Capítulo diecisiete: Caos.
Mantenía el orden y la calma a los presentes. Era bueno que tuviera la ayuda de los demás para llevarlos al portal, aunque Renic no podía quitarle ojo a Andrina en ningún momento. Se había dado cuenta que su actitud al principio de conocerla había cambiado por completo en este punto.
Y tenía sentido para él. Las emociones aun le eran un poco complejas, pero comprendía que Andrina ahora mismo no la estaba pasando nada bien con todo lo que había descubrierto y que encima tuviera que estar aislada sin poder participar. Era capaz de comprender el porqué no decía ni una sola palabra, si quiera a la asesina que estaba a su lado intentando sacarle alguna palabra.
Dentro de sus objetivos, Renic tenía una misión propia, y era hablar con Andrina ante de que se adentrara al portal. Creía que a lo mejor con él tend'ria más confianza a diferencia de los demás, que apenas tenía idea de sus intenciones y su manera de actuar. Pensó también que Adelfra podría ayudar, pero aparte de estar ocupada junto con Pyschotria, no parecía estar muy dispuesta a estar al lado de Andrina desde lo ocurrido en Rimerit.
Centrado en sus pensamientos, pero sin interrumpir sus tareas, vio desde la lejanía a varios Scursins moverse con cierta velocidad hacia el portal. Agudizó su vista y pudo reconocer a Adelfra, quien se encontraba con Pyschotria llevando a los suyos al portal. Levantó su brazo y captó su atención, logrando que ambas se acercaran un poco para saber que necesitaba.
—Es un gusto verlas aquí. No hemos tenido oportunidad de hablar con toda esta situación de por medio.
—Tampoco es que se pueda hablar, ¿no crees? —preguntó Pyschotria en un tono borde. Adelfra no dudó en darle un codazo en su hombro—. Sabes que es verdad, Adelfra.
—Y sí, realmente lo es, pero necesitaba saber la situación que tenéis con los Scursins y hablar sobre la reunión que hemos tenido todos. No sé si os lo han podido detallar —explicó Renic.
—Con los Scursins está todo en control Algunos han querido ayudar en proteger los bosques por si esas diosas vienen. En cuanto la reunión, no nos han dicho nada —respondió Pyschotria, cruzando sus brazos.
Renic no tuvo problema alguno en explicar todo en un breve y conciso resumen en el que ambas pudieron entender. Pyschtoria mostraba cierta angustia, pero se mantenía firme y dispuesta en ayudar, mientras que Adelfra no paraba de mirar hacia el suelo con los labios apretados. Esta actitud captó la atención de ambos y vieron como hablaba en un idioma qu Renic aun no identificaba.
Cuando terminó de hablar, Pyschotria frunció un poco el ceño para luego mirar a Renic.
—Pregunta por Andrina —habló, logrando que Renic mirara con atención—. Dice que la pudo ver por un momento y que la nota demasiado distinta a la anterior vez.
—Realmente lo está y no ha parado de darle vueltas desde que descubrió que no era humana. La angustia la ha azotado de tal forma que parece tener problemas internos sin parar —admitió Renic, viendo la sorpresa en los ojos multicolor de Adelfra—. Había pensado que a lo mejor nosotros podríamos hablar con ella y saber que le ocurre.
Adelfra se quedó en silencio sin decir una palabra. Renic se temió lo peor.
—Creo que es obvio que no quiere hablar con ella —aclaró Pyschotria—. Desde la vez que ocurrió ese incidente, se ha alejado por la angustia que ha sentido. Creía que iba a morir a manos de Andrina.
—¿C-Cómo que morir?
Pyschotria alzó la ceja.
—¿No se lo dijiste? —preguntó, mirando hacia Adelfra. No obtuvo respuesta y esto la hizo suspirar—. Por Fusis. Deberías haberlo dicho, maldita sea.
Daba la sensación que la paciencia de Pyschotria iba a terminar ante sus dientes apretados. Adelfra agarró su brazo, negando con su cabeza constantemente, pero no sirvió de mucho cuando su compañera miró a Renic con una clara molestia visible en su ojo.
—Adelfra tiene un problema con la comunicación bastante grave, pero no como yo. Sí, Adelfra se sintió bajo amenaza por Andrina. Al parecer era su poder actuando y haciéndola daño, uno que no sabe controlar por lo que parece —empezó a explicar. Pyschotria sentía como Adelfra le tiraba del brazo, pero no la hacía ningún caso—. Eso no es lo único. Adelfra puede contactar con alguien que parece tener un gran poder encima.
Exclamaciones aparecieron en la pantalla de Renic, aunque pronto desaparecieron cuando miró a Adelfra.
—¡Eso es importantísimo! ¿¡Por qué no lo dijo antes?!
—Porque le ha dado vueltas y también porque yo misma le metí ciertos miedos, cosa que ha sido mi error porque ahora mismo estamos en un punto donde no hay vuelta atrás —contestó para mirar a Adelfra—. Úsalo de una maldita vez. Es llamar a un Vigilante de la Naturaleza, ¡algo super importante y que tendríamos una gran ventaja!
Adelfra negó con rapidez.
—¡¿Por qué no?! Es cierto que captaremos la atención de otros, pero a estas alturas ya estamos localizados por esa maldita diosa. Será llamar su atención y que venga de inmediato, pero a la vez tener ayuda de ese dios —aseguró Pyschotria, viendo como Adelfra bajaba la mirada sin saber que hacer—. Llámalo. Sabes que ellos solos no podrán con esto si esa diosa sabe como moverse. ¡Más ayuda será genial ante esta situación! ¡Y lo sabes!
En medio de la discusión, Renic escuchó unos pasos que le pusieron en alerta. Al girarse, vio como Andrina y Charlot estaban llevando a los demás Iruins al subcódigo. Por un momento, vio como Andrina se giraba para mirarlos de reojo, frunciendo un poco el ceño ante su actitud.
—Si me permiten, iré a hablar con Andrina ahora mismo —interrumpió Renic, para luego mirar a Adelfra—. Si es una ayuda crucial para ganar, no tema en llamarlo aun si capta la atención de otros. Es un punto crucial y no nos queda otra si con ello conseguimos más aliados.
¿Era arriesgado? Demasiado, hasta él mismo podía medir la peligrosidad y saber que no solo captaría la atención de las diosas, sino que posiblemente de más entes que escucharan esa llamada, pero era un punto crucial en el que si aseguraba un aliado más de ese Vigilante de la Naturaleza, debían aprovecharla para hacer frente a las diosas.
Pronto pudo llegar donde Andrina. Era obvio que no estaba sola ya que Charlot se encontraba cerca vigilandola con un rostro impasible, aunque pasó a uno irritado cuando vio a Renic. Aun así no dijo nada y siguió con la misión que tenían pendiente.
—¿Ocurre algo grave? —preguntó Andrina, ladeando un poco la cabeza a la izquierda.
Renic sonrió con calma.
—Todo bien señorita Andrina. Nada de qué preocuparse.
«Prefiero mentirla antes de llenarla de preocupaciones y que se sienta más inútil».
—Oh, es que la vi discutiendo y...
—Ya sabe como son ambas. Aun les cuesta llevarse bien —interrumpió Renic con educación, viendo como Andrina tenía la mirada un poco bajada—. La veo muy angustiada, señorita Andrina.
—¿Cómo no lo voy a estar? —preguntó, mirándole con el ceño un poco fruncido—. Desde que descubrí que no soy humana, he querido conocer mis capacidades, pero no me dan oportunidad a ello porque temen que sea un peligro. Y... e-en parte lo entiendo porque mi poder es agresivo, pero si no entreno para ello, será siempre así.
—Comprendo bien lo que dice, pero me tenemos el tiempo para ello como comprenderá.
Andrina soltó un largo suspiro, rascando su brazo izquierdo.
—Tiempo... Siempre nos falta, desde que llegamos nos hemos apurado con todo, hemos cometido fallos y aun así nos quedamos sin ello —murmuró Andrina con fastidio.
—Si le soy honesto, el tiempo es un concepto difícil de entender. Dicen que es injusto a la vez que severo con las acciones. Si uno no lo valora...
—¿Y si no te han dado la oportunidad de valorarlo? —preguntó Andrina, mirándole con cierta molestia—. He vivido una vida que no es cierta, Renic. Saber que ellos no son mis padres y que jamás conocí a los míos hace que me destroce por dentro. No sé quien soy y siento que me costará saber mi identidad e historia. ¿Entiendes lo que digo?
Renic afirmó con lentitud.
—Cree que ha perdido demasiado el tiempo al vivir una vida que no le corresponde.
Andrina afirmó apretando un poco sus dientes, cayendo pequeñas lágrimas por sus mejillas.
—¡Es obvio que no! ¡Y no me dan oportunidad a ello! Siento que hay solo desconfianza hacia mi cuando no he hecho nada más que protegerme de las amenazas. ¡Iba a morir múltiples veces y cuando me defiendo me miran mal! —gritó, mirando hacia la pantalla de Renic como si exigiera una respuesta de su parte.
Renic mantuvo la calma, acercándose a ella para agarrar sus hombros y sonreírle con dulzura.
—Comprendo su situación, incluso podría empatizar porque yo aún estoy encontrándome, ¿entiende? Fui creado, pero tengo aun dudas de lo que soy y qué puedo ser. Los ayudo, pero ¿qué será de mi a futuro si terminamos esto? ¿Qué seré para ustedes y qué nombre tendré? Una parte de mi ha pensado en ayudar a los Iruins, porque como tal he sido un pilar de importancia para ellos a la hora de restablecer la ciudad.
» Y si vamos un poco más lejos, ellos tendrán cierto vacío en su interior al saber que han perdido el tiempo en sus hogares que saben que serán destruidas cuando la pelea ocurra. ¿Por ello mismo no ha merecido la pena? Yo creo, Andrina, que simplemente hay que agradecer que sigamos con vida a pesar de no tener una que deseemos.
» Entiendo que no haya podido estar con sus verdaderos padres, pero ¿va a culpar a su familia por todo lo que han hecho por ti? Han estado a tu lado cuidándote para que fueras feliz. Cierto que sin saber quien eres, pero creo que es algo común en todo ser cuando entra a cierta edad y empieza a descubrirse a sí mismo. Al menos es lo que Negatividad me comentó en ocasiones.
» Pero el asunto es que no debería desvalorar todo lo que ha vivido. —Con cuidado, agarró la mejilla de Andrina, viendo como se apoyaba la cabeza en esta en un gesto lento y lleno de cariño—. Tiene una familia que se preocupa y unas amigas geniales que también le tienen cariño. Cierto es que tenía problemas de memoria, pero creo que era por un bien necesario. Jamás lo harían por hacerla daño.
Andrina cerró sus ojos consumidos por las lagrimas y sin dudar abrazó a Renic con todas sus fuerzas. Se quedó inmóvil ante tal gesto, pero correspondió de inmediato, manteniendo una sonrisa mientras acariciaba su espalda para que no se sintiera sola.
No duró por mucho rato. La joven sabía que tenía mucho por delante, pero pudo darle una sonrisa que a Renic le enterneció.
—Gracias... por escucharme, Renic.
—Lo que sea con tal de hacerla sentir bien, señorita Andrina.
Vio como soltaba una leve risa para luego mirar hacia la derecha. Charlot estaba con los brazos cruzados con una ceja alzada, esperando a que terminaran su conversación. Andrina soltó un leve suspiro.
—Ahora toca adaptarme esto. No sé como actuar con ella. Es algo inusual —susurró Andrina hacia Renic.
—Según pude ver, es una asesina, pero de verdad tiene emociones por como chilló nada más llegar. Parece que perdió a alguien importante —supuso Renic, viendo como Andrina bajaba la cabeza—. Capaz si lo habla con ella en este poco tiempo que queda, podría comprenderla mejor.
Andrina respiró hondo y afirmó.
—Eso haré. —Miró hacia Renic con una leve sonrisa—. Gracias por todo, Renic.
Sin dudar, Andrina se dirigió hacia Charlot y mantuvo una charla calmada mientras iban en dirección al portal. Renic observó con una alegría que mantenía activo todos sus sistemas, como si la electricidad fluyera en su interior con más eficiencia. Aunque fuera poco, sentía que hablar con Andrina y calmar parte de sus temores era algo importante para que no se sintiera tan culpable e inútil.
—Bien, ahora toca...
A punto de moverse para seguir con sus objetivos, se escuchó el silbido de lo que parecía ser una flauta hecha de madera. El sonido era delicado y agudo, llegando a los oídos de todos los presentes que se desconcertaron ante tal inesperada melodía. Renic en cambio, a pesar de tomarle por sorpresa, se mantuvo firme y miró hacia donde estaban las dos Scursins, viendo a Adelfra sujetar un instrumento que acababa de tocar.
En su pantalla se vio como las exclamaciones aparecían con cierta velocidad a la vez que sus sistemas alumbraban en un color anaranjado. Acababan de avisar al Vigilante, y con ello, las diosas también vendrían en cualquier momento.
Caminaba a paso ligero por las calles de Irinuia. Miraba a su alrededor con especial atención, asegurándose en su lista que tenía en su mente, que todos estuvieran en su posición correspondiente y que todo estuviera listo para la guerra que tendrían. Era obvio que había escuchado la melodía, una que según le pudo informar Renic (en cuestión de segundos) era un plan que Adelfra tenía y que les podría ayudar.
Desconocía que planes tenía, pero confiaba en ella al haberlos ayudado durante todo este tiempo. Eso sí, la angustiaba que esas formas captaran la atención de las diosas, por ello se apuraron un poco más de lo que tenían planeado, asegurándose de que todos estuvieran en sus puestos.
No muy lejos de ahí, pudo ver a Lizcia salir del edificio principal donde antes vivían los tres líderes de las ciudades. Vio como afirmaba con su cabeza sin la necesidad de decir nada más, aliviado a Luminosa y que observara todo su alrededor una vez más.
Aunque cuando lo hizo, vio a alguien que la dejó paralizada y sin aire.
—¿Qué...?
De todas las opciones agresivas que tenía en su mente, no se esperó encontrarse a lo lejos la figura de alguien que le entraba nostalgia, cariño, pero por desgracia temor y angustia. Se puso en posición, moviendo su mano izquierda de forma que protegiera a Lizcia en caso de que hiciera algo, aunque en ese momento hubiera frenado sus pasos y las observara con un rostro impasible.
—N-No me creo que sea ella —susurró Lizcia—. P-Por un momento no la pude reconocer.
Luminosa no dijo nada, aunque no la culpaba por como Ànima, a pesar de mantener la misma apariencia y vestimenta, mostraba una presencia que radiaba miles de emociones negativas, entre ellas, el odio y el dolor.
No bajaba la guardia en ningún momento. Miraba a puntos concretos donde sabía que estaban los demás, lista para dar la señal con su mano derecha. Admitía que estaba asustada, su brazo entero temblaba sin descanso, pero no bajaba la guardia al verla allí.
—No está sola —se dijo en un susurro, frunciendo el ceño—. Sal de ahí cobarde, sé que estas a su lado.
Mantuvo la compostura hasta que vio como levantaba un poco su rostro, encontrándose así con sus ojos oscuros derramando sin descanso esas lágrimas. Vio la sorpresa y con ello una sonrisa que le destrozó por completo.
—Me alegra tanto verte, Luminosa...
Su voz era débil, pero seguía siendo ella misma. Apretaba sus dientes junto a las lágrimas que intentaba contener. Mantenía su posición, mirándola con detenimiento sabiendo que era una clara trampa que la estaban tendiendo.
—No me mientas, Ànima —pidió, quebrándose la voz por un momento—. ¿Dónde está Pyschen?
Su respiración se aceleró al no obtener la respuesta. Vio como bajaba la cabeza, soltando un largo suspiro y escuchó como lloraba sin descanso. Aquello rompió aun más su corazón. Deseaba acercarse a ella, abrazarla, decirle que todo estaba bien y que la salvaría, pero sentir la mano de Lizcia le hacía mantener la compostura ser consciente de que era una mentira más.
—¡Deja de utilizarla, Pyschen! ¡Sé que estás ahí!
Pronto las lágrimas de Ànima terminaron y vio como levantaba un poco su rostro apra ver una parte de su rostro. Fue suficiente para que este se volviera completamente blanco y mostrara una sonrisa que carecía de compasión.
—Veo que me habéis preparado un buen regalo. —Levantó un poco su cabeza, ladeándola hacia la izquierda—. Debería hacer lo mismo por vosotros, ¿no creéis?
«¿¡Voso-»
No le dio tiempo a reaccionar cuando vio a Ànima chillar de la rabia, moviendo sus manos de forma que la oscuridad llegó de forma violenta a la ciudad. NO solo eso, pronto vieron como la niebla era presente entre los edificios, consumiendo la luz del Sol que era presente. Desapareció como si por un momento estuvieran en otra dimensión, una donde le daba beneficio a Pyschen.
A duras penas levantó su brazo derecho para dar la señal, pero en el momento que lo hizo, varias lanzas intentaron atravesarla. Tuvo la suerte de que Lizcia la apartara a un lado para evitar graves heridas. Al impactar al suelo, vio como el escudo era activado, lo que la hizo sentir parcialmente aliviada a Luminosa.
—¡Puede que me tengáis aquí encerrada, pero ¿es lo que os conviene?! ¡¿Vas a tenerme aquí retenida con la locura siempre presente!?
Nada más terminar de hablar, vio como Ànima iba frente a ellas para golpearlas. Luminosa se apartó a un lado, pero fue un error al ver como a sus espaldas, seres hechos de materia grisácea y que no tenían una composición clara, trataban de atacarlas con hilos que salían de su propio cuerpo. Uno de estos, por desgracia, agarró su brazo, hiriéndola, aun con ello se mantuvo firme, viendo por un instante la silueta de Pyschen entre la niebla que había en la plaza principal.
—¡Ahora! —chilló Luminosa con desespero.
Nada más dar la señal, el fuego salió del suelo junto a la electricidad, acabando con la vida de los Cineos que salieran, pero no solo eso, daba luz también, retirando parte de la niebla y con ello, verse la sonrisa llena de malicia por parte de Pyschen. Rio ante la situación, viendo como Andrea, Mikuro y Adela iban para intentar retenerla.
—¡Habéis manteniendo grandes sorpresas, pero me temo que ninguna va a servir! —chilló entre risas, moviendo sus manos para que los hilos salieran de sus manos—. ¡Aun así, pienso pasármelo bien con cada uno de vosotros! ¡Pienso destrozaros como muñecos sin vida!
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