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Capítulo veintidós: Tercer hilo - Dolor.

La idea que tenía en mente era arriesgada, pero era eso o rendirse. Intentaba caminar a paso ligero en busca de Adela, pero sus piernas no parecían responder del todo, incluso le pedían que descansara de una vez ante el dolor, pero no lo hacía. Avanzaba sin descanso, mirando a un lado a otro en medio de la niebla.

Tenía cierta constancia de lo que había ocurrido, aunque se temía el peor resultado por cómo las cosas iban avanzando. Charlot le había pedido que descansara, pero se negó y le dijo la verdad. Era mejor buscar a Adela para ayudarla y con ello conseguir más apoyo.

Caminó sin descanso en medio de las calles donde el desastre era presente. Los edificios que una vez radiaban de vida, eran ahora carentes de esa esperanza y color que los caracterizaba. Era como si por un momento una pequeña ciudad que deseaba evolucionar a más, fuera destrozada por las consecuencias que una guerra dejaba, aunque en esta ocasión era muchísimo peor. Era a un nivel mágico y divino.

Su cabeza no le daba la capacidad de poder procesarlo de la manera que deseaba. Se reía apenado desde sus adentros, sintiendo esa pesadez en todo su cuerpo. Deseaba caer de rodillas y llorar, pero no lo hizo cuando escuchó un quejido a su izquierda que lo hizo girarse, viendo a Adela en medio de los escombros intentando levantarse.

Abrió sus ojos como nunca y las energías aparecieron para correr en su dirección. Al llegar, se acercó para ver sus heridas. No eran muy graves a excepción de sus brazos que poseían las marcas de los hilos junto a una herida profunda en la que su sangre caía como una cascada macabra.

Como mejor pudo, rompió la tela de su camisa para hacer unas vendas improvisadas, intentando retener las heridas. La miró de reojo y se dio cuenta que Adela le costaba mantenerse consciente. Balbuceaba palabras sin sentido en medio de sus lágrimas, creando una angustia en ese instante que a Kamico le contagió.

—¿Qu-Qué ha pa-pasado?

Kamico la miró, entendiendo una de sus pocas palabras.

—Mucho ha ocurrido, Adela. Ahora tenemos que irnos y...

—¿A dó-dónde m-me llevas?

«Está peor que yo. No puede pelear más».

No respondió a su pregunta. Solo intentó levantarla del suelo para intentar llevarla, pero Adela no se dejó, es más, se apartó un poco de Kamico, mirándole con cierta desconfianza mezclada con el cansancio.

—Al subcódigo —respondió al fin, soltando un largo suspiro—. No voy a dejar que luches estando así de herida.

Adela abrió sus ojos con sorpresa y negó de inmediato.

—V-Voy a ir por esa di-diosa, cueste lo que cu-cueste.

—No seas idiota —contestó Kamico, frunciendo el ceño y acercándose con cuidado—. Apenas puedes mantenerte en pie, debes esconderte y descansar.

—Si puedo, maldita sea —se quejó Adela, intentando levantarse del suelo, aunque al final obtuvo la ayuda de Kamico—. Esa maldita diosa me pilló desprevenida, pero puedo luchar. Puedo contra ella.

—¿Cómo, Adela? No tienes nada. Lo mejor es alejarse, antes de que caigamos bajo su merced. No podemos arriesgarnos a eso.

Sintió escalofríos recorrer su espalda cuando se encontró con la mirada ensombrecida de Adela. Un rostro que mostraba odio y rabia. Miró hacia su mano izquierda y cerró sus ojos con fuerza.

—He pasado por algo peor en Tugia, Kamico. Es algo a lo que puedo hacer frente —contestó, para luego mirarle con decisión—. Yo iré a la batalla.

Se separó de él de inmediato, provocando que Kamico la mirara atónito. De verdad estaba dispuesta hacer esa locura, luchar aun sin poder mantenerse en pie. Ante esto, no dudó en acercare e intentar agarrarla de la camisa para detenerla y hacerla razonar.

El problema fue que cuando tocó su espalda en un gesto delicado, Adela frenó sus pasos, observando en suelo a la vez que sus hombros se volvían completamente tensos.

—Lo siento, Adela, pero vamos a ir a un lugar seguro, ¿entendido?

Kamico aún no había retirado su mano de la espalda de Adela. Solo la miraba, viendo como poco giraba su cabeza para verle de reojo. Nada más encontrar sus ojos marrones, sintió una presión en su pecho que le dificultó la respiración, incluso le era difícil mantenerse en pie. La soltó, alejándose un poco de ella para ver como Adela bajaba la mirada con una sonrisa apenada.

—Kamico —murmuró Adela, viéndose las lágrimas de sus ojos—. Puedo controlarlo, de verdad que puedo. Solo aléjate de mí o guíame hasta ella. ¿Entendido?

—¿Q-Qué estás...?

—Mi tío cuando me dio mis poderes en el subcódigo, tuvo la idea de darme algo más que lo que ves —admitió Adela, intentando no temblar más y respirar con normalidad—. Un cambio que intenté controlar, pero no era fácil si me tenían... Ya sabes, controlada.

—¿Qu-Qué?

POr un momento vio como sus brazos se volvían cada vez más delgados a la vez que algo quería salir de su interior, como si fueran garras afiladas de gran tamaño que tenían la medida similar a todo su brazo. El color gris se hacía presente en estos, adentrándose por diversas zonas de su piel y expulsando un humo de ese mismo color en el que se asemejaba a la niebla.

Adela tragó saliva con dificultad, moviendo su cabeza hacia el otro lado.

—Acepté un pacto que parecía ser mi salvación. Acepté y vi la traición junto al descontrol —admitió Adela, sintiendo como ese dolor se adentraba en su piel como si fuera una quemadura, un veneno imparable—. Juro que podía controlarlo, lo hice una vez, pero en esta ocasión la luna no parece estar de mi lado ante todo este desastre.

—¿Q-Qué estás diciendo? ¿Cómo que la luna no parece estar de mi lado? —repitió Kamico, dando varios pasos hacia atrás mientras veía como sus ojos marrones se formaban una línea que destrozaba su rostro junto a esa sonrisa tranquila—. ¡¿A-Adela?!

—Supongo que esa diosa lo supo ver e intenté alejarme al sentir esos hilos de nuevo. Fue horrible, pero no duró mucho cuando la luna estuvo a mi lado, protegiéndome sin darme cuenta —siguió hablando, bajando su mirada con una sonrisa triste—. Pero tuve que tener en cuenta que cuando ella se fuera, sería un peón más para aquellos a quienes odiáis. —Suspiró—. Creía que eso no iba a tener consecuencias, pero me doy cuenta que por mucho que intente controlarlo...

En medio de sus palabras, su voz iba cambiando a la vez que su apariencia parecía tomar un aspecto más monstruoso. Kamico no dudó en apuntar hacia Adela para soltar un rayo de electricidad en su pecho, logrando que Adela lo recibiera y chillara de dolor.

—¡Eso tendrías que haberlo dicho antes, Adela! —chilló Kamico desesperado, apretando sus puños con rabia—. ¿¡Cómo que estabas al lado de ellos?! ¿¡Por qué no lo dijiste?!

En medio de sus palabras pudo escuchar unos pocos pasos llenos de brutalidad y odio que destrozaban el suelo. Kamico sintió horribles escalofríos que lo hicieron gritar y salir corriendo a la mayor velocidad posible, ignorando por un momento el desgarrador y tenebroso grito de un monstruo que no parecía conocer la compasión.

Corrió como nunca hizo, sin tener el valor de mirar hacia atrás. No solo tenía miedo del aspecto que pudiera tener, sino también de su abrumadora fuerza al lanzar el hormigón de los edificios hacia su dirección. Tuvo que desviarse de un lado a otro mientras intentaba buscar un lugar seguro, pero, ¿dónde? Aquel monstruo iba a seguirle sin importarle donde fuera.

«¡Ay! ¡Qué remedio!», gritó Kamico desde su interior para luego girarse y enfrentarse a lo que tenía enfrente.

Vio lo que jamás pensó que se haría realidad. De varios metros de altura, sobre unos cuatro o más, donde en su cabeza salían varias toxinas en las que estaba seguro que sería imposible de respirar ni siquiera tocar porque le haría convertir en un ser sin vida como ella. Un monstruo con una cabeza partida por la mitad, saliendo lo que parecían ser hongos generados por el veneno y la sangre.

Aquello hizo que Kamico pusiera su mano en su boca, intentando controlar sus ganas de vomitar mientras veía como en los brazos aparecían dos garras afiladas, como si tomara una extensión y estuviera incrustado. No comprendía cómo podía tener ese aspecto junto a su piel grisácea de la cual demostraba las heridas de las peleas que tuvo en el pasado. No comprendía como Adela se había vuelto en algo tan horrendo.

Fijándose, se dio cuenta de que encima de su cabeza hacían tres gemas de color naranja y negro con símbolos dorados a su alrededor, los cuales poco a poco se consumían como si fuera un temporizador.

«Aguanta, aguanta, aguanta. ¡Es lo que debes hacer!», se decía Kamico en sus adentros mientras apuntaba hacia ese ser aberrante, cuyo olor desprendía iba hacia las fosas nasales de Kamico, causándole ese malestar.

—Supongo... que tendré que matarte arrancando ese brazo robótico, ¿no?

Una voz profunda provenía de su garganta destrozada, escuchándose ese silbido en medio de su respiración lenta, una que Kamico memorizó sin querer, dejándole un gran pánico en su cuerpo, pero no le hizo detener sus acciones. Sin dudar, disparó un rayo mucho más grande que antes.

—¡No sé cómo es posible que tengas ese cambio! ¡Pero tu tío estaba mal de la cabeza! —chilló Kamico.

Tras eso, no en salir corriendo, no podía quedarse más tiempo peleando con ella, tenía que distraerla, hacer que esas gemas se terminaran para que Adela volviera. Era su mejor opción.

Mientras corría a la mayor velocidad posible, escuchaba como el suelo empezaba a temblar con más fuerza, acercándose cada vez más hacia él hasta que dejó de escuchar sus pasos. Ante esto, Kamico miró hacia el cielo, viendo que ese monstruo estaba a punto de escupirle con el veneno.

—¡No!

Y sin dudar, su brazo izquierdo creó un escudo, seguido de una descarga eléctrica a su alrededor para evitar que hiciera daño, pero eso no fue todo, como mejor pudo disparó varios rayos de electricidad como si fuera una lluvia de pequeños relámpagos que darían de lleno al monstruo, haciéndole sangrar y gritar de dolor.

Ante eso, Kamico no dudó ni un segundo en salir corriendo una vez más, pero para su sorpresa se encontraría rápido con el monstruo. A pesar de las heridas, seguía yendo a gran velocidad, mostrando una sonrisa destrozada y llena de crueldad.

—¿No tienes miedo a que se acabe la batería y se quede a un 0%?

La ansiedad impactó a Kamico, sintiendo las pulsaciones de su corazón alterado, cayendo lágrimas mientras daba varios pasos hacia atrás sin saber bien qué hacer o decir.

—Tan adorable y tan fácil de capturar.

—¡Ni una mierda!

No dudó en apuntar hacia Adela con su brazo izquierdo para combinar la electricidad y fuego que tenía, expulsando una gran columna de electricidad a la vez que su alrededor empezaba a incendiarse. Aquello le daría oportunidad para escapar de nuevo antes de que fuera peor.

—Ni siquiera me fijé en cuanto tiempo le quedaba —se maldijo en un susurro mientras corría, apretando sus dientes con fuerza.

Por un momento se fijó en su batería y soltó grito interior al ver que estaba a un 38% de batería. ¿¡Tanto había gastado?! Era lo que se preguntaba mientras seguía corriendo, escuchando esos pasos a la vez que los edificios caían a su alrededor, obligándole a cambiar de dirección.

Hasta que se dio cuenta que se quedó encerrado.

—¡Joder! ¡No! ¡Mierda!

Se movió hacia otro lado, logrando esquivar el corte que logró dejar un profundo agujero horizontal en el suelo y las rocas del edificio que había caído. Kamico chilló desde su interior, las garras que tenía Adela no eran ninguna broma.

Al impactar contra el suelo, se dio cuenta que el monstruo se reía ante su presencia, moviéndose una vez más para atacar. Sin saber bien cómo, soltó una gran descarga que le hizo gritar de dolor al monstruo, haciendo resonar un aberrante y espeluznante grito que se escucharía desde cualquier lado.

Incluso donde estaban Andrea, Mikuro y Pyschen.

—Oh. Parece que me estoy perdiendo una gran fiesta —susurró Pyschen con malicia.

Aquello puso en alerta a Andrea, quien fusionada con Mikuro, no dudó en detenerla, pero su plan no habría funcionado al ver cómo se movía a gran velocidad a diferencia de la suya. Aun así no perdió el tiempo y la siguió. Era bueno que en su camino pudiera encontrarse con Charlot, quien también había escuchado ese grito.

—¡Ve a por Kamico! ¡Yo voy a por Pyschen! —gritó Andrea.

Corriendo a gran velocidad, Andrea no dudó en ir a por Kamico, viendo como Charlot había logrado llegar hasta la diosa, pero para sorpresa de ambas, se habrían dado cuenta de que aquel grito tan terrorífico no era por alguien sufrimiento, sino por un ser monstruoso que había aparecido sin previo aviso, dejando sorprendidas a las presentes menos a Pyschen que se reía como nunca.

—¡Ahora entiendo lo que mencionaba Sulfuro! ¡Adela siendo el mayor monstruo que Coltán pensó que sería la victoria! —gritó Pyschen, mientras movía su brazo izquierdo—. ¡Es un regalo que aprovecharé de maravilla!

Ante eso, Charlot tuvo que cambiar de posición y alejarse, analizando su alrededor y darse cuenta que Kamico apenas podía mantenerse de pie. Miró hacia Andrea y parecía que ambas podían leerse por un momento, como si las tres contaran con su ayuda ante esta estresante situación.

Así pues, Andrea saltó tomando carrerilla, yendo hacia ese monstruo. En medio del aire, grandes cantidades de humo aparecieron en su cuerpo, viéndose como la fusión desaparecía.

—¡Ahora, Mikuro! —chilló Andrea.

La mencionada no dudó en clavar su espada en la cabeza del monstruo, desprendiendo todo el hielo de su espada mientras Andrea buscaba aterrizar para cargar sus manos de electricidad.

—¡No voy a dejar que hagas eso! —intervino Pyschen, intentando mover su brazo izquierdo, pero sus acciones serían interrumpidas ante la intervención de Charlot, quien dio un salto para ponerse encima y cubrir agarrar su cabeza.

—¡Corre! ¡Andrea! —exclamó Charlot.

Pyschen, consumida por la rabia, no dudó en apartar con todas sus fuerzas a en un solo gesto a Charlot contra los edificios que había a su derecha para luego ir a por Andrea. En medio de aquella batalla, Kamico estaba temblando sin parar, viendo que su batería solo le quedaba un 10%.

—No voy aguantar, no puedo, no...

—¡Kamico, aguanta!

Ese grito hizo que el mencionada levantara su cabeza para ver como su amiga cargaba sus manos de electricidad. Abrió sus ojos con esperanza, levantando su brazo izquierdo.

—¡Andre-

Aunque aquella esperanza sería retirada cuando sintió como algo lo movía del suelo, impactando contra los edificios a la vez que sentía varias agujas ser clavadas en su estómago y brazo izquierdo.

Adolorido, cayó contra el suelo, escupiendo sangre de su boca y perdiendo la consciencia poco a poco. Andrea no dudó en girar su cabeza para ver como Pyschen estaba cerca suya. Sin dudar, se impulsó a otro lado con el viento a la vez que soltaba varios rayos de electricidad para que las recibiera Kamico.

Tan cerca estaba que Kamico sintió parte de la electricidad entrando de su brazo, pero la intervención del monstruo, casi destruido y muerto por culpa de Mikuro, hizo que recibiera el ataque, para luego desviarse y tratar de matar a Kamico.

O eso intentó...

—¡Déjale en paz! —chilló Andrea.

En medio de esas palabras llenas de rabia, Andrea juntó sus brazos apuntando contra el suelo, chillando a todo pulmón para sobrecargar su poder, haciendo que varios truenos cayeran desde el cielo hasta el suelo, impactando hacia el monstruo y Kamico.

Que aquellos truenos impactaran con tanta violencia hacia Kamico hicieron que por un momento perdiera la consciencia de no ser que su brazo izquierdo pudo reaccionar, transformando a una velocidad excepcional toda la energía en una adaptable para su brazo izquierdo. El chico sintió una parte suya renovada, pero sin poder evitar un grito de angustia y dolor por lo que acababa de vivir.

A duras penas vio cómo el monstruo caía contra con sus rodillas contra el suelo, dándose cuenta que aún no había muerto. Kamico, intentando apuntar hacia este, se dio cuenta que estaba en una posición bastante desfavorable, tanto que la diosa se encontraba encima suya para agarrar su brazo.

Las pulsaciones de su corazón iban a mil mientras pensaba en hacer algo, pero todo era nubloso, lloraba sin parar mientras veía como Andrea, aun estando destrozada, iba hacia delante para intentar salvarle.

Consumido en medio de sus pensamientos y sus miedos pudo reaccionar al recordar todo lo que había vivido con su hermana, al recordar su propósito. ¿Iba a morir sin ver a su hermana una vez más? ¿Iba a morir sin poder ayudarla? ¿Iba a morir sin hacer nada?

—¡No!

Chilló con todas sus fuerzas, apretando sus ojos llorosos mientras expulsaba toda la electricidad de su brazo, logrando que la diosa se apartara, aunque no solo eso, Andrea, aun cansada, no dudó en tirar otro trueno, afectando a ambos por completo. Sobrecargó el brazo de Kamico, lo que llegó a que expulsara toda la electricidad sobrante en un campo de electricidad que logró malherir a la diosa.

Ante esto, Pyschen no dudó en desaparecer, dejando un silencio en el que los presentes no se relajaron al ver como aun ese monstruo intentaba levantarse. Sin dudar, tanto Andrea como Mikuro se movieron para intentar matarlo.

—¡No! ¡Ella es Adela!

Pero su aviso fue nulo cuando ambas no dudaron en acabar con su vida, lo que hizo que Kamico se quedara sin palabras al ver como el monstruo desaparecía en polvo que se esparcía por los aires, apareciendo el cuerpo de Adela en el suelo.

—Kamico —murmuró Andrea, mirándole de reojo—. Adela estaba bajo el control de Pyschen.

—¡¿Y qué?! ¡Podríamos salvarla! ¡Podíamos!

—Mitzy nos dijo que si tocábamos su espalda sería irremediable —contestó Mikuro, interrumpiendo para luego mirar a Adela con los labios apretados para luego suspirar—. Más si estaba condenada a ese vínculo con los elegidos de Caos.

Kamico agachó la cabeza y lloró sin descanso, temblando sin parar y sintiendo por primera vez varios movimientos involuntarios y repetitivos en su brazo izquierdo. No comprendió bien el porqué se debía eso hasta que recordó los dos truenos que había recibido.

¿Cómo seguía aun con vida? Era la pregunta que más se repetía, escuchando los pasos de Andrea que lo obligaron a levantar su cabeza.

—Debes esconderte ahora, Kamico. No puede seguir adelante con esas heridas.

—¿Y tú? Estás muchísimo peor que yo y encima...

—Sobreviviré, tranquilo —interrumpió Andrea, sonriéndole con una calma que Kamico sabía que era falsa—. Créeme que voy a daros mucha guerra cuando todo esto termine.

Como mejor pudo, se levantó del suelo para abrazarla con fuerza. Un gesto que a Andrea le tomó por sorpresa.

—Mantente con vida, por favor —pidió Kamico, temblando sin parar—. Si tienes que huir, hazlo. No es de cobardes, de verdad que no, pero por favor n-no mueras.

Andrea solo pudo sonreír, dejando que unas pocas lágrimas cayeran para corresponder el abrazo.

—Lo prometo, Kamico.

No pasó mucho tiempo desde lo sucedido. Kamico se encontraba con la compañía de Mikuro, quien se encargaba de vigilarle para llevarla con Anais. No le hizo mucha gracia que Andrea se quedara con Charlot sabiendo que ambas estaban muy cansadas, pero era la mejor opción que tenían. Andrea prefería que Mikuro se quedara con ellos vigilándolos en el tiempo que buscaban a Pyschen.

Nada les aseguraba que la diosa fuera a por los demás para hacerlos aún más daño.

—Mikuro —susurró Kamico, viendo como su compañera frenaba sus pasos—. Ve a por Anais, yo no puedo dar un paso más.

Nada más decir esto, cayó contra el suelo. No fue doloroso, pero sí preocupó a su compañera.

—No puedo dejarte aquí solo, Kamico —recordó Mikuro, acercándose para intentar agarrarle—. Capaz si te llevo en brazos o...

—Escúchame, Mikuro. Si vas a por Anais capaz la encuentres consciente y podáis venir aquí —interrumpió Kamico con calma—. Déjame aquí. Me esconderé bien y cuando volváis, podemos ir a por los demás. Recuerda que aun desconocemos el paradero de Lizcia, Luminosa y Ànima. Yo solo sería una carga si vamos a este paso tan lento.

Mikuro soltó un largo suspiro, mirando hacia la derecha para luego afirmar.

—Escóndete bien, ¿de acuerdo?

Afirmó ante sus palabras, viendo como Mikuro se alejaba a la mayor velocidad que tenía. Ante esto, se movió para esconderse entre las rocas. Cubrió su boca para que su respiración no se escuchaba e intentó mantenerse despierto ante la pesadez que sentía en sus ojos.

El problema era que en ocasiones los cerraba y dormía por unos pocos minutos. Las veces que lo abría, intentaba despertarse con la electricidad de su brazo, pero no servía de mucho. Era él mismo rindiéndose ante el cansancio.

Cerró una vez sus ojos y durmió. Lo curioso fue que dentro de ese sueño, vio algo que le creó un escalofrío horrible en sus hombros. Era la figura de su hermana, pero no estaba sola.

No. Juró que a su lado había alguien muchísimo más alto que ella observando con una sonrisa carente de compasión. Moviendo su brazo izquierdo con calma para chasquear los dedos, creando una realidad en el que los colores parpadeaban sin descanso, adentrándose a su cuerpo para hacerle gritar de dolor.

Abrió sus ojos de inmediato, pero al hacerlo se encontró con alguien que le obligó a mover su brazo izquierdo para disparar. El problema era que no servía de mucho cuando la misma le detuvo con sus agujas e hilos, sonriéndole como nunca mientras se acercaba.

—Contigo tengo cosas pendientes, Kamico, y me lo voy a pasar muy bien.

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