🌒Capítulo XX(+18)
13 de febrero de 20XX 11:23 p.m
— A ver si me ha quedado claro... — Habló le argentine. — Tú y México están juntos... como novios... aunque después de todo lo de la última vez quedó claro que no servían como novios.
— Exacto. — Afirmó Usa asintiendo con su cabeza cual niño pequeño.
— Pero él quiere mantenerlo más o menos en secreto por todo el drama que está pasando últimamente, pero tú quieres hacerlo público como la última vez.
— Yes.
— Pero como él no quieres tienes pensado, DESPUÉS DE CINCO MESES SALIENDO, que quieres hacerlo público porque tenes fe de que va a funcionar... como la última vez.
— Sí, justo eso.
— ... ¿Y no has pensado que tal vez, solo TAL VEZ, ocurra lo mismo que LA ÚLTIMA VEZ? — Habló Argentina, moviendo sus manos intentando explicarse con gestos y viendo la reacción de Usa.
— Obviously that's not going to happen. — Habló con calma mientras se dirigía hacía la encimera de la cocina, agarrando una trufa de chocolate recién hecha.
— Pedazo de pelotudo estas hecho, ¡Usa no podes-! — Argentina no pudo continuar con su regañina intentando ponerle los pies en el suelo a Usa, este directamente fue callado por el rubio que sin aviso, le metió una de las trufas de chocolate en la boca.
— Mejor calla que me traes mala suerte.
— Jumm... Boludo esto está buenísimo. — El de menor estatura le miró, fijándose como Usa se sacaba el delantal y lo colgaba en la puerta de la cocina.
— ¡A que sí! Son trufas de chocolate, 510 calorías por 100 gramos, me las enseñó a hacer Canadá una noche cuando Uk no me dejó cenar por 3 días más que lechuga y tomate — Habló con calma. — Todavía les queda reposar un poco, así que las dejaré en la nevera y mañana cuando venga Mex se las doy, ese piensa con el estómago.
— Él y todos.
Argentina intentó agarrar una de las trufas, pero Usa le detuvo, dándole un leve golpe con uno de los paños de cocina y haciendo que alejara su mano.
— ¡No! ¡Sh! — Le dio otro golpe con el paño, haciendo que le rubie se alejara de la comida y así poder guardarla en el refrigerador. Seguido se volvió a acercar a elle.
Realmente el ambiente era agradable, dos amigos hablando en la cocina, con calma, era uno de los momentos donde Usa se podía sentir menos presionado a no liarla y podía ser completamente directo, en todos menos en sus sentimientos.
Durante esos días que habían pasado ya no lograba distinguir entre dependencia y amor, no sabía si amaba a México o solo quería vengarse de él, no sabía si amaba a Argentina o solo le necesitaba por tener a alguien en quien apoyarse y llorar tras la muerte de Canadá, pero no iba a fijarse en eso, ya tenía suficiente con saber distinguir si tenía hambre o solo gula como para ponerse a pensar más en otras cosas, ¿era necesario hacerlo? sí, pero no podía poner tantas cartas sobre la mesa y hacer todos sus movimientos cuando el juego era de dos, una partida de póker entre él y su mente, él ya había lanzado su carta y el turno le pertenecía a aquello que le obligaba a mantenerse despierto todas las noches por diversos motivos, pero aun no actuaba.
— Dale, ¿entonces si tenes todo listo que hago yo aquí? — Preguntó Argentina, bajando a Usa de sus pensamientos y haciendo que este se girase mientras que elle se apoyaba en la encimera de la cocina.
— Bueno... emm, tú conoces bien a México, y eres mi amige entonces... — Este se puso frente a le receptore de aquellas palabras. — Quería ensañar contigo lo que le voy a decir a Mex mañana y tú me dices si suena muy cursi o si sueno muy borde.
— Perfecto, Dale, yo soy México y vos sos vos. — Dio una palmada y se acomodó, sentándose sobre la encimera.
— ¿Por qué te subes a la encimera?
— México lo haría.
— Bueno — Usa se acomodó, estiró su cuerpo, se sacudió levemente y miró hacía argentina.
Ambos soltaron una risa nerviosa, y sin más, tras un suspiro, la "función" empezó.
— Mira, sé que... hasta hace unos meses no nos habláramos, seguramente todo esto fue lo que provocó que empezáramos a hablar... — Las palabras de Usa salían de forma calmada, miraba a otro lados, cualquiera para evitar fijarse en la persona que sustituía al mexicano. — Yo... realmente creo que por todo eso antes te... ¡no te odiaba! pero sí que podría decir que no me caías bien pero creo que es obvio que estaba equivocado porque... eres una persona genial, divertido, amable y... siento que siempre has estado ahí cuando yo lo necesitaba — Su vista se posó en Argentina, juntando su vista directamente con los ojos azulados del contrario. — Y... yo realmente, puede que no hubiéramos vivido mucho juntos, solo estos meses, pero igualmente en este tiempo he sentido que siempre has estado ahí conmigo... incluso cuando no estabas... — Y con esa simple mirada entendió muchas cosas, entendió lo que hace unos minutos se estaba cuestionando, no sabía si era amor, obsesión o dependencia, pero fuera lo que fuera no era hacía México.
Los pasos de Usa siguieron adelante, quedando frente a Argentina, posando una de sus frías manos contra las del americano y llevando esta a su propia mejilla, rompiendo el contacto visual y volviéndose a mirar a un cuenco de frutas sobre la encimera.
— Yo... realmente he estado equivocado en muchas cosas y... quizás pienses que esto es una de esas cosas en las que me equivoco pero, yo creo que no es así...
Las manos de Argentina se posaron sobre las mejillas del rubio, haciendo que este le mirase y volviendo a unir miradas, una mirada azul celestina contra otra más apagada pero que si te fijabas lograbas ver mucho brillo.
— Si te vas a confesar a México hazlo bien, mirándole a los ojos. — Susurró le menor, mostrándole una sonrisa en forma de calma al estadounidense, una sonrisa que le abrió muchas puertas.
— Yo... — Usa miró los labios de Arge y posteriormente sus ojos de vuelta. — Lo que quiero decir es que...
No era dependencia, ni obsesión, quizás si la tuvo en algún momento de su historia, pero no todo giraba entorno a "El TCA me creó...", era más complejo que eso, era como si el trastorno en este preciso momento solo fuera un punto secundario en esa historia.
— Quiero pasar más tiempo contigo, a tu lado... juntos, como pareja porque...
Tragó aquel nudo que impedía salir las palabras, palabras que por mucho que lo dijera de aquella forma y con aquel contexto estaban con otro destinatario, no iban dirigidas a México, ni en un antes ni en un después, no es que quisiera practicar las palabras con Argentina porque le hacía sentir seguro, era porque esas palabras iban firmadas por Usa, pero en su encabezado ponían en bien grande "Para Argentina".
— Te amo...
El agarre hacía las más pequeñas manos del país no cesó, se hizo levemente más fuerte y sin apenas darse cuenta ya había unido sus labios con los del menor, sin busca de respuesta, sin saber porque, simplemente ahí estuvo, un beso que por poco tiempo que hubiera pasado tanto hubiera esperado.
¿Era amor? Sí, un amor claramente no correspondido, pero que ninguno le dio importancia hasta la hora en la que el beso se rompió, un beso que gritaba "Te amo" pero que de respuesta solo recibió un:
— ... Usa, esto no es amor.
— ¿Qué? — Aquellas palabras bajaron de la nube a la que Usa se había subido minutos antes, pestañeó un par de veces y volvió a fijar sus ojos en la vista del sureñe, una mirada fría. Una mirada que provocó que se separase.
Argentina puso con delicadeza sus manos en el pecho de este y le empujó con sutileza hacía atrás logrando completar ese espacio lo suficientemente grande como para poder bajarse de la encimera.
— Esto es por el TCA, ¿sí? Es... una dependencia, no me amas, solo me necesitas. — Su voz era calmada, intentando convencer a Usa de que estaba equivocado.
— No... oye no, yo de verdad te amo, ¿sí? l-lo del TCA no tiene nada que ver — Mientras tanto Usa tenía un todo nervioso, como no, cuando opacan lo que sientes por alguna de tus enfermedades... eso molesta... demasiado.
— Estás saliendo con mi hermano.
— ¡Por qué quería joderle! — Exclamó, llevándose una mirada de desconcierto del argentine.— ¡I-Iba a romper con él!
— ¡Literalmente ibas a preparar una cena y un ensaño para pedirle que todos se enterasen que estaban cogiendo! — Está vez los gritos los provocó Argentina.
— ¡Así el dolor iba a ser mayor! ¡Solo quería que él sufriera tanto como yo! — Se acercó al argentina, viéndole a los ojos, esta vez la mirada le provocaba más dolor que otra cosa.
— ¡Si querías hacerle eso haber subido conversaciones de él pidiéndote volver a Instagram, ábrele un hilo en Twitter, chamuya sobre él, expón sus cosas! ¡Lo típico que hacen los ex's! ¡No ir a pedirle volver, cogértelo, pedirle matrimonio, tener 5 hijos, una casa, tres perros y un hámster y luego decirle "no fue todo en joda, me quiero chapar a tu hermane"! — Argentina agarró su móvil el cual estaba sobre la encimera y salió de la cocina, dirigiéndose hacía la puerta. — ¡Se lo voy a decir! ¡Y olvídate de que te ayude con tus cosas! ¡No me vuelvas a llamar, ni mensajear, porque ni en pedo te contesto!
— ¡Argentina oye!
No pudo continuar, esta vez elle le calló, cerrando la puerta principal por la que había salido de un portazo, ahora mismo Usa podría haber salido corriendo, pero no podía, sentía miedo, temía las consecuencias de sus actos, quizás Argentina tenía razón, ¿sería muy tarde para abrir un hilo en Twitter?
14 de febrero de 20XX 10:23 p.m
El nerviosismo estaba a flote, era obvio que la pelea con Argentina fue más grave de lo que un perdón podría solucionar, ahora mismo en menos de 10 minutos México iba a llegar a su casa para celebrar lo que era el famoso día de los enamorados, una escusa para gastar dinero en cursilerías, pasar tiempo por tu pareja, hacer sentir mal a gente que no tiene a nadie, llenar todo de corazones y ganar dinero a costa de ello. Pero la mayor preocupación de Usa no era eso, ni que la salga saliera mal, si no que México llegara con todo lo que Argentina sabía.
Terminó de colocar la mesa entre leves temblores, por los nervios había comido un poco de más, dos bolsas de patatas fritas, cinco refrescos, una bolsa de magdalenas... deseaba poder controlar los atracones en momentos así.
Agarró un chicle de la entrada y empezó a masticar, rezando por que eso le quitara el hambre hasta el momento en el que México llegara y se fuera.
— Vale... son las... 10:25, México llegará a las y media, por lo cual me quedan cinco minutos para comprobar que todo está bien... que mierda, conociéndole se atrasa.
Suspiró, un escalofrío pasó por toda su espalda nada más la melodía del timbre sonó. Tragó saliva y respiró profundamente, al segundo pitido tuvo que avisar con un "YA VOY" rápido y caminó hacía la puerta, última respiración, y abrió la puerta.
— Buenas compadre~. — Saludó el mexicano, acercándose al rubio con una alegre sonrisa y dándole un corto beso en la comisura de sus labios.
— Hey~, ¿llegas tan temprano? — Este le dejó pasar, haciéndose a un lado y cerrando la puerta.
— No quería llegar tarde a esta noche, vamos a estar muy ocupados, ¿no? — Le mostro una corta sonrisa, sonrisa más que nada picara que provocó un sonrojo en el estadounidense.
¿No sabía nada? ¿Argentina al final se había callado? Dios bendiga todo.
— Bueno, ¿está lista la cena? Neta tengo hambre wey~.
Una leve risa se escapó de los labios del rubio, este cerró la puerta y caminó hacía la cocina.
— Ve sentándote, ahora llevo la comida.
La cena había trascurrido bien, una charla común, cálida, quizás esta noche no iba a ser la mejor para cancelar todo con México, quizás el que Argentina no se lo hubiera dicho era un mensaje del universo para decirle que jodiera todo otro día, o quizás nunca, quien sabía.
Todo para Usa estaba pasando muy rápido, los días seguían sus cursos y quizás el estar un rato con alguien hablando le servía para distraerse y detener todo. Detener el pánico, las autolesiones, los ataques, la bulimia, el tiempo...
— Me sorprende que te has comido todo... — Comentó el mexicano, recogiendo el plato del americano junto al suyo para llevarlo a la cocina. — ¡Buen gringo!
— ¡No me hables como si fuera un perro! — Este le respondió en un toro burlón, recostándose sobre la silla, miró el reloj de la pared "11:43", casi medianoche.
México volvió, acercando a este y dándole un corto beso en su mejilla, definitivamente este momento lo necesitaba, no sabía si justo con México, pero si con alguien que le mostrara amor.
— Voy al baño y tomamos el postre, ¿te apetece? — Comentó el castaño dejando otro tierno beso por su mejilla.
— ¿Uh? Pero si ya hemos comido las trufas. — El rubio miró hacía la mesa donde a un lado estaba el plato que antes contenía aquellos dulces, no podía creer que había comido tantas calorías, ¿y lo mejor? ¡NO LE IMPORTABA!
— No ese postre~ — Tras ese último comentario, el cual por el tono de voz y el contexto daba a entender a que "postre" en ese contexto se había vuelto un sinónimo de que iban a coger, México fue por el pasillo hasta el el baño y se encerró en este, dejando de mientras a Usa recogiendo los últimos platos de la mesa.
Dejó todo el el fregadero, ya los lavaría mañana, o mejor otro día... o se quedarían ahí hasta que no tuviera platos limpios y por huevos le tocara limpiar si no quería comer en servilletas.
Tareero levemente alguna canción que seguramente la letra fuera muy triste pero el ritmo le animara, de esas que exponen todos tus traumas con decir que te gustan, de mientras guardaba la botella de vino, el sonido del tono de llamada de algún telefono le sacó de sus pensamientos, claramente era el de México, cosa que aunque nunca hubieras escuchado el tono lo sabías decir, ¿Quién más si no tendría de tono de llamada "vive sin drogas"? Nadie.
— ¡México! ¡Te llaman! — Avisó desde la cocina, caminando y agarrando uno de los trapos para posteriormente ir y limpiar por encima la mesa de las migas o cualquier otro residuo de comida.
El trigueño no contestó, pero al parecer el contestador automático respondió esa llamada en su lugar, dejando escuchar el mensaje al exterior.
" México boludo contesta los mensajes, mira, seguramente ya te andes cogiendo a Usa y de tanto gemir ni te enteras pero que sepas que el muy pendejo anda contigo solo para joder, el otro día me besó y se me confesó y sabes que no como hermane si no ya como amige te digo que no deberías estar ahí, que te guste y pienses que haya cambiado está bien pero que te va a romper mucho las bolas el pendejo como sigas con él, tira para casa por favor y te lo contaré todo mejor".
— Hay dios...
El corazón de Usa iba a salir en cualquier momento, agarró el telefono de México y lo encendió, tenía contraseña, y no sabía cual era, odiaba su vida en este preciso momento, quizás con suerte no escuchaba el mensaje.
Mordió su labio con fuerza, en ese momento sabía que todo iba a salir mal, no podría ni tener un buen momento en estos años.
— Ya estoy, ¿Quién llamaba? — El norteño salió del baño, caminando hacía el comedor y mirando su telefono, intentando agarrar este, acción que Usa se lo impidió. — Usa~.
— Oye que yo no he cogido el telefono en toda la noche, creo que tú tampoco deberías. — Habló como si nada, dejando este sobre una estantería y girándose a mirar este.
— Está bien... ¿Quién era? — Se sentó en la mesa del comedor, cruzando sus piernas.
— ONU, ya sabes, llamadas nocturnas por papeleos, ese que no duerme. — Rio, la primera escusa que se le ocurrió, pobre ONU, todos le usaban de escusa en sus mentiras.
— Chale, mira que es menso, bueno, ven aquí anda — Dio unos golpecitos en su pierna, haciendo que el rubio se acercara. — Todavía queda noche~.
El estadounidense sonrió, acercándose a este y logrando que, mínimo por unos minutos, iba a estar distraído, aunque a la larga eso no iba a venir bien.
Los besos húmedos se hicieron presentes entre la oscuridad de la habitación y las sabanas, dejando ambos cuerpos desnudos juntarse y crear un roce que estimulaba la situación.
Leves mordidas, caricias, besos que se volvían chupetones y dejaban leves marcas por la piel morena del menor el cual iba soltando leve jadeos y pequeños gemidos debido a los tirones de su piel.
— No manches Usa... dale de una vez~ — El de ojos verdes le miró con cierta desesperación, dejando atrás todo el romanticismo de la cena, realmente tras lo que fueron casi dos meses sin ningún tipo de contacto a ambos les tenía con cierta desesperación ese momento, pero al fin de todo el sexo no era divertido si solo se trataba de meterla y punto.
— No seas impaciente, ¿Qué gracia tendría si no? — Dejó un corto beso en el cuello del contrario, provocando que por la desesperación el contrario clavara levemente sus uñas.
— Gracia no sé pero place mucho.
— Lujurioso~.
Un último beso de depositó sobre el pecho del de abajo, una de las manos del rubio se apoyaba a uno de los laterales de este para evitar aplastarle mientras que la contraria agarraba el lubricante y condón que se depositaban sobre las mesita de noche. Se arrodilló en su posición mientras dejaba aquel botecito de plástico sobre la cama sin ningún cuidado y abría directamente con su boca el envoltorio azul que cubría el látex.
— No hagas eso, se puede romper el condón. — Habló el hispano entre jadeos, viendo las acciones del más alto. (por pocos centímetros)
— Ni que te fueras a quedar embarazado. — Una leve burla se le escapó, colocando el cilindro enrollado sobre la punta de su miembro y logrando cubrirlo, para posteriormente poner un poco del lubricante entre sus dedos.
— Se me baja el calentón gringo~. — Comentó el castaño, rodando en la cama y quedando boca abajo, abrazando una de las almohadas — Me duermo~.
— Tu lo que estás es borracho hasta las cejas.
— ¿Y tú no?
Las frías manos se posaron en la cadera del castaño, levantando esta y creando un leve temblor en su cuerpo.
— Estás frío~. — Se quejó México, sonando como un niño pequeño, o más bien un borracho con sueño y cachondo.
— ¿Te vas a estar quejando toda la noche? — Preguntó Usa, acomodándose entre sus piernas y quedando la punta apoyada contra su entrada.
— Hasta que la metas.
— Eso se soluciona rápido.
Y sin mucho preparamiento previo más allá del lubricante, con una leve embestida el estadounidense metió la punta y parte del miembro en el menor, dejando escapar de este un gemido que sustituyó a todas esas quejas.
Esperó unos minutos , lo suficiente para que los jadeos de leve dolor se cambiaran a unos de placer y notar como el mexicano movía levemente su cuerpo en busca de más contacto, contacto que recibió nada más fue pedido, servicio inmediato, movimientos que empezaron con un leve ritmo corto, directo y profundo.
— Joder~.
Al poco de notar como esos cortos y lentos movimientos se volvieron más una tortura que placer empezó un vaivén más veloz, logrando meter más profundo su miembro, embestidas que, como tarde o temprano iban a ocurrir, lograron llegar al punto G del menor, no era sorpresa que hubiera sido tan rápido, si por poco se conocía el cuerpo del menor como el suyo propio, pudo notar el llegar a ese punto porque los gemidos del trigueño cambiaron a unos más agudos y altos.
La habitación no tardó en llenarse de sonidos que podrían considerarse obscenos, el chapoteo de los cuerpos al chocar por las embestidas, el ruido de las nalgadas que a veces se colaban, los gemidos y gruñidos de ambos, el ruido de los besos que se iban colando y algún que otro insulto con los cambios de velocidad en los movimientos.
El cuerpo de ambos de había cubierto por una fina capa de sudor que empapaba sobre todo sus espaldas y pelo, México había termino obteniendo algo de apoyo con ayuda de una de sus manos en la cabecera de la cama mientras que la otra se quedaba apretando una de las almohadas en las que su cuerpo de quedaba posado, posiblemente después habría que lavarlas junto a las sabanas, pero eso no era molestia ahora.
Mientras tanto Usa mantenía una de sus manos en la cintura del contrario, dejando su vista por toda le espalda del menor que se iba moviendo al compas de aquellos movimientos, la mano restante acariciaba una de sus nalgas, moviendo y apretando esta de vez en cuando mientras se figaba en cada detalle del cuerpo del contrario, no quería empezar un debate mentar, menos en ese momento, pero creía haber llegado a la conclusión de que no amaba al norteño, si no que solo era atracción física y sexual hacía el, hacía su cuerpo, sus gestos, los mimos que había después de esto, pero nada más.
Mordió su labio mientras su vista pasaba a ver directamente el rostro del castaño, el pelo que estaba en su flequillo se había quedado pegado a su rostro usando el sudor como adherente, tenía los ojos cerrados pero su boca a la par abierta, dejando salir sin escrúpulos insultos, gemidos, jadeos y algún que otro apodo junto a indicaciones "ahí", "más rápido", "joder así".
No tardón en apretar levemente su gesto nada más sintió la mano del rubio sobre su miembro moviéndola levemente y su cuerpo inclinado sobre este, dejando corto besos por su nuca y espalda, una mezcla de sensación, entre los cariños de sus labios, las rudas embestidas y ahora la masturbación no pudo contener el clímax, el rubio tampoco tardó en seguirlo, dando una mordida en su hombro mientras detenía sus movimientos, dejando manchar su mano con el semen de su acompañante y soltando su propia semilla en el condón.
Hubo unos segundos sin ningún movimiento, sin nada que decir, solo un par de besos y se separaron, quedando el castaño tumbando en la cama mientras el rubio tiraba el condón y limpiaba el resto, o eso hubiera hecho.
El timbre sonó.
3892 palabras.
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