ritmo en todo momento.

Miró hacia enfrente, y con ello, vio el camino en dirección a la ciudad. Las murallas que lo rodeaban junto a las pocas casas dispersas y a lo lejos el grandioso castillo, del cual mostraba unos colores muchísimo más bellos que la vez que llegó. Era como si todos los colores que representaban a las razas de este planeta, estuvieran presentes en cada esquina.

Pero eso no era nada cuando pronto se adentró y se encontró con una diversidad que no pensó ver en su vida. Cuando los Mitirs no parecían tener problema en que hubieran Vilonios, Zuklmers, Sytokys o Maygards caminando por las calles.

Era obvio que todos los presentes los observaban con un claro asombro visible en sus rostros, inclinándose ante la reina y que con ello los guardias mitirs anunciaran la llegada al rey, pero Ànima esto iba careciendo de sentido cuando veía esos pequeños cambios a su alrededor, cuando parecía que los colores no solo eran en el castillo, sino en las calles donde había una musicalidad que la dejaba absorta en sus pensamientos.

Tanto cúmulo de emociones hizo que sin querer soltara las lágrimas, algo que vio Luminosa y no dudó en abrazarla de inmediato, tomándola por sorpresa.

—Me-Mereció la pena... —susurró Ànima, agachando la cabeza para ver a Luminosa—. No... No todo salió tan mal. ¿No?

Luminosa la miró con una sonrisa cariñosa, afirmando sin dudar.

—Y se conseguirá en los demás planetas. De eso estoy segura, Ànima.

Sonrió ante sus palabras, bajando su mirada por unos segundos hasta que escucho una voz que la dejó sorprendida, alzando su rostro para encontrarse con Yrmax, aunque no se encontraba solo.

—¡Mamá!

La voz del pequeño hizo que Ànima se quedara atónita al verle. Corría como mejor podía, acercándose a Lizcia para abrazarla, o al menos eso intentó hasta que sus ojos azules se encontraron ella. Frenó sus pasos y la contempló con la boca bien abierta, admirándola durante un buen rato. Incluso parecía querer decir algo.

—Así que este pequeño príncipe es Neu, ¿verdad? —preguntó Ànima, agachándose para poder mirarle con una sonrisa tranquila—. Tu madre me habló un poco sobre ti. Me dice que eres un poco travieso y que tenías muchas ganas de conocerme.

Neu se quedó inmóvil, parpadeando varias veces sus ojos para luego mirar a sus padres. Ambos reían con dulzura para reacción del pequeño. Ànima también lo hizo, dando su mano derecha con calma.

—Puede que tu madre ya te lo haya dicho, pero soy Ànima. La amiga que tanto mencionaba.

Vio como el pequeño se acercaba poco a poco a ella con una clara timidez en sus gestos. Como mejor pudo, dio su pequeña mano, viéndose la clara diferencia de tamaño. La observó, viéndose el brillo azulado en aquellos inocentes ojos, unos que enterneció el corazón de Ànima.

—¡Es real! ¡Está aquí! —gritó de pronto Neu, mirando a sus padres con un sonrojo visible al igual que sonrisa—. ¡Sí que vino! ¡Sí que vino!

Palabras tan simples como esas hicieron que Ànima sonriera como nunca tras tantísimos años. Una que brillaba y retiraba su oscuridad más peligrosa. Un descanso que necesitaba en todo sentido.

Era obvio que tal noticia iba a llegar a los demás elegidos. No perdieron tiempo y pronto pudieron llegar al castillo, donde pudieron ver a Ànima y con ello miles de abrazos llenos de felicidad y alivio, a la vez que grandes cambios que para la diosa era un poco complicado comprender.

Reunidos en una de las grandes habitaciones cuyo interior era acompañado por la chimenea y grandes estanterías llenas de libros, los presentes estarían reunidos de forma que nadie les pudiera molestar más que los que estaban ah'ñi y los guardias en caso de que ocurriera algo.

Lizcia se encontraba con Neu sentados en el sofá cercano a la chimenea. Ambos estaban escuchando la agradable charla en la que los elegidos explicaban todo lo que había ocurrido en los años que Ànima había estado desaparecida. Novedades que lograron sacar una sonrisa a la diosa, que se encontraba senada en otro sofá junto con Luminosa.

Había que aclarar que la joven diosa de la luz estaba un poco saturada por como era la situación, sin mencionar que Rima se encontraba cerca suya contemplándola con asombro, e incluso llorando de la emoción por verlas juntas.

—Así que ambos lleváis el reinado de Vilen y os habéis extendido un poco más, no solo eso, sino que hay Vilonios viviendo en otros lados, al igual que los demás —comentó Ànima, cruzando sus brazos con una sonrisa tranquila, mirando a Curo.

—Sí. La idea al principio no me convenció, pero Alex al final me dijo que le diera un intento y gracias a ello los demás se abrieron un poco más —admitió Curo, sonriendo con dulzura—. Me habría gustado que viniera, pero el pobre anda un poco cansado porque ayer hicimos una competición de pesca entre los Vilonios.

—Tranquilo. Se entiende —respondió Ànima para luego mirar a Xine—. ¿Y qué traes de novedad? Lizcia me dijo que de ti me sorprendería bastante.

Xine parecía estar avergonzado por como expulsaba humo de sus grietas, pero pudo recomponerse y mirar a la diosa.

—Digamos que... hace poco he tenido... Ehm.

—¡Se ha casado! —gritó Rima sin perder más tiempo, moviendo sus brazos con emoción—. ¡Fui a prepararlo todo! Fue una ceremonia her-mo-sa. La pareja se llama Ylia, la conoció poco después de lo ocurrido. Fue un encuentro casual y surgió el amor. ¡Uno que se escondió durante un buen rato!

Xine desvió un poco la mirada.

—No quería decir nada porque... Bueno. Es complicado. Simplemente quería asegurarme que fuera la indicada —explicó Xine.

—Y al final lo fue, tanto que te casaste con ella —añadió Eymar, cruzando sus brazos. Por raro que fuera, tenía expuesto su rostro, por lo que se le podía ver con una sonrisa.

—Tú no hables mucho que tu relación con Rima no pasa desapercibida —contestó Xine, entrecerrando sus ojos.

—¡Pero eso ya se veía venir! —intervino Rima con una ligera risa, poniendo sus manos en sus caderas y mirar a Ànima—. Te lo perdiste, pero puedo recrearlo a la perfección. Ese día estábamos los dos dando un paseo y...

—No hace falta los detalles, Rima —pidió Eymar en un murmullo donde sus seis ojos miraban a otro lado con vergüenza.

—¡Ay! ¿¡Por qué no?! ¡Yo supe toda la historia que tuvo con Luminosa! ¡Yo creo que también se la merece saber la nuestra!

Ànima rio desde su interior. Ninguno de los presentes había cambiado de actitud y eso la hacía sentir aun más feliz de lo que estaba. Ver como todos habían podido avanzar con sus vidas le generaba una esperanza en su pecho que crecía sin descanso. Había hecho bien. Había luchado junto a ellos y agradecía al cielo que nada grave ocurriera en Codece.

Al menos un planeta que pudiera respirar en paz tras tantos desastres.

—¿Entonces la diosa Ànima se quedará aquí con nosotros?

La pregunta de Neu hizo que los presentes se quedaran en silencio. Ànima también lo hizo, bajando un poco la mirada con una sonrisa dulce para respirar hondo.

—Me gustaría, Neu, pero tengo aun mucho por hacer —respondió con honestidad, mirando a todos los presentes—. Creo que es momento que os explique bien que es lo que ha pasado en estos años que desaparecí sin dar una señal.

Tomó todo el aire necesario y sintió la mano de Luminosa agarrando la suya. Giró su cabeza para mirarla y le sonrió a modo de que no se preocupara. Tras eso, explicó todo lo que podía recordar.

Los demás prestaron atención a sus palabras, viéndose la preocupación y molestia por todo lo que había vivido. Era obvio que el desprecio por su hermana era mayor, pero a la vez las dudas aumentaban cuando mencionó a Caos.

—Él estuvo presente cuando ocurrió todo ese desastre —murmuró Eymar, mirando a Ànima con sus ojos bien abiertos—. Estuvo ahí, ¿no?

—Por desgracia, sí —respondió, sintiendo la angustia en cada uno de sus compañeros—. No sé bien a qué juega. Desde lo ocurrido en Steinfall mis memorias son un tanto difusas. Algunas cosas las recuerdo, otras no al estar bajo su control durante un breve periodo.

Rima dio un pequeño salto en el sitio, mirándola con atención.

—Podría hacer lo mismo que hice con Luminosa y contigo. Ver si podemos sacar esos recuerdos de alguna manera —sugirió Rima.

—Es lo que había pensado, pero no sé si puede funcionar. Estos recuerdos parecen estar bien enterrados de forma que no salgan. No es lo mismo que el poder de mi hermana —aclaró Ànima.

—Siempre se puede intentar para saber que hay en tus memorias ocultas. Aunque tu alma no estuviera del todo presente por ese control me apuesto a que pudiste escuchar algo que está oculto en tu subconsciente como la vez que te hicimos recordar todo —aseguró Rima con una mirada decisiva, aunque pronto pasó a una más preocupante—. Lo... Lo malo es que mi hermana no podrá estar al estar un poco enferma, por lo que tendremos que ser Eymar y yo.

Ànima afirmó en silencio, sintiendo en su mano un agarre que la hizo girar para ver a Luminosa con cierta preocupación visible en sus ojos. Con cuidado sujetó su mano, sonriéndole con calma.

—Tranquila, nada malo me ocurrirá. No será como la anterior vez, o eso espero.

—No es eso, sino que la anterior vez fuimos atacados por los Loineos y Cineos que envió Pyschen aquí. No sé si puede ocurrir eso de nuevo —admitió Luminosa.

—Desde la última vez no ocurrió nada grave, pero de igual forma no bajaremos la guardia —aseguró Yrmax, levantándose de la silla para ponerse firme—. La actuación no será muy escandalosa como otras veces, ¿no, Rima?

La elegida murmuró palabras poco comprensibles, pero que Ànima sabía qué camino tomaban al conocerla. Se rio por lo bajo mientras veía como Rima afirmaba a regañadientes.

—Solo dame unos minutos y nos ponemos a ello. —Tras eso, miró a Eymar—. Tengo que enseñarle ciertas cositas sobre nuestra mágia.

—Dudo que no haya algo que ya sepa, Rima —contestó Eymar, cruzando sus brazos inferiores.

—Oh, en la música siempre hay algo nuevo, y más con ese chico de la tierra. —Puso la mano en su barbilla—. ¡Ah! ¡Sí! Kamico. Me dejó impactada con los nuevos sonidos que presentó e intenté recrearlos de alguna forma, por ello tenemos que mirarlo bien antes de hacer nada.

Ànima alzó la ceja ante sus palabras, pero aun así no dijo nada, viendo como la pareja se organizaba con todo lo que tenían que hacer. A su vez, apretó sin querer el agarre a la mano de Luminosa, mirándola de reojo para soltar un leve suspiro.

Algo muy oculto en su interior le decía que lo que pudo haber escuchado, si pudo, era peor viniendo de él.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro