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Veinte








CAPÍTULO 20: Pelea












Los ojos violáceos de la Ghoul observaron la interacción que tenían Kaneki y Touka en el puente, su mirada violeta se encontraba sin aquel brillo y a pasos lentos se encaminó hacia el par de menores. Con su mano izquierda agarró el cuello de la peli-azul quien estaba por golpear al híbrido que estaba tirado en el piso.

—Touka-san, basta —ordenó cansada Gina y empujó a la menor—. Vete, ya hiciste suficiente.

La de cabellos azules soltó un gruñido saliendo del agarre de la de hebras plateadas para irse corriendo a la cafetería, la mayor al ver eso soltó un suspiro negando con su cabeza y le tendió una mano al híbrido para que se parase.

Gina le dedicó una sonrisa leve manteniendo sus labios en una fina línea y se giró para comenzar a caminar hacia donde se había ido la de ocelos azules, frunció sus cejas cuando sintió que una mano tomaba de su brazo y la giraba para chocar con el pecho del menor.

Levantó su mirada confundida y se soltó del agarre del chico.

—¿Qué sucede, Kaneki?

—¿Estás bien? —preguntó preocupado mirando los ojos violetas que portaba Gina y ésta asintió—. ¿Estás segura?

—Mis planes cada vez se desmoronan, ¿sabes? —soltó un resoplido la ghoul—. No estaba en mis planes el que aparecieras en mi camino, mucho menos que revivieras la escasa humanidad que tenía, tampoco estaba en mis planes que el maldito de mi padre haya puesto sus ojos en ti y menos el que no pudiera investigar más porque ya la CCG me tendría entre ceja y ceja.

Elevó sus manos rendida y apoyó su frente en el hombro de Kaneki, la mujer sentía que poco a poco su mentalidad estaba cansándose hasta al punto de no querer seguir maquinando o diciéndole que cosas deberían hacer para seguir adelante.

Seguir adelante.

Esa meta ahora se encontraba inalcanzable para la fémina pero seguía manteniendo la esperanza porque tenía a dos personas por la cual seguir luchando.

Kuzen, su padre, y Kaneki, el híbrido que comenzaba a querer.

—Solo, solo quédate unos minutos más.

—¿Por qué? —preguntó curioso Kaneki, sus manos se elevaron lentamente para después posarlas en la espalda de la fémina.

—Porque eres la persona que me da tranquilidad.

El híbrido sonrió ante esa respuesta y apoyó su mentón sobre el hombro de Gina, sus manos comenzaron a acariciar la espalda de la mujer y ésta pasó sus brazos por la cintura del hombre, afirmó más su agarre y soltó un suspiro.

Estaba teniendo el momento de paz que necesitaba, sabiendo que pronto terminaría ese sentimiento por lo que vendría.

—Touka... ¿terminaste de empacar? —preguntó Yomo haciendo que el cuerpo de Gina se tensase.

—¡Rayos! Me faltan unas cosas.

—Nosotros nos haremos cargo a partir de aquí —informó Irimi a Touka. 

La de cabellos plateados dejó las tazas de café vacías en la bandeja para después comenzar a lavarlas.

—Muchas gracias. Vamos, Hinami —la nombrada asintió con una sonrisa para después comenzar a seguir a la de cabellos azules.

Pasó el tiempo y Renji, Irimi junto con Gina subieron para informarle al Jefe que el lugar ya estaba limpio, ordenado y que los documentos habían sido eliminados.

—Gracias —Agradeció Kuzen para después, en muestra de agradecimiento, serviles una taza de café a cada uno—. Bien, adelante.

—¡Si! ¡Estuve esperando! —Renji fue el primero en hablar haciendo sonreír de lado a Gina, ésta asintió con su cabeza en modo de agradecimiento.

—Muchas gracias.

Los tres empleados tomaron a la vez el café preparado por el mayor y soltaron un suspiro de la satisfacción.

—Voy a extrañarlos... —Murmuró Kuzen mirando por la ventana, sus acompañantes lo miraron y la de cabellos plateados sonrió tristemente.

—Nosotros lo seguiremos hasta el final.

—O acaso está descontento con eso?

—A dónde usted vaya, yo lo seguiré, Oto-san.

Gina observó el reflejo de Kuzen en el cristal y se acercó hacia el hombre para darle una suave caricia en su brazo, diciéndole silenciosamente que ella estaría con el hasta el final.


Gina fue una de las últimas en salir, su cabello estaba atada como la última vez que ocurrió la hora plateada, al igual que la ropa que había usado. Su capa negra había sido removida por una plateada que había sido regalada por su padre, Kuzen.

Miraba desde arriba de un edificio como los Investigadores apuntaban sus armas hacia ella y sonrió de lado, no se puso su característica máscara, si no que dejó paso a que el kakuja tomara gran parte de su rostro.

Un gran trozo de color plateado tomó una parte del rostro de la fémina, la mitad de su nariz y sector derecho estaba cubierto por aquel material que poseían el kakuja de un ghoul carnivero. Sin embargo, el material tomó arriba del todo una forma de corona la cual rodeó toda su cabeza, reluciéndola a vista de todos. También, en la zona izquierda libre de kakuja dejó su ojo, que ya tenía su pupila roja y la esclerótica negra, ser vista por los investigadores y con un brillo amenazante en aquel ocelo.

 —¡Adelantaron la hora plateada! ¡Ahora, sean bienvenidos! —exclamó fuertemente la Ghoul Plateada hacia los agentes y de su espalda salieron cinco enormes colas que tenían afilados picos a sus costados, haciendo sorprender a los Investigadores, quienes habían supuesto que aquella ghoul solo tendría cuatro colas.

Y no sabían que ella podía hacer aparecer nueve colas.

Saltó en picada en dirección a los agentes para que en el aire dos alas salgan de su espalda y comiencen a disparar picos a gran parte de los Investigadores, éstos trataron de esconderse detrás de objetos grandes y otros dispararon rápidamente a la ghoul, quien esquivaba fácilmente las balas.

Aterrizó en el suelo y comenzó a golpear a las personas que venían hacia ella, de sus labios salió una sonrisa maniática y pronto se vio arrancando una cabeza con sus dientes.

Los sujetos que estaban alrededor miraron espantados el cuerpo sin cabeza de su compañera y varios dieron un paso hacia atrás con temor.

Agachó su cabeza riendo y la levantó para mostrar su ojo izquierdo al público.

—Deliciosa —dijo pasando su lengua por sus labios y saltó para seguir asesinando a las personas que vinieron a acabarla.

Los gestos y risas hacían que los sujetos restantes sintieran un temblor pasar por todo su cuerpo, Gina acabó con el segundo que quedaba y la sangre del sujeto salpicó gran parte de su rostro.

A pasos lentos se dirigió al último que quedaba y lo miró fijamente, aún mantenía esa sonrisa maniática y aquella hambre ebullecer en su interior, su ojo izquierdo observó cada detalle del humano y soltó un suspiro dejando de lado las ganas de comerse a ese humano.

—Hide, no deberías estar aquí —murmuró mirando a los costados la fémina y agarró del hombro del chico y lo llevó a un callejón—. Debes irte, este no es un lugar en el que deberías de estar.

—¿No me matarás por saber que eres una ghoul? —preguntó confundido el de cabellos anaranjados y Gina negó con su cabeza.

—Yo ya lo sabía, desde el momento en el que me di cuenta que no estabas tan inconsciente ese día y, a pesar de eso, me arriesgué a que supieras el secreto.

—No me mataste.

—No lo haré nunca, y no quiero que mueras aquí. Así que, vete —Ordenó la Ghoul observándolo por última vez y comenzar a correr hacia el lugar en donde estarían luchando sus compañeros.

—Eres la pareja perfecta para Kaneki —murmuró Hide observándola y sonrió para irse de ahí.


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