Fue algo que me tomó por sorpresa, en especial cuando visité el Equilibrio en ese extenso espacio. Cuando fui descubriendo todo el funcionamiento, me quedé en silencio dejando que mi propio sistema empezara a tener fallos.

Errores, como algunos dicen, aunque a mi no me gusta decirlo.

Porque siempre que lo digo, recuerdo todo lo que ha hecho, y solo puedo lamentarme en silencio.

—Es una broma de mal gusto.

Fue lo primero que pudo decir cuando supo la información. Se quedó en silencio, mirando sus manos cubiertas por sus guantes verdosos y pronto se las puso en sus orejas de zorro. Escuchó las pulsaciones de su corazón insensible, y con ello apretó los dientes como nunca.

Como deseaba destrozar algo ahora mismo.

—¡¿Es ahora cuándo me lo dices, Christel?! —chilló desesperado.

La mencionada solo pudo quedarse en silencio, afirmando con su cabeza.

—Yo... Siento que no haya podido decírtelo antes, Kemi, pero mis memorias regresan a cachos desde lo ocurrido —admitió con pesar.

Kemi empezó a dar vueltas de un lado a otro sin saber qué hacer ni que decir. Frenó y miró de reojo a Christel con el ceño un poco fruncido.

—¿Qué tanta opción tengo de ir allí y hablar con él?

Christel abrió los ojos como nunca.

—No sé nada desde lo ocurrido y dudo que...

—¡Christel! ¡Estamos hablando de Kersmark! Si es cierto lo que dices, estamos hablando de ¡un maldito clon! ¡Él jamás estuvo presente en ese día y de alguna forma se dejó controlar por Pyschen! —chilló desesperado, interrumpiéndola.

Christel desvió un poco la mirada, soltando un suspiro.

—Te recuerdo que él ya tenía ese problema cuando le conocí —susurró sin mirarle. Kemi se quedó sin aire—. Actuaba... un poco raro, como un maniático, pero cambió con el tiempo y creí que jamás volvería a ello.

Kemi levantó su cabeza y puso sus manos en su rostro.

—¿Me estás diciendo que Kersmark durante todo este tiempo te mintió? ¿Qué desde el principio te engañó y te llevó aquí a posta? —preguntó Kemi, viendo como Christel afirmaba a duras penas.

—E-Es de mis pocas conclusiones que pude sacar mientras le daba vueltas a todo lo ocurrido.

La paciencia del Vigilante de la Naturaleza se le acabó. Era como si por un momento, la bondad que envolvía su corazón a modo de evitar el desastre, se destrozara. Como si la luz se fragmentara en cristales y dejara salir las marcas de la raza que tanto rechazaba. Cuernos de dragón. Marcas en sus mejillas. Alas a punto de salir para acabar con todo.

—Dijiste que tenía una nave —murmuró Kemi en un tono más grave de lo habitual—. La tienes, ¿no?

—Sí, pero se tendría que...

—La repararemos de alguna forma e iremos a por él —interrumpió Kemi, mirando a Christel con una clara rabia—. Él jamás tuvo buenas intenciones, y estando en ese planeta, solo buscará más problemas. Puede que incluso Pyschen esté ahí.

—Puedo ir contigo si...

—No —interrumpió,respirando lo más hondo posible—. Hablaré con mi madre e iré solo. No voy a dejar que te engañen como la anterior vez. Me niego.

Índice Segundo Acto

Capítulo ocho: Conocer la verdad.
Capítulo nueve: Reorganización.
Capítulo diez: En dos.
Capítulo once: Código 008.
Capítulo doce: Código 009.
Capítulo trece: Un pasado sin resolver.
Capítulo catorce: Obsesión.
Capítulo quince: A ti te llamo.
Capítulo dieciséis: Reunión.
Capítulo diecisiete: Caos.