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🌕Capítulo XXV


Los días pasaron formando poco a poco semanas, semanas las cuales por regla de tres se volvieron meses. Meses que al poco tiempo posiblemente cumplieran un año, un año ahí encerrado donde las únicas horas que pasaban rápido eran las usadas para el sueño y donde el único contacto que tuvo fue con enfermeras del centro junto a Bell, la psicóloga.

La cantidad de comida había disminuido y junto a esta las ganas de consumirla por lo cual el peso del rubio inevitablemente había bajado junto a su humor y autoestima, los informes indicaban que estaba en una peor situación que cuando entró.

La pregunta que le hizo la afroamericana al estadounidense resonaba en su cabeza cada noche antes de dormir en aquella habitación de cuatro pálidas paredes, lo que más le torturaba era la respuesta, respuesta que todavía no había encontrado ya que por mucho que se intentase no era un 2+2 es 4, no era algo que se pudiera contestar rápidamente con solo apenas pensar un poco, siguiendo formulas o respondiendo preguntas en un test randoms de internet.

Una pregunta de simple respuesta, sí o no, seguida de un "justifica tu respuesta", ese añadido que siempre estaba cada vez que lograbas descubrir la primera parte, como si todo lo que estuvieras viviendo fuera un examen completo de sí o no que tuviera al lado "justifica tu respuesta" y si no respondes la segunda parte la primera es inválida.

Usa se encontraba sentado en aquella oficina interna del centro, a solas, la psicóloga había salido por una llamada dejándolo sin vigilancia en una habitación sin cámaras, si el antiguo Usa estuviera aquí ya estaría registrando hasta debajo de la moqueta en busca de algo que le interesara, pero no era el caso, simplemente estaba ahí, sentado en una incomoda silla, jugando con el borde de su camisa y sin hacer nada más, mirando sus propios pies y buscando aquella y tan deseada respuesta.

Una parte de él afirmaba que sí, que el tener a alguien que le apoyara le ayudaría a salir de esto, quisiera o no así pasó con Canadá, por mucho que él se negara a comer o siguiera con ejercicio extremo para gastar calorías sentía como si las palabras que le decían o los momentos junto a él le empujaran poco a poco a mejorar; con Argentina pasaba similar, sentía que el tiempo a su lado sustituía todos esos malestares y hacía que se sintiera como alguien sano. Incluso la noche que estuvo con México pudo comer y olvidarse del puto TCA, todo con un poco de compañía, porque él no podía por su cuenta y al tener un estimulo externo que le distraía le hacía sentirse... bien.

Disculpa la tardanza, Usa. — La melodiosa voz de la doctora hizo que el rubio se girase, viéndola por unos segundos y siguiendo su paso desde la entrada de la habitación a su sitio correspondiente. — Me llamó tu padre... quería saber como te iba.

Lo dudo... — La vista de Usa volvió a bajar ante sus manos y el final de su camisa con la cual jugaba nerviosamente.

¿Te enseño mi registro de llamadas? — Mostró un suspiro algo cansado, mirando a otro lado, posando sus manos sobre el escritorio de madera y recargando su cuerpo sobre este. — Tu estado a empeorado desde que entraste... me comentaron que tu entrada fue voluntaria... — Hubo una leve pausa. — No quieres estar aquí, ¿verdad?

ONU, OMS y Uk dijeron que era lo mejor, me obligaron a entrar, pero se necesitaban unos papeles que no tenían para el ingreso involuntaria así que... solo les ahorré trabajo. — La voz monótona, la situación similar a un interrogatorio policial ante los ojos de Usa... ninguno quería estar ahí.

¿Preferirías estar en tu hogar? — Preguntó Bell, posando su vista de forma lenta sobre el americano.

Donde vivía antes de entrar aquí dejó de ser un hogar hace mucho. — Comentó cual respuesta, recostándose en su asiento quedando unos centímetros más abajo. — Y la casa de Uk nunca se pudo considerar un hogar.

¿Por qué dices eso? — La mujer marcó un paso lento hasta quedar en medio del escritorio y el flaco y pálido cuerpo del rubio.

Un hogar... es aquel sitio donde te sientes seguro, puedes llamar hogar a una casa con una familia, a un lugar de reunión con tus amigos... realmente... "hogar" y "familia" tienen un significado tan amplio... — Los ojos del rubio pasaron a mirar a aquella mujer al rostro, por la iluminación y la condición de este sus ojos se tornaron en un leve violeta que resaltaba sobre todo el tono amarillento de su piel y su débil rostro. — Esa casa siempre fue muy grande para dos hombres, por eso había tantos empleados de servicio y muebles... la primera vez que sentí que de verdad estaba en una... "familia", fue cuando Canadá se mudó allí... y ahora no está, ni allí ni en ningún sitio que yo pueda alcanzar si me quedo aquí...

¿Le querías? — Preguntó una débil y calmada voz de la enfermera, cruzándose se brazos y viendo los lentos movimientos de su paciente.

Le quiero como si fuera mi hermano de sangre. — Respondió en un roto tono el cual desgarraba a poco su voz. — Cuando estaba junto a él sentía que no necesitaba ni pareja, ni amigos, ni dinero... solo un buen momento de hermanos.

No se comentó nada más, la morena se acercó y posó su mano sobre el hombro de este acariciando levemente en muestra de un leve afecto.

Estuve pensando sobre tu pregunta de la última vez... — Comentó tras varios minutos en pleno silencio. — Siento que... no es que necesite a Uk y su apoyo para mejorar... solo necesito a alguien que si me apoye de verdad... — Sus ojos pasaron a mirar la mano de la especialista. — Sin juzgarme, solo estando ahí durante el camino.

Es bueno que tengas algo claro... — Bell mostró una leve sonrisa y acarició el pelo del rubio hasta despeinarlo. — Puedes irte.

Quedan todavía... — Usa miro con dificultad un reloj en la pared de la sala. — 10 minutos.

Tengo que hacer una llamada. — Justificó, dando unos golpe en su escritorio. — Un gusto tenerte aquí, Jackson, ya te llamaré.

El gusto fue mí,  Bell. —Le mostró una sincera sonrisa, levantándose de aquella silla que sentía como si le rompiera la espalda, no tardó en salir de allí.

24 de noviembre de 20XX, 3:23 a.m. ... una semana más tarde.

Los movimientos en forma de leves empujones hacía el rubio al poco tiempo provocaron su despertar, alejándolo de los brazos de Morfeo y desorientándolo, no sabía con exactitud que hora era pero por la ausencia del sol y la presencia de las estrellas podía percibir que el resto del centro estaban durmiendo.

Usa venga, vístete. — La morena dio unas pequeñas palmadas en la mejilla de este y de una tiró algunas prendas de ropa sobre él, por el primer tacto a una especie de tela vaquera Usa notó que era ropa de calle y no un uniforme del centro.

¿Bell? Dios... ¿esto es un secuestro raro o que mierda? — Se sentó en el fino colchón y frotó una de las cuencas de sus ojos que en estos días se habían teñido de un morado rojizo oscuro bajo estas que algunas personas suelen comparar con los ojos de un mapache.

Han venido por ti. — Comentó, caminando a la entrada de la habitación y saliendo, seguro ella tampoco es que tuviera un gran humor a estas horas.

Los ojos cansados del rubio lucharon contra las ganas de volver a dormirse solo por las palabras que escuchó "Han venido por ti", los días se hacían todos iguales que ya no le valía la pena ni saber en que mes estaban, ¿ya se iba a ir?

Se vistió con cierta prisa y agarró una mochila que meses antes le habían traído con la ropa necesaria, metió sus pertenecías y cargó esta a su espalda, saliendo aún con el sueño en su cuerpo hacía el pasillo.

¿Me voy a mi casa de verdad? — Preguntó mientras sus pasos se acercaron a Bell, la luz del pasillo estaba encendida lo cual le cegó por unos minutos.

Sí bueno, OMS dijo que no podías salir hasta Marzo, pero... tu padre se a presentado aquí después de que le contara como ibas y dice que se niega a dejarte aquí en este estado... — Comentó una voz calmada mientras ambos caminaban hacía los pisos inferiores. — Para que después digas que no se preocupa por ti...

Sí... — Fue lo único que dijo, seguido de una pequeña risa de la más alta al ver al rubio en un estado de cansancio.

Bajaron las escaleras una a una, en más de un momento Usa sentía como si se fuera a dormir ahí mismo, a pesar de estar todo el día durmiendo como su única actividad de entretenimiento el sueño parecía cada día mayor, su cerebro no se acostumbraba a estar despierto para lo que él era mucho tiempo pero la realidad no superaba nada mayor a 6-7 horas.

¿Nervioso? — Preguntó Bell nada más sus pies pisaron el suelo de la planta más inferior entre todas. 

Me muero del entusiasmo. — Aunque en sus palabras no se mostrase sarcasmo el tono de voz de cansancio y pena que portaba el rubio opacaba cualquier otro tipo de emoción que posiblemente intentase trasmitir.

Te vas a ir, ¿no es eso lo que quisiste desde un principio? — Cuestionó la enfermera mientras posaba una de sus manos sobre el manillar a la puerta que separaba el centro entero a la recepción y, junto a esto, que separaba la prisión de una semilibertad dentro de una sociedad llena de prejuicios, opiniones no pedidas y estándares inalcanzables.

Hace tiempo, creo que durante la época mas... fuerte de todo esto, quería irme de aquí, ya sabes... de una forma en especifico... — Respondió, su voz sonaba entrecortada en algunas partes, Bell entendió al instante a que se refería con esa forma especifica. — En realidad, mirándolo desde un punto donde lo único que quiero es no hablar con la gente, en ese momento solo me quería librar de los comentarios y de tener a gente vigilándome, al igual que cuando me quería mudar a un sitio distinto era para alejarme de un ambiente que no me traía buenos recuerdos... 

¿A donde quieres llegar con esto?

Haces muchas preguntas... ¿no?

Soy psicóloga, es mi trabajo, me pagan por ello.

Cuando digo que me quiero ir de aquí, me refiero a alejarme de todo esto, no del centro solo; un nuevo ambiente donde no me estén vigilando hasta cuando duermo. — Contestó Usa a esa duda antes dicha, de una vez puso su mano en una de las partes de aquella puerta doble donde Bell ya estaba apoyada y, acomodándose su bolsa, la abrió por primera vez en lo que se iba a volver un año sin estímulos externos al centro. Dando el primer paso a la entrada.

Nada más salir solo se mantuvo al lado de aquel hombre de pelo albino mientras este hablaba con la psicóloga que atendió al rubio en esos momentos en el centro.

El camino a casa fue en silencio, hasta llegar al coche las únicas palabras que compartieron fue un "vamos" por parte del británico y un gruñido en forma de afirmación de su hijo, la tensión entre ambos era demasiado notoria.

Ya permiten visitas a México... Australia fue a verlo el otro día... ¿no quieres ir tú también? Erais amigos, ¿no? — Comentó el albino, sus ojos estaban centrados en la carretera poco iluminada por apenas unas farolas y los faros del propio coche.

Tú no te enteras ni del clima ¿verdad? — Fue la respuesta del rubio, Usa estaba apoyado en el respaldo del copiloto viendo por la ventanilla a un vacío totalmente negro en el cual apenas se podía divisar algo de césped y como mucho las viviendas de la zona.

A ver... vale que no os llevéis muy bien ahora mismo, pero...  podríais arreglar lo, era lo de Texas, ¿no? — Preguntó de vuelta Uk con un tono de cierta inocencia.

Usa dio un molesto suspiro, cerrando los ojos mientras su cabeza se ladeaba levemente hacía un lado, los viajes tan largos de autos le mareaban.

La pelea fue porque México era mi novio y a la vez me gustaba Argentina, que estas más perdido que mis ganas de vivir. — Aclaró, dejando su cuerpo relajado en el asiento, ahora mismo hasta ese mismo sitio era el lugar más cómodo ante los pensamientos de si mismo.

¿Erais novios? Bueno... si eso nadie lo sabia.

Lo sabía hasta China, y mira que a él no le interesa ese tipo de información.

Aja... ¿y no piensas ir a ver como está? Ya puede respirar más o menos bien... eso es bueno — Preguntó de vuelta, creando cierta incomodidad en Usa.

¿Por qué no vino Francia? — Desvió la conversación, abriendo sus ojos y acomodándose en aquel asiento de cuero, el auto se quedó en silencio por varios minutos. — Como me digas que se a muerto también abro la puerta y me tiro ahora mismo primer aviso.

¡NO NO! Ella, está viva... sí... solo... bueno, a veces las cosas no funcionan y... pues... cuando el amor se acaba... — Su voz iba lenta, como si no quisiera terminar la frase aunque era obvio su final.

¿Os habéis divorciado? ¿Y eso? — Preguntó, mirándole de una vez por todas.

Con todo esto de los últimos años dijo que había visto cosas de mi que no conocía y que prefería romper... no lo entiendo, la verdad.

Que eres un padre de mierda en resumen.

¡Eso es mentira! — El británico se exaltó tras el comentario del menor, mirándole de reojo.

¿Cuándo es el día de mi independencia? — Preguntó el rubio.

¿Qué?

¡PUES ESO! responde, venga.

Puff... ¿26 de Junio?

4 de Julio. — Corrigió el más alto, soltando una leve risa.

Casi.

Sí sí, lo que tu digas.

La mirada de la potencia se encontraba levemente curvada por la sonrisa que se iba formando en sus labios, esa imagen le trasmitió alegría al propio británico, hacía tanto que no lo veía sonreír, sentía la esperanza de que en poco Usa iba a mejorar, aunque él no tuviera fe en si mismo.

Usa. — Llamó la atención el mayor.

¿Uhm? — Fue la única respuesta que obtuvo,  dando a entender que lo estaba escuchando aunque no se molestase ni en mirarle.

Solo... quiero que sepas que te quiero hijo, aunque no lo demuestre tanto.

...

No hubo respuesta, realmente el rubio no sabía que contestar, ¿y eso tan repentino? un pequeño nudo se formó en su garganta, ¿por qué de repente Uk era así? ¿Tuvo que estar al borde de la muerte para conseguir el amor de su padre? no sabía si si quiera podía llamarlo así... Prefirió callarse y dejar el resto del camino en silencio, sin comentar nada y con el único sonido de las ruedas por la carretera y el motor del coche. Debido a todo esto ahora iba a pasar una temporada de nuevo en aquella casa donde vivió por su corta infancia. No le hacía ilusión pero tampoco tenía otra opción de momento.

Y en cierto modo no quería dejar a su padre solo tras la época de divorcio, aunque era obvio que no pensaba admitir eso en voz alta.

2666 palabras.

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