🌗Capítulo VII
Pequeños toqueteos y el sonido de las uñas decoraban el casi silencioso salón del hogar del canadiense, al contrario que la casa de su hermano con aquel silencio incomodo, este era algo acogedor.
Tras una pequeña charla con ONU donde Canadá le explicó la situación se declaró que lo mejor era que los Estados Unidos no sé quedará solo durante tanto tiempo, por lo cual se acabó mudando de forma rápida y casi inmediata con su hermano.
La idea no era tanto de su placer, no es que al estadounidense le desagradase su sanguíneo, si no que para él lo que pasaba era que más que cuidarlo, lo estaban vigilando.
Canadá por su parte estaba en la cocina, terminando de preparar la cena para ambos, aún con el sonido del aceite y de los utensilios se podía escuchar un leve tararear al compas de alguna canción posiblemente desconocida para el rubio de parte del menor de los dos hermanos.
USA por su parte estaba sentado en la mesa del comedor, viendo la televisión del salón el cual al ser un espacio 2 en 1 era una acción fácil.
Las noticias eran aburridas, USA tampoco era alguien que viera mucho la televisión, realmente en su casa la tenía de decoración más que otra cosa o si eso para ver Netflix como mucho, pero los canales que vienen de por si no le agradaban.
Había visto ya el tiempo, prensa rosa, los deportes... ¿En serio esto le era divertido a los demás?
Una noticia llamó su atención por primera vez en toda la noche, precisamente era la primera que carecía de algún tono romántico o de famosos.
"TIROTEOS EN LA PLAZA CENTRAL, 300 MUERTOS EN MENOS DE 5 MINUTOS"
La plaza central... Eso estaba cerca de la sede de la ONU y del FBI, ¿Quién sería el imbécil que atacaría a plena luz del día en un sitio así? Por primera vez algo le interesó de lo que los reporteros hablaban.
— Tal como han oído, hoy por la tarde, a las 3:56 p.m exactamente un tiroteo se hizo en plena plaza mayor, han muerto un total de 178 niños, 122 adultos y 12 heridos en menos de un par de minutos, no se sabe e motivo de esto pero al parecer no es la primera vez en el mes, recientemente en otro lugar público hubo un ataque similar, los supervivientes y las cámaras de vigilancia afirman que los atacantes fueron un grupo de 5 personas altas, todas vestidas de negro y con máscaras rojas sin ningún símbolo o estampados.
» Los atacantes se bajaron de una camioneta negra y sin más empezaron a disparar, no se sabe quien pueda ser, pero lo claro era que querían llamar la atención de las sedes cercanas, porque hasta que los propios agentes del FBI no salieron no se fueron de la zona.
» Cuidado si vuelves a pasar por Plaza Mayor o alguno de los lugares que aparecen en pantalla, pondrías ser tú la siguiente víctima.
» Sin más, os paso con Ken y la cocina.
La noticia dejó al joven algo pensativo, sobre todo por los sitios que aparecían en la lista, todos estaban cerca de sedes importantes o de policías, ¿Quién coño atacaría ahí?
— Hey América~, la Comida ya está lista — Avisó el canadiense con un tono amable y cariñoso, entrando a la cocina con ambos platos de comida, dejando cada uno en su respectivos sitios.
Hay se pudo notar una diferencia, ni parecían ser hermanos, comparación que hizo USA para sus adentros.
Canadá aún siendo el menor de los dos por 4 años era alto, casi de 1'80 se le notaba algo ancho de hombros y fuerte, su piel era levemente trigueña y con múltiples pecas y lunares que devoraban su perfecta piel, seguramente debido a los tratamientos que solía ponerse (mascarillas, cremas, etc.). Tenía las uñas pintadas de negro, era algo que a sus padres les molestaba un poco pero que Canadá seguía haciéndolo desde que tenía 11 años.
Tenía el pelo de un castaño rojizo, corto, rizado y despeinado, dándole un toque despreocupado, ojos verdes oliva, unos labios gruesos y rosados.
Casi siempre vestía igual, camisa negra, pantalones vaqueros rotos, camisa de franela y botas de montaña, algo causal.
En cambio USA... No.
El era más bajo, llegando al 1'78 aproximadamente, actualmente su contextura era demasiado delgada por obvios motivos y su piel era pálida, llegando a notar más marcas de arañazos o rojeces. Tenía los labios rotos por el frío seguramente, y el pelo rubio platino solo hacia verlo las como un fantasma o cadáver.
Tenía algunos piercing en su oreja izquierda, otro en el ombligo, en la lengua y uno más algo más oculto...
Vestía casi igual a Canadá, camisa negra y vaqueros , o camisa negra y pantalones militares, Converse y apañado, últimamente se preocupaba mucho por su aspecto pero sin salirse de su vestimenta calmada y de adolescente.
Sin contar ya el uso de las gafas de sol, uso cotidiano que hacía para ocultar sus ojos, unos ojos azules oscuros que con cierta luz parecía morados debido al síndrome de Alejandría, un síndrome que hacía que tus ojos se vieran así, algo poco común.
No parecían hermanos, y es que técnicamente eran hermanastros por parte de padre, pero cualquier persona que viera al británico y a la francesa con dos dedos de frente afirmaría que, o Canadá es adoptado, o fruto de una infidelidad.
Pero eso es tema aparte.
Tras estos pensamientos (que realmente duraron poco tiempo) ambos empezaron a comer, en principio en completo silencio que duró hasta 3 minutos después de empezar a alimentarse, donde Usa soltó la cuchara en el plato, un plato prácticamente lleno del cual había comido menos de un cuarto de la sustancia que lo llenaba.
— ¿No vas a comer más? — Preguntó el canadiense, fijando su mirada en el plato del mayor. — Apenas tocaste la comida...
Ahí empezaba la charla... una charla que inevitablemente iba a llegar vivieran juntos o no, USA prefería que llegara en un pasado, cuando no le afectara tanto, pero no contaba con que su hermano tenía complejo de madre por lo cual saltarse comidas iba a ser algo prácticamente imposible.
— Es que antes de venir aquí comí. — Habló el estadounidense rápidamente, en busca de cualquier puta escusa.
— ¿Qué comiste?
Mierda.
Hubo un silencio en la habitación, un silencio incomodo aun con el ruido de la tele de fondo, USA buscaba alguna respuesta rápida pero se había quedado bloqueado.
— No me acuerdo. —Fue la primera cosa que le vino a la mente, ¿por qué no dijo un bocadillo o algo de comer rápido? No, tenía que decir que no se acordaba...
— ... Muy bien. — Habló el canadiense, estaba enfadado, claramente enfadado, pero lo ocultaba, sabía guardar las formas y que lo último que tenía que hacer era gritarle al menor, aun así intentaba convencerle de que siguiera comiendo.
— Voy a... mi cuarto, tengo que terminar de guardar la ropa. — Se iba a levantar de la silla pero en cuando posó sus manos en la mesa el canadiense lo detuvo.
— ¿Puedes quedarte conmigo hasta que termine de comer? Hace tiempo que no estamos juntos... — Una escusa para mantenerle quieto, sabía que si le dejaba irse iba a hacerle una visita al baño, una visita que terminaría con otra crisis.
Sin más se volvió a sentar, quedando el plato frente a él, la comida se iba enfriando poco a poco haciendo desaparecer aquél humito que soltaba y retirando el olor de recién hecho.
En cuanto Canadá terminó de comer se levantó, llevando ambos platos hacía la cocina mientras usa retiraba el resto de la mesa.
Tiró el sobrante de comida al cubo de basura viendo este algo pensativo, no había logrado hacer que su hermano comiera, no mucho, pero mínimo parecía comer con moderación y sin atracones, y no había vomitado, era un paso muy grande, cosa que le sacó una leve sonrisa. Desgraciadamente esta se desvaneció al escuchar los pasos rápidos de la otra persona dentro de la casa ir hacía el baño y la puerta cerrarse de golpe.
Automáticamente salió corriendo hacía el baño, golpeando con su puño la puerta de este nada más llegar al final del pasillo, sin recibir respuesta.
Escuchó unos segundos, silencio, seguido unas arcadas leves que fueron aumentando el tono hasta que llegó al clímax, seguido una cisterna indicó el final de aquel momento.
Se separó de la puerta nada más esta se abrió, usa se limpiaba su boca con su propio brazo, tenía la mirada desviada, no se atrevía a juntar la vista con el canadiense, en pleno silencio fue hacía su habitación, entrando a la puerta más lejana al baño del mismo pasillo y cerrándola.
Canadá bajó su mirada, notando que aun tenía el plato de usa vacío en sus manos, apretó levemente el agarre junto a la presión de sus labios, esta situación era dura para él, pero sobre todo para el estadounidense, tenía que tener paciencia con él, en el camino hay varios tropezones, pero al final con paciencia y esfuerzo USA llegaría a recuperarse ...
O eso esperaba...
La noche había caído, el mismo manto negro decorado con perlas blancas que en otros tiempos hubiera sido una vista hermosa pero actualmente ni le daba importancia.
Una diferencia entre la casada de Canadá y la de USA era que esta estaba situada lejos del pueblo y las luces de este por lo que las estrellas se hacían presentes.
El estadounidense estaba tumbado en la cama, las sabanas cubría su cuerpo y de fondo podía escuchar algunos pájaros o grillos, realmente estar alejado de la gente le calmaba y sentía que la presión constante en su pecho desaparecía.
Miró el techo de la casa, estaba acostumbrado a una casa moderna y lisa, pero Canadá vivía en una cabaña a la cual no le faltaban comodidades pero aun así era más cómoda en cierto modo, el techo tenía relieve por las losas y andamios de madera, era acogedor realmente, y en cierto modo se sentía más cálido, quizás era la presencia del castaño o quizás era el propio lugar.
Pasó su mano por su torso, levantando levemente su camisa y tocando la zona marcada de las costillas, tras subir un poco más y dejar la camisa aparte llegó a notar su clavícula la cual seguía el mismo patrón que las costillas, se habían marcado un poco.
Suspiró y bajó sus pies de la cama, poniéndose las pantuflas que usaba, acercándose después al espejo que tenía la habitación.
Se miró levemente de arriba abajo, terminó de sacarse la camisa y posteriormente los pantalones.
Miró de arriba abajo su reflejo en completo silencio, un reflejo que la enfermedad que tenía distorsionaba pero aun así sabía que algo iba mal...
Su columna se marcaba levemente, las costillas seguían ese plan y las clavículas ya era lo más notorio, su piel se había puesto pálida, sus manos ya tenían sus huesos marcados y a la mínima fuerza daba un aspecto esquelético, lo peor de todo... no tenía hambre...
Caminó fuera de la habitación haciendo el mínimo ruido posible, a paso lento y casi de puntillas para no despertar a su hermano, parándose frente a su habitación unos minutos.
Apoyó su mano contra la puerta, la escena de antes le vino a la mente, no le vio el rostro pero el simple silencio que hubo le indicó que estaba decepcionado con él.
Se mantuvo un par de minutos ahí, no tenía hambre, no quería comer, la simple idea de subir de peso le aterraba, pero tampoco quería ver a su hermano sufriendo por algo tan simple como que él no comiera.
Miró por unos segundos al suelo y caminó hacía la cocina, abrió la nevera y sacó un poco de comida, algo simple, precalentado, no era la mejor opción pero tampoco tenía tantas ganas.
Apartó este en un plato y lo metió al microondas, encendiéndolo y esperando unos segundos, solo era un poco de comida, no iba a pasarle nada.
2093 palabras.
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