Úsame
A Jungkook siempre le ha gustado un chico: él y solo él, Taehyung. Sí, ese que tiene el cabello ondulado y negro, ojos marrones oscuros que cautivan el alma y labios perfilados con pequeños lunares que adornan solo el inferior; ese que tiene dedos largos y hermosos, orejas grandes como si fuera un rey elfo y la sonrisa más encantadora de todas: cuadrada; pero resplandeciente y alegre.
Siempre le ha gustado su forma de ser: atractivo, impetuoso, un chico con carácter, un príncipe de la moda, parco en comer y beber, inteligente hasta la médula. Se podría decir que el hombre perfecto; pero el amor es ciego y no ve la realidad.
El chico al que le gustaba Jungkook era redomado y eso es algo bueno, casto y eso es lo que se espera de todo el mundo; pero era un chaebol y como todo niño rico era un engreído, basto con los débiles y ecuestre con los de su misma efigie. En fin, el tipo era un amasijo de cualidades: buenas, malas, regulares; pero al final, perfecto.
Sí, ese era quien le gustaba, siempre lo había amado en secreto, lo anhelaba, lo deseaba con locura; quería tocarlo, besarlo, olerlo, hacerle el amor, sin embargo no podía. Estaba obsesionado con ese hombre que aunque lo miraba con desdén y le decía "harapo andante", él se derretía internamente con el simple hecho de que notara su existencia, con que le hablase. No importaba si lo ofendía, si lo vilipendiaba; él lo amaba, lo quería hasta el punto de hacer la estupidez más grande de su vida. Fue una tontería, un error, no debió pasar y no de esa manera; su amor quedó en descalce, ultrajado, y el muy imbécil se había ofrecido como toro destarrado que va directo al matadero, aunque lo peor no era eso, sino que si tenía que volverlo a hacer, lo haría encantado de la vida.
"Los estúpidos no sobreviven": decía el fúcar de sonrisa geométrica y el muy bobo solo lo miraba como lo hace un niño en una tienda de juguetes. ¿Acaso se puede ser más tonto? Sí.
Repetir se convirtió en un hábito y... No, mejor no contar el final y regresar al inicio, donde todo comenzó.
—Puedo fingir que soy él, solo cierra los ojos y piensa que soy él —le decía Jungkook para convencerle, incitarle—. Todo lo que quieras hacer con él y no puedas, hazlo conmigo.
—¿Y mezclarme contigo? —Taehyung frunció el ceño, le apuntó con el dedo indicador y formuló la pregunta con éctasis.
—Es mi oferta, ¿o lo tomas, o lo dejas? Tú decides —desafió Jungkook esperanzado en una respuesta positiva, sin saber lo que eso le depararía en el futuro.
—Está bien guiñapo humano, aceptaré tu oferta; pero que quede claro: esto es solo entre nosotros dos, así que mantén la boca bien cerrada.
—Está bien Tae, lo prometo. Tú... solo úsame.
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A Taehyung, le gustaba cuando las manos de Yoongi se aventuraban por todo su cuerpo y lo asían sin pudor, sus caricias eran el único lenguaje que conocía cuando estaban a solas, le gustaba ser sojuzgado al antojo del chico de pequeños y rapaces dientes, tan blancos como el corazón de la naranja fresca. Sí, ese chico que al sonreír enseñaba las encías; ese que al hacer pucheros era la cosa más adorable del mundo, como un minino de ojos tiernos; ese que le decía cosas sucias al oído con dulce sovoz y ese, que se divertía en catar centímetro a centímetro toda su esbeltez. Pero había algo que le molestaba: el pequeñajo lo usaba. El chiquito estaba frenéticamente enamorado del chico de ojos azules como turquesas, cabello castaño y brillante, apacible con los que le rodeaban y púdico en su tierna dicción: Jungkook.
Yoongi amaba ver como los pequeños y sonrosados labios de su tierno conejito articulaban las palabras, su ternura no tenía límites y eso dejaba en el enano cierto desasosiego, porque él anseaba apapacharlo. Su apego hacia Jungkook lo llevó a usarlo: a él, a Taehyung; el chico que estigmatizaba a su adorable amor platónico, ese patán que le llamaba "despojo humano". Le exacerbaban esos momentos, cuando el susodicho fingía ser su amor inmaculado, o cuando el ufano e impávido pelinegro le causaba oprobios a su chico de ropaje siempre casual; pero al final lo seguía usando, Taehyung se le había ofrecido y por eso en cada momento, cuando estaban a solas: lo maltrataba, solo que no sabía que al insolente le gustaba, que disfrutaba de sus menoscabos y su vileza a la hora de tocarlo, besarlo, acariciarlo y hacerlo suyo.
—¿Qué es lo que te gusta de ese niño?
Taehyung preguntó, mientras que el chico gatuno lo poseía, mientras entraba y salía de él con frenesí, mientras sus manos se adherían a sus caderas como un espetón y la pértiga que el minino tenía entre las piernas, lo saturaban hasta dejarlo peneque.
—Todo, me gusta todo.
Respondió el pequeño cuando una última estocada hizo explotar cada burbuja de placer que se había formado en su interior, llegó finalmente al éxtasis, estaba cansado y quería terminar rápido.
—¿Todo, a qué te refieres con eso?
Taehyung articuló otra pregunta con un sutil deje de incomodidad; pero al chico de dientes tan nítidos como la porcelana no le importaban sus celos.
—Tae Hyun no empecemos otra vez con lo mismo. Estás siendo irrespetuoso con mis términos, además tú quisiste que te usara, tú te ofreciste, así que no te quejes y ahora por favor quiero estar solo. Vete si ya has terminado.
El de baja estatura siempre se negaba a ese tipo de discusión, le irritaba, no le gustaba escuchar las ofensas que le prefería el pelinegro al chico que verdaderamente amaba.
—Es cierto, yo te dije "úsame"; ¿pero a que no sabías esto?: él también me lo dijo.
La voz de Taehyung era sarcástica, casi burlona, y eso provocó que "Gnomeo" lo cogiera por el cuello y lo apretara contra las sábanas de la inmensa cama, donde habían hecho el amor.
—Lo hemos hecho muchas veces... él... fingía ser tú.
Dijo Taehyung balbuciendo las palabras y el pequeño sintió que se le quebró el corazón, lo soltó y se dejó caer a su lado, anonadado a migas de pan.
—Tu amor imposible se ofreció a mí como mismo yo lo hice contigo. Le gusto Yoon Gi, tu amor platónico está flechado por mí. ¿Irónico no?
Soltó una pequeña risa malévola, pero fue tan efímera que lo llevó a cuestionarse si en verdad le gustaba lo que hacía, lo que pasaba entre los tres. La vida era aciaga con ellos porque les impedía estar como lo deseaban junto a la persona que querían.
"¿Por qué pasaba esto?": se preguntaban todos.
A Tae Hyun le gustaba Yoon Gi; pero a este le gustaba el chico de vestimenta casual, ese que al pasarle por al lado apretaba su boca con gesto de mortificación infantil y evadía su mirada de la suya, clavándola en el suelo. Hasta ahora Yoon Gi desconocía el porqué; pero Tae Hyun le dijo la respuesta.
Jungkook era usado por el de cuadrada sonrisa fingiendo ser el de ojos gatunos. Qué tonto era el jovencito que se dejaba hacer de todo cuanto quisiera el niño bonito; pero es que estaba perdidamente enamorado, le gustaban esos momentos cuando el calor del cuerpo ajeno llegaba al suyo y el aliento de Taehyung se estrellaba en su cara. Sus miradas se comprenetaban y el chico no podía contenerse, se acercaba más y lo besaba en los labios, mientras le susurraba: "hazme tuyo". Jungkook amaba cuando las manos de Taehyung invadían su cuerpo y lo tocaban, masajeaban, apretaban, acariciaban; pero más le gustaba cuando los labios de su Tae tomaban el lugar de sus manos y con pequeños ósculos, suaves mordidas y lacónicos paseos de su suave lengua: recorrían su piel y lo tensaban de goce.
Amaba cuando el mástil del rey elfo invadía su interior y el vaivén de su cuerpo sobre el suyo lo hacían casi desfallecer; pero le gustaba, le apasionaba sentirlo suyo y solo suyo, hasta que una creciente avidez le revolviera sus deseos más libidinosos. Para su suerte su compañero se percataba de su impúdica lascivia y ese era el momento que escogía para dar rienda suelta a su lujuria; entre ambos se desataba un instinto sexual y el corazón les explotaba en chispas de chocolate blanco, cuando llegaban al eretismo.
—Tae Tae, te amo.
Decía Jungkook embelesado, con sinceridad, desde lo más profundo de su corazón, se lo decía a él, para que este le correspondiera, aunque en el fondo sabía que jamás sería correspondido y conocía perfectamente el porqué.
—Por favor Jung Kook, ahórrate tu amor, ¿quieres? Yo no te amo y nunca lo haré, que te quede claro.
"Nunca digas nunca Tae Hyun, no uses esa palabra en tu vocabulario o puede ser usada en tu contra": se decía a lo interno el encantador príncipe, ya que siempre se preguntaba por qué el chico de dientes de conejo era tan tierno con él, que se encargaba de menospreciarlo y ofenderlo. "Está enamorado de ti payaso": se respondía a sí mismo; "pero es que a mí me gusta Yoon Gi", la conversación interna hacía un cataclismo en su linda cabeza hasta que comenzaba a salirle vaho por las orejas, como si fuera el personaje principal de un manga.
—¿Tae Hyun, qué es lo que te impide estar con Yoon Gi, a quien realmente quieres? —preguntó curioso pero taciturno el tierno conejito.
—Tú tonto. Él se muere por ti, mientras yo me muero por él.
Al chico le impactó la respuesta, no se la esperaba.
—Cuando estoy con él, cuando estoy en su cama: tengo que fingir que soy tú. Odio que me use pero la culpa es mía, yo me le ofrecí en bandeja de plata. "Úsame Yoon Gi, cierra los ojos e imagina que soy él"; irónico, utilicé tus mismas palabras: "todo lo que quieras hacer con él y no puedas, hazlo conmigo".
Taehyung se echó a reír incrédulo porque no quería aceptar lo que sucedía entre los tres. Qué injusta era la vida que no los dejaba disfrutar de su anhelado amor como les diese la gana. Se preguntaban qué podían hacer para vivir su amor a su antojo; tres cabezas pensaban mejor que una y ni aun así encontraban una solución que los beneficiara.
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—¿Qué podemos hacer? Yo me muero por ti, tú te mueres por él y él se muere por mí; mejor trabalenguas que este no hay.
Expresó Jung Kook mirando a Tae Hyun, se sentía incómodo y más por el hecho de que Yoon Gi no apartaba su mirada de él.
—Yoon Gi que lo vas a derretir de tanto que lo miras, ya no halla cómo sentarse en el sofá. Vamos, gira que te veo fijo.
Tae Hyun estaba ligeramente molesto, Yoon Gi no apartaba la mirada de Jung Kook y este último sólo lo miraba a él. Ya empezaba a creer que su idea de reunirse había sido lo peor que pudo haber sugerido; pero... sí, siempre hay un pero.
—Bueno, yo tengo algo que confesarles —habló con timidez la ternura que anhelaba Yoon Gi, miró a este y a Tae y prosiguió—. He hablado sobre nuestro problema con un amigo, por supuesto que no le dije nuestros nombres, se lo he dicho como si fuera un cuento sacado de una historieta; pero la solución que me dio no creo que sea correcta.
—¿Y qué te dijo? —preguntó curioso el gatuno y mirándolo con ojos brillantes.
—Que hiciéramos un trío.
Al escuchar esto Tae Hyun comenzó a reírse a carcajadas y pensó en soltar de tajo algo parecido.
—Pues a mí me dijeron: "hagan una orgía Tae Tae". Dios casi me meo de la risa. Igual que tú Jung Kook también lo conversé con un amigo y aunque su idea me pareció divertida, no es la solución que buscamos. Así que, dinos tú Yoon Gi, ¿has hablado de esto con alguien?
El nombrado, que se había mantenido en silencio, carraspeó su garganta, masajeó su entrecejo y suspiró antes de comenzar a hablar.
—Por increíble que parezca también hice lo mismo; pero la respuesta que obtuve fue muy diferente a las vuestras, ni siquiera lo vi venir, no me lo esperaba. Yo lo consideraba un amigo pero cuando le narré la historia fue hacia mí como un alud, me besó en los labios y susurró: "úsame". ¿Lo pueden creer?
Tae Hyun y Jung Kook compartieron miradas, se encogieron de hombros y hasta sonrieron. ¿Esa la solución que querían? ¿De verdad esa era?
Taehyung ya no podía negar que de cierta forma le gustaba el sumiso, el chico siempre había sido lindo con él mientras él se comportaba como un cretino. Repetir se había convertido en un hábito: las caricias, los besos, un "te amo" después de cada partida; ya le era natural, incluso se sentía cómodo cuando lo escuchaba hablar y proferirle su amor. La costumbre es poderosa, sin embargo él, además de haberse acostumbrado a Jungkook, le gustaba, por inverosímil que parezca: se había enamorado.
Yoongi ya no le veía futuro a su amor de ojos azules, ese sentimiento había perdido consistencia y la obsesión no era una buena aliada, la obsesión hacía daño y no es bueno luchar por una causa perdida, ni llorar sobre la leche derramada; pero... sí, aquí es donde va la dichosa conjunción.
Los tres quedaron perplejos cuando la puerta se abrió y entró el inesperado; su cabello era sedoso y rubio, sus labios eran abultados y carnosos y su piel: tan blanca como la porcelana. El nuevo tenía manos pequeñitas y sonrisa de niño travieso. Tremendo barrunte para los otros tres; el recién llegado era el amigo del elfo, del conejito y lo que es mejor: era quien se había abalanzado sobre el gato, lo había besado en los labios y le había susurrado con cariñitos de oso: "úsame".
—¡¿Jimin?!
Pronunciaron al unísono el nombre del acabado de llegar, y al gatito se le escapó un ronroneo que fue advertido por el visitante.
—Hola chicos, vine a ver a mi minino. Yoon Gi, ¿o lo tomas, o lo dejas? No tienes nada que perder, lo prometo. Tú... solo úsame.
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