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Diecisiete









CAPÍTULO 17: Padre









La mujer de cabellos plateados miraban sin emoción alguna la mesa que estaba limpiando, borrando cada rastro de suciedad que haya en ésta. Su mente estaba en otra parte, haciéndola recordar el momento en el que Kaneki le confirmaba que se iba a ir.

Pero, también, el momento en el que ella se derrumbó frente a su amiga pelirroja.

Supo en ese instante que le iba a costar un montón olvidar a ese híbrido pero también el borrar cada rastro de sentimiento que comenzaba a desarrollar hacia el.

Su mirada violácea se clavó en Nishio quien se encontraba quejando sobre su espalda, soltó un resoplido ante su queja y siguió con su tarea.

—¿De qué te quejas estando tan joven? —preguntó la pelinegra llamada Irimi hacia el de cabellos anaranjados.

—Es verdad, Nishiki-kun —le siguió Enji agachado a un lado de unas cajas—. Me gustaría que fueras más como Hinami o Gina-san.

La última sonrió de lado al escuchar eso y se burló, en su interior, de Nishio.

—Koma-san, ¿puedo poner esto aquí? —preguntó apenas entrar Hinami con una planta entre sus brazos.

—Sí, está bien —alzó su pulgar Enji hacia la menor.

Desde su lugar, Gina podía escuchar como Nishio trataba de persuadir a Hinami sobre pedir un descanso y la menor le daba una respuesta negativa, para después pelear con el loro de la menor.

A pasos lentos, la peli-plateada se dirigió en donde se encontraba su padre y lo miró, al instante Kuzen supo que su hija estaba dolida por dentro y le sonrió para motivarla.

—¿Cómo estás de las heridas, Gina-chan? —preguntó el mayor del lugar hacia la de ocelos violetas y ésta solo se encogió de hombros.

— ñYa están sanando —formó una línea recta con sus labios y ayudó a su padre con las tazas—. ¿Te hicieron daño?

—Tranquila, Gina-chan, estoy perfecto —sonrió hacia la fémina y ésta asintió conforme con la respuesta—. Tu vas a cuidarlo, ¿verdad?

—No fallaré con mi promesa, oto-san —negó con una leve sonrisa la chica haciendo suspirar a su padre.

—Sabes que la CCG ya te está buscando, ¿verdad? —preguntó preocupado Kuzen a la menor y ésta asintió—. Debes tener cuidado con todo lo que hagas.

—Lo haré, no debes preocuparte —dijo para después irse del lugar en dirección a su departamento, necesitaba estar sola para organizar sus sentimientos y planes.

Sus pies descalzos tocaron el frío suelo y pronto sus rodillas tocaron lo mismo, apoyó las palmas de sus manos en el piso y sus ojos se bañaron en lágrimas. Le dolía no ver a ese Ghoul, esa persona  que hizo que la poca humanidad que tenía volviera pero con más fuerza, que los sentimientos que tenía guardado al fondo de su corazón volvieran a la luz y solo por él, por Kaneki.

Soltó un suspiro intentado ahuyentar las lágrimas y se paró decidida, su rostro cambió a uno serio y determinado; miró a un costado encontrándose la foto de su madre y fue a agarrarla.

—Lo cuidaré, madre. No te pude cuidar pero lo podré hacer con él —delineó con su dedo el rostro que portaba Rio, su madre, y la dejó en donde estaba—. Te cuidaré Kaneki.

Dijo mirando por la ventana y se fue al mueble en donde estaba una gran cantidad de libros, agarró uno y una puerta se abrió a un costado, dejó el libro en donde estaba y se adentró a la habitación.

Los ojos serios de la fémina recorrieron toda la información que había recolectado y tronó su dedo índice con su pulgar, para después agarrar una carpeta y comenzar a leerla.

A medida que leía, sus cejas se fruncían del enojo que estaba sintiendo. Tiró la carpeta a alguna parte del lugar con brusquedad y se sentó en la silla giratoria enojada.

—¿Qué estás tratando de hacer, padre?

Murmuró mirando la foto de su padre biológico que estaba pegada en una pizarra trasparente, tiró su cabeza hacia atrás cansada por los planes que tenía su padre en mente y recordó la jeringa rota que había sacado de su casa.

Se paró para buscar el objeto y cuando lo estuvo entre sus manos, trató de recordar si en los planes de su padre había tenido la intención de crear a un Ghoul parecido a ella o mucho más poderoso.

—No sé que estás tratando de hacer con Kaneki, Kenji —Le habló a la foto de su padre—. Pero, estoy segura que tendrás el mismo destino que mamá, sin embargo, con la diferencia de que yo te mataré.

Un hombre de cabellos plateados miraba con una sonrisa la foto de una niña, la cual tenía el mismo color de cabello de él y unos ojos violetas que heredó de Rio. Observó por última vez la foto para después alzar la carpeta que le había entregado un investigador de la CCG.

La Ghoul Plateada.

A medida que leía, su sonrisa se ensanchaba porque su creación se comenzaba a hacer más fuerte y pronto podría decir con orgullo que ella era su hija, pero primero, tenía que seguir el plan al pié de la letra.

Soltó una risa maniática cuando dejó de leer y quemó el archivo que le entregaron, no tenía que dejar que descubrieran que esa mujer era su hija.

No, porque su plan se echaría a perder.

Guardó la foto de su hija dentro de su bata y dio permiso a la persona detrás de la puerta para que pase, un hombre que casi toda la agencia conocía se adentró al laboratorio.

—Amon-kun, ¿qué te trae por aquí? —preguntó interesado Kenji al menor y éste hizo un saludo con su cabeza.

—La CCG quiere que hagas unos análisis superficiales de la Ghoul Plateada, apareció en el día que sucedió lo de Aogiri y los superiores quieren saber aún más de la Ghoul.

—Oh, es sorprendente eso —sonrió Kenji al solo pensar que su pequeña se estaba volviendo famosa—. ¿Mató a alguien?

—No, de hecho, sacó a varios de los investigadores de una zona antes del derrumbe; dijeron que ella solo los agarró y los sacó, que no había atentado contra la vida de ellos —informó Amon serio y por su mente pasó la posibilidad de que el Ghoul del parche esté involucrado con la Ghoul Plateada.

—¿Qué más hizo?

—No le puedo decir más, además, que yo recuerde usted no puede involucrarse tanto en el tema de los Ghouls por lo que hizo en su pasado —lo miró con los brazos cruzados el Investigador y el mayor hizo una mueca de molestia—. Espero pronto los análisis.

—Mocoso idiota —murmuró con enojo Kenji cuando salió el menor  y apretó sus puños—. No debiste salvar a esos imbéciles, Gina.

Le dijo a la foto que tenía de ella y la guardó nuevamente dentro de su bata para comenzar a hacer los análisis a base las pruebas que le entregaron horas antes.

Maratón 2/3

Yo soy de esas personas que se aburren fácilmente y buscan alguna cosa con que entretenerse, a parte soy perfeccionista y eso es una desventaja para cuando escribo o pinto.

¿Y ustedes?

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