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Capítulo 8: Nuestra noche.

—Lo sentimos caballero, pero por el momento estamos cerr...

—Jefa. —Interrumpió Bon Hwa de inmediato. Analicé su expresión y su cara me decía que tal vez, él sabía de quien se trataba. La mujer lo miró confundida. —Por alguna razón, su rostro me resulta familiar, pero no estoy seguro en donde lo he visto.

—Yo creo que te estás confundiendo. —Reí un poco nerviosa. Al decir lo anterior, tenía la esperanza de que desapareciera todo tipo de relación con el hombre ya que, empezaba a sentir como la angustia se apoderaba de mis manos al imaginar que el tema del contrato saliera en medio de la conversación. Simplemente, no quería que nadie lo supiera. —Se nota a simple vista que él no es de por aquí, tan solo vean su ropa y su calzado. —Ambas personas lo volvieron a mirar "disimuladamente" —De seguro esas prendas deben de costar mucho dinero, les apuesto que ni juntando nuestros salarios seríamos capaz de comprar todo lo que lleva puesto.

—¡Mi Suk! —Sonó molesta, por mi parte solo sonreí avergonzada. —Creo que he sido bastante justa con sus pagos, o es que... ¿Tienes algún problema con eso?

—No es el momento de discutir, y si lo van a hacer lo único que van a provocar es que ese hombre se vaya y nos tachen como un pésimo restaurante. —El chico interfirió, su tono de voz era mucho más dominante, por lo que ambas guardamos silencio. —Tengo la teoría de que él esté trabajando para la mafia.

—¿La mafia? —Jae Soon sorprendida, gritó. Rápidamente cubrí sus labios mientras que, de fondo se lograba escuchar como Bon Hwa maldecía en bajo. Sabíamos que nuestra jefa nos había metido en problemas porque lo más seguro era que Young Soo nos había escuchado.

—Por favor... —Suplicó el contrario. —Para la próxima tiene que ser más sutil, ¿qué tal si su gente se mete al local y termina con la vida de todos al saber que hemos descifrado sus raíces?

En ese instante parecía que los ojos de la mayor se iban a salir de sus orbitas en los próximos minutos. Todos presenciábamos como su respiración aumentaba con cada segundo que transcurría, sentía como el sudor bajaba lentamente sobre mi frente al saber que las cosas se estaban saliendo de control gracias a especulaciones que solo sucedian en las peliculas. 

—Bon Hwa, deja de decir estupideces que lo único que estás provocando es que nuestra jefa se le bajé la presión. Es imposible que ese hombre sea mafioso al haber hecho un simple análisis de su vestimenta.

—¿Entonces qué? ¿Se trata de un millonario que por casualidad de la vida llegó a nuestro restaurante a pedir algo de nuestro menú? Teniendo a tanta gente trabajando para él crees que llego aquí porque deseaba comer una pieza de pollo. Todos los días debe de comer platillos de alta calidad, es estúpido que alguien como él este frente a nosotros.

—Es humano, tiene pies y cerebro para ser capaz de venir aquí y desear todo lo que él quiera del menú. El hecho de tener dinero no significa que no pueda darse el gusto de comer pollo frito.

—Está bien, está bien. —Mencionó Jae Soon mientras retiraba mi mano. —Sea quien sea, es un cliente más y tenemos que atenderlo.

—El letrero dice cerrado y no está bien que una persona como él se sienta con el derecho de romper las reglas. Él pagará lo que es justo y Bon Hwa y yo tendremos que trabajar horas extras, estamos cansados y mañana en la mañana tenemos cosas que hacer.

Tras esto, el chico asintió.

—Si es el tema de las horas extras el origen de toda esta discusión me lo hubieran dicho antes... —Se escuchó molesta, pero también cansada de nuestra actitud infantil. —Bon Hwa... —Este se apuntó un tanto sorprendido. —Termina de hacer tus últimas tareas y encárgate de la bolsa negra que está frente al mostrado, Mi Suk... —Esta vez me miró. —Toma el pedido el hombre y házmela saber, cuando hayan terminado se pueden retirar. Yo me encargaré de él y después me ocuparé de cerrar el restaurante.

—Jefa... —Bon Hwa habló.

—Dejen de hablar y trabajen, el cliente ha esperado por mucho tiempo y lo más seguro es que esté enfadado por no atenderlo como se debe.

Tras esto, el cuerpo de la mayor se movió hacia la cocina con bastante enojo. Cuando hice contacto visual con Bon Hwa, este se encogió los hombros y tomó la bolsa de la basura para desaparecer por una de las puertas traseras del local. Ahora, estaba sola con Young Soo.

—¿No vas a tomar mi orden? Tengo mucha hambre.

Apreté los dientes e intenté respirar hondo, tenía que sonreír y ser amable con él, como si solo se tratara de un cliente más, pero el hecho de pensar que solo vino hasta aquí con el posible propósito de burlarse de mi situación no me traía nada contenta. Así que, de mala gana me le acerqué y adorné mi rostro con una sonrisa hipócrita.

—¿Seguro que ya se ha decidido? No le gustaría ver nuestro menú.

—No gracias, creo que me dieron el tiempo suficiente como para leer el menú desde las pantallas, a pesar de que sea un local un tanto pequeño sí que tienen una gran variedad de presentaciones. Me gusta eso.

—Me alegra escuchar eso. —Volví a sonreír forzosamente. —La próxima vez no olvide invitar a sus compañeros de trabajo para que también puedan disfrutar de nuestros maravillosos platillos.

Young Soo me miró con detenimiento y de sus labios salió una risa burlesca, por mi parte me moví incomoda y mis mejillas se relajaron un poco, provocando que mi hermoso gesto se convirtiera en una desagradable mueca.

—¿Qué es lo gracioso?

—No tienes que sonreír como una psicópata, no es necesario que te fuerces frente a mí.

Mi rostro se relajó y aclaré mi garganta, de seguro me veía como una idiota y aquel hombre se estaba aprovechando de mi incomodidad para hacer chistes estúpidos.

—Lo siento, solo intenté ser amable dentro de mi área de trabajo. Es un requerimiento importante. Entonces... —Tomé el bolígrafo junto con la pequeña libreta, preparada para escribir. —¿Qué desea ordenar?

—Tráeme lo que quieras.

—¿Qué? —pregunté decepcionada. —¿No que ya había visto el menú?

—Todo se ve bien, pero no es algo que me llame mucho la atención, así que... —Volvió a sonreír. —Quiero que me traigas lo que más te gusta, quizás, podrías optar por el platillo que más te guste o el que los clientes piden con más frecuencia.

—Por mi le daría las sobras... —Murmuré algo molesta, sin tener en consideración que el hombre se encontraba a escasos centímetros de mí. —Espere aquí, iré a ver qué es lo que nos queda.

Y sin dejar que Young Soo dijera algo más me dirigí a la cocina con la única intención de informarle a mi jefa sobre la petición inesperada de nuestro nuevo cliente, entre pequeñas líneas de conversación y un poco de actividad culinaria logramos preparar uno de los combos más pedidos en las últimas semanas. Mi estomago rugió al recordar que en todo el día no he probado un solo bocado y las ganas de robar una de las piezas de pollo se estaba intensificando, sin embargo, negué con la cabeza para desaparecer cualquier pensamiento erróneo.

Si seguía permaneciendo en la cocina con la excusa de ver que más le puedo agregar a la charola, la hora de salida se intensificaría porque no quería que Jae Soon se quedara totalmente sola y además, el hecho de tener que ver por más tiempo a ese hombre no era una idea que me agradara en el momento, entonces, tomé todo lo que pude y me dirigí rápidamente a la mesa, dejando con cuidando cada una de las cosas hasta que la bandeja quedo completamente vacía.

—Espero que disfrute de su comida, señor.

Hice una pequeña reverencia y antes de girarme sobre mis talones lo escuché hablar.

—Pensé que en este lugar daban la opción de que la comida sea a domicilio.

¿Domicilio? ¿Pero de qué demonios está hablando?

—No me diga que... ¿Y por qué no me lo dijo?

—¿Como iba a hacer eso si casi te fuiste corriendo? Ni siquiera me diste la oportunidad de terminar con mi pedido, es una lástima que en un lugar como este traten así a sus clientes.

—¿Cómo es que los tratamos? —La voz de Jae Soon apareció detrás de mi e inmediatamente la miré con una expresión de súplica. Agradecía de que hubiese aparecido en el momento indicado o si no, sentiría como mi paciencia desapareceria poco a poco de mi persona.

—Solo... fue un error mío —comenté con la intención de detener todo esto. A estas alturas, no quería crear más retrasos ya que, mi cuerpo suplicaba un merecido descanso. —El caballero deseaba llevar su pollo para llevar, pero fui descuidada y no lo escuché.

—En ese caso, yo lo empaco, ha esperado mucho tiempo y me imagino que trae apuro. —Su expresión era totalmente diferente a la mía, su amabilidad era cierta y no un producto de la hipocresía. La razón de verla así, provocaba que mi corazón de derritiera ante la ternura. —Mi Suk, dame la charola, yo me encargaré de esto.

—No hace falta, puedo hacerlo. Seré rápida.

Jae Son sonrió y me agradeció a través de la mirada. Mientras me dirigía a la cocina y empezaba a empacar la comida a la velocidad de la luz lograba percibir algunos murmuros provenientes del salón, no entendía de que estaban hablando, pero parecía ser que mi jefa estaba pasando un rato agradable puesto que. mi piel se erizaba cada vez que percibía sus delicadas carcajadas. Tal vez, no había algún motivo por el cual reírse y ella solo lo hacía para distraer al hombre y que este no se enfadara ante un servicio prolongado.

Eché unas ultimas cosas y volví con ellos. Ahora, la bolsa de plástico amarilla se encontraba sobre la mesa en espera de ser tomada por su nuevo dueño.

—Serían 15,000 wones. Por el momento no aceptamos pagos con tarjeta, una disculpa por el inconveniente.

—¡¿15,000?! —Jae Soon expresó sorprendida. —¿Qué parte del menú dice eso?

—Es un costo extra por haber llegado cuando ya estábamos cerrados.

—¿Pero de que hablas? —Rió, haciéndola ver más nerviosa. —Deja de decir tonterías, él es un cliente muy especial, no está bien que bromees de esta forma y mucho menos si se trata de temas como el dinero.

—No se preocupe, puedo pagarlo. ¿15,000, cierto? —Mencionó mientras buscaba en uno de sus bolsillos delanteros del pantalón.

—Ahora son 20... —Rápidamente sentí como la cálida mano de mi jefa se posó sobre mis labios, impidiendo que terminara de formular mi frase.

Sin embargo, el hombre ni siquiera se había percatado de mis intenciones ya que su prioridad era seguir buscando en sus bolsillos interiores, muy desesperado, por cierto. Luego de algunos segundos, sin mucho éxito, soltó un quejido de frustración.

—Olvidé mi billetera...

—Oh. —exclamó la mujer sorprendida. —No se preocupe caballero, por esta vez la casa invita. Solo espero verlo una segunda vez para que me diga lo que le pareció nuestro platillo estrella.

—Y-yo... discúlpeme, no podría... —Es vez, se escuchaba tan apenado que sus mejillas parecían como un par de tomates frescos. Brindando una perfecta imagen de un niño que no rompe ni un plato.

—No puede irse de aquí sin haber pagado, si no tiene dinero tendrá que ocuparse de la cocina porque aún queda mucho que limpiar.

—Mi Suk.

—Jefa, escuche, ¿qué tal si se trata de una farsa y él resulta ser una persona insignificante? Es obvio que se está aprovechando de la situación de dos señoritas que se ganan su propio dinero con el sudor de la frente.

—¡Mi Suk! —Esta vez, sonó más enfadada. El semblante al que solía estar acostumbrada había sido intercambiado por su contraparte y ahora, comenzaba a sentir como mis piernas empezaban a flaquear ante el miedo. —Es hora de que te vayas a casa, si tanto te molestar estar aquí es mejor que te detengas con sus obras teatrales y reflexiones sobre tus actos.

—Pero...

—Ve por tus cosas, mañana te quiero puntual.

Intenté decir otra cosa más, pero la espalda de Jae Soon me dio indicio de que lo mejor sería permanecer en silencio. Comenzaba a sentirme frustrada al no ser capaz de defenderme, pero en un rincón de mi conciencia empezaba a entender su molestia y que no era gratificante el hecho de ser una grosera frente a un hombre que al final de todo, era un cliente más para la mujer.

—Una disculpa por lo anterior, espero que no vuelva a suceder. —Jae Soon le sonrió y el hombre le regreso el gesto seguido de una pequeña reverencia ante su agradecimiento. Luego, el mayor se retiró del lugar.

Frustrada de la situación, me dirigí a la parte trasera de la cocina para recoger mis cosas. Estaba claro que en ese momento no me interesaba iniciar alguna conversación, así que, sin mirar a mis costados caminé de prisa hacia la salida cuando mis manos habían tomado mi bolso. La campañilla volvió a sonar y cuando la mitad de mi cuerpo acaparaba el exterior del local, me detuve de golpe al ver cómo el hombre permanecía de pie frente a mí. Permitiéndome ver cómo su vestimenta superior se acomodaba perfectamente sobre sus hombros.

Sin más, aclaré mi garganta y caminé silenciosamente hacia la orilla de la banqueta, justo en donde la punta de sus zapatos rozaba con el borde de esta. Aunque la distancia entre nosotros era considerable, el ambiente era incómodo por la discusión de hace un rato.

—Creo que no hay nada más que decirnos. —Mencioné luego de algunos segundos en silencio. De pronto, sentí como su mirada estaba puesta en mí, provocando que un pequeño ataque de nervios comenzara a recorrer cada parte de mi cuerpo. —Estaré al pendiente de mi celular en caso de que me necesite, así que... —realicé una pequeña reverencia sin siquiera mirarlo. —Lo veré después.

—Espera un momento.

Mi cuerpo volvió a tensarse ante su respuesta inesperada. Lentamente, me giré sobre mis talones y lo miré con mucha pena percatándome que su semblante era diferente a lo que estaba acostumbrada y eso, me confundía un poco.

—¿Sí?

—Podrías... prestarme algo de dinero

—¿Qué? —dije confundida. Parecía estar avergonzado, ya que había desviado la mirada y rascaba la parte posterior de su cuello. Su voz, también empezó a temblar. —¿Por qué le prestaría dinero? ¿No se supone que tiene el dinero suficiente como para pedirme?

—Es algo estúpido para contar. —Acomodó sus anteojos para después, regresar su mirada hacia mí. El brillo del cristal comenzaba a cegarme gracias a la iluminación pública. —Solo, necesito dinero para regresar.

—¿Qué hay de su chofer?

—¿Lo ves cerca de aquí? —Preguntó sarcástico.

Mis ojos recorrieron toda la calle principal, prestando atención en cada automóvil que estuviera estacionado. Con la esperanza de encontrar el indicado caí en cuenta que las palabras del hombre me estaban dirigiendo a una verdad que no deseaba aceptar, entonces, mis manos empezaron a sudar al entrar en una pequeña crisis de ansiedad.

—Es que... Y-yo... —dije avergonzada. Quería que la tierra me tragaste antes de mencionar una de las confesiones más vergonzosas de mi vida y nadie más sabía que sería aún peor cuando lo dijera frente a un hombre de poder. —No tengo dinero...

El silencio volvió a ser parte de nosotros, aunque mis ojos se desviaron de su rostro al no soportar la pena, lograba sentir como mi cuerpo se tensaba cada segundo que recorría las manecillas del reloj. Posiblemente, en estos momentos, Young Soo se estaba riendo internamente al no creer escuchar una declaración tan estúpida.

—Entonces... —Tan pronto mi atención volvió a su persona. —¿Cómo regresas a casa?

—Uso mi bicicleta, además de ser un medio de transporte económico, no contamina y es muy beneficioso para la salud.

—Oh, claro. Había olvidado que la razón por la cual entraste a mi empresa e hiciste un gran escándalo fue porque querías recuperarla.

—Aunque no lo crea, tiene un gran valor sentimental para mí, es por eso que mi actitud fue grosera frente a sus empleados y bueno, tengo que reconocer que también fui maleducada con usted.

El chico no dijo nada más y simplemente regresó a su posición inicial, como si el rumbo de nuestra conversación ya no fuera de su interés, pero de pronto, esa idea de esfumó de mi cabeza al notar como su expresión cambiaba a una de preocupación, dándome a entender nuevamente en la situación en la que se encontraba. Mi cerebro pensó en varias alternativas y aunque sonara como una broma, al parecer era una de las pocas opciones que le quedaban.

—Puedo ayudarlo a regresar a casa, pero no creo que le guste mi idea.

Y tan pronto hable, volvió a interesarse en nuestra charla.

💸

—Bien, mientras usted espera aquí, yo entraré a mi habitación para tomar un poco de dinero y le llamaré a un taxi, porque a pesar de la hora no creo que encuentre uno fácilmente. Por tanto, a pesar de que esté aquí afuera le voy a pedir que no haga ruido, no sé mueva y si es posible, no respire porque la madera de este lugar suena hasta cuándo una hormiga camina sobre ella, ¿me entendió? —susurré en medio de un ambiente silencioso y temeroso debido a la hora de la noche.

Young Soo simplemente asintió y se bajó de la bicicleta con cuidado, eliminando la evidencia de que hace unos minutos fue el copiloto. El objeto se deslizo fácilmente sobre la tierra y un par de perros comenzaron a ladrar al detectar actividad sospechosa.

Rápidamente apreté los ojos e hice una seña sobre mis labios, en un intento de regaño silencioso. Escuché como el hombre se disculpaba un par de veces y después, señalaba la entrada un tanto insistente ante la necesidad de regresar con los suyos. No obstante, en medio de nuestra pequeña pelea silenciosa, las expresiones de ambos se transformaron a una de pánico cuando el sonido de la puerta nos agarró por sorpresa. La mujer parecía haber despertado no hace más de tres minutos.

—¿Qué creen que están haciendo ahí? ¿No ven la hora que es? Es muy tarde. —exclamó luego de haber bostezado. A pesar que su cabello era demasiado corto y, además, rizado, la risa interna me carcomía la cabeza al asemejar su aspecto como el pelaje del rey león. —Vamos, entren, antes de que alguna de las vecinas los vea.

Sin decir alguna palabra, ambos nos miramos un tanto desconcertados y la seguimos hasta la cocina, ya en ella, la mujer tomó un vaso de cristal para llenarlo con bastante agua y beberlo con rapidez. Tal como si no se hubiera hidratado en semanas, o más bien, en necesidad de aliviar una sed incontrolable por culpa de algunos tragos.

Y esto último lo confirme cuando mi nariz empezó a detectar un olor tan peculiar, el olor a la miseria en la que se sumergía mi madre alrededor de tres a cuatro veces por semana. Fue cuando entendí su comportamiento y por qué no se asemejaba como el de la última vez.

—¿Qué hora es? —Preguntó en un intento de abrir correctamente los ojos, ya que al parecer la luz artificial era la suficientemente potente para que sus globos oculares quemaran. Mi expresión se transformó a una de confusión al haber recordado que hace unos segundos nos había dicho que era "muy tarde"

—No lo sé, tal vez pasen de las diez.

—Puedo saber, ¿porque un hombre como el señor Won se encuentra en mi casa a estas horas?

Rápidamente mi rostro se puso caliente al no saber que contestar. Lo miré lo suficientemente nerviosa como para que él entendiera a la primera.

—Discúlpeme por el atrevimiento señora Kim, no era mi intención ocasionar problemas.

—¿Qué dices? Deja de decir boberías y vete de una vez, de seguro debes de estar muy cansado. Al final de todo, eres un hombre de negocios. —Rió sin ganas. —Firmas contratos todos los días, te aseguras de que todos los departamentos presenten avances y das aprobación sobre cambios e ideas. Tu cerebro debe de estar fastidiado, hijo. Con solo imaginar todo lo que debes de hacer me empieza a doler la cabeza.

—Bueno, lo que pasa es que el señor Won tuvo un pequeño problema, en pocas palabras, es una historia larga. —Volví a reír. —Pero lo solucionaré, lo juro, ahora mismo llamaré un taxi y...

—¿Un qué? —Interrumpió de inmediato mientras que su cuerpo se levantaba bruscamente, mis piernas reaccionaron un poco y retrocedí ante la sorpresa. —¿Estás loca? Es muy tarde para que el señor Won se vaya solo, que tal si alguien lo quiere secuestrar y robar, o algo mucho peor, que lo asesinen.

—Señora, yo... —Esta vez, el hombre habló temeroso.

—Mamá, estamos de acuerdo que no se encuentra en las condiciones adecuadas como para dar su punto de opinión. Hace unos segundos le dijo a Young Soo que se fuera y ahora, transforma sus palabras para mencionar que es muy tarde para que se vaya solo. No logro entender lo que quiere decir, así que, lo mejor sería...

—Que por esta noche se quede a dormir y mañana temprano, se le pide un taxi, se va y ya —dijo gustosa. —Y como tenemos a un invitado estrella, lo mejor sería que el señor Won se quede a dormir en tu habitación.

—¡¿Qué?!

HyunJack.

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