🌖Capítulo XXIV
Las primeras horas en el centro no parecieron tanto una pesadilla, realmente se había pasado todo el día en su habitación, tirado en la cama y viendo cada detalle de esta (o los pocos que había) mientras rezaba por que el tiempo pasara rápido durmiendo o mirando por la ventana.
Solo necesitó 3 minutos para ver cada rincón de aquella habitación de seguramente un metro cuadrado que agradecía de tener un pequeño baño interno el cual dejaba nada más al entrar un pequeño espacio cual pasillo en el que podías tocar ambas paredes solo estirando un poco los brazos, la puerta que había para entrar al baño no tenía cerrojo, ni si quiera tenía forma de mantenerse cerrada, parecía una de esas de bar que con empujarlas un poco ya se movían por 10 minutos sin problemas.
En el baño había apenas un váter, un lavamanos muy simple, un espejo que realmente era como una lámina de plástico borrosa, se agradece el intento, junto a esto había un pequeño estante donde podría poner sus cosas, no había ducha, deberían estar en alguna habitación aparte o algo así, como las duchas públicas o las de los gimnasios del instituto de las cuales siete de diez no funcionaban y las 3 restantes no se podían usar porque algún niñato bromista las había atascado, igualmente Usa dio sus pocos estudios en casa por lo que tenía la suerte (o no) de librarse de ese tipo de cosas, aunque ahora las iba a tener que vivir en un centro psiquiátrico.
No había nada más en el baño aparte de que las baldosas del suelo y la pared estaban tan sucias que el supuesto blanco que las llenaba se había vuelto algo más como un amarillo pálido casi marrón.
En la habitación el suelo seguía con unas frías baldosas blancas las cuales esta vez si mantenían su color, las paredes tenían una lisa pintura blanca con la parte inferior de estas pintadas con una línea azul claro en busca de dar un toque de alegría a la vida. Había una simple cómoda blanca con apenas tres cajones actualmente vacíos, una cama con sábanas blancas, una almohada con poco relleno y un colchón del grosor de un folio.
La única ventana que había estaba paralela a la puerta de la entrada y cerrada con seguro "mira tú, el que no le pusieron a la puerta" fue el primer pensamiento de usa nada más notar ese detalle, igualmente aunque ese pudiera abrir la ventana había una valla, seguro para evitar que alguien se tire.
Era apenas por la mañana, lo único que hizo aparte de dormir y mirar las musarañas fue mirar por encima el mapa que mostraba la distribución del edificio; la mayoría eran habitaciones, le seguían un par de salas de ocio y el comedor, el resto de las habitaciones estaban restringidas a solo gente del personal.
Apenas llegó la hora del desayuno los enfermeros se encargaron de que todos se encontrasen en el gran comedor el cual, ante los ojos de Usa, parecía más el comedor de una cárcel lo cual en parte no le extrañaba ya que el centro en si tenía similitudes con una prisión ante sus azulados ojos.
Cada paciente tenía un menú distinto y el rubio no era menos, ante el había una bandeja de metal similares a las de los comedores de colegios, dividida en dos triángulos por la mitad y unas pequeñas secciones en las esquinas, estos eran llenados por diferentes alimentos: un primero, un segundo y un postre, al lado de un vaso con zumo de naranja.
El primero tenía un par de tostadas con mantequilla que de seguro sabía a bálsamo de labios, en otro hueco había un huevo frito al lado de lo que parecía ensalada de frutas y por último, y lo único que Usa ingirió junto al zumo de naranja, una manzana verde.
Mientras se tomaba su tiempo para masticar cada uno de los mordiscos que daba, lo cual le tomaba casi 10 minutos por cada uno, pudo ver como múltiples personas ya se habían ido, como otras ocultaban la comida o la tiraban y alguna que otra persona que directamente estaban sentados viendo el plato.
Miró levemente la fruta, 52 calorías... realmente ya no le parecían tantas como hace meses, dio otro mordisco, sus dientes se habían vuelto algo débiles a la par que en un tono amarillento, le costaba morder así que estos huesos se quedaron hincados unos segundos hasta que lograron separar un pequeño trozo de toda la fruta la cual era sujeta con sus dos manos.
— Hey, disculpa. — Una enfermera se había acercado a él, Usa le miró pero no emitió más que un par de parpadeos mientras que masticaba de forma lenta. — Tienes que comerte las tortadas y lo demás. — Contestó la joven dando unos toquecitos en la bandeja con su dedo.
— No quiero. — Contestó sin más, tragando el trozo que había mordido y yendo a por el siguiente.
— Tienes que hacerlo... — Ordenó la chica, apoyándose en la mesa donde se encontraba usa.
Este le miró por un par de segundos, dejó el corazón de la manzana ya mordida sobre la bandeja.
— 52 calorías en esa manzana. — Contestó, separando la bandeja de él con un leve golpe haciendo que el vaso con zumo se tambalease levemente.
— No podéis salir del comedor hasta que la bandeja esté vacía.
— Pues vale.
Tras esa respuesta los brazos del rubio se pusieron sobre la mesa en forma de almohada, seguido colocó su propia cabeza sobre estos cerrando los ojos, pudo escuchar un suspiro y como ha chica se iba, realmente no tenía nada mejor que hacer aparte de dormir y escuchar conversaciones ajenas.
Suspiró y miró hacía el reloj que estaba contra la pared casi tocando el techo, entrecerró sus ojos y con ayuda de sus dedos achinó estos en busca de invalidar su miopía y poder distinguir bien lo que las manecillas decían, 9:46, era temprano.
Sin más se acomodó de nuevo en sus brazos y rezó por que al despertar de su futuro sueño se encontrase en su casa y todo hubiera sido una pesadilla... pero no fue así, claramente.
Era ya casi por la noche, Usa había logrado "saltarse" ambas comidas quedándose dormido al lado de una bandeja llena que al poco tiempo le retiraron sin que lo notara y al poco después una enfermera se hubiera acercado para despertarse y sacarle de la cafetería algo desorientado.
Pulsó los botones que marcaban cada uno de ellos un número correspondiente del 0 al 9 en la sala de entrada, realmente no sabía ni como podía recordar aquel número de memoria.
Tenía 15 minutos para una llamada, habían varias personas del centro cerca por lo cual la mirada nerviosa de Usa se posaba en cada uno de ellos.
"El número que a llamado está fuera de cobertu-"
Colgó el telefono que se sujetaba en la pared, separándose de él, se giró y vio que una de las empleadas le miraba con una ceja levantada.
— Fuera de cobertura — Soltó una risa algo nerviosa rascando su brazo. — Emm... era... a mi madre.
Sin esperar más preguntas, que la señora estaba apunto de hacer, salió del cubículo en el que se encontraba para la llamada dirigiendo sus pasos hacía la habitación que se le había asignado como "su dormitorio", realmente estaba tan vacía que no sabía si poder llamarla su habitación.
Mordió su propio labio arrancando un poco de la piel de este la cual escupió, seguido pasó la manga de su albornoz contra su bocas, limpiando sus labios y acomodándose esta, el hospital era frio y los únicos lugares con calefacción eran las salas comunes a las cuales Usa no quería ni acercarse.
Miró el mapa al final del pasillo, indicaba que estaban en el piso 3, encima de este empezaban puras habitaciones de las cuales entre ellas estaba la de Usa.
Miró a ambos lados de los pasillos, un dolor punzante empezaba en su cabeza, seguro por la mala alimentación en la que había recaído las migrañas se estaban volviendo constantes.
Se dispuso a subir el primer escalón entre muchos que tendría que pisar para llegar a su habitación, la idea le daba tanto cansancio que tras los cinco primeros se apoyó en la pared, agarrándose con su mano izquierda en la barandilla de frío metal y con su brazo derecho abrazándose a si mismo, su labio empezó a temblar, no sabía si de la temperatura o por las ganas de llorar, al fondo se escuchaban las voces de otros pacientes hablando entre ellos, riendo, ¿se podía sonreír en un lugar como este? ¿acaso ellos no pensaban que les habían abandonado? ¿por qué ellos se reían y él no? muchas preguntas en tan poco tiempo lograron terminar de romper el llanto, retuvo su labio inferior entre ambas hileras de dientes y apretó, no entendía como el sabor metálico tardó tan poco en salir aun con las dificultades de morder una simple manzana.
Sus pasos subieron rápidamente hacía la habitación, tenía ganas de vomitar, de llorar, de tirarse a la cama y envolverse en sus propias sabanas y la miseria, pero solo cumplió uno de estos caprichos, siendo por desgracia el primero.
"¿Usa Walker? La psicóloga te está esperando." Esas fueron las palabras que le despertaron después de dormir por horas tras largos minutos arrodillado en el baño contra una de las paredes.
El lento y cansado paso del rubio se había detenido nada más llegar a aquella puerta blanca con una placa de metal que le indicaba el número de la consulta en un pasillo lleno de estas, sacó sus manos de entre las sabanas que se había llevado modo capa aun con las indicaciones de la enfermera que le despertó diciéndole que no podía hacerlo.
Un golpe lento fue suficiente para que la puerta se abriera dejando ver ante él a una señora joven, usa se fijo en cada detalle de ella, piel negra, rasgos característicos, ojos grandes y marrones y su pelo totalmente rizado recogido en un pomposo moño, era más o menos de su altura, incluso algo más alta que él, aunque no podía estar seguro de este dato por la postura encorvada de si mismo. Su ropaje era similar al del resto de enfermeros del centro.
— ¿Usa? — El rubio solo asintió. — Pasa cielo, te estaba esperando.
La mujer se hizo a un lado dejando pasar al menor, el cual sin más caminó hacía una silla frente a un escritorio; la consulta era pequeña pero aun así se notaba más espaciosa que la habitación del rubio, todo estaba pintado de blanco, estanterías de maderas, un escritorio, un par de sillas y diplomas... una consulta normal.
— ¿Emocionado por tu primera consulta? Por lo que tengo entendido nunca fuiste al psicólogo. — Habló la más alta agarrando unos papeles de las estanterías y sentándose en la amplia silla que estaba frente al rubio y eran separadas por el escritorio.
— Fui con OMS... — Contestó Usa viendo los movimientos de la contraria. — Y... me emociona más la idea de que me salto desayuno. — Dijo respondiendo a la pregunta del principio.
— Je, realmente la comida de aquí es asquerosa. — Posó sus manos sobre el escritorio. — Dime... ¿por qué estás aquí? — Preguntó, al no recibir respuesta reformulo la pregunta — ¿Por qué crees que estás aquí?
— ONU y Uk dicen que es lo mejor para mi, que soy un peligro para mi mismo... — Habló con calma, mirando a otros sitios que no fuera el rostro de la morena.
— ¿Te consideras un peligro para ti mismo? Desde tu punto de vista, no lo que digan los demás. — La voz de la mujer por alguna razón calmaba la tensión que Usa sentía, como si no le hicieran preguntas con una sola respuesta donde si no escribes hasta el mismo punto te lo dan por mal, sentía como si fuera un examen donde todas las respuestas con opinión libre y no te pueden suspender.
— No... ósea, yo... ¿no? — Miró hacía la señora, sus cejas se arquearon y desvió la mirada. — Siento que soy más un peligro para los demás.
— ¿Has atacado a alguien? Físicamente. — Preguntó de nuevo la chica, usa miró una placa en su peño "Psicóloga Bell Cooper".
— No pero... mi hermano... murió y yo no pude hacer nada... y ahora hay dos chicos en el hospital porque tuvieron un accidente de coche tras una pelea conmigo... — Tragó saliva y miró hacía el frente, volviendo a fijarse a la psicóloga.
— Me enteré de eso, ONU me pasó el informe. — Le mostró unos papeles al rubio, en estos venían más que nada una descripción de los últimos meses. — Y dime... ¿Le has hecho daño físico a alguien?
— No, ósea, nunca le he pegado a nadie, ¿ahí pone que soy violento? Eso es mentira yo solo- —Fue callado a la mitad de su intento de justificación, sus ojos pasaron del papel a Bell de nuevo.
— Yo sé de alguien que sí, ¿te suena el nombre de Jackson Walker? — En cuanto la profesional pronunció ese nombre al rubio le dio un escalofrío, poniéndolo totalmente recto.
— ...
Un par de minutos en silencio, juntando miradas, Usa suspiró y miró a otro lado.
— Solo... Uk me llamaba así. — Contestó ante su pregunta. — Todos me llaman por mi primer nombre o simplemente América.
— Estados Unidos de América Jackson Walker, parece el nombre de un príncipe de alguien importante de lo largo que es. — Burló la fémina.
— Yo soy importante — Saltó a la defensiva.
Tras unos minutos de risas por la reciente situación las preguntas más serias llegaron.
— Seamos directos... tu padre me a informado de la situación. — Mantuvo una pequeña pausa donde el americano tragó en seco, ambos sabían de que hablaban. — ¿Cómo vas con el tema de la comida?
— No tengo hambre, y no me gusta comer en el comedor, ponen mucha comida y... todo sabe horrible.
— No puedo hacer nada para que comas apartado, pero perfectamente puedo intentar que regulen tu alimentación a menos cantidad —Apuntó algo de forma rápida en el ordenador moviendo rápidamente sus dedos por el teclado y dejando ese placentero ruido mientras seguía hablando. — ¿Y con lo de regurgitar?
— ¿El qué? — Preguntó con una cara de desorientación tras la última palabra.
— Vomitar.
— Ah... — pausó al entender la pregunta. — ... ¿Qué pasa con eso?
— ¿Cuándo fue la última vez que vomitaste? — Habló con calma, juntando sus manos.
Por alguna razón, el... ¿pánico? que solía sentir ante estas preguntas salidas de las bocas de Uk o de ONU no aparecía, algo le decía que sí podía ser sincero, quizás el hecho de no conocer de nada a la persona que le interrogaba.
— Ayer por la noche... en la habitación.
— Vale... — Tecleó rápidamente en su teclado. — ¿Y qué lo provocó?
— Solo... no sé... me dieron náuseas por el pánico de estar aquí... — Se encogió en su asiento, abrazándose a si mismo mientras volvía a agachar la cabeza.
— ¿Preferirías estar en tu casa? — Usa asintió — ¿Con tu padre? — No hubo respuesta. — Usa... cielo, cuando salgas de aquí no puedes estar solo, tendrías que mudarte con tu padre.
— Uk no es mi padre.
— Oye, si eres adoptado yo no lo sé — Levantó sus manos en modo de defensa, Usa rio levemente, provocándole una sonrisa a la señora de vuelta. — ¿Por qué dices eso?
— Un padre... está ahí... él nunca estuvo, todos ahí con sus padres de apoyo... que si Alemania estudiando con el suyo, que si Brasil jugando con el suyo... si hasta México pasaba tiempo viendo culebrones con su padre, ¿y yo qué? "No puedo, juega con Canadá" ¡Si no supe que era mi padre hasta los 6 años! — Se cruzó de brazos, mordiendo su labio para retener un sollozo. — No lo considero mi padre, solo es... Uk... y ya... y yo no soy su hijo, si quieres ex-colonia, hijo, nunca. Ni cuando me volví primera potencia me felicitó, ni por ganar guerras, o por un puto simple dibujo que haces cuando eres niño y dices que es un perro pero parece una patata mal pisada que pintaste con los pies y a oscuras.
— Jackson... él se preocupa por ti... a su modo...
— No lo parece.
— ¿Si tuvieras su apoyo te sería más fácil superar la Bulimia?
Hubo un silencio en la habitación... esa pregunta le mantuvo pesando más de la cuenta e igualmente no logró una respuesta solida.
— Piensa en ello, ¿sí? y cuando me vuelvas a ver me lo dices, la sesión a terminado.
Bell se levantó de su asiento y caminó hacía la puerta, abriendo esta y quedándose al lado sujetando el pomo, por parte de América, este solo miró a la contraria unos minutos intentando buscar ahora la respuesta, pero no lo consiguió, era demasiado compleja por muy corta que fuera, como si te hicieran una pregunta de Sí o No, contestaras tan rápidamente y con confianza y luego el siguiente párrafo sea "Justifica tu respuesta".
Se levantó de la silla y caminó fuera de la consulta, quedándose en la puerta un par de segundos y sin más emprendiendo el paso hacía su habitación para, seguramente, dormir.
2940 palabras.
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