Acto 3: Destello.
... No quiero hablar de ello.
De verdad que no.
Deja de pedirme explicaciones.
Es de lo único que me arrepiento.
Es del mayor fallo que puede cometer jamás en mi vida.
...
Nuestro, fallo.
Tenía todo listo para usar la nave. Según le había aconsejado Christel, esta se movería por si sola y no tendría porqué preocuparse demasiado a excepción de cuando llegara a Roboie. La tensión subía por sus hombros a nada más pensarlo, pero se consciencia y tenía claro que, con la nave, traspasaría las normas que su propio planeta tenía.
Preparando los últimos detalles, pudo sentir una presencia calmada que casi lo hace dormir de no ser que activó su insensibilidad, girándose de golpe para verla en la entrada de la nave. Su mirada era triste y cansada, sujetando aquel bastón con el reloj de arena colgando.
—Madre —murmuró Kemi, dejando a un lado lo que hacía para observarla con detenimiento—. ¿Qué ocurre? ¿Por qué intentabas dormirme?
—No voy a dejar que vayas hacia Kersmark —respondió con severidad, caminando hasta ponerse enfrente suya—. No solo servirá de poco al saber como es, sino que sabes que tienes otras obligaciones más importantes que hacer frente a alguien que posiblemente te supere si ha estado oculto tanto tiempo.
—Puedo derrotarle como hice con su clon. No será ninguna...
—Era un clon, Kemi —interrumpió Urchevole, sujetando el bastón con sus manos—. No sabes que fuerza tiene ni que intenciones tiene. Antes de que te enfrentes a él, prefiero que vayas a Ineas y hables con tu padre.
—Ni hablar —respondió, dándole la espalda a su madre—. ¿Para qué? No servirá de nada.
—Serviría para hacer frente a Kersmark. Serviría para que devolvieras el orden a tu hogar. Serviría para que fueras la Luz Impactante que tu hogar necesita. Alguien que no esté afectado por ese poder —aclaró Urchevole.
Escalofríos inundaron a Kemi y la miró de reojo, soltando un largo suspiro mientras apretaba sus puños.
—Pero él...
—Es una amenaza, no te lo niego, pero solo no vas a poder hacerle frente. Estarías adentrándote en la boca del lobo y como entenderás, en su hogar tendrá miles de ventajas que tu carecerás al no haber naturaleza. Solo dependerías de tu poder como Drasino del que tanto rechazas —interrumpió Urchevole, soltando un leve suspiro—. Por ello mismo te he pedido que hagas eso.
Kemi bajó la mirada y apretó los puños, viéndose la inseguridad en sus acciones. Se quedó en silencio, pero no por mucho tiempo cuando sus oídos de zorro escucharon algo que le dejaron con los ojos bien abiertos.
Aunque no fue el único que lo escuchó.
—Es una llamada —murmuró Urchevole, moviendo su hacia la derecha para luego ver a Kemi—. ¿A quién le has dado ese instrumento?
—Yo se lo di a una Scursin, alguien procedente de Suqueia —habló Kemi con el impacto aun en su rostro—. Le pedí que lo usara cuando encontrara aliados para hacer frente a este problema.
Urchevole se quedó en silencio con los ojos bien abiertos hasta que de pronto empezó a dar unos pocos pasos hacia atrás. Kemi reaccionó a tiempo, agarrándola con cuidado, aunque en el proceso, vio como el bastón que tenía en sus manos brillaba en un color dorado más fuerte de lo habitual.
—Madre, ¿estás ahí? ¡M-Mamá! —gritó Kemi, intentando despertarla con movimientos suaves.
Urchevole pudo tomar aire de inmediato, sentándose en el suelo con sudores que caían de su cuello y frente. Observó a su hijo, luego el bastón y por último la nave.
—Debemos ir a Suqueia. Ya —exigió Urchevole, intentando levantarse del suelo.
—¡E-Eh! ¡N-no puede ir si estás...!
—Debo ir —interrumpió, mirándole de reojo con una clara angustia—. Lo que el Tiempo me ha enseñado es algo peor de lo que me enseñó por última vez. Es... algo que debemos detener antes de que sea inevitable.
Índice acto 3.
Capítulo dieciocho: Primer hilo - Mentira.
Capítulo diecinueve: Dos luces.
Capítulo veinte: Segundo hilo - Distorsión.
Capítulo veintiuno: Manterse al lado.
Capítulo veintidós: Tercer hilo - Dolor.
Capítulo veintitrés: Erróneo.
Capítulo veinticuatro: Cuarto hilo - Inconsciencia.
Capítulo veinticinco: Ordenador.
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