Antes de que el día y la noche existieran; antes de que el anochecer sucumbiera al amanecer y mucho antes de que el sol se enamorara de la luna, la vida primitiva del planeta vio algo aterrador en el cielo. Una luz azul iluminó la Tierra y después, el fuego arrasó todo a su paso. Aquella roca espacial que trajo consigo la destrucción, también albergaba vida.

Dos siluetas, la de un hombre y una mujer, emergieron de la catástrofe; se llamaban Alfa y Beta. Eran dos entidades cósmicas que existían al mismo tiempo que el Tiempo y el Destino; eran hijos del Caos y del Principio; eran Dioses. 

Alfa y Beta se amaban y el Amor provocó que tuvieran descendencias; todos ellos creados a partir del polvo de las estrellas y las cenizas del apocalipsis. Los nuevos hijos de la Tierra se llamaron a sí mismo Omegas; una raza de seres longevos dotados de belleza y serenidad. Tenían el talento de comprender las estrellas porque la luna les había besado con la frialdad de su hermosura, brindándoles el color de propia superficie en el pelo y el claro azul del cielo diurno en los ojos. 

El tiempo hizo que El Tiempo también se enamorara de ellos y les protegiera del destino de la muerte. Entonces, los omegas le rindieron culto al dios Uzumaki; el dios del Tiempo. Para ellos, todo origen era sagrado, asimismo, como el final. ¿Cuánta ingenuidad debería haber cargado su inmortalidad para ignorar que, seres eternos como ellos, también conocerían el fin del mundo algún día? 

Los omegas adoraban al Tiempo y al Destino. Esperaban a su Mesías, alguien capaz de poder dominar el misterio del cosmos para que pudiera llevarlos de vuelta con sus padres, Alfa y Beta, que abandonaron la Tierra pocos milenios después de haber llegado a ella. No obstante, mientras más longeva y pacífica era su vida, más eran espectadores de los principios y de los fines de las vidas de los seres que convivían con ellos en el planeta. Presenciaron millones de años de esperanzas y desesperanzas del mundo, esperando que, en algún momento, ellos también pudieran presenciar un amor tan grande como el que les había dado vida.

Un día, después de que la vida en el mundo evolucionara durante tantos años, los omegas conocieron a una nueva raza inteligente que era similar a ellos; un día, los omegas conocieron a la humanidad y le brindaron el conocimiento del arte, la guiaron hacia nuevos horizontes y se enamoraron de ella.

Pero la ingenuidad de una vida eterna trajo consecuencias; pues, sin importar todo el amor que los omegas le tenía
a la humanidad, esta terminó traicionándoles y, finalmente, descubrieron cómo matar a los seres inmortales de su mundo.

O al menos, ese era el cuento favorito de Jungkook en su infancia.

Quiero volver a escribir, poquito a poquito, de nuevo en esta cuenta. Iniciando por esta historia que me parece emocionante y sé que muchos le tienen un cariño especial. Por favor, acompáñenme, tanto a mí como a Jungkook, en esta aventura de viajes temporales y paradojas, otra vez. 💖

Dado que será un poco complicado comprender algunas cosas, el siguiente apartado será una pequeña guía de conceptos a tener en cuenta y un par de aclaraciones. Gracias por confiar en mí y valorar mi trabajo. 💖😊