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🌒 Capítulo IV (+18)

Sábado, 8:18 p.m.

Uno de los síntomas que nadie habla sobre los TCA es la característica y manía que obtienes de estar arreglando te constantemente. Te pasas horas peinandote, arreglando tu pelo, maquillándose, vistiendote...

USA ya de por sí tardaba horas en arreglarse, siempre fue de aquellos "cools guys" que Les gusta verse lo más atractivos posibles, pero desde los últimos meses todo fue en aumento.

Podría pasarse horas simplemente acomodando su ahora débil cabello que poco a poco iba cayéndose, simplemente con pasar su mano por su corto y rubio pelo este se llevaba casi lo que parecía un mechón.

Era un sábado por la noche, tras mucho tiempo (y en contra de su voluntad) el estadounidense iba a salir de fiesta junto a su hermano.

Hace casi un año cada sábado era lo mismo, salir de fiesta a locales, alcohol, ligues, despertar en camas ajenas, domingo de resaca... La vida de un adolescente posiblemente pero en cuerpo de un país adulto.

Pero ahora había algo que no cuadraba, otro de los síntomas de los que no se habla con los TCA, el no querer socializar...

Usa no quería salir, él no quería socializar, el simple hecho de que alguien le viera con ese aspecto y el haber perdido otros 5 kilos no lo ayudaba...

Durante todo el día pensaba en comida, luego se sentía culpable cuando no comía o cuando vomitaba, según él era normal, pero nada de lo que le estaba pasando debería considerarse como normal... No en el sentido de verlo bien...

Suspiró, agarró las llaves de su casa y clichés, comenzando a mascar uno, prácticamente los chicles y las bebidas energéticas eran su nueva dieta.

Un último vistazo al piso, esta en un paso de sacar su teléfono y llamar a Canadá para cancelar el plan, pero tampoco quería ponerlo triste así que no tenía más opción.

Apagó las luces y cerró la puerta, que empiece la noche.

Durante el camino hacia el local que frecuentaba había una charla dirigida por Canadá, realmente Usa no hablaba, esas pocas ganas de socializar eran notorias pero en cierto modo opacadas ya que el pelirrojo solo podía ver cómo su hermano apretaba levemente sus brazos y barriga por el camino.

Otro síntoma poco hablado, apretar partes de tu cuerpo que odias, comprimirlas, atacarlas.

Al poco llegaron al bar, entraron a este, sentándose en la barra que había, antes de que Usa dijera de pedir agua o cualquier cosa Canadá directamente pidió dos cubatas, uno para cada uno.

No tengo ganas de alcohol... — Comento el de 50 estrellas, viendo a su hermano, su cabeza actualmente estaba calculando cuántas calorías podría tener un cubata pero la cifra no era exacta, Usa solo era bueno en mates para lo que era dinero, lo de tener su mente una calculadora propia era más que nada por ese trastorno que le carcomía por dentro.

Siempre que venimos pides uno, y llevas como un mes sin beber... Venga~ — Tras las insistencias de su hermano acabó aceptando, mostrando una tierna sonrisa. Esa sonrisa... De verdad que ambos desearían que fuera real...

Las bebidas llegaron, no tardaron en darle ambos el primer sorbo, sorbo que posteriormente Usa desearía nunca haber dado, pero para eso había tiempo.

— ¿Ves a alguna chica que te guste? — Preguntó Canadá, fijándose en varias mujeres del local, la mayoría más o menos de lo que sería su edad.

... No sé, ninguna me atrae realmente... — Un segundo sorbo, sabía bien, y al no haber comido nada durante todo el día algo de sustancia le ayudaba... O lo haría si fuera algo bueno... — ¿Sabes qué? Elige una por mi.

Mientras pronunciaba aquellas palabras con cierta desgana se fijaba en un espejo que había detrás de la barra asegurándose rápidamente de que se veía bien y acomodando su pelo.

— ¿Te parece esa? La de pelo así rubio oscuro.

Tío, llevo gafas de sol, tengo astigmatismo, sumemos eso a que estamos en un sitio con una iluminación de mierda, para mi ahora mismo todo el mundo son borrones negros — Soltó una burlona risa y miró hacia donde señalaba su hermano, distinguiendo levemente la figura de esto.

Rubia, alta, cuerpo estándar, al Usa de antes le hubiera gustado tanto que ya estaría ligando con ella, el usa de ahora solo tenía sueño... Sueño y frío... Llevaba una chaqueta de cuerpo y pantalones vaqueros anchos... ¿Por qué tenía frío?

Otro síntoma.

Tras poco estar había los vasos de ambos ya se habían vaciado dejando solo un par de gotas al final de estos creando una muy leve capa del alcohol. Por alguna razón el sonido al rededor del protagonista se estaba distorsionando, Canadá no estaba, se había ido a la pista de baile, cierto mareo se hacía presente en su cuerpo, la mezcla del alcohol y la falta de alguna sustancia solida no eran buena combinación.

Disculpe... — Una voz femenina se acercó al rubio, este se giró visualizando una silueta femenina frente a él, aunque la poca luz y los cristales negros de sus gafas de sol no ayudaban para nada así que ahora mismo lo único que podría hacer era fiarse de su instinto. — Tú eres el hermano de Canadá, ¿no? Soy Vanessa. — La fémina se sentó a su lado, miró de reojo al rubio, si no fuera por los cristales ahora sus miradas estuvieran conectadas. — ¿Vienes mucho por aquí?

Y así, sin más que esperar y sin ninguna sorpresa para muchos, al igual que todas las noches que pisaba ese bar/discoteca la potencia se había llevado a una chica con él, aunque esta vez no había muchas ganas, algo notable, podría decirse que una auto obligación le mandó a seguir con esa rutina de universitario con hormonas de adolescente.

Usa actualmente tendría un equivalente a 30 años humanos más o menos, aunque no hubiera cifra de verdad se podría decir que era un joven adulto, alguien que prácticamente debería estar trabajando sobre su propio país, pero no, ahí estaba, borracho, colgándose de su fama como país y la de su hermano como "amigo de todos". No sería la primera vez que se abre un hilo en Twitter de alguna chica que estuvo con USA la noche anterior y acabó a la mañana siguiente indignada notando como solo había sido un simple objeto de una noche, "sexo rápido y sin compromisos".

Aunque no se notase, esa parte de él le resultaba hasta repulsiva. Ya había intentando tener relaciones serias, no solo amistades si no también romances, ninguna salía bien, la mayoría era pura conveniencia, y prácticamente eso de enamorarse se podría decir que se experimentó una vez en el pasado como colonia y nunca más.

Solo la luz del pasillo fue encendida, el resto de la casa estuvo a oscuras, tampoco iba a ser necesaria la luz, los labios de ambas personas se unían en un beso, uno que carecía de amor o simple cariño, era todo lujuria, una lujuria que indicaba las intenciones de ambas partes.

Los pasos fueron poco a poco pero con cierta velocidad hacía la habitación, mientras la puerta se abría la joven morena rompió la unión de sus labios, bajando estos hacía el cuello del rubio y quitándole la chaqueta vaquera que cubría el frío cuerpo del estadounidense. En ese momento la vista morada y perdida del rubio se centraba en un pensamiento, realmente no tenía ganas, ese "apetito sexual" de los humanos no estaba ahí pero tampoco iba a parar, no ahora y no después de tantos meses sin dar un palo al agua. "Cuando la cosa se caliente se me pasará".

Y las cosas se calentaron, sí, pero nada cambió en ese sentimiento. La ropa iba sobrando desde primer momento y por fin acabó toda esparcida por los paneles de madera rojiza que formaba el suelo.

Los besos pasaron por todo el cuerpo de ambos, el sudor decoraba ambas pieles y caía a las sabanas arrugadas, por la poca luz se podía notar aun así la situación, el sudor, las lagrimas, otros fluidos. La habitación se iba llenando de gemidos, jadeos; se iba llenando de sonidos obscenos, el cabecero de la cama chocando contra la pared, el chapoteo de ambos cuerpos, los altos gemidos de la fémina y los roncos jadeos del oji-azul. Ahora mismo se agradecía que la pared que estaba siendo chocada contra la cabecera no daba a la pared de algún vecino, aunque sí al patio de alguno, pero era prácticamente imposible de que lo notaran, ¿no?

Igualmente los vecinos ya estarían acostumbrados después de 15 años viviendo en el mismo vecindario, si FBI cada vez que recibía una llamada de la zona sabía que por x o por y Usa estaba involucrado, ya era costumbre ver si nombre en todas las peleas que había. Quizás debería mudarse, hay algunas casas a las afueras de los barrios, en colinas, sería buena idea.

¡Amhg~ Joder Usa~! — Esos gemidos le sacaron de sus pensamientos, dejó de pensar en la casa y aumentó la velocidad de sus movimientos de golpe, sin darse cuenta había disminuido la velocidad, tampoco es que tuviera tantas ganas de seguir con esto, lo hacía mas que nada por... ¿Cómo dijo que se llamaba? ¿Valeria?

Miró de reojo el reloj, ¿de verdad llevaban una hora así? un agudo y leve grito le hizo que volviera a su ser a la par que sentía las uñas de la contraria clavarse en su espalda, el clímax había llegado.

Hubo unos minutos ambos quietos, salió de la contraria, ni si quiera se había corrido pero tampoco es como si lo necesitara ahora mismo. Ambos cuerpos cayeron a la cama, uno más jadeante que otro, Usa se giró y agarró su caja de tabaco de la mesilla de noche junto al mechero, sacando uno de esos cilindros tan dañinos aun sin notar la mirada de la contraria sobre él.

Parecías como en otro mundo... ¿si quiera te corriste? — La oji-verde reguló su respiración, levantándose levemente de la cama y sentándose en esta. 

Estoy bien, solo hice esto por ti... — Dio una calada a su cigarrillo, su vista se posaba en el techo blanco de la habitación.

Pues vaya forma de hacer algo por alguien... los rumores decían que — Su mente dejó de escuchar, "los rumores decían...", todo el rato con los rumores, ¿Quién empezó todo eso de los rumores sobre la gente?

Oye Valeria, te vas a ir a tu casa o ahora o mañana por la mañana como mucho, pero si te vas a quedar no te pongas a dar la bra- — La voz monótona del estadounidense se cortó, recibió una bofetada en su rostro de parte de la contraria, sin siquiera tener tiempo a reaccionar pudo ver como esta se levantaba, se vestía rápidamente y sin más se iba de la habitación, gritando antes de dar un portazo "ME LLAMO VANESSA".

Creo que es obvio que esto no era la primera vez que pasaba algo similar, un leve suspiro se escapó de entre sus labios, algo dentro de su interior le hacía sentir una presión contra su pecho, dio leves golpes con su pie a la cama y apagó el cigarrillo a medio consumir en el cenicero, levantándose y dirigiéndose a la cocina, solo por agua.

...

Sí... solo agua.

El alimentó iba entrando a su cuerpo con cierta prisa, había pasado lo mismo que en el baño días atrás. Empezó por un poco de agua, luego una Coca-Cola, seguido un pedazo de fruta, al final medio bol de la fruta, embutidos, pan, comida pre-cocinada, uno tras otro y sin descanso, su vista temblaba levemente, ¿sentía asco de si mismo? quien no lo haría, y más en esta situación.

Una pequeña arcada.

El alcohol incitaba a salir, indicaba que dejara de comer, su propio cuerpo le decía que parase o que iba a acabar vomitando, pero él seguía cual niño encaprichado, la diferencia es que esto no era ningún capricho, era una enfermedad, el estado de salud de Usa estaba en juego, el simple estado mental de este también, la balanza se iba moviendo levemente entre acabar internado en un hospital o acabar en un psiquiátrico encerrado.

Paró de comer, se quedó quieto, de pie en la cocina, miró levemente sus manos, el alcohol y su intención de salir le impidió seguir. Tragó levemente y con calma el ultimo pedazo de comida que tenía en su boca... y ahí llegó, la ultima arcada antes de tener que acercarse al fregadero de la cocina para seguido expulsar todo lo ingerido en los últimos 10 minutos, al no estar nada digerido del todo la mayoría eran tropezones machados del liquido amarillo verdoso y olor que incitaba a más nauseas, sin hablar de la mucosa en su garganta, limpiar eso sería un desastre.

... — Hubo unos minutos de silencio, el estadounidense abrió el grifo para que mínimo el liquido se fuera yendo.

Se acercó a su habitación, agarró el teléfono y marco un número, de los pocos que tenía en su agenda guardados.

Primer pitido...

Segundo pitido...

Tercer pitido...

— "Organización Mundial de la Salud, ¿Qué desea?" — Se escuchó al otro lado de la llamada, eran las 2 de la mañana pero OMS seguía trabajando, nunca descansas siendo el medico de un mundo entero.

OMS, soy Usa, necesito hablar contigo en privado...

2335 palabras.

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