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🌔Capítulo X

Tras lo ocurrido en el hospital era obvio que muchas cosas iban a cambiar, no solo por la nueva enfermedad que sufría el estadounidense, si no también la relación con su hermano iba a verse brutalmente afectada.

No tardaron en darle el alta, realmente lo último que quería era salir de ese lugar, no por los dolores físicos ni nada similar, si no porque quería atrasar lo máximo posible cualquier tipo de contacto con el canadiense o en sí con cualquiera de sus conocidos, pero estaba en su derecho de no querer hablar con nadie... ¿no?

Tuvo que ir caminando hacía aquel hogar que le pertenecía al pelirrojo. Su plan era entrar, hablar con él y mudarse, si alguien conocía bien a Canadá era su propio hermano (en realidad hermanastro) mayor, Usa sabía que lo que pasó en el hospital, que esa pelea, ya había pasado, que ahora se hablarían y arreglarían las cosas de forma tranquila, Canadá le pediría perdón, Usa a él también abrazo,  lloros y apañado... Pero fue todo al contrario de lo que esperaba.

En cuanto el porche de la cabaña también se hicieron visible las maletas del rubio, seguramente llenas de sus cosas que en las semanas anteriores se había traído. Tras un suspiro se acercó a estas, sentía un nudo en su garganta y como sus pies pesaban. Agarró el mango de una de estas, había una nota con la distintiva letra del norteño, con un peso y temblar en sus manos  la agarró, leyendo una simple frase que marcó el final de aquella relación. 

"Leave the keys at the door and go."

Puede que hubieran sido hermanos por casualidad y eso no se podía cambiar, pero realmente no se sentían como unos hermanastros que fueran amigos, si no unos amigos que se llevan como hermanos...

Sin más hizo caso a aquella nota, sacó las llaves de su bolsillo y las dejó sobre el felpudo con un intenso dolor en su pecho. El anterior Usa, aquel Usa que nadie compararía como igual al actual, ese hubiera entrado a la casa y ya estaría hablando con Canadá... Para que mentir, el anterior Usa ni si quiera hubiera acabado así... ¿Por qué tuvo que cambiar? ¿Por qué no simplemente hizo lo que cualquier persona que quiere perder peso e hizo ejercicio o dietas normales? ¿Tan bajo tuvo que caer? ¿En algo como esto?

Su vista se dirigió hacía una ventana de la fachada de la casa, esa ventana daba a la cocina, seguramente Canadá estuviera ahí. Se acercó a esta.

Y ahí, tras unos metros de distancia contra la ventana en la que se estaba asomando el Canadiense estaba ahí, hablando con calma con alguna persona que no lograba divisar, sonriendo, riendo. ¿Hace cuanto que no lo vio así?  Desde que decidió por su propia cuenta cuidar a su hermano había cortado sus hobbies o vida social... todo para el norteño era dormir, trabajar, Usa y repetir... y todo porque él se preocupaba del mayor y ese chico seguía con su cabezonería...

Se separó de la ventana de una vez, mejor volver a su propia casa, a su propia vida, nunca debió de haber salido de aquella puta habitación.

Las semanas pasaron, semanas que eran meses, casi la época de Navidad. Pensar que otras personas estarían emocionadas por este momento. Reunirse en familia, celebrar las fiestas, regalos... En es momento Usa solo deseaba que se olvidaran de él, tampoco sería nada difícil.

Desde que se encerró en su habitación y se alejó completamente de Canadá nadie se acordaba de él, ni los país, ni las noticias, familiares, ni siquiera ONU que normalmente ya estaría preguntando porque a esa desaparición Ni si quiera Argentina.

¿Por qué ese nombre pasaba por su mente? Quizás solo porque junto a Canadá era de las pocas personas con las que hablaba...

En este preciso momento hasta un mensaje de su padre diciéndole alguna estupidez de señor amargado le servía, cualquier cosa, incluso si ahora mismo viniera solo para regañarle le servía.

Se levantó de su cama, dirigiéndose a la cocina, la soledad de la casa hacía un momento perfecto para cualquier impulso que se le viniera a la mente. Normalmente no comería nada... pero llevaba solo un par de días alimentándose de poco más de una bolsa de comida chatarra al día y como mucho un poco de agua... ya tenía hambre.

Hubiera dejado que ese hambre se apoderara de él, estaba incluso planteándose que la idea de morir de hambre no era tan mala, había vuelto a bajar de peso, ya se le notaban los huesos de una forma espeluznante.

Sus brazos y piernas eran tan finos que los propios huesos se notaban, parecía solo una fina capa de piel sobre puro hueso, nada de carne, nada de músculos, nada de grasas. Sus propios dedos habían generando una fina capa de fiel que sujetaba a dura penas las uñas a esas manos huesudas, uñas débiles al igual que el cabello, con simplemente tocar su cabeza se podría caer un mechón de pelo como si nada. Le dolía el simple hecho de caminar.

No habló, no hubo ningún sonido mientras que empezaba a cocinar, algo con pocas calorías, claro.

En un punto sacó la tabla de cortar y un cuchillo, posando estos sobre la encimera y despedazando las verduras en trozos pequeños, cualquier trozo de comida más grande que su pulgar ya se le había difícil de masticar o tragar.

Era obvio que no estaba sano... Sabía que de algún modo y otro... podría salir, ¿no? Si que podría, pero no quería engordar, no de nuevo, ¿y si volvían a decirle algo? ¿y si volvía a comer y seguían con sus bromas? Dos voces, dos voces que ya llevaban meses así aumentaron las intensidades de sus gritos, una sabía que había que recuperarse y la otra aclaraba que todo estaba bien, parecería ya que se estaba volviendo loco, no entendía nada, quería callarlas, irse de aquí, que sus gritos y ese dolor de cabeza cesasen.

Y lo hicieron.

De golpe todo se quedó en un silencio, que solo era cubierto por un pequeño gotear sobre la tabla de cortar, un gotear del liquido rojo que nos mantenía vivos por suerte o desgracia.

Usa miró su brazo, mordía su labio inferior con fuerza para evitar gritar mientras que lagrimas se quedaban amenazantes a salir. Había leído sobre esto... temía caer en la autolesión, pero al parecer era lo único que acallaba a esas voces que le hacían plantearse su salud mental.

Su antebrazo tenía ahora una cortada horizontal por donde salía la sangre y cambiaba de tono... Apretó su puño, ese dolor agudo le hacía encogerse. Pasó de un punto de querer callar esas voces a que estas le dijeran que hacer ahora.

Corrió al grifo, abrió este y puso la herida bajo él, el agua fría provocaba un dolor en esta pero igualmente le serviría para pensar que hacer, aclarar sus dudas en rápidos segundos.

Esto no puede ser así, tenía que parar, tenía que volver a comer, no por otros, si no por él.

Quizás... esto solo fue una mala experiencia, una pequeña recaída antes de salir de una vez de todas.

Debería de empezar a trabajar y comportarse como un adulto en vez de estar así, ¿no? Eso era lo que él pensaba, en cierto punto decía que sí y en otro que no, unos pros y contras constantes.

Quería volver a su vida normal... eso lo tenía claro... aunque no fuera algo sencillo.

La televisión estaba encendida por primera vez en tanto tiempo, hace meses que sus ganas de ver lo que pasaban por los canales de televisión habían terminado, volviendo recientemente en busca de cualquier distracción.

Se encontraba tumbado en el sofá, comiendo con calma un bol de ensalada de frutas, viendo el canal de las noticias por saber que ha estado pasado estos días donde estaba desconectado de todos.

Un reportaje igual al que pasó hace tiempo, la noticia de aquellos terroristas que atacaron la plaza aquel día, al parecer hubo varios ataques, uno tras otro, cada vez más cerca de la sede de la ONU, incluso llegaron a amenazar a la gente...

¿Enserio? Esos hombres deben de estar locos, ¿por qué tanta insistencia a atacar a una organización en concreto? En ese preciso momento se puso la respuesta hacía esa pregunta en bandeja.

Simplemente, asesinos. — Habló la señora del reportaje mientras las escenas de uno de aquellos terroristas siendo capturado pasaban de fondo. — "Hacemos esto por puro placer y la adrenalina" Declaró uno de los terroristas que fue capturado el anterior Lunes por la noche mientras intentaban colocar una bomba en una cafetería local,  al parecer su objetivo es puramente el caos. Sin razones aparentes. No pararan hasta que la mayor organización, la ONU como tal y sus miembros caigan.

— Puros locos... — Habló el estadounidense fijándose en esta noticia y cambiando de canal, claro que pensaba eso, pero en cierto modo le preocupaba, ¿y si iban a por él? o a por... otras personas...

Supiro y se levantó, yendo hacía la cocina.

Lo que Usa no sabía es que sus preocupaciones iban a ser verdad... Antes de la tormenta viene la calma.

1616 palabras.

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