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Capítulo 13: Desconexión.

Has sido añadido en un nuevo grupo.

Andrea.

Kamico, presta atención al puto móvil. Es urgente.


Fue lo primero que pudo ver en cuanto abrió la aplicación, tragando en seco para mirar de reojo a su hermana. Se encontraba tumbada en la cama con los auriculares puestos, viendo un video que intentara darle algo de sueño. Como mejor pudo, trató de ser discreto, bajando el brillo y sonido de su móvil.


¿Qué pasa?

Andrea.

Tío.

¿Cómo que qué pasa?

¿Estamos bien?

Anais.

Andrea, por favor.

Andrea.

Ni por favor ni ostias.

Tú has visto bien lo pasó con esa anomalía.

Le habló.

LE HABLABA.

Lo sé, pero no la entendí, Andrea. No como tú y...

En fin.

Mi hermana.

Andrea.

Dice que no se creía quien era.

O sea.

Tío, era como si la reconociera. ¿Sabes?

¿Qué va a conocer una anomalía a Andrina?

¿Capaz los rumores sobre nosotros llegaron?

Andrea.

No me seas imbécil.

¿Conocernos de qué?

Y aún si nos conocieran, me tendría más sentido que fuera a mí.

Doña protagonista.

Andrea.

Porque tengo dos anomalías.

Mira imbécil, de protagonista nada que es lo que me pasó en Extra-Sistema.


Rodó por un momento sus ojos, pero no emitió ningún sonido para evitar llamar la atención de su hermana. Ya estaba cerrando poco a poco los ojos, por lo que podía relajarse un poco más.


Andrea.

El asunto es que no me fio una mierda de lo que está pasando.

Ya actuaba rara antes con Ànima.

Y se lo compro. Se entiende la desconfianza.

Pero ¿aun sigue con esa mierda cuando sabe que es buena?

Venga hombre y que más.

Anais.

Lo que deberíamos hacer es hablar con Andrina para ver que le pasa. Con lo ocurrido hoy, su mal humor no ha desaparecido. ¿Creéis que podrías hacer algo, Kamico?

No es tan fácil. Recordar que Andrina la tomó con mi madre porque no le dijo la verdad a diferencia de Alias.

Y la entiendo...

Andrea.

???

¿Vas a culpar a Alias de que sea más amigable con tu madre?

No digo eso, Andrea.

Andrea.

Tío. ¿Qué culpa tiene Alias?

Aparte lo poco que dijo era eso.

Bueno.

Y algo más.

¿El qué?

Andrea.

Nada, dijo que Elena le preguntó por Caos.


Kamico casi se atragantó al leer eso. Dejó a un lado el móvil, intentando respirar como mejor pudo sin llamar la atención. Era mucha suerte que Andrina no se levantara.


Anais.

Yo me acabo de enterar ahora mismo.

¿Por qué no lo dijiste antes?

Andrea.

Pa' eso el grupo, ¿no?

ANDREA.

Céntrate por el amor de dios.

¿Qué coño le preguntó?

Andrea.

Algo de que si estaba muerto como le habían dicho.

Ay mi madre.

¿Cómo sabía eso mi madre?

Andrea.

Nunca mejor dicho jaja.

Esto no es para tomárselo a risa, Andrea.

¡Mi madre tenía consciencia de eso y al parecer de mucho más!

Ay la madre.

Y lo peor es que hace poco...


No pudo evitar tragar con dificultad. Sus dedos temblaban como nunca sin saber bien como escribir.


Andrea.

¿Hace poco qué?

Tío.

Eh.

Respira ostia.

¿Quieres decir?

Anais.

Andrea, no ha pasado un minuto. Déjale que escriba.

Hace poco mi madre gritó como si hubiera tenido una pesadilla, pero no lo era al cubrirse la cabeza y pedirle hacia algo o alguien que no la hiciera daño.

Andrea.

Me estás jodiendo.

No.

Anais.

¿Y si era una anomalía?

Papá aseguró no ver nada al respecto.

Andrea.

¿Saben qué pienso?

Anais.

Nada ingenioso seguro.

Andrea.

Bueh.

¿Y su a lo mejor tu madre fue atacada por decirle demasiado a Alias?

Después de todo tenía prohibido hablar.

No lo sé, pero yo estoy desconfiando un poco de lo que esta pasando con mi hermana.

Y bueno, pensé en hacer algo para saber sus intenciones.

Andrea.

Hablar, claramente.

No quiere hablar conmigo.

Andrea.

???

Lo intenté y me dijo que no deseaba hablar de ello. Estaba muy cansada y le dolía la cabeza. Lo último que quería era comentar sobre ese tema.

No la culpo. Dejé que descansara porque mucho fue lo ocurrido hoy y la charla que tuvimos con mamá sobre que debíamos ir con cuidado.

Andrina...

La contestó un poco mal, riéndose en su cara y diciéndole que casi moríamos por enfrentarnos contra diosas.

Andrea.

A ver, entiendo ese punto.

Pero tío xd.

Estamos hablando de su madre. Es normal que se preocupe.

Anais.

Comprendo que no es lo mismo una anomalía que unas diosas, pero estamos hablando de un planeta desecho. Usar nuestras habilidades crea más de esos seres y es acumular una montaña que debemos evitar.

Andrea.

x2


Dejó a un lado el móvil para mirar hacia el techo de su habitación como de costumbre. Era como si la inspiración se encontrara oculta para darle pistas sobre que debía hacer y que no. Mantuvo el silencio y cerró sus ojos para soltar un largo suspiro, poniendo las manos en su rostro para agarrar de nuevo el móvil con decisión.


Hablaré con ella mañana a ver si puedo sacar algo al respecto, sino otra idea que tuve es que cuando Andrina hable con mi madre, escuche a escondidas.

Andrea.

¿Cómo harás eso?


Miró su brazo izquierdo, soltando un leve suspiro para luego afirmar con decisión.


Luminosa fue un poco más precavida cuando quiso hablar conmigo.

No os preocupéis. Tengo la manera de escuchar la conversación aun si no estoy.

Ahora si no os es problema me gustaría dormir. Mañana empiezan las clases.

Andrea.

¿Vas a ir?

Sí claro... ¿Tú no irás?

Andrea.

Bueno.

Tipo.

No sé la verdad. Una parte pensé que sí y otra no.

No lo sé.

Anais.

Mejor durmamos y ya lo hablamos mejor mañana.


Dejó el móvil en la mesa de noche para que se cargara y cerró sus ojos con las manos puestas en su pecho. Sin querer recordó todo lo que había pasado en este día, sintiendo escalofríos al recordar la discusión que tuvo Andrina con su madre, una en la que no supo bien como pudo detenerlo. Capaz porque su padre también intervino para pedir calma o porque la discusión era una tontería después de todo.

Eran tantas dudas que sin querer cerraba sus ojos, pero sin quitarse de la cabeza las palabras de su hermana:

—Un día podría morir o ser alguien totalmente distinta, y te daría igual al estar aquí en este planeta. Un día podrías no verme nunca y soltarás lágrimas falsas por un amor que te impusieron. 

En la mañana, ambos se despertaron a la hora en el que el despertador les avisó. Hicieron la rutina a la que estaban acostumbrados hacer al empezar las clases. Ducharse, vestirse, desayunar y agarrar el bus para ir al instituto.

Durante todo ese proceso, Kamico estaba poco hablador, y era normal al estar un poco más atento a las acciones que hacía su hermana. También se percató de que su madre no parecía estar muy dispuesta a hablar, que incluso no había tenido una buena noche. Su padre en cambio no se encontraba en casa al trabajar unas horas más tempranas.

Hubo un momento que cuando su hermana se fue al baño antes de salir, Kamico tuvo el valor de hablar con su madre para hacer unas preguntas, las suficientes para que no pudiera parar de darle vueltas.

—¿Estás bien, mamá? Parece que tuviste mala noche.

Elena miró a su hijo con una sonrisa tranquila.

—Sí, desde que tuve la pesadilla parece que me va a costar dormir, pero no importa —aseguró, acercándose a su hijo para agarrar sus manos—. ¿Tú has podido dormir bien?

—Se podría decir que sí —murmuró para mirarla con un rostro más serio—. ¿Qué fue esa pesadilla, mamá?

Esa pregunta hizo que sus manos temblaran a la vez que sus ganas de llorar aparecieran. Aun con ello, sonrió como mejor pudo, acariciando su cabello y de paso peinárselo.

—Nada de qué preocuparse, Kamico. Es algo que tengo que soportar cuando digo cosas que no debo.

Se quedó en silencio ante sus palabras, pero no pudo decir nada cuando su hermana llegó. Tocaba ir a clases.

Ya en el bus a buenas horas de la mañana donde había bastantes personas dentro para ir al trabajo o a clases, Kamico no le dio un descanso a su mente. Estaba claro que su madre le había mentido de forma piadosa para que no se preocupara, pero eso solo hacía lo contrario al desear la verdad. ¿En qué lío estaba metida? ¿Qué tan grave era que no pudiera siquiera decirlo a los demás y fuera castigada de esa forma?

Con la música puesta en sus auriculares, dejó que su mente hiciera miles de teorías, pero sin dejar de observar la pantalla que había en el autobús, del cual avisaba de las paradas que quedaban para llegar a su destino.

Miró por un momento a su hermana. También estaba con los auriculares puestos, atándose la chaqueta que tenía para evitar el frío que sentía en su cuerpo, aun estando dentro del autobús. Su mirada parecía ser perdida, con un deseo de llorar de la rabia, pero a la vez con un arrepentimiento que era visible en sus labios, los cuales ocultaba tras su chaqueta de cuello alto.

Sus ojos se dirigieron a los suyos, y parecía que todo se había paralizado, como si ellos dos importaran en medio del transporte, como si los demás no fueran más que polvo. Kamico quería dejarle en claro que no tenía que sentir miedo, que podía confiar en él, pero Andrina no parecía claudicar, parecía incluso querer alejarse, pero no podía ante esa cantidad de gente a su alrededor.

Su hermana bajó de nuevo la mirada y cerró sus ojos hasta que la voz del autobús avisó de la próxima parada.

—Nos bajamos en esta, Andrina —murmuró Kamico, retirando los auriculares.

—Hmm. Vale.

Frunció un poco el ceño al ver como no quitaba sus auriculares o no hacía ningún gesto, pero no le tomó importancia. Simplemente esperó hasta que el bus frenara y abriera las puertas.

Al hacerlo, Kamico salió sin perder tiempo, y tras girarse, vio como su hermana se quedaba quita en medio de la gente que bajaba o se movía a su alrededor.

—Andrina, es aquí.

No obtuvo ni una sola respuesta, solo como desvió la mirada hacia la izquierda para soltar un suspiro y negar con su cabeza.

—No voy a ir a clases, Kamico —contestó con una voz monótona.

Ante esa respuesta, se quedó un poco inmóvil, pero no dudó en moverse.

—Pues si no vas, yo tampoco.

A punto de subir de nuevo en el autobús, Kamico juró ver como por un instante su alrededor cambiaba a unos colores más distintos, y sin previo aviso, se vio de nuevo en el mismo sitio donde había bajado, como si le hubieran teletransportado a unos pocos pasos hacia atrás.

—No, Kamico —contestó Andrina, mirándole con cierta molestia y cansancio mezclada en sus ojos—. Quiero estar sola.

Antes de que pudiera hacer algo, las puertas del autobús se cerraron enfrente suya. Como mejor pudo, se fue hacia la puerta principal donde estaba el conductor, pero el mero hecho de moverse hizo que por unos segundos su corazón se estrujara, como si algo lo apretara con fuerza para que no hiciera ni un solo movimiento.

Se quedó sin aire y juró que todo a su alrededor carecía de color, como un aviso del cual le amenazaba por su vida. Inmóvil en el sitio, solo pudo girar su cabeza para ver como su hermana se movía entre la multitud como si nada hubiera pasado.

Miles de dudas le inundaron ante las acciones que hizo su hermana. ¿Cómo lo había hecho? ¿Cómo no había sido detectada por los demás? ¿Y por qué?

¿Por qué su hermana le estaba haciendo esto?

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