🌑Capítulo XXI
Tras escuchar el sonido de la pequeña campana del timbre de la casa la vista desconcertada de Usa se dirigió hacía la ventana de la habitación, ventana que aunque estuviera en la fachada de la casa no tenía la posición adecuada para ver quién estaba en la puerta, por lo cual, tras mucho intentarlo y que seguro los vecinos que le vieran (si es que alguno estaba despierto) estarían desconcertados de ver a Usa con la cara contra el cristal en busca de ver la entrada. Pero nada.
Salió de la habitación arreglando su pantalón y poniéndose la primera camisa que vio tirada en el suelo que era la misma que usaba de pijama, al llegar a la entrada el timbre volvió a sonar, fuera quién fuera o tenía prisa o venía enfadado.
— I'M GOING! — Avisó con cierta molestia al escuchar por tercera y cuarta vez aquel mismo timbre, agradeció para sus adentros que mínimo durase unos pocos segundos y no fuera de esos con melodías de un minuto incluso.
Terminó de colocar bien la prenda negra que cubría su torso y tras un leve suspirar abrió la puerta, dejando ver a aquella persona con la cual la relación se había enfriado en tan poco tiempo. Esa persona que en pocos minutos con solo su fría mirada sintió como algo agarraba su corazón y detenía aquel latir solo para pocos segundos después devolvérselo.
— ¿México está acá? — Preguntó le argentine nada más vio el rostro de impresión de Usa, al no obtener respuesta su frio rostro se volvió uno de molestia. — Usa, son las dos y media de la mañana, no es el mejor momento del mundo para estar afuera, este frío me va a congelar hasta los ovarios boludo, ¿Mex está acá? ¿sí o no?
Chasqueó sus dedos frente a los ojos del más alto, devolviendo sus pies al suelo, la mente de Usa solo pudo recordar la llamada que horas antes Argentina le realizó a México, llamada de la cual por fortuna el trigueño nunca escuchó el mensaje.
— No, se fue a su casa hace tiempo. — Mintió, ambos sabían que era mentira, pero algo en su interior seguía con la leve esperanza de que se lo creyera.
— Serás pelotudo, ¡GRINGO, NO NACÍ AYER!
Tras un empujón que solo movió a Usa unos pocos centímetros a un lado de la puerta Arge entró, tampoco es que hubiera mucha resistencia por parte del norteño, más bien el se echó hacía atrás nada más vio las intenciones del sureñe.
Aunque Argentina podría haber caminado más allá al interior de la casa dejó sus pasos al final del pasillo de la entrada, giró sobre sus talones y miró con ciertos metros de distancia hacía aquella potencia mundial que se encontraba ahí quieta, apoyado contra la puerta de madera que acababa de cerrar.
Hubo un corto silencio, un silencio que del primer microsegundo se le notaba incomodo, hasta el mínimo grito iba a ser mejor que aquel momento de solo mirarse unos a otros.
— México no vio el mensaje de voz, ni el primero, ni el segundo... ni el quinto... — Habló Argentina, apoyándose en el marco que daba paso a un salón, comedor abierto.
— Tuvimos la cena y luego fuimos a la cama, perdón por querer tener un San Valentín bonito con mi novio. — El sarcasmo se notaba en su voz, aunque la situación fuera clara desventaja Usa seguía con aquel orgullo, orgullo que no iba a irse tan fácil por desgracia o fortuna
— Le intentas comer la boca a su hermane y ahora eres el mejor novio del mundo. — Le sureñe no se quedó atrás, dejando ver en su mirada notable molestia y la ira hablaba por él. — Usa, mira, eres mi amigo, sí, pero México es mi hermano y no quiero que esté viviendo en una mentira, pensando que va a tener por fin una relación decente y acabar... contigo, siendo tú.
— Espera espera — Le cortó, moviendo su mano en señal de callar a le contrarie— ¿A qué te refieres con "contigo siendo tú"? — Preguntó, su tono de desconcierto y el gesto de inclinarse hacía adelante mientras señalaba con acusación a Argentina indicaban que esas palabras no le agradaron.
— Usa, por favor, da igual lo mal o bien que lo estés pasando, siempre has sido y serás TÚ, un egoísta que solo piensa en si mismo y en su polla, ¿entiendes? Podrías centrarte en ir mejorando y salir de tu TCA pero en cambio vas como si nada llorando por las esquinas y ni lo intentas, te he visto comer mil veces por favor, y comer con calma, no a base de atracones, hace meses que no te da uno, seguro ya lo superaste, ¿no?
Aquellas palabras escupidas con odio y repulsión le revolvieron el estómago a Usa, ¿y Argentina que sabrá? ¿Acaso estaba con él 24/7? ¿Acaso le veía todas las noches con crisis en el trabajo? ¿Acaso no notaba que entre quedada y quedada había tiempo de ayuno? Quería meterle un puñetazo, pero controló sus impulsos y mordió su labio inferior, cruzando sus brazos. Sentía que en este momento Argentina solo iba a atacar, y por desgracia la gente ataca siempre y a primeras con tus enfermedades, y cuando pasas algo psicológico que te digan que finges te duele, te arde, sientes que te quieres morir.
Pasa siempre, el cuando alguien tiene depresión opacar esta con un "el otro día sonreíste", "pero tú no estas triste todo el día", "solo estabas mal, yo también me siento así a veces", para posterior ir a la mínima baja ya etiquetarle con aquella enfermedad. En el caso de los TCAs no se quedaba nada atrás, el "el otro día comiste", "no estás flaco", "pero tú no vomitas", dicen que hasta que no pasas por algo así no sabes como se siente, pero aun así, pasando por un TCA tú no sabes como otros lo viven, ninguna persona vive la misma experiencia de la misma forma.
Quizás haya alguien con anorexia que no coma nunca, personas con bulimia que vivan a base de atracos y vomitar, personas que las ves y notas más el esqueleto que su carne, que cumplen todos los estándares, pero siempre se olvidan de los casos diferentes, de que una persona puede perfectamente estar pasando por algo así pero no expresarlo igual. El pánico a la comida, el querer vomitar pero no poder hacerlo, el culparte internamente de alimentarte, buscar las calorías exactas de todo, no hacerlo pero aun así odiarlo, que los simples sabores que antes amabas te den asco.
Pases lo que pases, vivas como lo vivas, no vomites, lo hagas, tengas atracones, recaídas, mal estar constante, que parezca que todo va bien y comas pero en tu interior quieres expulsarlo todo y culparte. Hay personas que lo viven con humor, un humor que muestra lo mal que lo estas pasando, repitiendo su situación en voz alta hacía la gente...
Cuando una persona se autolesiona suele ocultarlo por el pánico al "que dirán", cuando lo muestran y afirman que lo hacen, a esas personas les duele y saben perfectamente que los demás piensan lo mismo que ellos "Si reaccionas así lo haces por atención". Los TCAs es igual.
Negar el tenerlo porque no estás en los huesos, negar tenerlo porque si comes, negar tenerlo porque no vomitas, negar tenerlo porque no cumples los estereotipos, pero sabes que esta ahí, el llanto interno cada vez que comes, el darte tanto asco tu propio cuerpo que lo ocultas entre capas y oscuridad, olvidar tu propia higiene por no querer verte desnudo... Al fin de al cabo no son las cualidades quien lo dice, no son los terceros o los psicólogos, no son los estereotipos, hay un patrón escrito, un patrón que solo tú puedes reconocer, y hasta que tú no conoces el TCA nadie más lo puede hacer.
Duele, cuando se lo dices a alguien, lo ocultas, pero cuando lo dices sabes que has quedado expuesto, por mucho que la otra persona también lo pase, ¿de verdad puedes confiar en ella? ¿y si lo usa en tu contra? la paranoia siempre es amiga de este tipo de cosas.
La vista de Usa se nubló, ¿eran lágrimas? ¿Estaba llorando? ¿Iba a llorar en ese preciso momento? ¿Ahora? ¿Por alguna estupidez como esa? Él sabía lo que estaba pasando, no tenía porque decírselo a nadie, dar explicaciones de lo que estaba pasando, pero al mismo tiempo las nauseas llegaron, ¿estaba mal? ¿y si de verdad fingía? pero lo que pasaba de puertas para dentro...
— Usa... Oye mejor, solo voy a por México y ya, ¿sí? — La voz de Argentina le sacó de sus pensamientos, parecía que el tiempo que había pasado pensando sobre esas cosas fue demasiado porque la ira de las palabras escupidas con odio de Arge había desaparecido, su voz era más calmada, ¿por qué era así? ¿Por qué podía relajarse tan rápido? — Disculpa por eso, ¿sí? no quería decirlo.
— Oh, no, sí que querías decirlo — Las lágrimas se quedaban formando una barrera que aunque nublara la visión del estadounidense esto no lo detenía a caminar hacía le rubie frente suya. — ¡Si es lo que todo el mundo piensa! ¡Por dios tú solo fuiste un porta voz!, ¡¿SOLO ESTOY FINGUIENDO?! ¡VALE! ¡DILE ESO A MI PADRE! ¡DILE ESO A CANADÁ! ¡O A FRANCIA! ¡O A LAS PUTAS HORAS QUE HE PERDIDO LLORANDO SOBRE LA PUTA BÁSCULA, EN EL BAÑO VOMITANDO O LA CANTIDAD DE PLATOS CON COMIDA QUE HE ACABADO TIRANDO! Porque al fin de al cambo estoy mintiendo, ¿no? ¿y si estoy solo a quien le miento? ¡¿EH ARGENTINA?! ¡DIMELO! ¡Por qué según todos ustedes don potencia mundial vida perfecta no puede estar mal y solo lo hace por atención! ¡¿La atención de quién?! ¡Si me paso la mitad de mi puta vida entre cuatro paredes odiándome! ¡¿Qué atención?! ¡DIMELO! ¡VENGA! ¡TÚ QUE ERES TAN INTELIGENTE! ¡DIMELO PARA QUE LO PUEDA SABER A LA PERFECCIÓN!
Contra más hablaba más alterado se le notaba, llegando a quedar cara a cara junto a le argentine, el cual solo le miró con su rostro plasmado de miedo y preocupación, su labio temblaba, quería decir algo, era notable, pero se había quedado paralizade por esa reacción tan repentina del estadounidense.
— Usa yo... — Fue interrumpido de nuevo.
— Tú nada... ni se te ocurra retirar todo lo que has dicho porque ambos sabemos que es verdad... y para tu puta información... — Se acercó a este, dejando que su aliento chocara contra el rostro del más baje— No todos vivimos esta puta mierda de trastorno igual... ¿sí, tucancito?
El silencio se volvió a hacer, la vista de Usa pasó a recorrer el resto de la habitación y alejarse de le rubie, apoyando su cuerpo en la pared mientras este solo desviaba su mirada al suelo.
— Vete. — Ordenó, su mirada tampoco se juntaba con la de le sureñe.
— No sé Arge pero yo sí me voy — Una tercera voz se unió a la conversación.
Ambas miradas se pusieron sobre el tercero, México, como no, tras tanto griterío ni la persona con el sueño más pesado podría dormir, algo sorprendió a ambos, a Usa no le hizo reaccionar las palabras que pronunció o que estuviera despierto, si no las lagrimas que brotaban de sus ojos, el hecho de que ya estaba vestido y en su mano aquel teléfono que mostraba en pantalla el registro de llamadas perdidas y mensajes. Había escuchado el mensaje...
— México yo... — Esta vez Usa fue callado por el norteño el cual solo se acercó a este, en vez de con palabras le cerró la boca de un fuerte golpe en su mejilla que sonó y seguro dejaría una futura marca.
— ¡¿NETA USA?! ¡Mira que andaba pensando en no ser tan aguado y hacer así todo público muy lindo, pero con un idiota como tú que me pone de cuernudo, no mames, si así hasta prefiero al Ruso. — Sus palabras mostraban más asco que otra cosa, estaba decepcionado, sí, pero parecía que sabía ocultarlo. — No me vuelvas a hablar, no te monto aquí drama porque es tarde y no tengo ganas, pero como te atrevas a soltar una sola palabra en reuniones o cosas así porque me pongo a contar cada mierda que hiciste, ¿sí?
Era sorprendente que no fuera esta vez México quién gritara, pero por sus rápidos y torpes pasos hasta salir de la casa, sin cerrar la puerta y dirigiéndose al coche demostraba que si por él fuera Usa no estaría vivo ahora mismo.
— Voy con él... no debería conducir estando enojado... Adiós Usa.
Argentina no tardó en salir, esta vez cerrando la puerta de una vez, dejando la casa que pasó de gritos a un silencio tan repentino que daba miedo, miedo y calma a la vez. Usa suspiró y por fin aquellas lágrimas salieron del todo, no quería seguir despierto, para que mentir, tanto grito le había quitado las ganas de socializar por dos años.
Si todo era mejor cuando estaba solo, y ahora volvía a estarlo, pero conociendo su suerte de seguro algo más iba a pasar, tampoco le importaría tanto, acababa de entrar en ese lapsus de "0 emociones" que sientes tras la mezcla entera de estas y la euforia.
Caminó hacía su cama y se tiró sin más a ella, agarrando las sabanas y cabiéndose del todo, por suerte la noche no fue larga y tras no más de media a llanto puro Usa logró calmarse y conciliar el suelo.
Por otra parte, en la plena carretera de noche ambos Latinos se encontraban en aquel auto Nissan que le pertenecía al norteño el cual en este preciso momento iba en el asiento del conductor contra las quejas de su acompañante.
— No deberías conducir... sigues llorando... — Argentina comentó, siendo las primeras palabras desde que ambas puertas del coche se cerraron. — Oye, venga mínimo tuviste un lindo San Valentin, ¿sigue follando tal como lo describiste? — La voz de Argentina pasó a una guasona en busca de animar el ambiente, pero eso no era su mejor habilidad.
— Argentina o cierras el pico de metiche que traes o te hago comer rueda. — La voz del castaño sonó más molesta que minutos antes, su vista se centraba en la autopista la cual era iluminada por pocas luces aparte de las del propio coche.
— Yo solo digo...
— ¡NO VENGAS DE HERMANO MAYOR PORQUE CASI TE TIRAS A MI MORRO! — La vista de México se centró esta vez en Argentina aunque pasaba a veces al propio camino para evitar desviarse al igual que sus manos se centraban en el volante. — ¡EX-MORRO! — Se autocorrigió.
— ¡¿México que decís?! ¡Sabes que no soy tan bolude como para hacer eso! ¡Él se me confesó y yo le rechacé! — Respondió Argentina, alertándose al notar como los ojos verdes del conductor pasaban a él y no al camino.
— ¡¿Y para que viniste a su casa a las dos de la mañana?! — Preguntó de vuelta, apretando el volante entre sus frías manos.
— ¡Por ti! ¡Te iba a llevar a casa! — Argentina se giró en su propio sitio, viendo directamente al castaño.
— ¡Argentina no tengo 15 años! — Sus ojos se posaron contra los del Argentino, cruzándose de brazos, mala idea, muy mala idea.
— ¡MEX EL VOLANTE!
Las manos de Argentina tiraron hacía el propio volante agarrando este nada más notó como el coche se descarriló al no tener el control humano sobre él, México se le unió, o eso intentó, reaccionando al instante y agarrando también aquella circunferencia que controlaba la máquina, pero por desgracia hubieron unos segundos de despiste que fueron suficientes para que el auto no reaccionara a tiempo, girando demasiado tarde y chocando contra una de la vallas a los laterales del camino, cortando esta y cayendo por el leve desnivel que provocó la vuelta inmediata del coche.
Los cristales se rompieron contra la presión del golpe, y por instinto Argentina cubrió su rostro en el torso del mexicano el cual le cubrió abrazándole y acercándose también a este haciéndole de caparazón y recibiendo un choque en su cuello y espalda contra el techo del coche, un golpe que le hizo abrir los ojos junto a un dolor intenso en su pecho, sacando el poco aire de sus pulmones y obligándole a separarse de su hermane en busca de oxígeno. Segunda mala idea.
2783 palabras.
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