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Veinticinco















CAPÍTULO 25: Únicos.













«¿Por qué no simplemente me rindo?» Se preguntó internamente la mujer de hebras plateadas observando las luces de la ciudad, se encontraba sentada en la punta de un enorme edificio balanceando sus pies desganadamente. «Oh, sí.» Asintió recordando y pasó su mano por su cuello, encontrando un punto que siempre le hacía recordar la asquerosa vida que le había dado su padre biológico.

Se acomodó su capa negra y un suspiro brotó de sus labios al sentir una presencia detrás suya, acomodó su máscara plateada en su rostro y se paró para posteriormente girarse  y ver con una expresión cansada a la persona.

—Hola, Uta-san —saludó caminando lentamente hacia el Ghoul, este solo asintió y dejó que la fémina se ubicara a un lado de él. Le tendió un ojo humano y la mujer solo negó con una pequeña sonrisa—. Sabes que no me alimento de eso.

—Lo sé, solo estaba haciendo un intento —respondió el pelinegro mirando la maravillosa vista que proporcionaba la altura en la que se encontraban—. ¿Por qué me citaste?

—Sé que has vuelto a tus andadas, Uta-san —le dijo encogiéndose de hombros para comenzar a caminar  la par del hombre—. Y quería saber si su próximo movimiento estaría involucrado con la CCG.

—Eres inteligente, Gina-chan. Sin embargo, no te lo puedo decir —dijo con simpleza el pelinegro deteniendo sus pasos para mirar con seriedad a la fémina—. No sé lo que buscas pero te digo que no será nada bueno.

El ojo libre de la señorita vio cansadamente a su acompañante, suspiró desganada y se sacó la capucha que cubría gran parte de su rostro.

—Necesito buscar al hombre que hizo esto, Uta-san —señaló su cuello. El muchacho confundido se acercó para revisar aquella zona y abrió levemente sus ojos al notar como varias  líneas finas de color negro se extendían por un orificio minúsculo—. Me lo hizo Kenji después de haber luchado con él en un edificio, debía arreglar ciertas cuentas con él pero todo empeoró de un momento para otro.

—¿Por qué me dices todo esto?

—Creo que él estará en el próximo movimiento que haga la CCG. Ya sabes, para recolectar sangre de Ghouls —se puso nuevamente la capucha y bostezó—. No sé que cosa me inyectó pero me estoy volviendo más débil.

—¿Débil? —no pudo negar que aquella respuesta le había sorprendido, conocía a esa mocosa desde hace varios años y siempre supo que podía igualarlo o hasta superarlo; y que ahora diga eso era preocupante—. Gina-chan, ¿qué harás al respecto?

—Debo averiguar si el estará en el próximo movimiento de la CCG para buscar respuestas a lo que me inyectó, porque si sigo así terminaré muriendo.

—¿Hace cuánto te inyectó eso?

—Hace más de dos años, después de aquel incidente de la CCG y Anteiku —exclamó la Ghoul Plateada caminando en dirección al barandal de protección que había en el sitio—. Primero pensé que mi escasa alimentación y la depresión me había vuelto débil, pero no, es la puta mierda que me inyectó.

—¿Y si es sangre?

—¿Sangre? —se volteó confundida la mujer, miró con extrañeza a su acompañante y este asintió levemente.

—Te ha hecho lo mismo hace unos años, cuando eras una bebé. Tal vez después de tantos años tu cuerpo no soportó que te inyecten más sangre de Ghouls, ya que tu cuerpo se acostumbró a la sangre inyectada hace unos años —informó Uta para llevar un ojo a su boca y comenzar a comerlo despreocupadamente—. Seguramente sea eso y te termines por morir.

—Si no me lo decías no me enteraba, genio —se burló la Ghoul cuando escuchó lo último y profirió un gruñido harta—. Joder, que mierda de vida me tocó.

—Ajá —asintió levemente el mayor y se acercó a la menor para agarrar con poca fuerza la mandíbula de la peli-plateada y sonrió—. Si quieres, puedo comerte antes de que mueras.

—Tú y tu canibalismo —se soltó del agarre. Retrocedió unos pasos y cerró sus ojos con una expresión cansada.

—Como me caes, mínimamente, bien; te diré nuestro siguiente movimiento. Pero...—hizo una pausa el pelinegro terminando de tragar el ojo humana y sonrió despreocupadamente a la mujer—... debes hacer una cosa antes por mi.

—¿El qué?

—Ser mi modelo, necesitas una máscara nueva —señaló con obviedad el hombre girándose para irse del sitio escuchando un agradecimiento provenir de la Ghoul, sonrió ligeramente ante eso y saltó del edifico.

La mujer solo sonrió y se giró soltando una exhalación, se dirigió tranquilamente a la orilla de la construcción y se sentó en la misma posición en la que estaba antes de que Uta llegara. Bajó su mirada de las luces para mirar una casa en particular. Sonrió, nuevamente, ante el pensamiento que se le vino la mente y soltó una risa baja.

«Parezco acosadora» Ese pensamiento había sido un vivo recuerdo de la primera vez que había ido a buscar a Kaneki e intentar a protegerlo.

Observó con detenimiento la casa y sus ojos brillaron al observar salir a Haise, estaba con una ropa común y corriente y eso la hacía sentir tan mal. No por la ropa, si no porque lo veía tan tranquilo y despreocupado sin saber que había una persona que lloró por él y que lo ama demasiado.

Sacó una lágrima que había bajado por su mejilla y se paró llamando la atención del hombre, quien había sentido una presencia que se le hacía familiar. Levantó su mirada del suelo y miró la terraza del edificio que estaba frente a él. Pudo visualizar entre la oscuridad una capa negra y una máscara plateada.

Es ella.

Abrió sus ojos al escuchar esa voz taladrar su mente y siguió observando a la persona, que al ver aquella mirada gris impactar en su anatomía se fue de ahí.

Déjame ir.

Necesito verla.

¡Déjame ir con ella, Haise!

«¿Quién es ella, Kaneki?» Se preguntó Haise sintiendo una presión en su pecho y sacudió su cabeza en un intento de sacar ese pensamiento de su mente, retrocedió varios pasos para entrar a la vivienda y una lágrima bajó por su pómulo izquierdo al escuchar nuevamente la voz de él, pero tan dolorosa que le fue imposible no sentir lo mismo que sentía él.

La persona que luchó y me protegió hasta los últimos minutos.

La persona que tanto quiero.

La persona que es única y que, junto conmigo, éramos únicos.

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