Veintidós.
CAPÍTULO 21: El comienzo de un fin y el fin de un comienzo.
La mujer de cabellos plateados se dejó caer sobre el sofá que estaba en su departamento y miró sus manos ensangrentadas, las movió lentamente admirando con su ceño fruncido la sangre escarlata que caía con lentitud sobre su piel blanca.
Levantó su mirada violácea hacia el retrato de su madre, Rio, y sus ojos temblaron al llevar su vista un poco más lejos de la foto de la mujer de ojos violetas. En una parte del mueble que tenía libros, se podía ver una foto enmarcada de una pequeña niña y un hombre adulto sonriendo.
Kuzen y ella.
Se levantó del sofá escuchando una vez más el sonido de una gota caer en el piso de madera, a pasos lentos fue hacia esa única foto y una lágrima resbaló por su mejilla al observar con tristeza y dolor el rostro del hombre que fue como un padre para ella.
Sacudió su capa plateada que tenía algunas partes rotas y con lentitud recogió las pertenencias más valiosas que poseía; las fotos de sus padres, el libro que leía Kaneki que fue autografiado por la escritora y se adentró al escondite en donde tenía la información de cada paso de aquel científico que tenía como padre biológico.
Su ceño fruncido se dio a ver y agarró la última carpeta que tenía la investigación que había hecho hace unos días, cuando había ido rápidamente al Distrito 4 en busca de pistas que hubiera dejado su padre.
Escondió la carpeta dentro de su ropa y sacó las fotos de los marcos para guardarlos dentro de su vestimenta al igual que el libro. Su nariz se arrugó al percibir un aroma desagradable y comenzó a toser cuando la habitación se llenó de humo, salió inmediatamente del lugar y se abrió paso por todo su departamento que estaba en llamas.
Bajó las escaleras rápidamente poniendo una mano sobre su cabeza para que ningún objeto cayese sobre ella y abrió la puerta que daba a la cafetería, queriendo buscar algo que Oto-san quería demasiado.
—Kaneki... —murmuró sorprendida la mujer al verlo en el piso soltando lágrimas junto con un cuerpo que identificó al instante—... Hide.
Corrió hacia ambos hombres y se agachó buscando el pulso del chico de hebras anaranjadas, soltó un suspiro al llegar a detectar un débil pulso y buscó con su mirada alguna herida en el menor y soltó un gruñido al observar como una gran herida había en el abdomen de él.
—Te dije que te largaras de aquí, mocoso —lo regañó sabiendo que éste no lo podía escuchar, ya que seguramente estaría inconsciente por la pérdida de sangre, levantó su rostro para observar a Kaneki e hizo una mueca—. Debes irte, Kaneki.
Habló cuando el lugar se llenó de fuego y tablones de madera cayeron por el sitio, escuchó unos susurros provenir del híbrido y comenzó a golpear el hombro de éste incitándole que se largara de ahí antes de que los escombros los atrape a él y a Hide.
—Vete, yo trataré de que esto no se caiga encima de ustedes para que salgan rápidamente —le informó parándose y viendo la estructura que tenía el lugar, buscando minuciosamente alguna abertura para que salgan los hombres.
Una mano tomó la suya y se vio reflejada en los ojos grises de Kaneki, aún atenta se agachó frente a éste, le sonrió ligeramente acariciando las hebras blancas que portaba el menor.
—Todo estará bien, ¿si?
—Gina.
Antes de que la mujer pudiera responder, un tablón impactó en la espalda de la nombrada y soltó un quejido de dolor sintiendo como un líquido caliente se esparcía por su espalda.
Quiso moverse pero un grito salió de sus labios, el tablón tenía clavos y éstos estaban clavados en la espalda de la mujer. Apoyó sus manos a los costados para levantarse y con dolor llevó sus brazos hacia atrás para posteriormente sacar aquel gran pedazo de madera de su anatomía, provocando que quejidos y lágrimas salieran.
—V-Vete, K-Kaneki —tembló Gina después de sacar la madera para luego proteger con su cuerpo a ambos chicos al ver que escombros iban a caer sobre ellos—. ¡Largo!
—Gina, no.
—V-Vallan a casa —escuchó Kaneki antes de salir del lugar con Hide en sus brazos y reteniendo el impulso de ir a buscarla, caminó con la mirada en el cuerpo de su mejor amigo.
Gina jadeó sacando bruscamente los pequeños cascotes con fuego de su capa plateada y esquivando el fuego fue hacia las tazas que eran importantes para Kuzen, agarró la mitad de la única taza sobreviviente y salió antes de que el lugar explote.
Se dejó caer en la fría nieve y levantó su mirada hacia el cielo nocturno, deseando que Rio y Kuzen le den fuerzas para seguir adelante junto con Kaneki, esperando que el híbrido haya escapado junto con Hide y estén a salvo.
Sonrió con tristeza viendo la mitad de la taza y se paró al ver venir a Yomo junto con Touka hacia aquí, los miró sabiendo que éstos no habían notado su presencia y dejó la taza en lugar a la vista. Se puso la capucha y corrió alejándose de ahí.
Debía hacer algo importante antes de volver junto con sus compañeros y buscar alguna manera de pasar desapercibida ahora que la CCG podría saber cual era su rostro.
—Kuzen, espero que estés bien junto con tu esposa —sonrió Gina, ésta estaba arriba de una torre viendo a una estrella y miró hacia atrás, encontrándose con la persona que buscaba—. Es desagradable verte de nuevo, Kenji.
—Y a mi me da alegría verte de nuevo, hija.
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