🌒Capítulo XXVIII
El velorio recién terminaba, toda américa, parte de Europa y varias organizaciones habían ido al evento para dar su última despedida al norteño, los llantos se hicieron presente desde familiares a amigos o simplemente conocidos que habían venido por respeto pues después de todo era una perdida.
— Ahora vuelvo... — Anunció el rubio una vez todos ya se estaban yendo y Uk iba a seguir ese mismo plan.
— No te tardes. — Comentó el más bajo, Usa solo asintió cual respuesta y encaminó su paso hacía aquel sujeto.
Argentina se encontraba despidiéndose de ONU el cual al ver al rubio acercarse solo le mostró una fría mirada para sin más dilación alejarse, dejando que le peli-azul mirase con aquellos castaños ojos cubiertos de lagrimas y con un tono rojizo de tanto llorar seguramente. Nada más sus pies se pararon frente a él hubo un pequeño intercambio de miradas, ambos tristes, afectados por la perdida, sabían que de lo que iban a hablar era necesario aunque no fuera el mejor momento.
— Lo siento por... la perdida. — Comentó de primeras, rascando su nuca con cierto nerviosismo.
— Perdón a ti también... me comentaron que recién arreglaron las cosas... — Respondió Argentina, pasando un pañuelo de tela por sus ojos y limpiando aquellas lagrimas.
— Fui a verlo al hospital pocos días antes de... la noticia... él se veía feliz... casi parecía como si esto no fuera a pasar — La voz entristecida de Usa era más que notable y tampoco se molestaba en ocultarla.
— Realmente pensaba que se iba a poner bien...
La voz de le mas baje no tardó en corromperse, quebrándose y llorando de una mientras su pequeño cuerpo se acercaba al del rubio, recibiendo ambos un abrazo mutuo en forma de consuelo por el familiar y amigo perdido recientemente.
— Sé que no seré el más indicado ahora pero... me gustaría que cuando todo esto pasara aclaráramos todo... sin prisas. Igualmente durante todo este tiempo estoy aquí para apoyarte aunque sea solo llorar sobre mi hombro, ¿sí? —Su mano se posó sobre la cabeza del no binarie, recibiendo un asiento como afirmación, igual que él hacía con Uk múltiples veces. — Sé lo que se siente perder a un hermano... cualquier cosa aquí estoy.
— Gra-Gracias Usa... snif... ahg... no quería... te maché de mocos la camisa boludo, je... — Los llantos fueron levemente opacados por una pequeña risa en busca de quitarle tanta pena al asunto. — Bue... creo que... será mejor que te vayas, don té nos está mirando raro ya —Puso sus manos sobre el pecho del contrario, separándose al poco. — Gracias por el apoyo...
— De nada... cualquier cosa me mandas un mensaje, ¿sí?
— Sí, dale, oh, y... Usa... — Este miró por ultima vez al ojiazul.— Suerte con tu recuperación del TCA.
Los labios del rubio se curvaron levemente mostrando una muy leve sonrisa, se agradecía, incluso esas simple palabras le servían como un leve apoyo en que iba a poder salir de aquello... ¿no?
— Soy una causa perdida... pero lo intentare, Tucán.
Sin más esperar cada uno se fue por su lado, nada más Usa entró al coche donde Uk ya esperaba la vista del más bajo se posó sobre él.
— ¿Cómo te sientes? — Comentó el británico.
La mirada del estadounidense se posó sobre aquel pequeño muñeco que tan buenos recuerdos le traía y había decido llevarlo con él como el amuleto de la suerte que solía ser Canadá, sus delicadas manos pasaron por este y lo dejaron con cuidado entre estas, estaba descolorido, después de tantos años era obvio, pero para él aquel soldadito de madera que en antaño le regaló su futuro apoyo era suficientemente bello gracias a su significado que ni le veía necesario que le dieran una capa de pintura para embellecerlo.
— Con hambre... — Comentó el rubio, mostrándole una cansada sonrisa al soldadito que se posaba entre sus manos y su regazo. — Me apetece poutine...
Esta vez fue el británico quien sonrió, elevando con cuidado las comisuras de sus labios para centrarse de nuevo en el coche y la futura conducción.
— A Canadá le encantaba eso... se lo comentaré al chef, pero será mejor que empieces por cosas más simples, ¿Sí?
— Ahhh... ¡No más papilla, por favor! — Se quejó el estadounidense, colocándose el cinturón de seguridad.
— ¡Es lo que dijo el nutricionista! — Contestó ante la queja entre risas.
— Vale... — Comentaba el rubio para si mismo.
Era de noche, estaban en el balcón en busca de un poco de aire fresco para la hora de la cena, sentados en una pequeña mesa con un par de sillas, una ocupada por él y otra por su ascendente la cual estaba situada al lado suya.
Frente a ellos había un pequeño plato compuesto por arroz con huevo y alguna que otra verdura, realmente hacía tiempo que el rubio no consumía algo así por muy básico que sonara ya que su dieta desde que había salido del centro de salud se había centrado en purés, papillas o en sí cualquier cosa machacada, algo que a la larga le ayudó a superar aquel miedo a tragar, por lo que por primera vez se estaba viendo frente a un plato de una sustancia a la cual iba a tener que masticar, lo cual normalmente no salía bien.
— ¿No vas a empezar? — Preguntó el británico viendo como la mano de su hijo estaba pegada a la cuchara de hace tiempo pero esta seguía enterrada en el arroz.
Unos segundos de silencio...
— No puedo. — Respondió, y nada más las palabras salieron de su boca las lágrimas fueron compenetradas y acompañadas por un temblor.
— No... venga Usa si puedes... — Intentó calmar el mayor, agarrando con cuidado la misma mano que sostenía el cubierto. — Solo levantas el arroz y a tu boca... ¿sí? — Su vista preocupaba se centraba en los llorosos ojos del contrario.
— ¡NO! ¡No quiero! ¡Prefiero volver al puré! — Intervino, soltando de golpe la cuchara y tirando algo del arroz fuera del plato.
— No puedes vivir a base de puré, Usa, venga cielo, solo una cucharada vas a poder.
Este se apegó lo más posible hacía el respaldo de la silla, cerró con fuerza sus ojos y negó repetidas veces, no quería, no podía, se estaba contradiciendo pero eso no le importaba.
— Usa, oye cielo, mira, va a ser difícil, eso ya lo sabemos, pero si pudiste comer bien el puré esta tarde podrás con esto, estoy seguro que sí, confió en ti.
Sus ojos se abrieron entre temblores y pequeños gemidos de lamentación que le cerraban su garganta. La mirada del mayor se posaba ante sus ojos, mostraba preocupación, pena, posiblemente molestia, pero aun así había una sonrisa que en cierto punto hizo que todo ese pánico bajara, quedando solo en un pos llanto. Volvió a mirar el plato, sus brazos no respondían, estaba totalmente congelado.
—... Papá... — Empezó a decir, con aquella voz rota que tanto le dolía tanto a él como al nombrado — ¿Me puedes dar tú de comer?
Conociendo a Uk podría haber muchas respuestas, un no, que se fuera, que le dijera que ya estaba grande, pero no fue el caso, hubo una respuesta que en un principio no esperaba pero que al recordar los últimos días en cierto modo le calmó.
— Claro que sí... Venga... Empecemos por un poquito.— Uk agarró aquella cuchara en movimientos lentos y agarró arroz hasta no más de la mitad, levantándola y acercándola a la boca del rubio, recibiendo una mirada de arrepentimiento.— Solo es la mitad de la cuchara... sé que vas a poder con esto... venga, eres mi pequeña gran potencia mundial~, ¿vas a dejar que un poco de arroz gane al gran Estados Unidos de América?
No se sabía si por sus palabras o por aquella sonrisa que mostraba cierta calma, pero por algún factor de esos fue, Usa rio, una risa rota que quería mostrar alegría, una risa de apenas unos segundos que se le contagió a su padre.
Volvió a mirar la cucharada y abrió sus temblorosos, secos y agrietados labios y por su propia cuenta se acercó a la cuchara, aunque Uk también movió esta, metiéndola en la boca del contrario y retirándola dejando la comida dentro.
— Venga... mastica poco a poco...
Unos segundos y usa empezó a masticar, tardó un poco, se tomó su tiempo pero ninguno de los presentes tenía prisa. Una vez lo sintió que ya no iba a poder ablandarlo más, tragó.
— Muy bien~ — Felicitó el más viejo nada más la boca del rubio se volvía a abrir levemente agarrando algo de aire. — Estoy muy orgulloso de ti~, ese es mi hijo.
— ¿Lo hice bien? — Preguntó, girando su cabeza hacía el más bajo.
— Perfectamente~.
La sonrisa que Uk portaba se contagió al estadounidense, aunque no tardó volver a soltar pequeñas cascadas desde sus ojos y mientras que su cuerpo no tardó en saltar hacía el contrario, abrazándolo y apoyándose en su pecho.
— Hey~, Usa venga~, ¿otra cucharada? ¿te ves capaz? — Recibió un asentimiento desde su pecho, agarró con su mano derecha la cuchara mientras que la izquierda apegaba al menor a él. — Sé que esto es difícil para ti, pero que sepas que lo estás haciendo genial.— El proceso se repitió, tragando la 2º cucharada sin despegarse del pecho del mayor.— ¿Vamos por la tercera? En cuanto quieras parar me lo dices... estas comiendo muy bien.
— Otra... — Dijo el rubio, acomodándose y viendo hacía aquel pequeño cuenco.
— Perfecto...
Un beso en la frente y a repetir el proceso entre pequeñas pausas para masticar, tragar y tomar algo de aire, después de casi media hora el plato ya estaba vacío con apenas unos grados dispersos, aun así Usa no quería despegarse de los brazos de su padre, no los había tenido protegiéndole durante años y de seguro iba a aprovechar aquel momento hasta el último segundo.
— Papá... — Comentó el rubio aun con una quebradiza voz., levantando su mirada hacía este.
— Dime hijo...
— Gracias por ayudarme estos últimos meses... — Se acurrucó en su pecho, agarrando con una de sus manos la camisa del mayor, una acción tan infantil pero que en este momento no le importaba realizar.
— Tú tienes el merito... mi pequeño luchador... — Retiró algunos de los mechones del rostro del rubio. — Perdón por haber sido tan mal padre...
— Tra-Tranquilo... se nota que te esforzaste estos meses, je... — Hizo una pequeña pausa.— ¿Puedo dormir esta noche contigo?
— Mientras no ronques...
Y ahí, entre risas, bajo las estrellas, una noche de diciembre, tras posiblemente 3 o 4 años de mal estar, de caídas, de perdidas, peleas... Un largo viaje y una muy mala experiencia que trajo igualmente muchas enseñanzas, era obvio que todavía le quedaba camino, no iba a solucionarse todo por unas cucharadas de arroz, pero fue un gran paso que marcaba el antes y el después del TCA, de lo que empezó como Bulimia y Anorexia, no quería volver a caer en algo así, había aclarado muchas cosas y en la mente de Usa algo le decía que desde ese momento todo iba a estar mejor, todo iba a solucionarse poco a poco empezando porque por primera vez después de tantos años por fin podría llamar a aquel hombre que tantas veces vio y con quien tanto le relacionaron como padre y eso le sobraba.
Porque salir de un TCA no es fácil y nunca se dijo que lo fuera, que el miedo a que volviera siempre está y estará presente, que se vive a un pie de la recaída constantemente pero que con calma y mucho apoyo, por mucho que cueste, como si son meses, quizás tardes lustros o en el peor de los casos décadas, nunca se sabe, cada persona lo vive de forma diferente y sufre muchos cambios a lo largo de toda esta tortura, pero si algo enseñó todo esto, siempre hay un camino a la felicidad por muy largo y tortuoso que sea, ahí está, y en cualquier momento puedes entrar a este que las puertas siempre van a estar abiertas con gente que te acompañe y te aseguro que con el tiempo nunca te arrepentirás de ello.
USA-BULIMIA NsW — 20/03/2022
FIN.
2084 palabras.
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