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Capítulo dieciocho: Primer hilo - Mentira.

Iba en su dirección. No iba a dejarse intimidar por los trucos que pudiera tener en sus manos. Agarraba su espada y corría sin descanso, matando a los seres que creaba en su camino. No estaba sola, tanto Adela como Mikuro la apoyaban, usando sus poderes para avanzar cada vez más a Pyschen.

Era claro que no iba a dejarse llevar por los trucos que tuviera, principalmente porque Solace hacía de máscara, cubriendo su rostro. Esto solo hacía que la diosa se riera al ver verla, moviendo su brazo izquierdo con velocidad para que las agujas se movieran y estas parecieran tejer a su paso los seres que creaba sin complicación alguna.

Los miraba con intriga, pero sin quitarle ojo a Ànima, quien se encontraba peleando con Luminosa y Lizcia. Si deseaban recuperarla, tenían que alejarse, pero no iba a ser tarea fácil si Pyschen estaba alerta en todo momento.

Aun con la situación complicada de por medio, Andrea no bajó el ritmo y siguió luchando y avanzando. Con el viento a su favor, se impulsaba para llegar hacia Pyschen. Cortes y golpes bruscos que se acercaban cada vez más, hasta que en una de esas ocasiones tuvo la oportunidad de quedar casi enfrente suya.

No la temía, aun si a su alrededor mostraba un aura tenebrosa en el que sus brazos deseaban temblar de miedo, no lo hacía por un simple hecho. Confiaba en los demás.

La flecha azulada fue directa hacia Pyschen sin que Andrea tuviera que decir nada. Sabía que su hermana había estado observando desde la lejanía y que ahora intervenía para poner aun más en apuros a Pyschen. Tal ataque lo pudo esquivar e incluso agarrar con su mano izquierda, mirando a Andrea con una sonrisa interesante.

—Déjame enseñarte lo que es ser veloz.

Sin dudar, lanzó la flecha en dirección a Andrea, golpeándola de lleno en su hombro derecho. Esto, en vez de dolerle, solo hizo que sonriera y mirara desafiante a Pyschen.

—¡Cómo se nota que no tienes ni idea de las habilidades de Anais!

La flecha se desvaneció en partículas azules que se adentraron en el cuerpo de Andrea, permitiéndole moverse con rapidez una vez más. Sin dudar, usó su espada en movimientos más violentos, pero estos serían esquivados hasta que uno de estos logró soltar su espada de sus manos. Aun así, Andrea no se rindió y luchó con sus puños con la compañía de Mikuro y Adela, quienes se movieron para posicionarse a las espaldas de la diosa.

Espadas la amenazaron de inmediato. Electricidad por parte de Adela, hielo por parte de Mikuro y fuego por parte de Alias, que podía moverse por sí sola sin necesidad de que Andrea la sujetara.

Si por si esto no fuera suficiente, los seres que había creado Pyschen se iban muriendo ante las corrientes eléctricas que había en las calles. Trampas creadas y alimentadas por Reniec y Kamico, quienes se mantenían ocultos entre los edificios al igual que Anais y Charlot.

Andrea no dudó en ponerse enfrente de Pyschen, lista para golpearla con sus puños, pero este fue detenido de inmediato ante una opresión que la obligaba a tirarse contra el suelo. Le era difícil mantenerse en pie, incluso mantener la consciencia.

—Me es muy agradable ver rostros que reconozco —comentó Pyschen con una leve risa, viendo como Mikuro y Adela les costaba incluso mantenerse en pie—. Es agradable ver de nuevo a la guardiana de Hielo, aunque contaba con tu muerte. Y no solo eso, me es interesante ver a la heroína de Tugia, pero vosotras no sois nada a comparación de lo que tengo enfrente. —Rió, mirándola con los ojos entrecerrados con una sonrisa leve—. ¿Qué tan desesperada puedes estar para que te consuma dos anomalías?

No obtuvo la respuesta, ni tampoco se la iba a dar con todo el dolor que ahora mismo sentía en su cuerpo. La sensación era como Luminosa había podido describir, pero era peor, muchísimo peor. No le daban un respiro esas agujas en su cuerpo junto a las cuerdas apretando diversas zonas de su cuerpo. Y sabía que solo era una ilusión, que en verdad no estaba siendo atacada.

—¿Váis a estar quietas en el sitio? —preguntó Pyschen, riendo con total confianza—. Supongo que entonces me daréis un movimiento para divertirme, ¿no?

Mikuro intentó detenerla congelando sus manos, pero esta idea desvaneció desde el momento que sintió una puñalada en su estómago, seguido de un impacto que la obligó a separarse de Pyschen. Ante esto, Adela logró apartarse, moviendo su lanza para proteger una zona en concreto, su espalda.

Esto solo hizo sonreír a Pyschen.

—De tí ya me haré cargo —murmuró, para luego mirar a Andrea—. Ahora solo...

Le dio tiempo a esquivar una patada llena de fuego por parte de Andrea. Un movimiento arriesgado que la dejaba expuesta, pero era lo poco que podía hacer ante esa presión que la diosa ejercía. Tal hecho hizo que a sus espaldas sintiera varios cortes que la hicieron escupir sangre, desestabilizando y que impactara contra el suelo, pero moviendo sus brazos para protegerse de varias agujas que los atravesaron.

Desde su interior chilló de dolor, pero no bajó su cabeza ni cerró sus ojos, se mantuvo firme, más al ver como pronto Mikuro y Adela aparecían para luchar de nuevo junto a varias flechas que eran disparadas desde la lejanía.

Tres distintas posiciones para intentar dañarla. Adela se encontraba en los aires a espaldas de Pyschen, levantando su lanza de doble filo. Mikuro estaba en la derecha, cargando su arma de hielo para congelar su brazo. Las flechas de Anais iban hacia los hombros de Pyschen, estos con la intención de dañar. Por último, Andrea a pesar de estar herida cargó sus brazos de fuego junto a Alias actuando por sí misma.

—¡Inútil!

Ante su grito, movió sus brazos para que de pronto una onda de ruido lograra paralizarlas y gritar de dolor ante inesperado chillido de miles de almas suplicando clemencia, uno que destrozaba los tímpanos de las presentes a la vez que destrozaba las flechas e impedía los ataques de Alias.

Mikuro y Adela impactaron contra el suelo haciéndoles difícil de mantenerse de pie a diferencia de Andrea, que si bien le sufría, podía seguir adelante porque Solace la estaba protegiendo. Con las palmas de sus manos extendidas, las impactó el suelo para soltar electricidad avanzar hasta Pyschen. Esto solo hizo que la diosa se moviera con rapidez, alejándose de las presentes para ladear la cabeza hacia la izquierda con una escandalosa risa.

—¡Todo estos intentos para nada! —gritó mientras movía sus brazos en una posición victoriosa y de poder—. ¡Simples inútiles que creen poder acabar conmigo! ¡Sois solo mera basura!

Andrea apretó sus dientes con rabia e intentó ponerse de pie para atacar. Pronto frenó sus acciones y sonrió cuando vio algo que la hizo sonreír. Este simple gesto hizo que Pyschen se girara de inmediato, esquivando a duras penas un corte por parte de Charlot.

—¡¿Me extrañabas, Pyschen?! —chilló con emoción.

La intervención de Charlot era necesaria, pero no suficiente. Andrea no dudó en acompañarla para generar más presión. Confiaba en que de esta forma Pyschen se viera en apuros y no pudiera centrarse en Luminosa y Lizcia. De lo poco que sus adoloridos oídos podían escuchar, era que ambas intentaban despertarla con palabras que involucraban a su pasado.

«Tiempo. ¡Más tiempo! ¡Es lo que necesitamos!»

Por ello mismo avanzó al lado de Charlot para generar más presión, pero no solo eso, Mikuro y Adela pudieron seguir adelante. En esta ocasión actuaron bajo la marcha, pero con una compenetración que parecía incluso que se leían la mente.

Charlot generaba la presión con sus ataques violentos. Andrea no le dejaba respirar, delimitando el campo con columnas de fuego para que no se escapara. Y desde la lejanía, Adela creaba la electricidad para reducir su movimiento. Si Pyschen se atrevía a volar, Andrea forzaba aun más su poder para usar el viento, pero no solo eso, Anais (aun oculta) la disparaba para impedirlo.

Cuando se obligaba a estar en el suelo, Mikuro usaba todo el hielo que tenía en sus manos para así intentar congelarla. Las primeras veces no funcionaba y lograba romperlo con gestos bruscos de sus manos, pero poco a poco iban dejándola sin opciones al verse tan acorralada.

En una de esas, Andrea no dudó en usar el viento para impulsarse, poniéndose encima de Pyschen para bloquear una de las pocas salidas que tenía. A sus espaldas se encontraba Adela, que había separado su lanza en dos apra que se volvieran dos espadas y atacarla con maś electricidad que poseía. Era obvio que Charlot se encontraba enfrente, complicándole sus opciones.

Todo esto hizo que Mikuro soltara el hielo de golpe contra el suelo, moviéndose a sus órdenes para al fin crear un pilar de hielo que mantuvo encerrada a la diosa.

—¡Ahora!

Ante el grito de Andrea, no dudaron en usar las habilidades para herirla, siendo Charlot quien cortó el hielo en un brusco movimiento horizontal hacia su estómago. Fragmentos de hielo y nieve aparecieron en el escenario junto a las respiraciones agitadas. Charlot sonrió como nunca, viendo que en su cuchillo había visto lo que parecía ser la sangre de Pyschen, aunque desvaneciendo en algo similar a hilos pequeños cayendo por el suelo.

—¡No bajéis la guardia! —gritó Charlot, mirando a las demás hasta ver a Andrea—. Ve a por tu hermana. ¡¿Es que no recuerdas?!

Andrea se movió de inmediato, pero en el momento que lo hizo, vio desde la lejanía una sombra en medio de la niebla que la hizo frenar. Sus brazos empezaron a temblar como nunca al ver como esa figura caía contra el suelo junto al arco que sujetaba. La niebla poco a poco se disipó, mostrando la figura de su hermana con graves heridas presentes en su cuerpo.

—¡Hija de...!

Antes de que pudiera pronunciar alguna palabra más, sintió de golpe varios cortes en su estómago y puñaladas en sus hombros. Por suerte no recibió demasiados cuando Mikuro creó un escudo de hielo a su alrededor que la protegió de esas agujas que la torturaban. Cayo de rodillas al suelo, parpadeando varias veces sus ojos hasta que levantó su cabeza y se dio cuenta que no había nadie en la niebla.

—E-Era una mentira —susurró Andrea, sintiendo como las heridas de su cuerpo se iban regenerando, aunque no todas al tener ya varias acumuladas o algunas de cierta gravedad—. Esa malnacida...

—¿¡No es curioso que tengas también una hermana?!

Su voz resonó a su alrededor, poniendo a las presentes en tensión y vigilando sus espaldas. A duras penas Andrea pudo levantarse, moviendo su brazo derecho, cuando el muro de hielo desapareció, para agarrar la espada y posicionarse. Escuchó su risa una vez más, logrando que la tensión apareciera en sus hombros.

—A estas alturas no me sorprende. ¡Todos tienen un vínculo aquí! Uno que pienso aprovechar muy bien. —Su voz siguió sonando. Andrea cerró sus ojos para poder escuchar algo más que eso—. Vayamos entonces por partes, ¿por qué no con Adela?

De inmediato se giró hacia Adela y movió sus brazos para crear el viento a su alrededor con tal de protegerla. Esto solo hizo que la risa de Pyschen aumentara, poniendo en tensión a Andrea.

—Tan fácil.

Giró su cuerpo hacia sus espaldas y se apartó de inmediato en cuanto vio como varias agujas eran bloqueadas por Alias, quien la había protegido justo a tiempo. Cuando se posicionó, escuchó el chillido de dolor de Adela, lo que la obligó a moverse y ver cómo había sido enviada hacia los edificios en un brusco golpe.

—¡Si estos científicos conocieran un poco más la historia de esta niña asustadiza la habrían matado tan fácilmente! —gritó Pyschen entre risas. Su voz sonaba en todos los lados, lo que hacía que Andrea se cubriera los oídos y cerrara sus ojos con fuerza—. Oh. Puedo seguir con esto, ¿por qué no con Mikuro?

—¡Ni una mierda!

Andrea extendió sus brazos para sentir el aire y fuego combinados en sus brazos. Sin dudar, los movió de forma que creó un tornado con tal de poder localizar a la diosa y proteger a Mikuro. Escupió sangre de su boca, impactando una rodilla en el suelo.

«¡Andrea, te estás desgastando!», avisó Solace.

«¡Me da igual, Solace! ¡No voy a rendirme contra ella!», exclamó Andrea con rabia, sintiendo como de sus brazos escuchaba el dolor en sus músculos junto a los huesos que parecían quebrarse en cualquier momento.

Mientras mantenía su posición, Charlot no dudó en moverse para poder localizar a la diosa, pero no la pudo ver en ningún lado hasta que dirigió su mirada al cielo, encontrándose oculta entre la niebla una vez más. Sin dudar, dio el aviso para que las presentes pudieran localziarla.

Andrea no dudó en mover el tornado en su dirección mientras estacas de hielo eran disparadas en su dirección. Esto la obligó a bajar de los cielos, pero en el momento que lo hizo, sintió una corriente de electricidad en todo su cuerpo que la inmovilizó, seguido de una puñalada en su estómago por parte de Charlot.

Tal oportunidad no la dejó escapar Mikuro, congelando una vez más el suelo y en esta ocasión, dejándola encerrada en medio de ese pila de hielo en el que a duras penas se la podía ver. Al menos podían decir que este la estaba dañando porque la niebla iba disipándose un poco de forma que pudieron ver a Anais salir entre los edificios, aunque no estaba sola.

—¿¡Qué mierda hacéis aquí?! ¡No os marchéis de la posición! —chilló Andrea, respirando con dificultad.

Anais frenó sus pasos al igual que los demás. Vio como respiraba hondo para gritar.

—¡Ànima está con Luminosa y Lizcia, pero me temo que necesitan ayuda! ¡Luminosa está herida en gravedad!

—Me cago en mi...

Las dudas inundaron a Andrea. No sabía si ir allí cuando era algo que ambas juraron que podían hacer frente solas o quedarse con las demás porque, aunque Mikuro creara ese pilar y la niebla se disipara un poco, no significaba que hubieran ganado. No solo eso, ya se podía ver cómo algunos como Adela les costaba mantenerse de pie, escupiendo sangre de su boca sin descanso.

—Adela, debes descansar, Pyschen te ha hecho demasiado daño.

—Me niego —respondió Adela hacia Charlot, levantándose con cierta dificultad del suelo—. Déjame a mí ir a por Luminosa, pero necesito a alguien aquí, Mikuro y Andrea no podrán solas.

—Me hago cargo de ello, pero ¿podrás aun estando tan débil? —preguntó Anais, viendo como Adela intentaba mantenerse de pie, aunque no podía, era como si aprendiera a moverse por primera vez.

—Dejarme que vaya con ella —pidió Kamico, moviéndose a un lado—. Ambos podremos con esto.

—Mejor que vaya Renic también. Así será un grupo más sólido como nosotras —decidió Andrea, mirando hacia su hermana por un momento—. Anais, llama a Hertian para que no descubra tus debilidades.

—¿Eh? ¿Eso funcionará?

—A mí al menos me funciona un poco con Solace protegiéndome. Por eso te pido que lo hagas.

Tras esto, Andrea miró hacia Adela, dándose cuenta de que algo inusual estaba ocurriendo. No paraba de temblar o hacía gestos abruptos con sus manos, como si por un momento no supiera controlar su cuerpo. Frunció un poco el ceño, y decidió hablar:

—Adela, Kamico, Renic, iros ya antes de que sea peor.

Pero en un tono más agudo de lo normal.

—Entendido, Anais —susurró Adela.

Andrea no dudó ni un solo segundo en apartar a su hermana para mover su brazo derecho, apuntado en dirección a Adela. Este gesto tan abrupto tomó por sorpresa a los presentes, aunque fue a más cuando vieron como de las espaldas de Adela aparecían varios hilos encima de su cabeza.

—¡Alejaos!

El chillido de Andrea hizo que los presentes se movieran a tiempo, evitando la electricidad que Adela soltaba de sus manos con tal de dañarlos, pero no fue lo único cuando escucharon los gritos de esas almas una vez más. Varios de los presentes se quedaron inmóviles mientras que Andrea se mantenía de pie a duras penas hasta que recibió un golpe en su estómago en el que llevó a su paso a su hermana, impactando ambas contra los edificios.

A pesar del horrible dolor, se pudo levantar para ver que ese golpe no solo lo había recibido ella, sino que también a los demás, alejándolos de Adela. La pobre estaba de rodillas en el suelo, chillando con desespero mientras ponía las manos en su cabeza.

—¡Es tan agradable que me dejen unos regalos tan bonitos! —gritó Pyschen ilusionada, apareciendo a las espaldas de la joven—. ¡Adela, aceptó la ayuda de Caos! ¡Fue devota desde el principio sin darse cuenta! ¡Qué maravilla!

La niebla fue aumentando a su alrededor, volviéndose cada vez más profundo y escuchando el lamento de varias almas que se volvían en aquellos seres que Pyschen creaba. Su risa resonaba sin descanso, creando a su alrededor un escenario similar a las calles que pudo conocer de Steinfall. Desolación, destrucción y caos. Un escenario perfecto en el que la diosa no dudó en aprovecharlo.

—¡Me lo pasaré bien con cada uno de vosotros! ¡Os daré un trato correspondiente!

Ante esto, Andrea logró levantarse para mirar a su hermana, que también se había puesto de pie, pero con varias heridas presentes en su cuerpo que le hacían difícil la opción de ponerse de pie. Sin dudar, se puso a su lado, protegiéndola y escuchando a su alrededor.

Hasta que escuchó su risa una vez más.

—Según sé, ambas tenéis unos sentidos más desarrollados que los otros, ¿sabéis? Es tan curioso eso siendo humanas, ¡encima hermanas! Qué bonito sentimiento debe de ser que una sea la protegida, ¿no crees Anais? ¿Qué harás cuando tu hermana muera bajo mis manos? O mejor, ¿qué harás cuando acabe controlada bajo mis hilos?

Andrea solo pudo abrazar con fuerza a su hermana, como si con ese gesto fuera una promesa de que jamás haría eso. Esto solo hizo reír aun más a Pyschen.

—¡Parece que queréis que juegue con vosotros! —continuó Pyschen con emoción—. Seres de la tierra, y yo que creía que la tierra no era un código. ¿Cómo lo habéis hecho? Me intriga mucho saber cómo conseguisteis un destello que te lleve a tantos códigos como el 007 o 008 —cuestionó mientras su risa aún seguía, aunque no sería lo único al escuchar varias voces a su alrededor.

Esto solo hizo que Andrea cerrara sus ojos y que Anais cubriera sus orejas. Unos gestos que a la diosa le causó muchísima gracia, moviendo su mano izquierda con sutileza.

—Me imagino que no tendré mis respuestas, ¿no? Que pena, tendré que hacerlo a las malas como siempre —murmuró Pyschen, fingiendo una falsa pena.

—Derecha.

El susurro de Anais hizo que Andrea se moviera de inmediato en su dirección, aunque no sería la única porque Anais la acompañaría. Con sus armas correspondientes, Andrea hizo un corte horizontal cargado de fuego, dando de lleno a Pyschen, pero no solo eso, sino que recibió dos disparos en sus hombros por parte de Anais.

No dudó en alejarse de ellas, riéndose una vez más mientras sus heridas se regeneraban.

—Ah, no sabía que suprimíais vuestros sentidos para poder detectarme —comentó Pyschen con interés—. ¡Adorable! —Y de pronto soltó de sus manos un humo grisáceo que poco a poco las rodearía—. Tengo un juego perfecto para vosotras, y vamos a pasarlo muy bien, ¿no creéis?

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