Capítulo 21: Luchar hasta perder la consciencia.
La risa de Florian se escapó de sus labios, pero no intimidó a Andrea. Se quedaba quieta en el sitio con los brazos listos para la pelea.
—¿Segura? —preguntó Florian, posicionándose para la pelea.
Andrea se quedó en silencio, pero no porque tuviera miedo o se arrepintiera, sino porque Solace le estaba gritando en su mente.
«¿¡Porqué!? ¡Es una luna creciente!», gritó Solace.
«Dudo mucho que Florian use todo su poder contra mí, si me dijo eso es para ponerme a prueba, para ver si soy capaz —respondió Andrea—. Aparte, recuerda lo que te he dicho, voy a seguir luchando hasta el final, por lo que esta pelea contra Florian me viene bien».
Aunque tuviera cierta razón en sus palabras, Solace sabía que era muy arriesgado, y más Andrea al ser alguien de poder planetario, mientras que Florian era alguien de poder sistemario. No había punto de comparación, no tenía sentido pelearse con él, dudaba incluso que aguantara a sus golpes, pero Andrea parecía ignorarlo.
Andrea, posicionándose con una pierna enfrente y con los brazos en su pecho, miró a Florian, lista para la pelea.
—Admito algo, querida —habló Florian con una leve risa—. Pocos se atreven a aceptar un reto así de complicado, menos siendo una elegida.
Y ante esas palabras, Andrea ya recibió el primer puñetazo en su mejilla derecha, escupiendo sangre de su boca y que diera varios pasos hacia atrás. La velocidad fue tan rápida que ni siquiera Mikuro pudo verlo, de hecho, estaba temblando al poder analizar la fuerza y darse cuenta que no era todo su potencial.
Ante ese puñetazo, Andrea miró hacia Florian, firme en el sitio, arqueando una ceja, como si estuviera desafiándola. Una vez más, Florian intentó golpearla, y en esta ocasión Andrea pudo casi bloquear la patada a su estómago.
«Ten algo en cuenta Solace —pronunció Andrea con dificultad—. Florian tiene aún rencor contigo. Y no voy a dejar que lo tenga cuando has demostrado que estás de nuestro lado».
Mikuro no comprendía como Andrea podía mantenerse en pie y que incluso consiguiera parar sus ataques. Miraba con atención cada golpe y puñetazo que daba, comprendiendo que Andrea tenía una pequeña ventaja, su oído. Como Florian hacía bastante ruido al moverse, podía identificar donde iban sus golpes, lo malo era que no poseía la velocidad suficiente para detenerlos, lo que acababa en esas heridas que recibía en sus piernas, brazos, estómago...
La frustración se veía en el rostro de Andrea, apretando sus dientes mientras escupía sangre de su boca y nariz, pero se mantenía firme.
—¿Cómo puedes estar aguantando? —se preguntó Mikuro en un susurro—. Los elegidos no podrían aguantar algo así, y tú en cambio...
Sabía que Andrea lo tendría muy difícil para mantenerse de pie, desconocía el tiempo que debía aguantar, pero solo esperaba que Florian no fuera cruel con ella, más al ser una elegida.
«Pero no parece que quiera frenar... ¿¡Qué estás haciendo, Florian?!», se preguntó Mikuro. Sus manos intentaban moverse para proteger a Andrea, pero no podía ante el miedo que tenía.
—¡Venga, Andrea! ¡Me esperaba algo más junto a esa estúpida anomalía! —gritó Florian, dándole sin parar esos puñetazos.
A estas alturas Mikuro no sabía cómo estaba de pie Andrea. Supuso que eso se debía a la anomalía de su interior, pero aun así no tenía sentido porque eran demasiados golpes graves que la harían caer al suelo.
—Florian... ¡Florian! Ya basta —exigió Mikuro.
Pero sus palabras eran nulas y solo veía como Andrea recibía sin parar, sin poder detener nada, ni siquiera prevenirlo. Vio por un momento como sus ojos perdía la consciencia, escupiendo sangre de su boca hasta que cayó de rodillas al suelo.
—¡Sabía que no podrías! ¡Veamos ahora de qué bando estás, anomalía! —gritó Florian, enrabiada.
Mikuro no se creía cuáles eran las intenciones de Florian, ¿desconfiaba de esa anomalía? Podía comprenderlo, después de todo eran seres que generaron mucho conflicto, pero ¿por qué lo hacía de esta forma? ¡Iba a matarla!
—Florian, ¡para! ¡Está de nuestro lado! —gritó Mikuro, intentando mover su mano derecha para proteger a Andrea.
—¡Tú estate quieta si no quieres morir! —amenazó Florian, mirando hacia Mikuro con una rabia que logró inmovilizar a la contraria—. ¿¡De verdad crees esa mentira?! Yo he sido testigo de esas traiciones, Mikuro. Como dicen unas palabras llenas de temor, intentando empatizar con el usuario, para al final matarlos, ¡estoy haciendo un favor a Andrea! ¡Se bien lo que son las anomalías! Y más cuando están al lado de los elegidos de los Errores.
A punto de darle una patada a Andrea en todo su estómago, sus piernas fueron frenadas por el agarre que le hizo quejarse de dolor por unas quemaduras. Se apartó, viendo como todo el rostro de Andrea era consumido por aquel líquido oscuro de olores químicos que a cualquiera le causaría nauseas, a excepción de Florian que estaba muy acostumbrada a ese olor.
—Yo no sé qué tuviste que pasar en el pasado, Florian —murmuró la voz de Solace—, pero yo ya dije de que bando estaba.
—Decir que estás en el bando de los Números son palabras que no me confirman nada —contestó Florian, acercándose a Andrea—. Todos sois unos mentirosos que no conocen la...
—Si no te es suficiente —interrumpió Solace con fuerza, levantándose del suelo con dificultad—, entonces, ¿¡te es suficiente que seré leal a la infinidad, aunque me muera mil y una veces?!
Las palabras de Solace resonaron en medio del bosque, sacudiendo las hojas y que incluso algunas de ellas se cayeran.
—Mientes... ¡Mientes! ¡No! ¡Tú no acabas de decir eso! —gritó Florian, temblando sin creerse lo que vivía—. ¡Una anomalía es incapaz de pronunciar esas palabras! ¡Teme a los números, teme a la infinidad!
—¡Yo no temo a nada si estoy al lado de Andrea! ¡Y si ella está al lado de los números sé que puedo conseguir la verdad que tanto nos prometió los Errores! —contestó haciendo arder sus brazos con fuerza—. Sí, claro que las anomalías tememos a la infinidad, pero ahora mismo solo creo en los actos que he presenciado, y con la muerte de los Errores, solo busco la verdad y la redención, ¡nada más!
La rabia era reflejada en Florian, preparaba sus manos con pequeñas corrientes de aire que tomaban cada vez más fuerza. Apretaba sus dientes con rabia, respirando con cierta rapidez.
—No hay anomalías que hagan eso... ¡Ni una, ni si quiera aquella que me prometió ayudarme!
Y ante esas palabras, Florian no dudó en usar todo su poder para intentar matar a Andrea, sin importarle nada las consecuencias. A punto de llegar, el muro de hielo de gran tamaño y grosor hizo que frenara sus acciones y se apartara a un lado, viendo a Mikuro con las manos en el suelo, temblando sin parar.
—Deja en paz a Andrea y a Solace —pidió Mikuro en un tono amenazante—. Has visto a quienes juraron lealtad.
—¡No es suficiente! —chilló Florian, resonando su voz, tanto que se escuchó incluso en el almacén—. ¡No hay ni una, ni una que sea parte de los Números!
Florian empezó a generar una gran ventisca a su alrededor, sacudiendo los árboles que había en su cercanía, viéndose las hojas caer y moverse hacia su alrededor. No le quitaba ojo a Andrea, viéndose la rabia en esos ojos rojizos, mientras que Solace se protegía con el fuego y electricidad de su cuerpo.
—Solace, ese era tu nombre, ¿no? —preguntó Mikuro, mirándole de reojo, viendo como afirmaba—. Tendremos que coordinarnos bien los dos. Fuego y hielo, aunque no combinen, ¿entendido?
Solace sonrió ante sus palabras.
—Te sigo, guardiana Mikuro.
En el almacén, los demás seguían entrenando como tenían planeado. Lania miró hacia los demás con orgullo, viendo como todos empezaban a comprender sus capacidades y poderes. Con un suspiro suave, decidió hablar con amabilidad:
—Bien, podéis descansar.
Los demás lo agradecieron, reuniéndose con los demás. Lania vio como se alejaban, preguntándose si lo había hecho bien y que había enseñado de la misma manera que le enseñó Lleida.
A punto de moverse, se encontró con Anais acercándose poco a poco.
—L-Lania, ¿e-es problema acompañarme a por mi hermana? —preguntó Anais—. Es raro que no haya vuelto, ni siquiera que al menos se haya despertado ya de su siesta.
—Me parece bien, Anais, pero antes déjame ir a por mi hermano para preguntarle como ha ido el entrenamiento —pidió Lania.
—Sin problema.
Las dos juntas fueron hacia Zarik, viendo como los que entrenaron con él se encontraban en el suelo, algunos pidiendo algo para beber mientras que otros recuperaban la respiración. Aquello le resultó gracioso para Lania, acercándose a Zarik para tocarle el hombro derecho.
—¿Todo bien? —preguntó Lania.
—Bien, me sorprendieron algunos de ellos, en especial Ann y Lucas. Son buenos, pero necesitan aprender aún más —respondió con los brazos cruzados—. ¿Tú?
—Bien, muy bien —respondió Lania con una sonrisa. Miró el collar que tenía colgado, seguía brillando. Todo estaba en orden—. Tenía la intención de ir a por Andrea, no sabemos nada de ella y es un poco extraño.
—Florian debería haber vuelto hace rato —mencionó Zarik, mirando hacia Anais y luego a Lania—. Dejarme acompañaros, tengo un mal presentimiento, más si es Florian con su versión femenina.
—¿A qué te refieres? —preguntó Anais.
—¿No te has fijado? Su versión femenina mostraba una agresividad poco común en él. No sé si es una condición de su raza, pero me tiene preocupado su actitud tan exigente y borde —respondió Zarik, mirando hacia Anais, viendo como sentía escalofríos al darse cuenta de la situación—. Según me mencionó Luziette, la raza de los Gemitys suele ser un poco extremos con sus actitudes, incluso parecen bipolares.
—De ser así, es mejor que vayamos a por Andrea y Mikuro, más si se enteró de lo ocurrido en el almacén con la actividad que hicimos —sugirió Lania.
—Estoy de acuerdo —respondió Zarik, mirando de reojo a su grupo—, déjame que antes...
Antes de que pudiera continuar con sus palabras, el chillido lleno de rabia y rencor hizo que todos los presentes en el almacén se alarmaran. Zarik, sin pensarlo dos veces, fue el primero en salir, seguido de Lania y Anais.
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Corriendo a la mayor velocidad posible, Zarik se dio cuenta de la situación e intentó frenar las acciones de Florian, pero la brusca corriente de aire logró apartarle, viéndola con una gran rabia consumida en sus ojos junto a su cabello blanco moviéndose sin dirección alguna.
—¡Encima tienen que venir estos vientos rebeldes sin consciencia! —gritó Florian, mirándolos de reojo—. ¡Adelante! Cuantos más mejor, así podré demostrar que mis palabras son verdaderas como el viento.
Lania, sin dudar, invocó su arco para lanzar varias flechas que fueron a los hombros de Florian, pero los desvió sin problema alguno. Tras eso, fue directo hacia Lania para darle un puñetazo a su estómago, pero Zarik logró detenerlo, llegando su espada látigo al brazo derecho de Florian, haciéndole unos pocos rasguños que le hicieron frenar sus acciones.
Ante esto, Lania dio varios pasos hacia atrás, juntando sus manos y empezando a moverlas con calma, apareciendo varios símbolos en un idioma que solo los cazadores conocían. Zarik sabía bien que iba a ocurrir, por lo que fue directo hacia Florian.
—Anais, necesito que me ayudes —pidió Lania con seriedad—. Necesito calmar a Florian, usar la purificación, pero sola no podré y necesito que contengas la energía en tu cuerpo.
—¿C-Cómo me dijiste antes? —preguntó Anais.
—Sí, mantente a mi lado, contén la energía y cuando te diga, intentaremos expulsarla toda a Florian, con suerte podremos controlar sus acciones y tranquilizarle —explicó Lania, mirando hacia Florian—. Estamos solas, Zarik, Andrea y Mikuro intentarán retenerle como mejor pueden.
Anais, con manos temblorosas, sacó su arco para apuntar a Florian. Por un momento su visión se volvió borrosa, pero pudo concentrarse ante el calor repentino en su cuerpo.
—Trataré de defenderte mientras concentras tu energía, Anais —aseguró Hertian—. Cuando tu nariz empiece a sangrar, es cuando podrás liberar el poder.
Aquellas palabras también las pudo escuchar Lania, por lo que tendría fácil compenetrarse con Anais mientras veía como los demás intentaban retener a Florian, pero no era fácil con Andrea malherida.
Mikuro y Zarik eran los que intentaban detener las acciones de Florian, pero era difícil con aquel viento que utilizaba,. Zarik intentaba atacarle con el látigo, mientras que Mikuro intentaba congelarle, pero no funcionaba porque desviaba los ataques o calentaba el aire del viento,.
—¡Nadie va a quitar mi visión de las cosas! ¡Es imposible! ¡Es una trampa de los elegidos! ¡¿Es que no lo veis?! —chilló Florian con rabia.
En medio de sus acciones llenas de descontrol, Zarik y Mikuro se desgastaban cada vez más por no poder acercarse, y sabían que no podían aguantar mucho más a diferencia de Florian que no dudó en acercarse hacia Mikuro para intentar noquearla.
O eso intentó hasta que vio como Andrea, recuperando parte de su consciencia, bloqueaba el ataque con sus manos por primera vez.
—Aah... E-El rival era yo, no Mikuro —susurró Andrea, viéndose la mezcla de colores rojos y negros en sus ojos.
—¡Como si fuera importante tus acciones!
Florian no dudó en apartar a Andrea con un bruto golpe, pero parte de este sería retenido por un muro de hielo que Mikuro logró hacer, mitigando el daño que recibió Andrea en su costado derecho, impactando contra el suelo.
—¡Andrea!
Tanto Anais como Mikuro gritaron su nombre, siendo Anais incapaz de moverse por órdenes de Lania, mientras que Mikuro se acercó a ella, asegurándose de que pudiera respirar. Poco a poco, girando su cabeza, vio como Florian caminaba hacia ellas a un ritmo lento, viéndose el odio en esos ojos.
—Apártate.
La orden de Florian hizo que Mikuro sintiera un gran pánico en sus acciones, pero no se movió, de hecho, movió sus manos para sacar su espada similar. Mikuro no lo veía, pero sus ojos se volvían poco a poco azules como el hielo.
—Oblígame.
A pesar del miedo, Mikuro tuvo el valor de decírselo, y todo porque sabía que Andrea habría hecho lo mismo. No iba a permitir que hicieran daño a aquella que consideraba como una amiga. Se levantó del suelo, agarrando su arma con firmeza mientras el suelo de su alrededor se congelaba.
Florian, riéndose por la actitud de Mikuro, no dudó en atacarla con sus puños, pero cambió sus planes al sentir el látigo de Zarik apuntando hacia sus brazos. Logró esquivarlo, pero el ataque desprevenido de dos agujas clavándose en hombros lograron tomarle por sorpresa.
—¡Lucas, Ann! ¡Retirárselo ya! —ordenó Zarik con fuerza.
Ante esas palabras, los dos intentaron retirar la aguja al mover su mano derecha, pero esto no funcionaría cuando Florian agarró las agujas, partiéndolas por la mitad.
—¡¿Es en se-
Sus palabras se interrumpieron cuando sintió varias rocas impactar en su cabeza, seguido de varios puñetazos a su espalda. Se giró, viendo cómo se encontraban Jame y Yaina luchando también. A punto de atacarles, el fuego la rodeó por completo, seguido de varias rocas que seguían impactando en su cuerpo.
Florian no se pudo creer que todos los demás, incluso Yue, Morgan, Soleti y Luziette, estaban intentando retenerle. Los miraba con una gran ira, conteniendo el viento en sus manos mientras temblaba.
—¡Vosotros lo habéis elegido! ¡Vuestras acciones os saldrán muy caras!
Y ante esto, soltó todo el aire de sus manos, logrando que todos los presentes salieran por los aires. El miedo se veía reflejado a excepción de Florian, quien buscaba a Andrea. El asombro le llegó cuando Mikuro agarraba a Andrea en un abrazo, apuntando con su mano derecha a Florian.
—No la vas a tocar por mucho que lo intentes, Florian —aseguró Mikuro, y ante esto, expulsó el hielo de sus manos mientras gritaba con gran fuerza—: ¡Lania, Anais! ¡Ahora!
Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. El tiempo pasaba lentamente mientras Anais y Lania apuntaban con sus manos hacia Florian.
—¡Anais! ¡Ahora! —ordenó Lania.
Anais, con la nariz ensangrentada, no dudó en expulsar toda la energía de sus manos, combinándose con la energía blanca de Lania. U espectáculo de luces que tomó un aspecto propio, siendo un dragón alargado que se movía con elegancia y belleza, rugiendo con gran fuerza y logrando paralizar a Florian ante tal ser místico que veía por primera vez.
Sin poder detenerlo, recibió de golpe en su pecho s, provocando que el viento desapareciera de forma abrupta y que impactara contra el suelo al igual que los demás. Como muchos no tenían mucha experiencia y estaban perdidos ante tal situación, cayeron con algunas heridas en su cuerpo o incluso mareándose y vomitando al no estar acostumbrados a algo así.
El silencio fue abrumador, viéndose como los árboles de su alrededor habían sido destrozados sin compasión. Por suerte no fueron a más, aunque sabían que podría haber sido peor porque Florian tenía un poder superior.
Si no lo había usado era porque sospechaban que su parte masculina intentó calmar a la femenina, pero a estas alturas desconocían todo y solo se preocupaban por los heridos, entre ellos Andrea, quien había perdido la consciencia, y Anais, que tras toda esa sangre que expulsó cayó al suelo, perdiendo también la consciencia.
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