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Capítulo nueve: Desde cero

El primero de todos. Bueno, al menos muchos quieren pensar que es el primero, cuando en verdad no es así. ¿Sabes cuál es el primero? 

SISTEMA Ω. CÓDIGO 001 - SUQUEIA

★ Todo aquel ser que proviene de otro código, sistema, galaxia u otro núcleo del todo, no tiene ninguna prohibición.

★ En el propio código, cada año, aparece un 5% de naturaleza.

Scursins e Iruins

Aunque fueran pocos segundos, para ellos eran una gran cantidad de tiempo. Todo parecía ser relativo y se agarraban de las manos con tal de no romper el círculo alrededor del destello. Lo que no era fácil, era cerrar los ojos.

Era el miedo a lo desconocido, la incertidumbre que los carcomía. Todos deseaban abrir los ojos y ver que ocurría, pero obedecían a lo que les había advertido Negatividad.

A excepción de Andrea, abriendo solo su ojo derecho.

Sus motivos fueron justificados, o al menos era lo que pensaba desde su interior. ¿Cómo podía saber que era cierto lo que vivían? ¿Y estaban bien sus amigos? Mejor dicho, ¿estaba bien su hermana menor? Esas dudas la motivaron a abrir uno de sus ojos para ver que todos estaban bien.

O al menos eso creyó hasta que vio a Andrina, soltando su mano izquierda que sujetaba su mano.

Este arriesgado gesto puso en alerta a Negatividad, viendo como Andrea intentaba sujetar la mano de Andrina una vez más. El destello empezó a parpadear hasta que el brillo amarillento desapareció.

—¡Agarraros a alguien!

Fue el último grito que pudo efectuar antes de que el destello dejara de envolverlos. Los presentes no dudaron en hacer caso, siendo Negatividad la última porque necesitaba sujetar el destello.

Al menos fue un milagro que este desastre no ocurriera en el espacio, sino llegando a los Bosques de Suqueia. Andrina no paraba de caer, gritando sin parar mientras levantaba su mano para agarrar a Renic. El robot, que había estado en modo suspenso, se despertó de golpe para agarrarla como una princesa y con ello impactar contra el suelo.

Renic fue el que principalmente se llevó el peor golpe, asegurándose principalmente de que Andrina estuviera intacta. Ya en el suelo, empezó a toser ante el polvo que había levantado.

—¿R-Renic? —preguntó a duras penas.

Fijándose en él, vio como en la televisión aparecía una rueda de carga. Estaba con los brazos levantados con su cuerpo casi enterrado en el suelo.

«¿Cómo ha aguantado una caída así de grave?», se preguntó, alejándose un poco de Renic para ver como una parte de sus placas metálicas ya se habían levantado, mostrando sus cables.

Entró en pánico al saber que Renic había aguantado, pero no del todo. Por ello estaba inmóvil en el sitio. Estaba... ¿cómo un ordenador cuando tenía una nueva actualización? O cuándo tenía que solucionar un problema interno.

—Ah, mierda. No sé como arreglarlo —murmuró dudosa, acercándose un poco a su pantalla para ver como la rueda de carga había terminado y ahora se presentaba una barra de progreso—. ¿R-Renic?

No hubo contestación de vuelta, lo que la hizo suspirar y mirar lo que la rodeaba. De inmediato se sintió diminuta al ver los grandiosos árboles a su alrededor. Tronco grueso de colores marrones o amarillos con hojas que podían servir como una manta para dormir. Los colores eran diversos, haciendo de su alrededor un bosque mágico multicolor.

—Nunca he visto algo igual... ¿De verdad estamos en otro planeta? —susurró, aun atónita.

Bajó la cabeza para ver las grandiosas rocas que había en el suelo. Las comparaba como los menhires por como eran de altos, aunque su color variaba en según que zonas estuvieran. Algunas, incluso, estaban agrietadas y desprendían un polvo que Andrina no se atrevía a tocar ni oler.

Se giró para ver a Renic, y casi cayó al suelo al verle de pie mirándola.

—¡Qué susto! —gritó Andrina, mirándole con asombro—. A-Ah, R-Renic. ¿Estás bien?

—Gracias por la preocupación, señorita Andrina, pero el golpe solo ha traído desmejoras en mis placas metálicas y en algunos cables que por el momento no son muy graves. Únicamente puedo tener mal funcionamiento en mis piernas —explicó en una voz robótica, una que le hizo entrar en escalofríos a Andrina—. ¿Usted se encuentra bien?

—Sí, lo estoy gracias a ti —admitió, para luego poner las manos en los bolsillos de su pantalón tejano. Llevaba la misma ropa que la vez que se fueron a Cataluña—. ¿P-Podrías decirme dónde estamos?

—En Suqueia. Los bosques exactamente —explicó Renic. Andrina frunció un poco el ceño con angustia—. No puedo darle un mapa específico de la zona.

—Y-Ya, me lo imaginaba —murmuró, girándose de nuevo para tragar saliva—. N-No nos queda otra que buscar la salida.

—Emplearía mi modo vuelo, pero la caída hizo que este modo se me destrozara —respondió Renic.

Andrina le miró de reojo sin saber bien que decir.

—¿Segura que se encuentra bien, señorita Andrina? —preguntó de nuevo Renic.

—Y-Yo... —Rascó su cabeza y afirmó—. Ahm. Renic. Creo que antes de hacer nada, tendría que aclararte algo. Yo no soy como Negatividad.

—Eso me he fijado. Según mi análisis usted es una joven de diecisiete años, a diferencia de Negatividad que tiene ochenta años.

Andrina abrió los ojos en demasía.

—Pero si tiene una apariencia joven como yo —comentó en un murmullo.

—Eso se debe a que su esperanza de vida es muy distinta y todo lo que relaciona a la concepción de tiempo y celebración de los años es muy diferente —explicó Renic con una pequeña cara sonriente en su rostro—. Aunque parezca joven, en verdad tiene mucho tiempo de vida y experiencia.

—Y-Ya lo veo... —murmuró, para luego mirar a su alrededor—. Veo que se te da bien analizar, ¿q-qué conclusiones sacas de este sitio?

Renic se quedó en silencio mirando todo su alrededor para luego hacer un ruido amigable de su pantalla.

—¡Qué interesante! Estos bosques son los más puros que pude haber visto. No es como la anterior ciudad que hemos visitado.

Andrina movió un poco los ojos.

—Barcelona y Madrid tiene mucha contaminación y eso que tratan de "arreglarlo" —susurró Andrina con timidez.

—Me he dado cuenta, pero el asunto es que en esta zona apenas hay contaminación. Son todo bosques, y grandiosos por lo que puede ver también usted. El asunto es que aquí se ha aplicado magia.

—¿A-Ah? —Andrina le miró con los ojos bien abiertos—. ¿Magia como qué?

—Parece que hay cuidadores de la naturaleza en esta zona. Seres que conservan este lugar.

Andrina tragó en seco. Algo así había leído en el destello. ¿Serían los Scursins o los Iruns?

—Creo que lo más conveniente sería irnos de aquí. Es posible que nuestra presencia les moleste —supuso Andrina, agarrando sus brazos para darse calor en estos.

Renic la miró con una interrogante en su televisión.

—¿Le ocurre algo?

—No lo sientes tú, pero tengo frío. Este lugar será muy bonito, pero las temperaturas son bajas —murmuró Andrina.

—¡Oh! Entonces pongámonos en marcha, y si sigue padeciendo de frío, puedo intentar darle calor con mis manos. —Renic las levantó, viéndose como su mano ahabía un círculo donde no solo desprendía luz, sino que al parecer podría lanzar fuego.

—Ehm. Lo iremos viendo —comentó Andrina, caminando con lentitud—. P-Por cierto, dime por mi nombre. No me acostumbra que me digan señorita más que la gente mayor.

—Mi creadora me comentó que el respeto es primordial —aclaró Renic.

—Bueno... Yo te aviso que entre nosotros no es que sea normal. Menos en Andrea.

Mientras avanzaban, verían flores de diversos tipos de colores y formas. Sus pétalos eran tan grandes que perfectamente podría dormir una persona en ellas. La altura era descomunal, subir por el tajo no iba a ser una tarea fácil, pero la belleza era tan única que para los más curiosos harían ese esfuerzo para subir y descubrir.

—¿Y por qué con Andrea menos?

—Porque ella... —Se pensó sus palabras—. Es la más tosca y bruta del grupo.

—¿No es muy formal ni respetuosa?

—No. A ver. Ella respeta, pero tiene sus formas. Es complicada. Mientras no hagas nada a Anais, estará todo bien.

—Anais, según tengo entendido, es su hermana menor, pero no lo entiendo. —Una interrogante salió en su pantalla—. No se parecen en nada.

—No eres el único que se pregunta eso.

Su camino sería cubierto por diversos pétalos que, a diferencia de los anteriores vistos, eran más pequeños y de diversos colores. Andrina lo seguía, confiando en que sería su posible salida.

—Me siento una enana en este bosque —comentó Andrina. La tensión en su cuerpo aún estaba presente—. Si todos los planetas son así...

—No, creo que esto es la excepción en el código 001.

—¿Código 001? —preguntó Andrina.

—Parece extrañada y confusa por lo que he dicho, ¿qué no entiende?

—Muchas cosas. Principalmente me cuesta creer que estemos en otro planeta...

—Corrijo, código.

Andrina frunció un poco el ceño.

—¿Qué demonios es un código?

—Según me ha explicado Negatividad, un código es un planeta protegido gracias a los destellos que ha absorbido antes como planeta desecho. Ahora este planeta, como le llamáis vosotros, está protegido y es más seguro. —Su respuesta sorprendió a Andrina—. Según veo por su expresión, creo... ¿Qué está enfadada?

—No, esta cara que tengo es de confusión —respondió con la misma cara—. Creo que conmigo te costará entender mis caras, a veces expresan cosas que no son.

—Con tal de aprender, lo que sea.

Andrina se quedó en silencio, mirándole.

—Pues que sepas que expresarse con emoticonos es raro —admitió con una sonrisa tímida—. No cuadra por como eres.

—¿A qué se refiere?

—Es... como si fueras un mayor de sesenta años intentando comprender las modas de los jóvenes —comparó Andrina con una leve risa.

—¿Y eso es malo?

Se quedó en silencio, rascando su brazo derecho.

—No, pero sí raro. —De pronto, Andrina sacó el móvil que tenía en el bolsillo de su chaqueta y se lo enseñó—. ¿Ves esto? La forma en como se expresan mis amigos no es lo mismo que con mi madre.

—Ya. Entiendo. Curioso la verdad. También me fijé que hablan en otros idiomas variados. Un planeta con una gran diversidad —comentó Renic.

—Lo dices como si no fuera normal en los demás planetas.

—Según me dijo Negatividad, no.

Andrina frunció un poco el ceño. ¿Cuántos sitios conocía Negatividad? En sí, ¿qué había sufrido ella y porqué estaba aquí? Sabían una parte de su historia, pero no toda.

Al final suspiró y decidió mirar lo que le rodeaba hasta que vio una sombra moverse a su derecha. Frenó sus pasos de inmediato y se agarró a Renic para sentirse segura.

—¿Qué ocurre, señorita?

—Creo que he visto algo —susurró.

Renic mantuvo cerca a Andrina mientras movía su mano izquierda, listo para atacar. Estuvieron en la misma posición hasta que vieron la figura detrás de unos arbustos rosados. Tal hecho hizo que Renic apuntara hacia su dirección, pero a sombra pronto levantó sus brazos.

—F-Frena —pidió Andrina.

—¿Segura?

—Sí. N-Normalmente ese gesto significa que no va a hacer nada.

«A-Aunque... no sé si tendrá un distinto significado al estar en otro planeta», pensó de inmediato, tragando en seco.

Aun así, se mantuvo con Renic, evitando que hiciera nada. Pronto vio como esa sombra se fue acercando hasta mostrarse ante ellos. Cabellos rubios y cortos cubrían una parte de su pálido rostro, haciendo brillar de belleza exótica sus ojos multicolor.

«¿V-Viste con un tipo de kimono?», se preguntó impactada, mirándola con total atención.

Al mostrarse, el espíritu se quedó quieta en el sitio. Renic aun no había bajado su arma. Ante esto, Andrina lo agarró con cuidado para bajarlo.

—No creo que sea un problema, sino ya nos habría atacado —supuso Andrina, confiando en que su intuición no la fallara. Tras eso, miró al espíritu—. ¿H-Hola? ¿N-Nos entiendes?

La cara de confusión era visible en ella. Andrina soltó un leve suspiro.

—Ah, no. Esto no será fácil —susurró Andrina.

—Según estoy analizando, parece ser una Scursin —comentó Renic en un susurro, mirando hacia Andrina.

—¿Qué tan seguro estás?

—Un 60%

Andrina alzó un poco los hombros. Al menos era algo, pero no quitaba su angustia por la situación. Con cuidado, se acercó al espíritu.

—O-Oye, ehm... ¿Puedes decirnos por donde es la salida?

Su pregunta fue hecha con gestos muy concretos y cuidadosos. Señaló hacia la izquierda y hizo un giro con su dedo. Quería dar entender que quría salir de aquí. El espíritu la miró con una sonrisa curiosa para luego mirar a la derecha y luego a ella.

—No sé si me ha...

Sin previo aviso, el espíritu emitió un sonido lleno de felicidad. Era como una cría que carecía de la comunicación a la hora de hablar, pero su forma de expresarse tan adorable hizo que Andrina diera un paso hacia atrás, observándola con los ojos bien abiertos.

Vio como el espíritu se movía lo suficiente para luego mover su brazo derecho. Quería que la siguieran.

—Parece que sabe comunicarse con otros seres —comentó Renic con interés.

Andrina sintió una gran tensión en sus hombros.

—¡No sé ni lo que hice! Solo fue por intuición.

—Entonces tiene muy buena intuición, Andrina. Aun así, le pido que no se aleje mucho de mí. Desconocemos si de verdad tiene buenas intenciones.

Andrina afirmó, aunque admitía que la actitud del espíritu era demasiado tierna, como una niña tímida que no sabía hablar, pero tenía un buen corazón.

Se adentraron por el bosque, caminando por un lugar oscuro con unos pocos rayos de sol que entraban gracias a unos pocos huecos que dejaban las hojas. Andrina le aliviaba saber que el sol que les iluminaba parecía ser el mismo que el de la tierra.

Muchas de las zonas que conocían le recordaban a varios de los bosques que pudo ver en vídeos o viajes que tuvo la oportunidad de emprender con su familia. Este lugar, era muchísimo más imponente y grande, pero no intimidaba tanto cuando eran acompañada por el espíritu que se movía como una cría hiperactiva.

Andrina no pudo evitar parar y mirar a su alrededor, se sentía como en un cuento de hadas al ver como algunos de los pétalos de las flores caían poco a poco hasta tocar su cabeza. Cuando lo hacían, se desprendían en miles de pétalos pequeños que llenaban el suelo.

Tal hecho la dejó fascinada, aunque esto pronto desapareció al ver el espíritu encima suyo con un rostro lleno de intriga.

—¿O-Ocurre algo?

No hubo respuesta, el espíritu solo sonrió y continuó con la caminata.

«Qué rara».

—Creo que esos pétalos son peligrosos por como reaccionó el espíritu—comentó Renic en un tono dudoso.

Andrina tragó en seco.

—N-No creo... ¿no?

Renic la miró con varios interrogantes en su rostro para luego alzar sus hombros.

—M-Mejor avancemos.

Poco tardaron en salir de los bosques, pero el contraste les dejaría atónitos. En frente suya se presentaba una gran explanada desértica donde a la lejanía había edificios derrumbados de colores principalmente grises. Tal hecho los dejó anonadados, en especial Andrina, que estuvo mirando sin parar hasta que sintió la mano de Renic en su hombro.

—He podido detectar la presencia de alguien. No sé si será uno de los nuestros, pues no emite la misma cantidad de calor que sus amigos —aclaró Renic, mirándola con seriedad—. Si me permite, iré allí a ver que ocurre. ¿Le parece bien?

Andrina miró de reojo al espíritu para luego ver a Renic.

—De acuerdo, pero con cuidado.

Renic afirmó y fue a una gran velocidad hacia el lugar. Andrina miró hacia el espíritu con curiosidad, no sabía muy bien que hacer así que intentó comunicarse con ella.

—¿Estás bien? —preguntó. La chica espíritu respondió con su cabeza en afirmación—. Oh, ¿me entiendes? ¡Vaya! ¿Cómo es posible?

Hubo un pequeño silencio, el espíritu solo movió los brazos en señal de confusión. Andrina puso la mano en la barbilla.

—Renic parece que tardará en volver. Pero tengo una duda, ¿este lugar fue peligroso en su momento?

El espíritu respondió con un sí y no a la vez.

—¿Eh? ¿Cómo que sí y no?

El espíritu suspiró con pesadez. Andrina desvió un poco la mirada para chasquear los dedos ante una pequeña idea.

—¿Qué te parece si decimos nuestros nombres? Puedo empezar yo primero, mi nombre es Andrina.

El espíritu se la quedó mirando.

—Ah, claro, no hablas mi idioma, pero me entiendes. A ver, pues puedo intentar adivinar tu nombre. Ehm... ¿Empieza por A?

El espíritu afirmó con la cabeza.

—Oh, acerté a la primera, que suerte. —Rascó su la cabeza—. Bien. Empieza por A... Hay muchas opciones. Ehm, ¿tiene otra vocal? —El espíritu negó—. Oh, vale, entonces es consonante, como si hubiera pocas consonantes... —Puso la mano en la cara.

El espíritu levantó su brazo, Andrina la miró y vio como señalaba el suelo. La entendió y se agachó, creyendo que dibujaría su nombre, pero lo que no se esperaba era que agarrara su muñeca para poder dibujar su nombre con la mano de Andrina.

—V-Vale.

Andrina se dejó controlar la mano derecha para dibujar el nombre del espíritu, ahí se dio cuenta que podía entender las letras que el espíritu escribía.

—A, D, E, L, F, R, A. ¡Adelfra! —gritó sorprendida. Si bien las letras eran horribles, al menos eran entendibles—. ¡Qué bien! Bonito nombre. Adelfra, un gusto conocerte.

Adelfra observó a Andrina con mucha sorpresa. Se quedó mirándola de arriba abajo con mucho detalle.

—¿Todo bien, Adelfra? —preguntó Andrina. Adelfra le pidió mediante gestos que le diera la mano otra vez—. Oh, claro que puedes.

Dejó que tomara su mano y vio como escribía de nuevo, pero esta vez era una frase un poco larga así que tuvo que moverse un poco para que esta se entendiera.

¿Puedo entrar en tu cuerpo?

Andrina miró la pregunta con preocupación. No le hacía gracia leer algo así, ¿entrar para qué? ¿Por qué quería hacer eso? La miró una vez más y sintió que esa pregunta no tenía maldad alguna de aquel adorable espíritu.

—Mira... Pecaré de inocente, pero dejaré que lo hagas si prometes no hacerme daño y ayudarme —pidió. Adelfra aceptó con mucha energía—. Bien pue...

Sintió un dolor fuerte en su estómago como una patada,. Cayó de rodillas al suelo temblando, pero para su suerte no duró más de tres segundos.

—¡Funcionó! —gritó Andrina, pero su voz no era la misma, sino una mucho más aguda e infantil—. ¡Me lo temía! ¡Tienes un cuerpo ideal para que otros espíritus puedan entrar! ¿En serio es posible? ¡No me lo creo! —Levantó los brazos de golpe, pero no fue Andrina, sino Adelfra—. ¡Los humanos pueden ser compatibles!

—¡Oye, oye! —Quien intervino esta vez fue Andrina, se alivió bastante al poder hablar de nuevo, aunque se notaban las pequeñas lágrimas en sus ojos. Bajó sus brazos—. ¡Para! ¡Me da miedo! ¡Sal de mi cuerpo ahora!

—¡Perdón! —gritó Adelfra un poco arrepentida—. Lo siento, es que me he emocionado mucho. Me di cuenta que podía hacer algo cuando he visto que los pétalos rosas no te hicieron daño y cuando pude agarrar tu muñeca sin hacerte daño. Lo siento, lo siento mucho, prometo no molestar, pero es una forma de comunicarnos y entendernos.

—Déjame que lo entienda, ¿compatible? ¿A qué te refieres? ¿Cómo que los pétalos rosas no me hicieron daño? Adelfra necesito explicaciones.

—Sé que ahora mismo estarás confusa porque puedo hablar usando tu boca, pero es mi única forma de comunicarme porque no entendéis mi idioma, aunque es sorprendente cómo estás hablando mi idioma de forma fluida. ¡No solo eso! podré hablar el tuyo y entenderte —comentó ilusionada.

¿Es una broma? —preguntó Andrina sin entender como seguía viva y como tenía la voz de ese ser dentro suya—. Frena, frena. —Se sentó en el suelo—. Necesito respuestas por favor. ¿Cómo has entrado? ¿Cómo es posible? ¿Hablar tu idioma? Pero si estoy hablando español.

—¡Somos compatibles! Y me gustaría investigar si es posible en los demás seres. En cuanto el idioma, estás hablando Scur muy fluido —dijo con una suave risa—. ¿Acaso no notas como cantas al terminar de hablar?

—Esto debe de ser una broma, una humana siendo compatible con un espíritu. Esto parece más bien una posesión —murmuró mientras ponía las manos en la cabeza.

—Te asustas por muchas cosas, que rara eres, ¿acaso no has visto otros códigos o universos? —preguntó Adelfra.

—¡Soy de la tierra!

Adelfra soltó una suave risa.

—¡Ah! Tiene sentido que antes me hablaras tan bien uno de los idiomas de la tierra. —Se rio con dulzura—. Mira que en otros planetas hablan tu idioma igual o parecido a ti, pero el tuyo tiene una entonación rara.

—Será porque soy catalana —susurró mientras se ponía la mano en la cara—. Ah, esto es increíble.

—¿En serio eres humana? —volvió a preguntar Adelfra. Andrina afirmó con la cabeza—. ¡Owiee! (¡Wow!) ¿Ya sois un código? —Andrina, dudosa, negó con la cabeza—. Oh. Qué raro. Bueno, no es raro sabiendo que a los humanos se les tiene mucho desprecio, aunque yo no pienso eso, honestamente te acabo de conocer y me pareces alguien genial.

Andrina no sabía qué decir, estaba mareada con tantas cosas, deseaba que Renic viniera solo para saber qué hacer.

Bueno, sea como sea, me debería presentar en condiciones —habló Adelfra. Andrina, por un momento, se giró para buscar a Renic—. Mi nombre es Adelfra, soy una Scursin.

—Ah, esa palabra rara que dijo Renic.

—¡Chipi! (¡Sí!) Somos una raza de espíritus cuyo objetivo es que la naturaleza prevalezca y que la gente que quiera vivir aquí no se exceda construyendo edificios. Somos seres simples que cada uno de ellos controla distintos elementos, en mi caso se controlar los cuatro —explicó con ilusión.

Andrina se quedó sentada en el suelo mirando a un punto fijo para procesar la información.

—A Anais le encantaría escuchar esto —susurró con una leve sonrisa. Respiró hondo y cerró los ojos—. Déjame analizar de vuelta, eres una raza de espíritus.

¡Claro! —entonó feliz.

—Y controláis elementos como... ¿Agua, fuego, viento y tierra?

—¡Owiee! ¡Chipi! ¡Qué lista eres!

Andrina arqueó la ceja. Sentía que la estaba vacilando, pero lo dudaba por como actuaba.

—No es que sea lista, es que... —Andrina se quedó pensativa unos segundos. Agua, tierra, aire y fuego eran los elementos más comunes y escuchados en la tierra. Cualquiera podría adivinarlo, y más si veía series típicas de los animes—. Uhm, déjalo, es algo difícil de explicar. Entonces, controláis elementos y os encargáis de que la naturaleza... ¿prevalezca?

—¡Estis! (¡Exacto!)

—¿Y entonces...?

No pudo terminar sus palabras cuando escuchó los pasos de Renic a sus espaldas. Fue muy veloz que incluso levantó polvo, provocando que Andrina tosiera por un momento. Al terminar, alzó su rostro para verle.

—Siento mi abrupta intervención, pero tengo noticias —avisó Renic.

—D-Dime, por favor —pidió Andrina mientras se recuperaba del susto.

—Al sujeto que acabo de conocer es un Iruins. Se ha dado cuenta de nuestra aparición, al igual que la mayoría de este planeta. —Ante esa información, Andrina sitió una incomodidad en su pecho, pero decidió no hacer caso—. Dice que está dispuesto a ayudarnos siempre y cuando no tengamos anomalías.

Andrina se levantó del suelo con cuidado.

—¿Podría saber el porqué de ello?

—Al parecer han tenido un conflicto con ellos hace años atrás. Tampoco se más porque no me detalló mucho al respecto. Quería conocernos antes y luego explicar.

—Está bien. Llévame entonces.

Estaba dispuesta, pero escuchó un murmullo que provenía de su pecho. Frunció el ceño hasta que supo identificarla.

«¿Adelfra?»

«Sí. Soy yo —admitió con timidez—. Ahm. No sé si es buena idea ir».

«¿Por qué?»

«No nos llevamos bien con ellos. Bueno, algunos de mis compañeros, yo... digamos que me mantengo neutral».

«¿Son peligrosos?»

No hubo respuesta y esto puso muy tensa a Andrina. De igual forma, pronto obtuvo la respuesta cuando Renic la llevó a sus espaldas para acercarse de inmediato hacia el sujeto.

A simple vista parecía ser como ella, pero en el momento que se giró, el repelús que sentía la obligó a cubrir su cuello con sus manos. Tenía un ojo cerrado por esa zona. No solo eso, su cabello cambiaba de color según las emociones que podía tener.

—Qué veloz —murmuró el hombre con asombro, parpadeando sus ojos que tenía en su rostro—. Ah. Ella es la chica que mencionabas, ¿no?

Andrina afirmó una vez se quedó en el suelo gracia a Renic. No pudo evitar mirar los escombros de lo que una vez fue una ciudad.

—Es un gusto. Mi nombre es 357856782365, pero llamarme 35 para evitar complicaciones.

«¿Sus nombres son números? Dios santo, ni que fuera un código de barras».

—Y-Yo soy Andrina. —Ofreció su mano con cordialidad. 35 poseía una ropa bastante descuidada. Intuía que debía ser algún tipo de obrero.

—Renic me comentó un poco de vuestra situación —habló con calma, apra luego señalar hacia sus espaldas—. La ciudad principal se encuentra al este de aquí. Tendréis un lugar para descansar y reposar. Los Iruins de normal somos muy tranquilos y amigables.

Andrina se quedó en silencio sin saber bien que decir. Renic mostraba un rostro amable.

—Es cierto lo que comentaste, Renic —murmuró 35 con una leve risa—. No parece creérselo de todo.

—Somos de la tierra.

—Y veo que jamás habéis tenido contacto con otros seres —supuso 35, cruzando sus brazos con una sonrisa tranquila.

—No. Nunca. ¿Acaso vosotros sí?

—Venimos del Mercado Extra-Sistema. Ahí había muchísimos seres de otros planetas, ¡incluso galaxias! Así que es normal para nosotros que hayamos visto a otros seres de diversas apariencias y actitudes —explicó 35.

Andrina se quedó en silencio frunciendo el ceño. No se separó de Renic en ningún momento.

—¿No sois tan agresivos como dicen?

35 frunció el ceño.

—¿Quién dice eso? —Andrina no respondió. Si le decía que había visto películas y series donde ponía como amenaza a los seres del exterior, posiblemente la verían mal como humana—. ¡No! Somos muy tranquilos. Mucho... Mucho hemos tenido que pasar como para ser conflictivos, aunque por desgracia exista esa agresividad. Pero tranquila, en este sistema no es posible que ocurran esos conflictos tan... graves.

—¿No?

35 se quedó en silencio, apretando un poco los labios.

—Mejor vayamos a mi hogar. Creo que ahí será más cómodo para vosotros. ¿No creéis?

Andrina no confiaba del todo, y menos con Adelfra susurrando palabras de angustia que no la permitían pensar en paz. Aceptó la propuesta de 35, aunque no iba a bajar la guardia, menos si tenía a Renic de su lado.

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