🌘Capítulo VI
El silencio, la soledad, la oscuridad y frío nocturno, hacía tiempo que el cielo fue cubierto por un manto negro que hubiese tenido puntos blancos cuales perlas si no fuera por la luz artificial de la calle y sus farolas... algo tan simple que destruía algo tan bonito como un cielo estrellado.
Usa miró el reloj que marcaba la hora en digital en una pequeña luz roja, sonaría idiota pero nunca supo leer la hora en manecillas, por eso en su casa solo había relojes digitales.
— ... — Miró pensativo esos números, las 02:34 am, resaltaba entre la oscuridad de la noche, tanto que realmente era molesto mirarlos.
Agarró su teléfono y entró en WhatsApp sin ningún propósito fijo, miró los chats, había algunos grupos y el resto eran números sin registrar con diferentes prefijos, la mayoría los tenía bloqueado, evitando poder distinguirlos por la foto de perfil que en algún tiempo fue visible.
Empezó a mantener su dedo en múltiples de esos chats sin registro, se dio cuenta que realmente no hablaba con ninguno, quitando Canadá y FBI el chat más reciente había sido de hace 9 meses... realmente era triste el pensar como hace tiempo se despertaba con 300 mensajes de diferentes chats y ahora estaban ahí, de adorno, rellenando espacio en su bandeja de entrada.
Después de unos minutos llegó a marcar un total de 135 contactos, ¿de que conocía tanta gente? ni le importaban esos contactos, ni le importó quien estaba tras esas palabras, no entró a ver ningún chat ni mensaje para comprobar si eliminaba alguna conversación importante, sin más le dio a eliminar, salió el mensaje en pantalla "¿Estás seguro de eliminar estos chats?".
Esa pregunta le hizo dudar, canceló la acción y sin más los archivó, quien sabe... quizás en un futuro se disculparían... todavía había fe de que todo se arreglara... ¿no?
Un mensaje emergente apareció en la parte de arriba de la pantalla, de Canadá, al archivar tantos chats solo se quedaron 3 en la bandeja principal por lo que lo pudo ver perfectamente "¿Qué pasó?" ¿A qué venía esa pregunta?
Entró al chat, realmente no quería hablar en ese momento, todas las ganas que tenía de hablar con su hermano se habían desvanecidos.
Salió de la aplicación, dejándolo en visto, sin darle importancia, algo que preocupó al canadiense.
Cerró los ojos... no tardó en dormirse, posiblemente por las faltas de energías.
La alarma había sonado hace casi 2 horas y fue totalmente ignorada, Usa se levantó por una llamada de un número desconocido, solía coger las llamadas pero esta vez solo dejó de fondo el tono de llamada de su teléfono, para él ese sonido no existía, miró la hora en su reloj, era por la tarde, debería de estar en una reunión, pero no era el caso, hay estaba, en su cama, faltando al trabajo.
—... ¿Qué hora es? — Preguntó a la nada, como si alguien fuera a contestarle, pero la soledad de la habitación le dejó con la respuesta del viento, sin ninguna.
Se levantó de la cama y bufó levemente, cortó la llamada de una vez, ese sonido le era molesto y el dolor de cabeza, eso le pareció raro...
Usa no era alguien que se enfermara fácilmente, y casi nunca había tenido dolor de cabeza, pero estos días su salud había bajado de golpe desde que la bulimia atacó su mente.
Fue hacía el baño, lavó su cara con agua y se miró al espejo, algo llamó su atención, iba sin camisa, ese no era el punto, el estadounidense solía dormir en ropa interior; la cosa era las marcas que tenía en su cuerpo, había moratones que habían salido de la nada, no recordaba haberse dado ningún golpe en esas zonas, su clavícula se notaba demasiado, pasó su mano por esta, se notaba el relieve, le asustó levemente esa sensación.
Sacó una bascula de debajo del mueble de su baño, la puso en funcionamiento, en cuanto marcó 0 kg se subió a esta, esperó unos pocos, rezó en su interior y ahí dio un golpe contra él, un simple número que le hizo notar que algo iba mal, pero aun así él no veía la verdadera parte mala, si no la que la enfermedad que tenía hizo que viera a otro lado.
Apartó la bascula de golpe, tirando esta de una patada contra la pared del baño y salió corriendo a rápidos pasos hacía su habitación, cerrando la puerta de un portazo y se tiró a la cama, cubriendo su cuerpo con las sabanas, ocultando un leve temblar.
El canadiense abrió levemente la puerta con la copia de la llave que tenía de hace tiempo, cerró la puerta detrás de sí, caminó por el pasillo, notando la luz del baño encendida y la bascula medio rota en el suelo.
— Hay dios... — Suspiró pesadamente, el pelirrojo ya conocía el temperamento de su hermano, su forma de ser, pero realmente le preocupaba la falta de interés que tenía en esos días.
Se acercó a la puerta del dormitorio, pegando su oreja a esta y manteniendo el silencio, se escuchó una leve voz molesta en el interior de la habitación, un leve silencio y seguido un sollozo.
— ¿América? — Llamó levemente al estadounidense, llamando a la par a la puerta, sin respuesta, no esperó, la preocupación se antepuso sobre su respeto hacía la privacidad de su hermano, sin nada más entró a la habitación, abriendo la puerta y cerrándola detrás suya, dejando solo unos segundo de luz que al poco se cortó.
Miró la escena, la poca luz que entraba entre las cortinas de la única ventana de su habitación, el lúgubre ambiente, el teléfono tirado en el suelo junto a envoltorios de comida rápida y la parte más llamativa del lugar, el bulto sobre la cama... envuelto en una manta, sin mostrar lo que había en su interior pero que se sabía que era.
—...
A silencio se acercó a este, solo escuchándose los lentos pasos del canadiense y los sollozos de miedo por parte del hermano mayor de ambos.
Agarró levemente la sabana, sentándose al borde de la cama y levantando levemente la sabana que cubría al contrario, ahí pudo ver una escena que le rompió el corazón e hizo que su preocupación aumentara.
Ahí, bajo las gruesas y azules sabanas de la cama del contrario se encontraba el dueño de la casa, USA, agarrado con firmeza al tejido que lo envolvía, apenas con el pantalón de pijama y con su rostro rojo de llorar, su cuerpo que se iban marcando huesos, las costillas levemente, la columna por la postura de inclinación que tenía y sus clavículas, sin hablar de los moretones, las ojeras y su cara chupada, cosas que no notaba el americano de sí mismo, pero el contrario sí. Se notaban las marcas de las lágrimas y sus labios rotos de morderlos.
No hubo palabras, Canadá se acercó levemente al contrario, removiendo las sábanas, por un momento Usa se alejó, como un animal con miedo, pero tras unos minutos inmóviles acabaron juntándose del todo, quedándose al canadiense abrazando al menor, un abrazo que mostraba la preocupación que tenía uno sobre el otro... esa preocupación que aumentó por la ausencia de su hermano, esa preocupación que empezó al notar el peso bajo del contrario.
— 54 kilos... — Habló el estadounidense, su voz estaba apagada, el canadiense no respondió en un principio. — ... Sé que esta mal... sé que no debería pesar tan poco... — Contra más hablaba más se iba quebrando su voz. — Canadá... Lo siento... sé que debería pesar más... sé que no debería pesar tan poco pero... solo quiero bajar más de peso...
No tardó en romper en llanto, apegándose al pecho del canadiense, recibiendo un apretón levemente más fuerte que antes, intentando trasmitir la falsa calma que tenía el canadiense, intentando tener él el papel de hermano mayor aun siendo él el menor de ambos.
— Usa... voy a estar contigo en todo esto... prometo que te voy a cuidar... y te voy a ayudar a salir de esto... porque tú eres capaz de salir de esta... ¿sí? solo necesitas ayuda~.
Sonrió levemente, separándose del rubio y viéndole, intentando trasmitir esa calma y que el estadounidense sonriera de vuelta, objetivo conseguido.
— ... Eres el mejor hermano del mundo Canadá...
Se apegó más a este, correspondiendo el abrazo de vuelta, sin soltarse de él, no quería hacerlo, por primera vez en mucho tiempo sentía que alguien de verdad se preocupaba por él, y siendo su hermano le alegraba aun más, por alguna razón lo único que le importaba ahora mismo, lo único que quería era tener de vuelta ese sentimiento de que alguien le quería... y siendo ese sentimiento otorgado por su hermano le llenaba más de paz.
— Voy a recuperarme de esto... — Dijo con calma el estadounidense, sonriendo levemente y separándose del canadiense.
— Y yo sé que podrás hacerlo...
1571 palabras.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro