Capítulo 3: W.Y.S
"Mi Suk"
—¡Mi Suk, si no te apuras volverás a llegar tarde!
Seguí cepillando mi cabello frente al espejo, recordando una vez más lo que había acontecido aquella noche.
Luego de un día intenso de trabajo llegué a casa. Estaba feliz de platicarle a mi madre sobre el esfuerzo que había hecho, y, sobre todo, quería ver su reacción cuando se diera cuenta que había llevado pollo frito para celebrar. Sin embargo, mis pasos se acortaron y la sonrisa que llevaba en el rostro fue desapareciendo poco a poco cuando me encontré con esa imagen.
Ya era de noche, pero gracias al alumbrado público logré ver lo que en muchas ocasiones llegó a reproducirse dentro de mi cabeza.
—¡Mi Suk! —La puerta se abrió de golpe, permitiéndome ver a través del cristal el duro reflejo de mi madre. —Estoy cansada de que esto sea lo mismo, al parecer ya no te importa llegar tarde a cualquier sitio.
—¿Y desde cuando se preocupa de que llegue tarde a mi empleo? —Pregunté. Mis manos se movieron con rapidez sobre el pequeño tocador, guardando algunos artículos de maquillaje en mi cosmetiquera.
—Siempre me preocupo por ti, aunque no lo creas, siempre voy detrás tuyo.
¿Y por qué sentía que eso no era cierto?
—Acaso... ¿está siendo amable para tener el camino fácil? ¿usted cree que me siento feliz porque al fin encontró un nuevo amorío?
Los brazos de mi madre rodeaban el cuello del hombre mientras que este la abrazaba por la cintura. Ambos, dándose un beso romántico bajo el cielo estrellado.
—Eso no te debería de importar, es mi vida y yo sé cómo manejarla.
Mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas gracias a que el recuerdo de mi padre había llegado a mi memoria, nunca imaginé que su partida nos afectaría tanto. En muchas ocasiones había visto en películas que las personas luchaban por seguir adelante junto al apoyo de familiares y amigos, en el caso de nosotras, eso no era posible ya que cada día que pasaba nos distanciábamos más.
—¿Y qué hay de papá?
Su expresión había cambiado rápidamente, la tristeza de mi madre era única ante el recuerdo de mi padre. A pesar de todos los años que hemos vivido con su ausencia sabía que esa herida nunca ha sido cerrada y tal vez, nunca llegaría a sanar.
—Él fue un gran hombre, lo quise bastante, era como si... —Un suspiro salió de sus labios, sentía como su garganta se cerraba, producto de las lágrimas que comenzaban a caer. —Fuera mi alma gemela, ya sabes... como todos dicen por ahí.
No podía continuar con esto, no quería que mi madre me viera en un momento tan vulnerable, al convertirnos en las personas que actualmente somos ya me había acostumbrado a no mostrar esta terrible fase ante ella, así que, rápidamente desvíe la mirada hacia el suelo, esperando a que ella siguiera hablando.
—¿No crees que ya es momento de ser felices? Todos estos años me he sentido sola y yo... merezco esto Mi Suk. Necesito que alguien más me ame.
—¿Acaso mi amor no es suficiente? —Solté con enfado, mi labio inferior temblaba y mis manos se habían convertido en un par de puños. Dolía demasiado, sentía como mi pecho ardía al saber que no era suficiente para ella. —¿Por qué no somos capaces de apoyarnos? ¿Por qué prefiere a ese hombre antes que a mí?
—Solo quiero que tengas a un padre... a esa figura paterna que te ha hecho falta por todos estos años.
—Yo no necesito a nadie más... Yo la necesito a usted. Necesito a mi mamá, a esa mujer que también se fue el día que mi padre falleció.
Me puse de pie mientras limpiaba algunas lágrimas, mis movimientos no se detenían, el hecho de ordenar la habitación a la velocidad de la luz me estaba dejando en ridículo delante de la mayor. Sin esperar más, noté como la mochila se encontraba desde una de las puertas del closet (la analicé una vez más). Claramente se mostraba una tela delgada y oscura.
Así que, en un microsegundo, aquellos recuerdos sobre esas noches en las que me encontraba sola en mi habitación, cosiendo cada uno de los parches mientras que mis dedos se encontraban ensangrentados provocaron que algo dentro de mí se moviera.
—Volveré más tarde —mencioné casi en un susurro. Tomando mi bolso con fuerza. —Si saldrá por la noche, por favor, no dude en avisarme.
Y sin más desaparecí de la habitación, mis pies se movieron con velocidad al mirar la hora en el reloj de madera. Tal vez, ese apuro no solo era generado por el problema de llegar tarde sino también por las inmensas ganas de desaparecer de la vista de mi madre, el solo hecho de verla a los ojos lograba hacer que mis tripas se retorcieran.
Retiré la cadena de la bicicleta y subí rápidamente en ella, intentaba pensar en cualquier cosa con el fin de alejar la terrible experiencia que mi cuerpo estaba experimentando. No quería sentirme mal mientras me encontrara en mis horas de trabajo, a este punto, no podía permitir que mi rendimiento saliera más afectado de lo que ya estaba.
La velocidad en la que iba era moderada, siendo un lunes tan temprano era de esperarse que la ciudad estuviera en su pico más alto en cuestión de tráfico, por suerte, no tenía que preocuparme por usar el autobús o tan siquiera un taxi ya que al manejar una bicicleta me brindaba muchísima ventaja para llegar a la hora indicada.
Mis ojos aún aportaban una que otra lágrima, mi garganta se sentía seca y lograba sentir como mis piernas perdían energía al pedalear. No quería ir a trabajar, pero tampoco deseaba estar con mi mamá bajo el mismo techo.
Mi nerviosismo comenzaba a crecer cada vez que prestaba atención a mi alrededor, tal vez siendo un producto de mi imaginación empezaba a pensar que todas las personas me miraban con cierta lástima, como si por medio de la mirada me reflejaran la pena que sentían por mi persona. No me gustaba la sensación que estaba experimentando, la necesidad de huir de todo me estaba carcomiendo la cabeza, así que sin dudarlo giré en una de las calles a toda velocidad sin darme a la precaución de que un automóvil venía en mi dirección.
Mi expresión de asombro no tardo en aparecer mientras que mis manos apretaban las manillas, lograba sentir el dolor entre mis articulaciones al momento en el que la bocina del vehículo comenzaba a sonar insistentemente. No sabía si en ese instante iba a morir o tal vez despertaría sobre la cama de un hospital, pero de lo que sí estoy segura es que el grito que lograba salir de mi boca provoco que mi cuerpo conectara con mi cerebro.
Mis ojos se cerraron con fuerza cuando decidí cambiar de dirección, provocando que perdiera el equilibrio y cayera sobre mi brazo derecho. Escuché a lo lejos como mi bicicleta era golpeada sobre el pavimento tras haber presenciado el rechinido de las llantas, rodeé un par de veces y cuando me percaté de hasta que distancia había recorrido, un par de quejidos lograban escucharse a un bajo volumen. Todo a mi alrededor daba vueltas y el olor a polvo sobre mi ropa no permitía que respirara con normalidad.
El dolor en mis extremidades y abdomen era terrible, mis manos se encontraban sucias, rasposas y con rastro de sangre fresca. Mi cabeza había recibido un par de golpes y lograba sentir como un líquido caliente bajaba lentamente por mi frente, ¿cómo era posible que hace unos minutos estuviera quejándome de las acciones de mi madre y ahora me encontrara en esta situación tan dolorosa y a la vez vergonzosa?
Quería que la Tierra me tragase.
—¡Dios mío! —Escuché a lo lejos. Luego la puerta de un automóvil fue azotada con fuerza para después, presenciar algunos pasos apresurados hacia mi dirección. —¡Señorita! ¿Se encuentra bien? No fue mi intención lastimarla, pero es que usted se metió en un carril que va en sentido contr....
—Fue mi culpa, lo sé. —Interrumpí. —Ando un poco ocupada y por querer tomar el camino más rápido no preste la suficiente atención, una disculpa por ocasionar problemas. —Reí nerviosa, sin embargo, la acción no duro por mucho tiempo ya que un pequeño quejido salió de mis labios.
Mientras que el hombre no paraba de examinarme con el único propósito de ayudar sin que sintiera alguna molestia, el sonido de otro par de pisadas logró que mi cuerpo se congelara de inmediato, el miedo comenzó a inundarme al imaginar que las personas ya sabían del terrible accidente y que posiblemente estaban preparados para sacar sus celulares para filmar el trágico suceso.
Intenté ponerme de pie por mi propia cuenta, no obstante, mi acción quedó a medio camino cuando un par de zapatos oscuros y brillantes se posaron frente a mí. Un pantalón de vestir muy bien planchado hacia juego con el color del calzado, parecía ser de una tela bastante costosa, tal vez, el hombre que se encontraba frente a mí era alguien de una clase social alta. Tras este pensamiento no pude evitar que mi frente se arrugara mientras sentía como la vergüenza recorría mis venas.
Mi cabeza fue subiendo poco a poco, la curiosidad que sentía por saber quién era la persona que aportaba ropa tan elegante y zapatillas que costaban más que un semestre en la universidad provocaba que mi corazón latiera con bastante fuerza. Mi boca se sentía seca y las ganas de llorar comenzaba a verse reflejado.
Y entonces... Lo vi. Lo vi como en mi sueño.
Su rostro era iluminado por los mismos ángeles, dándole un toque de misterio y a la vez de hermosura. Fue como si en ese preciso momento escuchara a un gran coro de arcángeles, deleitándome con sus preciosas voces mientras que el hombre no dejaba de mirarme desde la altura. Desconocía cuanto tiempo llevaba en esa posición hasta que un terrible ardor comenzaba a ejercer sobre mis ojos, así que los cerré de inmediato mientras bajaba mi cabeza una vez. Deje escapar otro quejido de dolor.
—Jefe, creo que es necesario llevarla al hospital, no creo que pueda mantenerse de pie por mucho tiempo. —Se escuchaba preocupado y nervioso, era extraño escuchar a una persona así cuando las únicas personas que se preocupaban por mi eran pocas. Además, estaba segura de que mi condición solo me iba a afectar por unas horas, no entendía la necesidad de llevarme a un hospital.
—Señorita, ¿cree que es capaz de levantarse? —Fue ahí cuando escuché sus primeras palabras, el tono que estaba usando hacia mí era tan delicado y dulce, provocando que me volviera a congelar sobre mi lugar.
—Supongo que sí. —Volví a reír nerviosa. —Pero tal vez necesite algo de ayuda...
Esto último lo dije casi susurrando ya que la pena que estaba experimentando estaba alcanzando niveles muy altos, niveles que nunca creí volver a experimentar.
En eso sentí como unos grandes brazos rodeaban mi cuerpo con la única intención de cargarme, un pequeño grito salió de mis labios ante tal sorpresa, fue como si el dolor que emanaba mi cuerpo hubiera desaparecido al encontrarme con su cercano rostro.
Mandíbula marcada, ojos pequeños y rasgados, nariz puntiaguda, piel blanca, labios pomposos y rosados, cabello oscuro, cejas rectas y, por último, unas gafas. En conjunto lograba crear una magnifica armonía al lado de una expresión seria.
Me sentía como en un cuento de hadas cuando el príncipe azul toma entre sus brazos a su princesa y se van a su reino para crear una vida con armonía, sin embargo, esa ilusión desapareció cuando el hombre me introdujo en su vehículo. Mis cejas se juntaron ante la molestia y comencé a renegar, no obstante, mi cuerpo se quedó congelado al ver como tomaba una pequeña tela (que provenía de su bolsillo) y lo colocaba gentilmente sobre mi frente.
Automáticamente agarré el pañuelo mientras que él cerraba la puerta frente a mis ojos. En estos momentos no tenía intención de crear otro circo tras haber presenciado una acción tan inesperada. Seguramente me veía como una niña recién regañada por su padre, tan callada y sin realizar algún movimiento que ocasionara alguna mirada intimidante.
—Llévala al hospital y paga la cuenta. —En eso vi como de su billetera sacaba una tarjeta negra y se la entregaba a lo que parecía ser al chofer.
—Pero, señor... —Miró el objeto con preocupación. —En unos minutos tiene una reunión, su asistente me dijo que era muy importante y que por eso debía calcular mi tiempo. No puede llegar tarde.
—No te preocupes, tomaré un taxi.
—¿Y la bicicleta? ¿qué hago con ella? —Preguntó rápidamente. —Creo que es algo grande para meterla a la cajuela.
—Yo me encargaré de eso.
Un pequeño suspiró logró salir de sus labios mientras que su mirada transmitía una pizca de preocupación. —Está bien, confió de que llegara a tiempo a su reunión. Mucha suerte.
En eso, el chofer se subió inmediatamente y giró la llave para encender el motor, mientras avanzábamos no pude negar que la curiosidad me estaba molestando, así que como pude, giré mi cuerpo para ver cómo nos íbamos alejando de la silueta del hombre. No sabía cómo era posible que de un segundo a otro me encontrara en una situación que nunca me hubiera imaginado, pero por lo menos mi corazón confiaba que algún día le agradecería por todo lo que hizo.
💸
—¡Mi Suk! —Escuché a la lejanía. Mi mirada se dirigió hacia la entrada del cuarto para ver como mi amiga venía corriendo hacia mi dirección un tanto agitada. Su expresión daba a entender su gran preocupación por mi salud. —¿Cómo sigues? ¿te duele algo? ¿quieres que te dé algo en especial? ¿cómo sigue tu cabeza?
Reí un poco ante su actitud protectora, por lo que Sun Hee me miró un tanto confundida.
—Acaso, ¿dije algo gracioso?
—Solo me caí de la bicicleta, tengo algunos hematomas en los brazos y una que otra raspadura en mis rodillas, pero estoy bien.
—Si estuvieras bien no estarías en el hospital. —Mencionó un poco indignada. Luego caí en cuenta, tal vez el hecho de jugar en el celular provocó que olvidara en qué lugar me encontraba.
—Alguien más se ofreció a pagar la consulta, no permitiría que una oportunidad como esta fuera arruinada. —Me crucé de brazos mientras le ofrecía a mi mejor amiga una sonrisa triunfante. Ella chasqueó la lengua y tomó asiento sobre la camilla.
—¿Por lo menos sabes quién es la persona que te hizo este magnífico favor?
Su tono sarcástico no era capaz de amargarme aquella mañana, aún recordaba su rostro varonil y que posiblemente se trataba de un hombre con muchísima clase social, sin embargo, mi cabeza daba vueltas cada vez que me preguntaba por su nombre, ni siquiera sabía por cual letra comenzaba su apellido. El hecho de recordar aquella experiencia dolorosa no me brindaba la certeza de que alguna vez su chofer lo haya llamado como a mí me interesaba.
"—Jefe, creo que es necesario llevarla al hospital, no creo que pueda mantenerse de pie por mucho tiempo."
"—Pero, señor... —Miró el objeto con preocupación. —En unos minutos tiene una reunión, su asistente me dijo que era muy importante y que por eso debía calcular mi tiempo. No puede llegar tarde."
Jefe, ¿señor? vaya, ¿cómo le iba a agradecer por su bondadoso gesto si ni siquiera sabía de quien se trataba?
—Conozco a una persona cercana a él.
—Ah, ¿sí? —Elevó su ceja izquierda, dándome a entender que su interés hacia aquel hombre estaba creciendo cada vez más. Y no sabía si eso era el comienzo de algo bueno. —¿De quién se trata? ¿de su madre? ¿padre? ¿esposa? ¿algún amigo?
—No creo que sean tan amigos, tal vez... se trate de su ¿chofer?
—¿Qué? —dijo en automático. Mi rostro mantenía una pequeña sonrisa que más bien para el ojo de cualquier persona era más como una mueca. El silencio entre ambas estaba creando un ambiente un tanto tenso, tanto así, que sentía como de mi frente caían un parte de gotas de sudor. —¡¿Tienes alguna relación cercana con ese chofer?!
Su voz seguramente se había escuchado a través de todo el hospital, algunas personas (incluyendo al personal de salud) habían dirigido toda su atención hacia nosotras, permitiendo que el silencio ahora reinara en todo el cuarto. Un poco penosa sonreí avergonzada mientras realizaba algunas inclinaciones en sentido de disculpa.
—¿Podrías bajar la voz? todo el mundo nos está mirando —Murmuré un tanto enfadada. No podía soportar que tantos pares de ojos nos estuvieran examinando como si fuéramos algún animal exótico. —Digamos que... todo se tornó un poco extraño.
—¿Extrañó? —También murmuró mientras acercaba su rostro al mío lentamente. En sus ojos color miel lograba notar un característico brillo. —Déjate con los rodeos y habla de una buena vez, me estas dejando la piel de gallina con tanto misterio.
No sabía si empezar mi narración desde esta mañana, exactamente cuando salí de mi casa un tanto molesta al enfrentarme nuevamente con mi madre o simplemente ir al grano. Tal vez, el hecho de mencionar aquella discusión podría ser un punto clave dentro del accidente, ya que si no fuera por esto seguramente hubiera prestado más atención a los señalamientos. El hecho de querer llorar sin ser vista por nadie más era muy importante para mí, la ansiedad que estaba experimentando en esos momentos no se lo deseaba a nadie, ni siquiera a mi peor enemigo.
Los minutos transcurrieron y decidí contarle todo a Sun Hee, fui muy cuidadosa con los detalles para evitar ser bombardeada con preguntas que, para mí, eran insignificantes y por supuesto, para evitar que la historia fuera interrumpida cada 10 segundos. Mientras las palabras se mezclaban, el rostro de mi amiga llegaba a reaccionar sorpresivamente cuando pasaba a un evento diferente, sin embargo, tras un buen rato escuchándome en completo silencio todo pareció estallar, sus ojos se abrieron un poco más al momento de que intentaba articular alguna palabra, no lograba comprender sobre lo que había pasado en aquel accidente y cómo un hombre que aún no conocía me tomó entre sus brazos para meterme en su automóvil.
A este punto estaba agradecida de que no se tratara de personas con malas intenciones ya que seguramente a estas horas no me encontraría en una sala de hospital contando toda mi historia, quizás, sería una buena idea esperar a que el chofer llegara o podría ir buscarlo para que me brinde alguna información sobre ese hombre misterioso.
Aun no sabía cómo agradecerle, pero por lo menos ya tenía en mente que mi nueva misión era regresar el gesto del pañuelo, podría ser que fuera alguna tienda comercial para comprar un juego nuevo o le llegaría a devolver de dinero que gastó en mi atención médica. Lo único bueno que consideraba en estos momentos es que tenía Sun Hee a mi lado y sé que ella me ayudaría a escoger que opción es la más adecuada.
—¿Y todavía lo tienes?
—Esta en mi mochila, no lo quise sacar con temor de que alguna enfermera me dijera algo.
—¿Podría verlo?
Asentí para después tomar mi bolso y dejarlo delicadamente sobre mis muslos, deslice el zipper más largo y saque la tela. Sun Hee lo tomó entre sus manos para luego examinarlo con detenimiento, era como si estuviera buscando alguna marca o algo en específico ya que sus ojos no paraban de moverse con desespero.
—Lo sabía. —Sonrió para sí misma. Sus manos aun sostenían el pañuelo en el aire y parecía no despegar la vista de una de las esquinas inferiores. Juraría que en este momento el brillo de sus ojos era más intenso.
—¿Qué es?
—Tal vez... Esto te podría interesar.
Tras una pequeña risa juguetona, el objeto volvió a estar bajo mi poder, con rapidez identifique el rastro de lo que antiguamente era sangre fresca, impidiendo que la armonía visual fuera interrumpida. Mis ojos examinaron cada parte de la tela, así como lo hizo Sun Hee, sentía como mi corazón bombeaba con más fuerza mientras que mis manos se sentían cada vez más mojadas, era como si mi cuerpo no reaccionara a ningún estimulo exterior desde que noté como en una de las esquinas llevaba un carácter un tanto peculiar, algo que ni siquiera sabía que estaba ahí gravado.
W.Y.S
¿Será que...?
HyunJack.
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