Capítulo ocho: ¿Y si somos héroes?
Guárdalo bien. Ahora es como una parte de ti.
Despertó con cierto cansancio para luego ir al baño. Se miró en el espejo, viendo sus ojeras ante un largo día. Suspiró y se lavó la cara para sentirse un poco más despejada.
—Supongo que hoy es el día —susurró sin saber dónde mirar.
—¿A-Andrina? —preguntó Kamico.
—¿Qué ocurre? —preguntó mientras salía del baño, su hermano la miró con una cara más calmada.
—E-Es extraño explicarlo, pero no me duele nada a estas alturas —explicó Kamico, moviendo su brazo izquierdo con cierta ligereza—. ¿T-Tú cómo estás?
Andrina se quedó en silencio observándole. De pensar que tenía ese brazo robótico solo hacía que el dolor de estómago y pecho aumentaran.
—Bien, supongo. Dándole vueltas a todo —murmuró, para luego mirar a la puerta—. Tendría que irme a mi habitación. Los médicos vendrán para hacernos un chequeo rápido.
Kamico afirmó con un leve sonido. Se quedó en silencio viendo que su hermana se había quedado quieta en la entrada de la puerta.
—¿Andrina?
—Llama a mamá, Kamico —pidió, girándose para verla con su rostro derrotado—. Creo que lo ideal sería eso antes de hacer nada.
—¿Y los médicos?
—Es una escusa para que no nos digan nada del porqué estamos juntos —murmuró con una leve sonrisa.
«Y porque su voz me calma, aparte de que no me veo aun capaz de estar sola».
Se sentaron en la cama para llamar a su madre. No tardó en contestar. Kamico se puso a llorar en cuanto escuchó la dulce y querida voz de Elena.
—¡Mamá! —gritó Kamico con emoción.
—¡Kamico! Dios mío, me dijeron los padres de Andrea y Anais que estabas bien, que te veían tan recuperado y sano. —Kamico alejó el teléfono por un momento para intentar no llorar—. Sabía que tenías la misma fuerza que tu hermana, lo sabía.
—Mamá, me alegra escucharte de nuevo, me enteré sobre mi padre, pero no me informaron mucho. Por favor, dime que está bien.
—Está bien, tranquilos, vuestro padre es muy fuerte como vosotros —calmó Elena. Andrina y Kamico se aliviaron al escuchar esto—. Él no estará mucho tiempo en el hospital, pronto volverá a trabajar y estaremos todos juntos como siempre.
Andrina y Kamico se miraron de reojo, ambos sabían que "estar juntos como siempre" no sería del todo verdad.
—Andrina —volvió a hablar Elena con calma—, ¿estás bien? ¿Has tenido esas pesadillas de nuevo? ¿Has podido dormir en estos días?
—Sí, tranquila mamá, me han cuidado bien, estoy mejor que nunca —mintió.
—Es probable que volvamos pronto así que nos veremos de nuevo y haremos nuestras vidas de nuevo —añadió Kamico con ilusión. Andrina le miró de reojo con preocupación, a lo que Kamico silenció la llamada para que su madre no la escuchara—. Tampoco hay que ser pesimistas, nuestra mamá lo ha pasado mal sin poder vernos con tal de cuidar a nuestro padre, tenemos que intentar animarla.
—¡Seguro que sí! ¡Tengo tantas ganas de veros ya y daros un fuerte abrazo! —dijo con una gran ilusión Elena.
Kamico retiró el silencio del móvil para poder hablar con su madre. Andrina se cruzó de brazos de forma pensativa, si bien las palabras de su hermano tenían razón, a la vez sentía que era mentirle.
—Pronto mamá, no te preocupes. Ahora los médicos nos harán de nuevo la revisión y luego nos iremos, aunque no sé si era hoy o mañana.
—Bien, por favor id hablándome por mensajes, aunque no os hable siempre os leo y os contesto cuando pueda.
—¡Vale mamá! —dijeron a la vez los hermanos.
Al colgar la llamada, Kamico le devolvió el móvil de su hermana. Ambos estaban en silencio, escuchando las voces lejanas del pasillo y algunas de las enfermeras o médicos hablando con los pacientes.
—Si te parece, iré a mi habitación a descansar un rato —comentó Andrina, viendo como su hermano afirmaba—. Deberías hacer lo mismo.
—Lo intentaré, pero no prometo nada.
Ya en pie, caminó para irse a su habitación, pero se paró justo en la puerta para escuchar una conversación que la dejó helada. Kamico se percató de esto, acercándose un poco para escuchar la conversación.
—¿Lo has oído? —habló una voz aguda de las enfermeras—. Están diciendo en la televisión que varios edificios se han derrumbado y que varias personas jóvenes han sido atacadas.
—Sí, de hecho, acaban de ser ingresados varios, justo a tu lado tienes a dos jóvenes siendo atracados, pero no se llevaron nada y eso sí es extraño —comentó la otra voz femenina un poco menos escandalosa—. Me preocupa que se derrumben algunos edificios, había personas dentro.
—Por lo que dicen algunos edificios no son muy importantes e incluso eran bastante viejos, pero igualmente inquieta a cualquiera.
—Ni idea, pero espero que no vaya a peor. Ya solo viendo a estos chicos, parecían estar muy asustados y preocupados, aparte que no han sido capaces de explicar lo ocurrido, solo tuvimos el testimonio de una persona que los encontró cerca. Un tanto extraño.
Kamico miró a su hermana con los labios un poco temblorosos, queriendo decir algo, pero sin saber bien el qué. Andrina estaba más o menos igual, pero al menos podía pronunciar algo.
—Cuando nos reunamos con ella, le preguntaremos —susurró Andrina—. No seremos los únicos con dudas, pero no podemos dejar que sea vista, sino será un problema —siguió susurrando. Kamico estaba de acuerdo, pero no dijo ni una sola palabra—. Hasta más tarde.
—Anais, baja el volumen de los vídeos, voy a escuchar la televisión —le pidió Alma.
—Okay... —Suspiró cansada mientras bajaba el volumen. Ella ya estaba vestida y con unas tostadas de mermelada. De hecho, una ya la estaba comiendo.
Anais tenía su cabeza ocupada buscando todo tipo de información. Se dio cuenta que era tanta información que tuvo que apuntarlo en una pequeña libreta provisional que guardaría incluso en su viaje. Seguía comiendo con calma, apuntando con su mano izquierda toda la información y conceptos que no entendía, le dio un mordisco a la tostada y escuchó el gran bostezo de su hermana mayor causando que Anais la mirara de reojo.
—Bos días —Buenos días, saludó Andrea mientras estiraba sus brazos. Anais la analizaba de arriba abajo por completo, dándose cuenta que no veía nada extraño de esa anomalía que tenía en su cuerpo—. ¿Alguna cosa interesante? Uh, que ricas se ven esas tostadas.
—Nada nuevo —susurró Anais mientras seguía viendo el vídeo. Su susurro apenas se podía escuchar para de que su madre escuchara las noticias.
—Oh, que genial, voy hacerme el desayuno entonces.
—Cállate, esto es importante —pidió su madre. Subió el volumen de la televisión.
—Mamá en las noticias nunca ponen algo...
—En estos últimos días, han surgido sucesos extraños que no han sido posibles de explicar la causa o causantes de ello. —Andrea frenó sus pasos, estaba a punto de caminar hacia la cocina, pero escuchar esto la preocupó, aunque no fue la única, Anais desvió la mirada hacia la televisión—. Edificios que se han derrumbado sin motivo alguno, robos en museos de gran importancia de Madrid y Barcelona, destacando esta última ciudad en la que varios jóvenes y algunos mayores de treinta y cuarenta años han sido ingresados con heridas muy graves, siendo atacados por un grupo que se desconoce.
Las imágenes eran de los edificios derrumbados y de los cuadros robados, pero no mostraron a nadie que fuera afectado por estos ataques. Anais miró de reojo hacia su hermana de forma discreta mientras que Andrea miró hacia la televisión con sorpresa.
—É una broma... —Es una broma, pronunció en alto, para luego bajar el volumen mientras miraba a su hermana—. C-Creí que serían pocos, pero parece que la estancia de Negatividad está formando un caos.
—Ah, ¿no decías que en la televisión nunca ponen algo interesante? Bueno, ahora si es motivo de preocupación —intervino Alma, cruzando sus brazos—. En verdad creo que es un robo organizado, aunque no entiendo por qué derrumban esos edificios. —Negó con la cabeza—: Esos pobres jóvenes y mayores, a lo mejor eran trabajadores que intentaron detenerlos. Espero que estén bien.
—Son las anomalías —susurró Anais, y esto solo lo pudo escuchar Andrea—. Negatividad está generándolas sin querer.
—¡Bos días! —saludó Elías, el padre. Ambas se callaron—. ¿Qué estabas susurrando? Escoitábate dende o meu cuarto e mira que longa é a casa.
(¡Buenos días! ¿Qué estabais susurrando? Os escuchaba desde mi habitación y mira que la casa es larga).
—Nada, ha surgido un robo grave en varios museos importantes de Madrid y Barcelona —dijo Anais. Le dio un mordisco hacia su tostada.
—¿Que dis oh? ¡No jodas! —¿Qué dices, oh? expresó sorprendido—, pero esos museos son importantes, su seguridad debería ser casi perfecta —comentó mientras se acercaba a su mujer—. ¿Dixeron algo máis?(¿Dijeron algo más?)
—Non, nada máis —No, nada más, respondió Andrea, y tras eso le dio la espalda a todos—. Me iré a hacer el desayuno.
Andrea bajó por las escaleras hacia la cocina, casi se pega contra la pared porque suele estar acostumbrada a caminar de forma automática por su casa. En la cocina, Andrea miró hacia el techo, recordando la anomalía que se había escondido.
Después de unos minutos Anais bajó a la cocina con los platos en sus manos, vio a su hermana preparando el desayuno mientras dejaba que la leche se calentara en el microondas.
—Habría que apurarnos a que Negatividad salga de aquí porque creo que hacerles frente será más problemático —susurró Anais.
—A ver, si yo pude hacerle frente, la policía o cuerpos de seguridad serán capaces de ello, ¿no? —intentó susurrar Andrea como mejor pudo. No estaba costumbrada a hablar tan bajo.
—Te recuerdo que la anomalía que atacaste está dentro de tu cuerpo y tuviste suerte ya que no es agresiva, no sabemos cómo actuarán los otros con la población —siguió susurrando. Limpiaba los platos con el agua a máxima potencia para que Elías no los oyera—. Aunque no puede ser que las anomalías sean muy débiles y no sepan atacar a los humanos con armas de fuego... La verdad no sé cómo será en otros planetas y ni siquiera sé si las anomalías saben lo que es un arma.
Anais se emocionó un poco, le parecía muy curioso cómo eran las anomalías, ¿eran capaces de entender que es un arma? ¿Cómo lo llevan a la hora de conocer otras razas con distintos poderes? ¿Por qué son agresivas? ¿Quién las creó? Tantas preguntas y ninguna respuesta, su cabeza estaba tan ocupada que ignoró por unos segundos a su hermana mayor.
—Non creo que sean un problema, pero se lo preguntaremos a Negatividad, no quiero que la tierra esté en peligro —susurró Andrea. El microondas avisó de que la leche ya estaba caliente.
—¡Andrea! —gritó su padre desde el comedor—. ¡Apura! ¡Están transmitiendo a tu serie favorita!
—¡Vou! —¡Voy! gritó con fuerza—. Mejor hablemos por mensaje para que no nos escuchen o sino cuando nos reunamos —susurró. Tomó su pequeño bocadillo de jamón junto con la leche caliente y subió las escaleras.
Anais terminó de fregar los platos para secarse las manos con un trapo, miró hacia la puerta de la cocina para luego darse cuenta de un pequeño detalle, la vez que Andrea gritó en la cocina no fue a posta sino porque había visto algo. De normal su hermana era muy sigilosa cuando quería, no le gustaba molestar a los demás cuando dormía, por ello Elías siempre le echaba la bronca al darse cuenta que Andrea jugaba en el comedor con las consolas.
—La viste antes —susurró, tragando en seco—. Lo ocultaste para no asustarme. —Suspiró—. Andrea, tienes que decirme más las cosas y más si quieres... ir al espacio.
Puso la mano en la cabeza y se quedó en silencio para al final ir a su habitación. Aun tenía unas horas para seguir investigando.
—¿Entonces podré verlos hoy? —preguntó una voz robótica, grave y masculina.
—Oh, claro que los verás hoy, pero no sé si nos pondremos en marcha esta noche —murmuró Negatividad mientras guardaba las cosas en una bolsa, se la llevaría para los próximos viajes que tendrían en cuanto encontrara el destello.
—¿Por qué? —El robot inclinó la cabeza hacia la derecha como un intento de mostrar confusión hacia la dueña.
—El destello que tenía ha desaparecido y como no lo encuentre uno ahora no podremos irnos —explicó preocupada.
Se puso la bolsa en su espalda y miró hacia su creación levantando su cabeza. Medía sobre unos dos metros.
—¿Qué le ocurrió al destello que tenía antes? —preguntó el robot con un intento fallido de sonar preocupado en su voz.
—Pues. —Hubo un silencio por unos segundos porque recordó que el robot apenas tenía conocimientos básicos de lo que era un destello, código y muchos términos más. Se volteó hacia él—. Ha desaparecido, sé que suena extraño, pero tiene sentido. Tengo que explicarte los términos del universo donde viajaremos, así que préstame atención porque así podrás entender las cosas.
El robot mostró en un emoticono sus sentimientos. Estaba de acuerdo con sus palabras. Negatividad frunció un poco el ceño. Le parecía inusual como aquella pantalla de ordenador antigua pudiera tener estas capacidades en su nuevo cuerpo.
—Bien. Uhm... Un destello es una estrella de cuatro puntas que suele ser absorbida por un planeta desecho para ser un código, pero a veces caen en el planeta sin ser absorbido. Si alguien lo toma, tiene tres días para usarlo y evitar que desaparezca.
—¿Ya han pasado tres días? —se sorprendió el robot, o eso intentó.
Negatividad se rascó la cabeza porque a veces no entendía qué hacía su nueva creación a la hora de expresar sentimientos.
—Sí, justo coincide con los días que te creé —explicó. Se dio la vuelta un momento para intentar desbloquear la salida de aquel hogar subterráneo.
—Entiendo. —El robot se acercó a ella, agarró las tablas metálicas y las rompió de un solo gesto. Negatividad abrió sus ojos en demasía—. Disculpe, a la próxima avisaré.
—E-Esta bien. —Salieron del lugar y el robot volvió a colocar las tablas metálicas como si nada. Empezaron a caminar por las cañerías que había de la ciudad—. El asunto es que te tengo que poner un nombre —susurró mientras caminaba. Los pasos de Negatividad eran super sigilosos a comparación de su creación—. Trata de ser más sigiloso.
—Sí, lo siento —se disculpó y para ser más sigiloso, se puso de puntillas.
—Bien. ¿Qué te parece Ren o Ren1D? Incluso a lo mejor, ¿Renic? —preguntó Negatividad mientras ponía la mano en la barbilla.
—Los dos últimos me parecen bien —contestó el robot.
—Ren1D o Renic, me gustan ambos —dijo con una sonrisa.
El robot analizaba a su creadora para saber bien qué tipo de raza era, pero tenía poca información porque recientemente había sido creado en la tierra. Su análisis consistió en mirar a detalle su cabello negro y largo hasta los hombros, luego siguió con su piel grisácea, pero no pudo analizarla toda porque vestía una camisa blanca junto a unos pantalones cortos negros. Se asustó al ver esto último porque vio unos vendajes ensangrentados al igual que en su brazo izquierdo.
—¿Se encuentra bien, señora? —preguntó Renic con preocupación.
Negatividad sintió un escalofrío en su espalda, pero aun así se giró hacia él.
—¿Esto? —Señaló sus vendajes. Renic afirmó moviendo su cabeza—. Tranquilo no es nada, en poco se me pasará.
Negatividad miraba con orgullo lo que había creado. Renic estaba hecho con varios materiales que encontró en su viaje y tuvo tiempo límite para ello. La vestimenta fue lo que le costó más encontrar y decidirse. No tenía ni idea de que darle porque no le daba la gana que fuera un simple robot y ya, sentía que al menos tenía que ir vestido con algo de la tierra porque fue creado ahí.
Para ello se inspiró un poco en la ropa que tenían los compañeros que conoció. Una camisa azul de mangas largas que escondía sus manos. No tendría unos pantalones porque no había a su medida, era demasiado alto, así que no quedaba otra que se le vieran sus placas metálicas junto los cables. Lo que sí encontró fue unas botas largas y negras que cubriría una buena parte de sus piernas.
Le miró de arriba abajo, se puso la mano en la barbilla.
«Espero algún día entender la moda de los humanos porque es muy extraña».
—¿Te sientes cómodo? —preguntó Negatividad.
—Mucho —respondió con una pequeña cara sonriente en su televisión.
—Genial, pues no perdamos el tiempo, nos queda mucho por hacer —dijo y se dio la vuelta para continuar por el único camino que había en las cañerías.
Esperaron a la noche para poder salir, Negatividad apresuró a Renic para poder dirigirse a un lugar que recientemente conoció. Para poder llegar rápido, aprovechó las ventajas que tenía su robot, una velocidad que era un poco similar a la de un coche.
Al llegar, ambos miraron a su alrededor con asombro. No se esperaba ver unas montañas de gran altura con un diseño poco común. Era uno de los más importantes tanto religioso como natural, pues la formación de estas montañas era única y curiosa. Eso sin contar los edificios que se encontraban, siendo así uno de los lugares más visitados.
Subir por estas no iba a ser tarea fácil, pero por suerte, Renic disponía de un mecanismo que le permitía volar por sus piernas y manos. Negatividad se mantuvo agarrada a él mientras subían.
—¿Cómo han llegado? —preguntó Renic. Negatividad se quedó en silencio—. ¿Cómo es posible subir a pie a esas zonas tan altas?
—Supongo que hay humanos que son más resistentes y fuertes —supuso Negatividad—, aunque no niego que es impresionante, las rocas son casi redondas y es difícil subir por ellas.
—Negatividad, ¿dónde nos encontramos?
—En la montaña de Montserrat. Al menos fue como dijeron ese nombre. Si pude encontrarlo fue por los mapas que había tanto físicos como digitales. Es increíble como es la tecnología aquí.
—¿Y por qué estamos aquí? —preguntó de nuevo.
—Las montañas son las más altas que hay en esta ciudad, nos vendrá bien para ver si hay algún destello y tomarlo antes de que sea absorbida.
—¿Y conoceremos a los demás ya? —preguntó por última vez.
—Pronto... Pronto lo haremos.
Al llegar a lo más alto, Negatividad pidió a su creación que se escondiera en una de esas rocas grandes. Renic obedeció y vio como su creadora juntaba sus manos para expandirlas de golpe creando un aro oscuro de la misma medida que la extensión de sus brazos estirados.
—Espero que funcione.
Estuvo así por un largo rato, cargaba toda su energía en ese aro para luego aparecer otros tres más, siendo un total de cuatro aros que desaparecieron de golpe. Negatividad cayó al suelo. Hacía tiempo que no gastaba su poder de esa forma.
Esperó por unos segundos mientras se recuperaba. Los aros pronto aparecieron, y con ello a cada uno de los chicos.
—¿Por qué estamos en lo alto de una montaña? Me estoy muriendo de frío —se quejó Kamico y eso que llevaba una chaqueta puesta encima.
Andrina miró atrás y sus piernas empezaron a fallar.
—¿Qué hacemos en la montaña de Monserrat? —preguntó Andrina.
—Me alegra veros todos aquí —expresó Negatividad aliviada, captando todos su atención—. Estamos aquí porque es un buen lugar para encontrar el destello que me hace falta.
Algunos fruncieron el ceño.
—Este sitio es muy visitado —avisó Andrina.
Negatividad la miró de reojo por un segundo.
—¿Por la noche? Todo el mundo duerme —contestó sin preocupación.
—¿A qué te refieres con destello? —preguntó Anais.
—Un tipo de teletransportador por el universo —explicó sin quitarle ojo al cielo. Escuchó varios sonidos de asombro y angustia—. Es lo que vamos a usar si viajamos juntos. —Bajó su cabeza—. Si queréis.
—Antes de responder, tenemos varias muchas preguntas —intervino Andrina, cruzando sus brazos—. Las anomalías están formando caos, ¿cómo las haremos frente?
—Los humanos tienen armas, con eso será suficiente —contestó Negatividad con seriedad.
Andrea miró a Anais con un rostro de te lo dije.
—¿Con eso es suficiente? ¿Son tan débiles las anomalías? —preguntó de nuevo Andrina.
—Sí, a no ser que las alimentes expulsando poderes una y otra vez como idiota como pasó en el mercado Extra-Sistema —respondió, mirando a otro lado con sus ojos—. Como no estaremos aquí gastando poderes, podréis estar tranquilos porque las anomalías que están aquí no serán caóticas, en principio —susurró esto último.
—¿En principio? —preguntó Andrea.
Negatividad se sorprendió ante su buen oído. Suspiró con cansancio.
—La tierra es muy grande, dudo que las anomalías se encuentren, pero si lo hacen y unen fuerzas, es posible que sean un pequeño problema. Pero nada que vuestras armas lo solucionen —comentó, aunque no se mostraba muy segura.
—Parece que sabes mucho de nosotros y eso que no llevas ni una semana —dijo Anais.
—Tengo mis motivos de saber cómo es un planeta, tú también lo harías. —Tras eso, pensó un momento sus palabras—. No, todos los humanos lo harían si tuvieran los materiales para ello —rectificó y la miró con molestia.
—Cierto. —Anais miró a otro lado avergonzada, pero negó con rapidez y se centró—. Tengo una duda que creo que a todos nos preocupa y es sobre nuestros padres, como sabrás no podemos estar en otros planetas como si nada. Tenemos que fingir que tenemos una vida normal.
—Eso lo tenía pensado, tranquila, yo...
—Creo que, si no me equivoco... —Anais por primera vez interrumpió y eso sorprendió a su hermana, le hizo gracia ver como mostraba su libreta hacia Negatividad—. Los códigos funcionan de forma distinta que la tierra, me refiero al tiempo. La tierra irá más lenta que otros códigos, ¿no?
—Acertaste. En principio los códigos avanzan mucho más rápido en el tiempo. De base, una hora en la tierra puede ser casi un día o dos en los otros códigos, así que eso no os será un problema y trataré de estar al tanto de vosotros para que volváis a casa y hagáis que nada ha pasado.
» De paso, no os tenéis que preocupar por si debéis llevar traje o no. Comenzando con el destello, este envuelve al usuario y lo teletransporta en cuestión de segundos. No debería ocurrir nada raro. Aparte, están los códigos, que aportan una protección, me refiero, a que da las condiciones óptimas para la raza que visita otro código. Como dije, las ventajas de un código son muy impresionantes, aunque por desgracia no sabemos tanto como querríamos. Solo puedo decir que no os tenéis que preocupar por la gravedad o el aire, a no ser que las normas de los documentos digan lo contrario.
Todos ellos se miraron. Si bien escuchar eso les alivió bastante, no quitaba que tenían miedo de sufrir daños o incluso morir.
Andrea soltó un ruido de molestia y dio un paso enfrente.
—Yo voy —aseguró, poniendo las manos en los bolsillos de su chaqueta—. Odio pensar las cosas y lo tenía claro desde el principio.
—Yo también —siguió Anais mientras se agarraba a la chaqueta de Andrea.
Negatividad se quedó mirándolas en silencio.
«Ellas dos son inseparables, y Andrea no va a dejar que le pase nada. Con ellas no tendré a lo mejor mucho problema».
—Yo también voy —siguió Andrina. Esto tomó por sorpresa a su hermano, que le miró de reojo—. Creo que es una locura, aún lo sigo pensando, pero ya que lo sabemos todo a estas alturas no me voy a echar atrás.
—Andrina, yo creía...
Kamico frenó sus palabras, abrazándose sin saber donde mirar o que decir. Al final soltó un suspiro y negó con su cabeza.
—Iré, pero Andrina, dile lo que ha pasado esta noche.
Negatividad frunció el ceño, viendo como Andrina agarraba algo que tenía colgado en su cuello. Al final negó con su cabeza, dando un paso hacia atrás.
—Kamico, no es nada importante.
—¿¡Qué no?! ¡Es lo que más o menos dijo Negatividad!
—¿Un destello?
Andrina la miró por unos segundos para al final mostrar lo que tenía en su collar. Negatividad abrió sus ojos y boca.
—¿Desde cuándo?
—Y-Yo... —Andrina titubeó sin saber donde mirar—. En la noche tuve un sueño inusual. Creí que era una tontería, pero al final... fue cierto cuando me desperté. Quise creer que todo era un sueño, pero bueno...
Andrina miró de reojo a Kamico. No parecía estar muy contenta. Negatividad no hizo caso a ello, se acercó, pero vio como Andrina daba un paso hacia atrás.
—¿Es posible que lo pueda ver? —preguntó.
—Es un regalo de mi madre —respondió Andrina.
Negatividad parpadeó varias veces.
—¿Un regalo? ¿De cuánto tiempo estamos hablando?
—De diecisiete años.
Negatividad tosió con fuerza, apartándose de ellos de inmediato. Este gesto alertó a Renic, mostrándose ante ellos de la forma menos conveniente. Alteró a todos, pero Negatividad pudo recomponerse y explicarles todo sobre él y qué haría en el viaje que tendrían.
Una vez aclarado todo, Negatividad miró el destello que Andrina tenía en sus manos.
—¿Qué códigos tiene?
—A-Ah... Varios. Nombres como Suqueia, Rimerit, Mercado Extra-Sistema, Codece, Tugia o Steinfall —admitió.
Negatividad le costaba mantenerse en pie.
—Es imposible. Una broma de mal gusto —murmuró, sin quitarle ojo al destello—. ¿Diecisiete años?
—¿Por qué lo repites tanto? ¿Acaso un destello no aguanta tanto? —preguntó Andrea.
—Un destello dura TRES días en un planeta desecho. ¿Entiendes ahora porqué reacciono así? —preguntó Negatividad, mirando de reojo a Andrea y luego a Andrina—. No solo eso, tiene muchísima información. De normal un destello tiene dos o tres planetas. ¡No seis!
Andrina apretó sus labios sin saber donde mirar. Su hermano intentó acercarse a ella, pero el mero hecho de intentarlo solo hizo que se angustiara.
—Te lo regaló tu madre, ¿no? —preguntó Negatividad. Andrina afirmó—. Ya. Entiendo. Entonces tu no puedes ser una humana.
—¿Perdón? —preguntó, frunciendo el ceño.
—El escudo que vi que creaste y el destello me son pruebas de ello. Tu madre sabe algo al respecto o no es tan humana como quiere hacerte ver —contestó Negatividad, cruzando sus brazos.
—Lo siento Negatividad, pero te equivocas —intervino Kamico, cruzando sus brazos—. Nacimos el mismo día y mes. Somos hermanos de sangre. Está puesto en nuestra cartilla de nacimiento. Está probado. Lo que a lo mejor puede ser que sí sea extraño es nuestra madre, pero aun así lo dudo. Capaz se lo dieron sin saber qué era exactamente.
Negatividad frunció un poco el ceño para al final soltar un suspiro largo.
—Me cuesta creer que algo así se conserve. ¿Acaso brilló así en esos colores? —preguntó.
—No... Era gris. Como hierro —admitió Andrina. Negatividad afirmó en silencio—. ¿A-Acaso lo necesitas?
—Es nuestra única forma de movernos, y muy útil ante todas las opciones que tiene. Lo más probable es que primero vayamos a Suqueia. Aquí es uno de los códigos más tranquilo y donde a lo mejor podemos encontrar ayuda. Si la tenemos... —Los miró a todos de reojo—. No tendréis que sentiros tan obligados a venir.
—Yo... no me siento tan obligada como tal —admitió Andrina, sujetando el destello—. Con esto en mano, no niego que me ha entrado curiosidad y a la vez quiero saber que hay ahí.
«Me está ocultando algo —pensó Negatividad, frunciendo un poco el ceño—. Capaz no me lo dirá hasta que me tenga confianza».
—Yo voy con mi hermana. No la voy a dejar sola—admitió Kamico.
Negatividad miró hacia Andrea y Anais. La mayor tenia las manos en la parte trasera de su cabeza.
—Yo voy. Ya te lo dije —aclaró Andrea—. Menos lo pienso, más claro lo tengo.
Anais soltó un suspiro.
—Yo voy con ella para evitar que haga cualquier tontería... y porque no podría descansar al saber que está fuera sin saber nada de ella —aclaró Anais.
Negatividad afirmó en silencio para luego mirar a Renic.
«Debo estar atenta con las horas y evitar las sospechas con su familia. No va a ser nada fácil. Ah. ¿Por qué me llevaste aquí, Úrsula?».
Respiró hondo y se acercó a Andrina para que le diera el destello.
—Nos moveremos entonces —aclaró, viendo como todos se fijaban en ella—. Andrina, necesito que me des el destello para empezar el viaje.
Aceptó a regañadientes. Una vez en sus manos, les pidió que todos se reunieran creando un círculo. Se agarraron de las manos.
—No os soltéis por nada en el mundo. ¿Entendido? El viaje durará poco, por lo que no os angustiéis y no abráis los ojos.
Dicha estas palabras, soltó el destello para que empezara a brillar. Al rodearlo, este empezó a envolver a todos en un brillo amarillento. No pasaron muchos segundos para que desaparecieran de ahí como si nada hubiera pasado.
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