Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

ꕤ ▎01.

Sábado, 15 de abril del 2023.
19:13 hrs.


LA LLUVIA CAÍA A CÁNTAROS en toda la ciudad de Seul como indicación de que una nueva temporada había iniciado. No era una novedad que ocurrieran esos sucesos meteorológicos en el país surcoreano, sin embargo, el pueblo seguía odiando aquello a pesar de vivirlo durante una serie de años. Para nadie era un secreto que los días lluviosos solían ser reconfortantes: el sonido del agua caer fuertemente en las distintas superficies, ver las gotas cristalinas provenir de manera constante desde el cielo, el petricor común que refrescaba las fosas nasales, y por supuesto el ambiente húmedo que se esparcía a los alrededores.

Mucha gente veía los días lluviosos con depresión, pero para Park HyeLim todo era distinto, opuesto. A ella le fascinaban ese tipo de instantes donde podía presenciar aquel fenómeno del clima que desde joven le trasmitía paz, y no era capaz de olvidar como la mayor parte de las veces le encantaba bañarse bajo esa agua.

Super mala acción cuando días después debía enfrentar un gran resfriado.

Esta vez HyeLim estaba odiando a la lluvia de una manera tan fuerte que incluso sentía las ganas de gritar. Después de un largo día de trabajo donde tuvo que aguantar malos tratos por parte de los clientes, inclusive de su jefe, sentía que ya no daba más. Lo único que anhelaba era llegar a casa y dormir. Pero por supuesto, la vida muchas veces se convertía en su mayor enemiga; y al parecer no estaba de suerte hoy.

Debido a las grandes lluvias muchas carreteras tuvieron que cerrar desviando el rumbo de los medios de transporte y provocando un tráfico imposible de pasar. Estuvo como media hora sin ver avance o luz detrás del túnel que, sin pensarlo mucho, salió del taxi donde estaba montada y empezó a correr bajo el aguacero para llegar a su casa, misma que no se encontraba ni un poquito cerca de ahí.

Para ese momento la joven de cabello negro tenía la mayor parte de su cuerpo empapado. Desde su pelo, ropa, hasta los pies se encontraba así. Ya podía sentir el frió incrustarse entre sus prendas, ocasionando que temblara debido a tal clima.

La fémina dió unos cuantos saltos tratando de atravesar los charcos de agua en el suelo, fallando algunas veces cuando sus pies no reaccionaban a tiempo. Fue cuestión de minutos para que su casa en aquel barrio tranquilo de la capital hiciera presencia, sacándole un suspiro aliviado a HyeLim. Mientras buscaba las llaves en su cartera aprovechó para correr hacia ahí y esconderse bajo el balcón para no mojarse —lo cual era irónico ya que parecía no poder empaparse más—. En cuanto pudo abrir la puerta de su casa sintió la paz misma; finalmente su jornada de trabajo había terminado y aquello era motivo de felicidad.

El interior de su hogar estaba oscuro, pacífico, diría incluso que hasta un poco tenebroso por el fuerte ruido de los truenos y la luz proveniente de estos por escasos segundos, alumbrando de manera superficial el espacio donde se encontraba. Con su mano tanteó sobre la pared justo a un lado de la puerta para llegar al interruptor y prender la luz, dándole una vista panorámica al lugar que le sacó un suspiro.

Un tanto agotada por su arduo trabajo en el día dejó su bolso empapado sobre la mesa del comedor al cual había avanzado junto a sus llaves, sintiendo automáticamente su celular vibrar con un nuevo mensaje. Teniendo el ceño fruncido y una confusión invadiendo su mente sacó el celular del bolsillo de su cartera para prender la pantalla. Y entonces una sonrisa se dibujó en sus labios cuando pudo darse cuenta del propietario de aquel mensaje y su contenido.

Conejo sexy <3

»¿Ya llegaste?
»Está lloviendo muy fuerte afuera. ¿Tienes el paraguas?
7:25 PM.

Llevó el aparato a su corazón mientras dejaba salir un suspiro lleno de enamoramiento. Amaba ese tipo de detalles que, por más pequeños que parecieran, lograban que su corazón bombeara a una velocidad casi inimaginable, más cuando se trataba de aquel chico que en los últimos días tenía todo el control de sus pensamientos.

Sin pensarlo mucho tecleó sobre la pantalla de su celular una respuesta acorde a su pregunta, no dejando de lado esa sonrisa tan resplandeciente de sus labios.

Recién llego a casa. No contaba con que llovería tan fuerte, por lo que no llevé nada para cubrirme. Estoy empapada«
7:26 PM.

»Chica terca, ¿qué debo hacer contigo?
»¿Tuviste un largo día?
7:26 PM.

Sonrió grandemente por su respuesta instantánea.

Mi día fue digno de una película de acción o comedia donde las cosas suceden para la desgracia de los personajes«
Hoy tuve un inconveniente con uno de los clientes. El aparato de contar dinero no funcionó como debía y el señor terminó molestándose hasta el punto de agredirme«
7:26 PM.

»Pero... ¿qué mierda? Es un idiota. No es tu problema que haya pasado eso.
7:27 PM.

Ya sé. Soy consciente de que no es mi culpa, pero ellos no comprenden eso. Así que no puedo hacer nada«
Estoy muy cansada«
7:27 PM.

HyeLim dobló la isla de la cocina hasta llegar al refrigerador. Tomó una botella de agua y procedió a recostar una parte de su cuerpo en la meseta mientras bebía del líquido fresco. Le dió una rápida vista al comedor desde su lugar en la espera de una respuesta, y justo cuando sintió un nuevo mensaje regresó los ojos a la pantalla.

»Que rabia me dan las personas así. Ojalá le de diarrea.
7:28 PM.

Una ruidosa carcajada se escapó de sus labios por el comentario tan fuera de contexto, sin embargo, la misma se fue disipando al leer el mensaje siguiente, trayendo en la joven una sensación de nervios placenteros por toda su columna.

»Creo que lo que necesitas es un poco de relajación. ¿Cómo podríamos hacer eso? 🤔
7:28 PM.

Yo digo que si necesito distraerme. Y creo que tú sabes muy bien como hacerlo«
7:29 PM.

»¿Sí? ¿Cómo lo haría? Quiero saber
7:29 PM.

Una sonrisa traviesa se formuló en los labios de la pelinegra. Sentía su cuerpo encenderse con unas simples palabras por parte de él; ahora que jugaban con el mismísimo fuego podía considerar estar en un caluroso incendio. Sus mejillas se tornaron rojas, las manos empezaron a temblar, mientras aquella parte oculta de su cuerpo empezaba a emocionarse ante los recuerdos candentes e imágenes indecorosas que surcaban por su imaginación.

Era un arte.

Ese juego de provocación lograría que ambos terminaran muy mal, pero aún así no fue suficiente para que se detuvieran.

¿Por qué mejor no vienes y te muestro?«
7:29 PM.

Mordió su labio con excitación ante la propuesta que había hecho. Para muchas personas HyeLim era un símbolo de reservación y al mismo tiempo de su opuesto, el atrevimiento. Era una chica que por personalidad la caracterizabas como dulce y tranquila, pero en cuanto a lo externo era muy distinta: su cuerpo no encajaba en los estándares coreanos al tener curvas sensuales y complexión delgada, asimismo como una piel que parecía estar bronceada a pesar de ser natural; su cuerpo no lo consideraba como un tabú o algo para sentirse avergonzada, por el contrario, le gustaba presumirlo como un símbolo de belleza personal. Lo mismo sucedía con el sexo, ella pensaba que no había que sentirse avergonzado por un acto tan liberal y placentero como ello. Por tales motivos la sociedad de aquel país la tachaba como una atrevida sin conocer que su ideología era distinta.

La pelinegra jugó con sus dedos esperando que el mensaje del chico llegara, y en cuanto pudo verlo no evitó fruncir el ceño.

»Date la vuelta
7:30 PM.

Obedeció a aquellas palabras con una velocidad rápida y lenta al mismo tiempo, como si se tratara de una película donde el personaje se ve al acecho. En cuanto se dió vuelta y quedó frente por frente al comedor quedó totalmente helada, un pequeño e involuntario respingo apareció acompañado de una inspiración de aire profundo.

—Mierda... —susurró—. Casi me matas, Jeon.

El susodicho rió entre dientes visiblemente divertido mientras guardaba el celular en su bolsillo. Lentamente y a pasos seguros comenzó a caminar hacia HyeLim, esta última aún saliendo de su pequeño infarto por tener al mismísimo chico que gobernaba su mente frente a ella. Cada vez se hacía más corta la distancia, y ella no desaprovechó la oportunidad para examinar su figura de pies a cabeza.

Cada día más embelesada con semejante hombre.

Jeon JungKook era la definición del personaje masculino que cualquier mujer desearía en su vida. Alto, robusto, de piel blanca y a veces bronceada, con una figura pétrea, músculos como rocas: brazos marcados y tatuados, pecho y abdomen duro, piernas trabajadas, y más. Solía usar outfits deportivos de tonalidades oscuras, muchas veces de estilo holgado, sin embargo, verlo de manera formal no sucedía todos los días, y uno de los motivos por los que amaba el trabajo del muchacho era ese. Aquel pantalón negro ajustado a sus extremidades, zapatos de charol, camisa blanca con los primeros botones libres y arremangada hasta sus codos. La imagen del hombre perfecto. Su fisonomía era incluso más admirable: frente acorde al tamaño de su rostro, cejas gruesas, ojos negros con una galaxia infinita contenida, nariz grande pero que se ajustaba a las facciones; labios finos, rosados, esponjosos, apetitosos, con un arito de plata en una de sus comisuras y justo debajo de los mismos había un atractivo lunar. Su cabello era color negro y largo, demasiado admirable.

Era realmente hermoso para una simple mortal como Hye.

Y ni hablar de su moral. Era una persona de principios. Amable, cariñoso cuando se lo proponía, caballeroso, con un nivel de intelectualidad tan grande que sobrepasaba miles de conocimientos. No mentía cuando para ella era suficiente.

Lo mejor de todo esto o en su defecto, lo peor: JungKook era únicamente de Hye, y Hye era únicamente de JungKook.

Un juego que desde su inicio podría pintar bien, pero que sólo él tiempo definiría su final.

Las manos del varón se posicionaron en la cintura de la fémina con seguridad para atraerla hasta su fuerte musculatura. Mientras tanto HyeLim posó ambas manos en sus hombros y ahí dejó una serie de caricias que fueron prendiendo cada vez más el ambiente.

—¿Qué haces aquí, JungKook? —inquirió un tanto curiosa, enfocando aquellos ojos oscuros que en ese mismo instante poseían un brillo lascivo. Le encantaba.

—Vine a verte hace como una hora, pero aún no habías llegado del trabajo. Quise quedarme afuera para esperarte, pero empezó a llover y no pude evitar entrar —formó una pequeña sonrisa en sus labios—. Perdona por eso, no lo volveré a hacer.

—No te preocupes, sabes que eres bienvenido en esta casa —deslizó sus manos hasta las terminaciones de su pelo.

El pelinegro cerró los ojos por placer al sentir las manos de la contraria acariciar su cuero cabelludo. Ella admiró la imagen tan bonita de su rostro a poca distancia, asimismo como disfrutó la forma en que sus alientos chocaban entre sí.

—¿Realmente estás bien?

Hye supo a que se refería, por lo que no tardó en formar una pequeña sonrisa en sus labios.

—Estoy de maravilla porque estás aquí.

—De todas maneras estoy enojado con ese imbécil. Si hubiera estado ahí, créeme que lo mataba —su voz sonó dura, dando a entender que realmente estaba molesto.

Y díganle loca, pero a Hye le gustaba verlo así.

—Ya, ya, calmadito.

El muchacho dejó salir una risa nasal ante esas palabras, para entonces acercar peligrosamente su rostro a la mejilla de ella y dejar un beso delicado, mismo que se fue desviando con una lentitud tortuosa por toda la mandíbula de la joven. Ella se estremeció al sentir el contacto húmedo de esos labios sobre el lóbulo de su oreja, escuchando y palpando la sonrisa que en ellos se formó.

—Creo que yo también necesito relajarme tanto como tú —murmuró con la voz impresionantemente ronca, hecho que descontroló por completo las hormonas de Hye. Haciendo el mismo recorrido de besos se alineó con el rostro de ella y sonrió de soslayo—. ¿Qué sugieres para obtener la paz que ambos nos merecemos?

Como acto de reflejo HyeLim se unió más al cuerpo de JungKook, siendo consciente de lo caliente que dicho estaba a causa de la cercanía de ambos. Ella relamió sus labios con anticipación e hizo rozarlos con los suyos en un acto despiadado, logrando que él se tensara.

—Te quiero a tí en mí...

Y esa simple respuesta por parte de la pelinegra hizo que las luces verdes indicando el paso se encendieran ante los ojos expresivos de Jeon.

—Sus pedidos son concedidos.

Sin más que agregar sus labios se encontraron en un beso febril, lleno de calor y deseo, acompañado de toques lujuriosos que desde ese instante no tendrían freno. Las manos calientes del joven se enrollaron con más fuerza sobre la cintura de ella, descendiendo lentamente por la curva de su trasero, apretando y tocándolo ardientemente. Ella por su parte llevó las manos a la espalda musculosa de él, sintiendo su piel hirviendo por encima de la tela blanca de la camisa. Los labios de ambos se movieron sin cesar, provocando aquel obsceno sonido que no hacía más que subir la temperatura de sus cuerpos y eliminar con descaro la cordura en sus mentes. Sus lenguas fueron al encuentro de la otra como en una batalla histórica donde no había remordimiento por el bando contrario y se actuaba ante los impulsos. La situación de por sí ya era caliente, pero aquel roce lo hacía mucho más.

JungKook mordió el labio de HyeLim como un acto seductor, pero ella tampoco se quedó atrás al hacer lo mismo. El pelinegro tomó con fuerza su trasero y la sentó sobre la meseta de la cocina, haciéndose un espacio entre sus piernas y pegándola sin reparo alguno a su cuerpo, ocasionando que sus intimidades rozaran. Aquello le sacó un gemido agudo imposible de contener, mismo que hizo sonreír a Jeon.

Los besos del muchacho dejaron los labios de ella por un momento para dirigirse a su mandíbula. La delineó por unos segundos con su nariz, aspirando el aroma del perfume femenino antes de quedar en el hueco de su cuello, lugar que torturó con su lengua experta.

Cada mordisco, lamida y beso ardiente de Jeon estaba ocasionando que Hye perdiera cada vez más la cordura. Arqueó un poco su espalda y ladeó la cabeza para permitirle el paso, sintiendo las miles de emociones dirigirse a su vientre bajo que probablemente se encontraba demasiado húmedo ante la excitación. Mientras él se dedicaba a lastimar su cuello optó por comenzar a desabrochar los botones de su camisa, sintiendo el pecho y abdomen duro de JungKook bajo sus manos temblorosas. El varón dejó salir un gruñido ante los toques, no perdiendo el tiempo en acariciar los muslos desnudos de la joven.

Se mantuvieron de esa manera por unos segundos hasta que sintieron que no era suficiente. Querían más, necesitaban más, y el problema en la ropa interior de ambos era un gran ejemplo de aquello. Jeon dejó de besar su cuello para enfocar su faz totalmente excitada: pupilas dilatadas, mejillas rojas, labios carnosos y maltrados por él, cabello desordenado y toda esa expresión de deseo; amaba verla así por su causa.

Fue ese el momento donde sonrió de lado y sugirió:

—¿Vamos a tu habitación?

Aquello fue una propuesta más que agradable para HyeLim quien no tardó en asentir complacida.



✦•·············•✦•·············•✦

21:48 hrs.



Los ojos de la fémina se empezaron a abrir con lentitud al escuchar unos ruidos. Tener el sueño ligero ocasionaba que ante cualquier sonido despertara, y a pesar de que odiaba eso, tambien sentía que era algo bueno como seguridad.

HyeLim vio con dificultad la imagen de una figura moverse por su posada. Llevó uno de sus dedos a sus ojos y lo restregó suavemente, permitiéndose a sí misma divisar al chico pelinegro ponerse su pantalón. Un bostezo profundo se escapó de sus labios llamando la atención de Jeon, mismo que sonrió débilmente.

—Ya despertaste.

La chica se sentó en la cama luego de unos segundos en los que estuvo procesando información. Los recuerdos relacionados a la situación comenzaron a llegar a su mente poco a poco, confirmándolo todo cuando vió que se encontraba desnuda bajo la sábana.

—¿Qué hora es?

—Son casi las diez. Dormiste unas dos horas aproximadamente —respondió calmado, abrochando el cinturón de su pantalón. Procedió a ponerse los zapatos en silencio sintiendo la mirada de ella sobre su espalda descubierta. La imagen frente a los ojos de Hye era realmente preciosa. Los músculos de su parte trasera estaban realmente marcados, tenía el pelo desordenado, la esencia de su perfume estaba mezclada con la suya, y desde la distancia que consistía en dos metros era capaz de notar el brillo característico en sus ojos. Unos instantes después el varón se sentó en el borde de la cama a un lado de ella y estiró su brazo para acariciar su pelo con delicadeza—. ¿Todo bien?

Hye asintió complacida, formando una sonrisita en sus labios—. Si. Todo está perfecto.

—Me encantó hoy. Incluso me resulta increíble cómo cada día se vuelve más bueno —expresó JungKook con la sinceridad palpable en sus expresiones. La mano en su pelo bajó hasta su cachete para acariciarlo con su dedo pulgar—. Pero lamentablemente ya debo irme.

—No te vayas —pidió en un tono bajo. Sostuvo la mano de él y dejó un besito, procediendo a fundirse en esa caricia como un gato—. ¿No puedes quedarte?

—Quiero hacerlo, realmente quiero estar acá contigo. Pero me llamaron hace unos minutos del hospital, el paciente del que te hablé se puso crítico —en su tono de voz se veía un poco de preocupación y una pizca de dolor que no pasó desapercibido para Hye—. Probablemente deba hacerle la operación.

Una "o" pequeña se formó en los labios de la pelinegra.

—Comprendo...

—Perdón, Hye.

—Oye, no —soltó una risita avergonzada—. No te preocupes por eso, ya podremos retomarlo algún día de estos. Ahora concéntrate en tu trabajo, ¿de acuerdo?

Una sonrisa pequeña apareció en las comisuras de JungKook al escuchar esas palabras. Se acercó al rostro de la muchacha y dejó un pequeño pero muy dulce besito en sus labios, viendo cómo las mejillas ajenas se tornaban rojitas.

—Antes de que llegaras preparé una ensalada para tí como tanto te gusta. La dejé en tu refrigerador. Come, por favor —advirtió con su dedo y una expresión seria que prontamente se volvió una bonita sonrisa. Sostuvo las manos de ella por un momento, acariciando el dorso—. ¿Nos vemos mañana?

La fémina asintió suavemente, sintiéndose cohibida por los actos tan lindos del contrario. Murmuró un "gracias" muy bajito debido a la timidez, y entonces vio como él se colocaba la camisa blanca. Volvió a acercarse a ella para besarla lentamente y por sólo unos segundos, despidiéndose como debía y yéndose al instante.

JungKook ya no estaba en la casa, sin embargo, su presencia aún podía sentirse. El aroma varonil y natural del chico se quedó impregnado en las sábanas de la cama, en la ropa en el suelo, incluso en el cuerpo de ella. Un delicado suspiro salió de sus labios al mismo tiempo en que peinaba su pelo con una de sus manos, quedándose con la mirada fija en la ventana que alumbraba tenuemente la habitación oscura.

Y entonces miles de pensamientos vinieron a su mente.

Era consciente de que no debía ilusionarse, no era lo más sensato. Pero aquello ya era algo imposible cuando otro tipo de sentimientos más grandes que la "atracción sexual" estaban presentes en el corazón de Hye. Y no le gustaba sentir eso, no cuando no era del todo correspondida.

La relación entre Jeon y Park no era nada más y nada menos que algo acercado al término de "amigos con derecho", aunque a veces sentía que no era el adecuado para definirla.

Todo había comenzado en un encuentro casual, probablemente planeado, que terminó siendo una aventura pasional.

Una compañera de trabajo de Hye —y a quién podía considerar su más fiel amiga— la había invitado tres meses atrás a una fiesta donde estaría un amigo lejano, miembro del grupo de médicos del hospital más céntrico de la ciudad de Seul. Le había pedido ir para no sentirse sola, persuadiéndola con la idea de que su amigo estaría con un colega. Básicamente se trataría de una cita de cuatro, y HyeLim no se negó ante una propuesta completamente natural.

Esa noche los dos compartieron un par de miradas coquetas, luego unas cuantas palabras acompañadas con sutiles flirteos, y por último la acción que los llevó a ambos al paraíso sin fin, probablemente el infierno mismo. Los toques, caricias descaradas, besos candentes; el placer de estos consumido en un sólo acto.

Tanta fue la diversión de ambos que no pudo quedarse así.

Habían compartido números, por lo que la comunicación estuvo presente. Se encontraron un par de veces, se volvieron amigos por consiguiente, pero el deseo carnal era lo que siempre los acompañaba, así que no dudaron en volver a ceder a esos anhelos, convirtiéndose entonces en lo que ahora eran.

No había ningún vínculo romántico, eran sólo amigos, amigos que se besaban y tenían relaciones.

Era consciente de que JungKook no sentía nada por ella, y aún así fue inevitable desarrollar sentimientos que día a día se iban incrementando hasta el punto de doler.

No era cien por ciento sano.

Quería alejarse, estaba pensándolo luego de un buen tiempo y creía que pronto sería capaz de hacerlo. No deseaba decirle sobre las emociones florecientes, pues prefería conservar la amistad antes que perder a una persona que se había convertido importante para ella. Sólo tenía que ir lento y con calma, simplemente eso.

Volvió a recostar su espalda en la cama, mirando fijamente el techo de su cuarto en lo que buscaba dejar de pensar.

«Ir lento y con calma. Podré hacerlo...», trató de convencerse.

Sin embargo... las cosas no estaban destinadas a ir en un rumbo fijo.



✦•·············•✦•·············•✦

Martes, 18 de abril de 2023.
17:25 hrs.



Yah, ¿vendrás a ver la película o no?

No sé, Jane, anunciaron otra lluvia.

Vivo bajo un techo, así que no nos mojaremos, duh~.

HyeLim dejó salir una risita pequeña al escuchar el comentario de su amiga. Acomodó el celular entre su hombro y oreja mientras buscaba en su bolso la pequeña billetera donde tenía el dinero para poder pagarle al chófer del taxi.

—Soy muy consciente de eso, señorita. Sólo digo porque no quiero resfriarme de nuevo.

Fuiste muy loca en irte ese día bajo la lluvia.

De no hacerlo jamás llegaría a mi casa —declaró los hechos.

Me imagino. Y después de eso te comiste a Jeon, ¿no es así? —preguntó en un tono picaresco.

Las palabras de Hye se quedaron en el aire con aquello. Abrió la boca dispuesta a decir algo en su defensa... pero no tenía ninguna defensa. Ella lo dijo bien claro, y creía que negar no le iba a servir.

—Tal vez, sí. No pasó demasiado más que eso.

¿Finalmente te alejarás?

La chica dejó salir un suspiro ante esa cuestión, no sabiendo siquiera que responder.

—Esa es la idea, pero no quiero hacerlo así de golpe, sería muy obvio.

Haciéndolo de golpe será menos doloroso —hizo saber—. Es un consejo, te recuerdo que viví algo casi igual cuando más joven.

—¿Crees que me estoy ilusionando demasiado? —le preguntó en un tono de voz bajo. Caminó por las calles que la llevarían al vecindario cercano donde vivía el protagonista del tema de conversación, sintiéndose nerviosa de repente por el simple hecho de verlo.

Mh... Tal vez un poquito. Sin embargo, existe la consideración de qué él se sienta atraído por tí.

—Eso es imposible.

—¿Por qué? Que yo sepa, el brillo en sus ojos cada vez que te ve debe significar algo.

—Es deseo, Jane. Es el deseo que ambos tenemos de fundirnos en uno solo.

—Pero piensa, tal vez si sienta algo por tí y esté teniendo el mismo debate mental que tú —habló al mismo tiempo en que soltaba una risita—. Los hombres son peores que las mujeres, te lo aseguro. Por eso te pido que lo consideres.

Aún así... —hizo una pausa—. No creo que deba, es mejor dejar las cosas como son. Pero ya, cambiemos de tema.

Hye escuchó un suspiro cansado del otro lado de la línea.

Uhm... ¡Ah! Cierto, casi se me olvida decirte. ¿Recuerdas el señor que hace unos días se comportó mal contigo?

—Si. Lo recuerdo perfectamente —afirmó en un tono hastiado. Recordar el suceso era muy molestos para la pelinegra.

—Bueno... Falleció en la mañana de hoy.

Pero escuchar esas palabras le provocaron parar en seco su camino. Una serie de corrientes eléctricas se esparcieron desde la punta de sus pies hasta su cabeza, atravesando la columna y ocasionándole un respingo.

—¿Qué...?

—El hombre tenía problemas en la presión arterial, al parecer se atendía en el Hospital Nacional. Y no me preguntes como lo sé, pues resulta que es un miembro importante de una organización de masa.

Pero... ¿Cómo? ¿Por qué? —preguntó totalmente aturdida y confundida.

Ese señor estaba bien hace unos cuatro días, ¿cómo era posible lo sucedido?

Por lo que dijeron en las noticias fue ingresado en la noche debido a problemas con su presión y en la mañana lo encontraron muerto por una sobredosis de betabloqueadores.

Dios mío... —Hye colocó una de sus manos en su frente, aún sin poder creer los hechos que su amiga le contaba.

JungKook trabaja ahí. De seguro tiene más información al respecto.

—Es cierto —reafirmó, observando la casa del aludido justo frente a sus ojos—. Acabo de llegar, te llamaré luego con más información.

¿Noche de películas o no? —insistió Jane una vez, ganándose las carcajadas de la pelinegra.

—De acuerdo, iré a tu casa.

Escuchó un chillido emocionado por parte de su amiga que logró propiciarle una bonita y divertida sensación. Luego de despedirse de la forma más tonta del mundo decidió tocar el timbre del hogar de Jeon, viendo su presencia aparecer por la puerta en cuestión de pocos segundos.

—¿Demoré mucho? —preguntó dulcemente, acercándose a él para abrazarlo por la cintura mientras en los labios del chico se formaba una tierna sonrisita.

—Sólo unos minutos —acarició su espalda como respuesta, trazando círculos imaginarios que le ocasionaron cosquillas a HyeLim.

Un instante después la invitó a pasar al interior de su casa, misma que ante los ojos de ella se sentía muy reconfortante. No era la primera vez que venía, y a pesar de eso seguía percibiendo aquella paz y tranquilidad. Las paredes poseían un color blanco con pequeñas tonalidades en gris, los suelos eran de mármol pulido, los juegos de muebles eran modernos y a su vez tenían una pizca de antigüedad, como si quisiera demostrar la esencia elegante y por supuesto, que se encontraba forrado en billetes. Existían algunos cuadros abstractos adornando las paredes, dándole una bonita estética. Todo se encontraba limpio y bien iluminado, asimismo como un aroma delicioso se expandía mientras más te adentrabas.

No era broma cuando decía que amaba el lugar.

Luego de darle una rápida mirada volvió a incorporarse frente al chico, el cual la veía con dulzura. Usaba una ropa cómoda para estar en casa: pantalón holgado y camiseta ancha, ambas de color negro, mientras su pelo estaba bastante despeinado. Parecía como si hubiera estado durmiendo.

—¿No trabajaste hoy?

—Tuve guardia en el hospital anoche, vine en la mañana —explicó de forma serena—. Hoy saliste bastante temprano.

—No habían tantos clientes, por lo que mi jefe me permitió irme —le contó. Dejó su bolso sobre uno de los muebles y entonces dió algunos pasos hacia él, dispuesta a seguirlo cuando le pidió que lo acompañara a la cocina—. Antes de olvidarlo, quería preguntarte algo.

—¿Qué cosa? —inquirió curioso al mismo tiempo en que buscaba algo en la alacena.

—¿Tienes información sobre la muerte de un hombre importante en tu hospital hoy?

Jeon detuvo todas sus acciones en ese instante, como si la noticia le hubiera provocado una descarga eléctrica por cada rincón de su anatomía. Lentamente giró sobre sus talones para encarar y ver a la chica un tanto confundido, hundiendo las cejas y frunciendo los labios al parecer recordar.

—Creo que sí. Mientras me iba escuché algo sobre eso —le restó importancia, dando media vuelta un momento para conseguir lo que había encontrado y posicionarlo sobre la meseta que servía como una separación entre los dos. Justo en ese momento apoyó ambas manos ahí y se inclinó hacia adelante, dándole una mirada sutil y profunda a su vez—. ¿Por qué lo preguntas?

—Bueno... —rascó su nuca con un poquito de nervios. Sentía muchas mariposas en su vientre cuando él la observaba así—. Ese señor fue quien me agredió los otros días.

—¿De verdad? —cuestionó impresionado—. ¿Cómo lo sabes?

—Jane me lo contó hace un momento, por eso quería preguntarte para más información.

—¿Cuál fue la causa del fallecimiento?

—Me dijo que sucedió por una sobredosis de betabloqueadores —explicó calmada mientras admiraba como JungKook trabajaba en la cocina, viéndose demasiado atractivo ante sus ojos—. Estaba ingresado por un problema en la presión arterial.

—El departamento de cardiología está dos pisos por debajo de neurología, así que no sabría decirte —con el cuchillo en manos cortó ágilmente las frutas—. Pero por lo que sé sobre ese tema, un exceso de betabloqueadores provoca disminución del gasto cardíaco, insuficiencia cardiaca, shock cardiogénico, etc; y dependiendo de la cantidad de tiempo que estuvo con esa sobredosis, la muerte podía ser segura.

—Es un descuido de los médicos, ¿verdad?

—Podría ser. Es cuestión de analizar la situación y ver que sucedió.

Hye no contuvo un largo y agotador suspiro al escuchar eso. Era cierto que el señor se comportó del asco con ella, sin embargo, no podía dejar de sentir cierta empatía por la familia o seres queridos cercanos.

JungKook notó la pizca de tristeza en sus ojos de manera instantánea, hecho que lo invitó a suspirar de igual forma.

—Ya no se puede hacer nada más que lamentar la situación. Incluso, podría decir que lo sucedido es el karma haciéndolo pagar.

»Y no me mires como si pareciera un loco, pero he aprendido a enfrentar situaciones peores. Es muy difícil para un médico tener que dar la noticia de un fallecimiento —cuenta con calma, enfocando los ojos de Hye mientras una sonrisa débil se creaba en sus labios—. Muchas veces te sientes culpable por no poder salvar al paciente, sin embargo, no se puede vivir con ese cargo de conciencia. Es por eso que antes de ser médico debes tomarlo muy en cuenta.

—Comprendo... —murmura suavemente—. Creo que nunca me contaste como empezó tu deseo de ser doctor.

El chico rió con timidez al escuchar esa indirecta bien directa.

—Cuando termine acá te contaré todo, ¿de acuerdo? —estiró el brazo para pellizcar la mejilla de ella, ocasionando que arrugara la nariz y asintiera satisfecha—. Ahora espera un momento para guardar unos medicamentos que estuve revisando luego de una operación de último minuto.

Jeon dobló la isla de cocina y se dirigió a la sala siendo perseguido por los ojos curiosos de ella. Lo vió buscar algo en una de las pequeñas mesitas entre los muebles, y poco después divisó una serie de medicamentos líquidos para poner mediante intravenosa en sus manos, dispuesto a llevarlos a otra parte de la casa.

No estaba interesada en ver los nombres de dichas medicinas, sin embargo, uno de esos capturó totalmente su atención hasta el grado de sacarle una inspiración de aire acompañada de una expresión confusa.

Betabloqueadores.

Fijó su vista en un punto del suelo por varios segundos, no dándose cuenta del instante en que él volvía a aparecer en la cocina.

—Hye, ¿estás ahí?

La aludida alzó frenéticamente la cabeza en cuanto escuchó el llamado, tragando duro al encontrarse con esos ojos oscuros que expresaban la misma confusión.

—Si, si...

—Te pusiste pálida, ¿realmente está todo bien?

Por un momento se mantuvo estática, ni siquiera respiraba. Miles y miles de ideas locas y sin sentido pasaron por cada extracto de su mente, pero al darse cuenta de ello sacudió la cabeza y le mostró una sonrisa.

—Si, todo está perfecto.



✦•·············•✦•·············•✦

Sábado, 22 de abril del 2023
18:38 hrs.



Un fuerte trueno retumbó en las afueras de la ciudad, aunque si hablábamos con sinceridad parecía como si hubiera caído a menos de una cuadra de la casa de HyeLim. En los últimos días se habían presenciado una serie de tormentas eléctricas sin cesar, una tras la otra, que terminaban provocando una gran cantidad de afectaciones. Muchas de las carreteras quedaron inundadas, por lo que el tráfico se veía interrumpido. También se habían cortado las comunicaciones un par de veces, asimismo como la electricidad. Sólo para hacer un resumen: tantas eran las lluvias que incluso los ciudadanos debían detener sus actividades laborales.

La joven Park era una de ellas.

El día de hoy no había podido ir a trabajar, pues desde muy temprano y hasta ese instante la tormenta no parecía tener un fin. Así que por tal motivo su jefe le pidió a los trabajadores que tenían dificultades para llegar que se ausentaran. Y el centro laboral de Hye no se encontraba muy cerca.

Por tanto, decidió aprovechar ese día de descanso para relajarse en casa, pensar y organizar su mente de los miles problemas que tenía.

En los últimos días de la semana las cosas no habían estado bien con el tema "JungKook". El martes, ese día donde se vieron en la casa del chico, HyeLim terminó en muy mal estado por motivos que él desconocía como lo eran sus sentimientos. En aquel encuentro todo inició muy bien: estuvieron conversando de temas triviales, compartieron risas y momentos divertidos. Luego comenzaron los besos subidos de tono y alguno que otro toqueteo, mas no llegaron a la acción real por decisión propia de ambos. Por el contrario, estuvieron hablando al respecto, y fue ahí en donde la pelinegra terminó sintiéndose como una adolescente de ilusiones rotas.

Jeon comentó de manera muy clara uno de los pensamientos que surcó por su mente, dicho que Hye no pudo olvidarlo por el resto del día.

«“A veces siento que esto es un error. Los dos tenemos sexo cuando queremos, pero aún así no somos nada. Por eso... Por eso percibo que esto es una equivocación cuando solamente somos amigos”.»

No podía negar que aquello le dolió hasta el alma; se había sentido como un puñal recién clavado en tu corazón que te hacía sangrar sin reparo y que te llevaría a una muerte segura.

En ese momento ella guardó silencio esperando que dijera algo más, pero se quedó en blanco. Tenía los enormes deseos de llorar e irse corriendo de ahí, no obstante, le respondió con un "pienso lo mismo" que dió como finalizado el tema. Al instante inició otro totalmente distinto, dándole a comprender a ella por última vez que ambos solo serían lo que él dijo: amigos.

Directo a la friendzone.

Ante tantas emociones encontradas ese día tomó la decisión de alejarse aún así no estuviera pensando con la cabeza fría. JungKook la estuvo invitando a salir constantemente, le propuso maneras de verse, y a todas ella se negó con una excusa distinta. La lluvia le había servido para ello, pero aún así no fue suficiente.

De todas maneras, lo llegó a evitar en su totalidad por esos cuatro días. No obstante a eso, su corazón seguía palpitando por él. Quería verlo, abrazarlo, besarlo, lo extrañaba muchísimo y le estaba doliendo; pero entonces se daba una bofetada mental para darse cuenta de que esa sería la manera más fácil de olvidarlo.

O eso estaba creyendo.

Además de todo lo que acontecía con su vida amorosa, existía otro tema en particular que la estaba volviendo loca.

Se trataba de la muerte del señor en el hospital.

Podían decir que estaba sobrepensando o exagerando demasiado, pero había algo que no cuadraba en los hechos y ese era el chico a quién amaba. HyeLim tenía el defecto o en otro caso, la virtud de ser desconfiada con todas las personas que conocía. Siempre tenía presente el dicho: "nunca terminamos de conocer a alguien", y eso era suficiente para no confiar plenamente.

Por supuesto, el joven Jeon estaba incluido.

A tan solo tres meses de tener comunicación con él, era un hecho muy obvio que aún no se sintiera segura para decirle algo de suma importancia o para creer toda esa faceta suya, mucho menos luego de lo que había pasado.

No quería pensar más en eso, pero las casualidades no siempre eran casualidades. El hecho de que estuviera en el hospital ese mismo día, que saliera justamente a la hora de la muerte y las medicinas para intravenosa en su casa eran lo primero a tener en cuenta. Luego debía recordar lo molesto que estuvo cuando le contó como ese hombre llegó a tratarla, y por último, su reacción al saber que había muerto. Lo que dijo sobre acostumbrarse a eso era un poco comprensible, pero si algo caracterizaba a un médico era la desbordante empatía que a JungKook le faltó en ese momento.

Una vez que unía los puntos concordaban en una conclusión a la cual ella no quería llegar, pero que lamentablemente no podía sacar de su cabeza.

No deseaba continuar pensando en eso.

Gruñó con fastidio por el dolor de cabeza que la consumió de repente. Se acomodó de mejor forma sobre el sofá de su sala y posó ambas manos en su frente como si aquello pudiera aliviar esa punzada, por lo que procedió a cerrar los ojos con fuerza. Afuera estaba cayendo una lluvia torrencial que en vez de ayudarla le estaba provocando frustración.

Quería que saliera el Sol para dejar de sentirse tan deprimida como las nubes negras.

Finalmente optó por llegarse a la cocina y beber un vaso de agua. Buscó en uno de los gaveteros una pastilla para las punzadas, no tardando en lanzarla por su garganta. Cuando terminó procedió a fregar el recipiente de cristal, sin embargo, sus acciones se vieron detenidas cuando escuchó un ruido.

Ruido que reconoció instantáneamente como la puerta de su casa siendo abierta.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo entero en ese instante. Sus manos comenzaron a temblar de la misma manera en que su corazón latió sin freno. Cerró la llave del fregadero y puso el vaso en una esquina, alzándose disimuladamente con la punta de sus pies para tratar de ver a la sala y a la persona que había entrado. No teniendo resultado se sintió más asustada, nerviosa. Era consciente de que había alguien más con ella, podía sentir una vibra negativa que no le gustaba ni un poquito.

Con miedo sostuvo un cuchillo que descansaba en la meseta y comenzó a avanzar de puntitas por el camino que la llevaría a la sala. Iba en silencio, tratando de mantener la calma. Se sentía como en una película de terror.

Pero no era consciente de que era algo mucho peor que eso.

Vió una sombra enorme reflejarse en el suelo, justo al lado de ella antes de doblar una columna. El arma en sus manos tembló ante eso y su respiración se volvió cortada.

Entonces todo pasó super rápido.

El hombre finalmente apareció y ella no tardó en atacar, dejando un mísero rasguño en su hombro. De forma instantánea escuchó un quejido de dolor, reconociendo ese timbre dondequiera que estuviera. Fue ahí cuando alzó la mirada y lo vió, tan perfecto como siempre.

Un gran suspiro agotador salió de los labios de HyeLim, quién no dudó ni un segundo en observar duramente al muchacho.

—¡Yah! ¿¡Cómo carajos entraste!? ¡Me has dado el susto de mi vida!

—¡Y tú casi me matas!

—¡Pensé que eras un ladrón, violador o sabe Dios que!

JungKook se quedó en silencio al escuchar eso, al parecer comprendiendo la situación y las expresiones desesperadas de la chica.

—Lo lamento, perdón por asustarte así.

En ese momento sintió los brazos del él rodear suavemente su cuerpo, sintiendo un alivio que duró solamente efímeros segundos. Básicamente no correspondió al acto, lo que ocasionó que se separara un tanto confundido.

Ella mantuvo su cara dura y preguntó:

—¿Cómo entraste?

No respondió nada, se quedó totalmente en silencio mientras parecía analizar detalladamente la situación en la que ambos se encontraban. Examinó su faz con detenimiento y luego miró el cuchillo en sus manos, volviendo su expresión más seria.

—Tengo una llave de acá...

—¿Por qué?

—Por eso mismo que dijiste. Hay ladrones y personas malas en este mundo...

«Y siento que tú eres una de ellas...», pensó, mas no dijo.

—Eso no es justificación. No te pedí que tuvieras una llave de mi casa —soltó cortante, litigante. Se había enojado demasiado. Extendió la mano hacia él y enfocó sus ojos—. Dame todas las copias que tengas.

Nuevamente se quedó callado, viéndola fijamente como si tratara de ponerla nerviosa, lo cual logró.

Pero estos nervios no le gustaban.

En ese momento de tensión le dió una rápida mirada a su outfit. Usaba unos pantalones negros no tan estrechos, botas toscas en sus pies y una camiseta negra ajustada a su torso con el logo de Calvin Klein, marca de cada prenda que en ese instante usaba. Su cabello estaba perfectamente peinado, definiendo el flequillo y el mullet en su parte trasera.

Y entre toda aquella locura surgió una pregunta.

«¿Por qué no estaba mojado?». Lo que existía afuera era una verdadera tormenta, incluso con la posibilidad de haber traído una sombrilla era imposible que estuviera tan seco.

Pero esa cuestión quedó en el aire cuando hubo respuesta por parte de él.

—¿Qué mierda te sucede? ¿Uhm? Llevo días tratando de que nos veamos para estar juntos un rato y pones cinco mil excusas distintas. No quieres hablar conmigo, no atiendes mis llamadas o mensajes —enumeró, subiendo un poco el tono de su voz para evidenciar su molestia con la situación—. Me preocupo por tí y por eso no me queda de otra que venir.

—Si no quiero verte por alguna razón será.

—¿Cuál es? Al menos quiero saber qué demonios hice.

—¿Qué hiciste? —rió con gracia—. Eres un imbécil en no darte cuenta.

—¿Darme cuenta de qué?

—¡De que me gustas, idiota! ¡Me gustas mucho!

JungKook se mantuvo totalmente inexpresivo, sin dar a entender ningún pensamiento o indicio de algo hacia ella. Por el contrario, volvió a bajar la mirada al cuchillo y se quedó observándolo.

—¿No bajarás el arma? —quiso saber en un tono grueso.

Ella sonrió de lado y ajustó el agarre.

—De repente no me apetece hacerlo.

Sus ojos, esta vez oscuros como la noche y con esa vibra de maldad, se posaron sobre los de ella sin ningún tipo de remordimiento. HyeLim notó algo distinto en él: no era el chico que había conocido, ahora... ni siquiera lo podía reconocer con esa aura tan oscura.

—Y no me cambies el tema —ordenó con dureza, mirándolo de la misma manera—. Me gustas, Jeon, como no tienes idea. Y por un estúpido deseo de mantener la amistad ante los sentimientos no correspondidos decidí alejarme.

Esta vez fue él quien dejó salir una risa nasal, bastante incrédulo con todo. Pero no fue un impedimento para que ella continuara.

—Me siento como una completa ingenua al ilusionarme. No quería verte, ni hablar contigo. No quería sentirte a mi lado por un buen tiempo. Incluso ahora no quiero que estés acá...

Mientras más hablaba, más grande se volvía la sonrisa en el rostro de él. Ver aquellos dientes blanquecinos empezar a mostrarse a través de sus comisuras, su mejilla arrugarse levemente y aquellos ojos negros, vacíos, carentes de emoción enfocarla, le estaba provocando las ganas de salir corriendo ante el miedo que empezó a filtrarse en su cuerpo.

Los segundos pasaron como una eternidad y él seguía sin reaccionar. Simplemente la miraba, enajenado con la imagen que podía presenciar, hasta que decidió hacer el primer movimiento. Dió un paso hacia ella, acercándose de manera lenta, logrando que su rostro quedara a la altura de su pecho y tuviera que alzarlo.

HyeLim no retrocedió, por el contrario, se mantuvo quieta para no expresarle el miedo que el chico ansiaba. Pero no iba a negar que esa cercanía la estaba volviendo un pedazo de gelatina temblando, más cuando no podía sostener su mirada.

Jeon acercó su rostro al de ella y colocó los dedos en su barbilla, admirando sus expresiones mientras seguía manteniendo esa sonrisa en su rostro.

—¿Sabes? Jugar con fuego a veces parece una diversión, pero en muchos momentos como este... resulta ser un gran peligro, mi querida Hye —susurra de manera delicada, haciendo chocar sus alientos. Ella tragó saliva con dificultad al verlo de esa manera tan terrorífica, sin poder disimular sus temblores—. También debes saber que las cosas no son lo que parece.

»No fuiste del todo ingenua, porque yo sí te quiero. Y podrás comprobarlo aquí, en este mismo lugar donde estamos nosotros: tú, yo y él.

Una enorme corriente eléctrica invadió cada célula del cuerpo de la chica, asimismo como las alarmas en su cabeza se prendieron indicando peligro. Los frenéticos latidos de su corazón no se detenían por nada del mundo, esta vez demostrando un enorme miedo. Volvió a tragar con dificultad mientras intentaba recobrar la respiración, pero lo sentía imposible.

Entonces, con la poca fuerza que le quedaba, preguntó:

—¿Él? ¿Quién es él?

Las comisuras del hombre se alzaron muchísimo más hasta el punto en que se mostró perturbador. Parecía estar orgulloso, y su tono de voz lo demostraría.

Sin embargo, las palabras pronunciadas a continuación fueron la clara respuesta a todas las preguntas de Hye.

—Yo soy él.

Y finalmente la máscara cayó, demostrando a uno de los monstruos más crueles.

HyeLim intentó huir o defenderse del agarre de Jeon, pero fue imposible. La cogió del brazo con fuerza y la pegó directamente a su pecho, mirándola con un enojo ferviente que no le daba ningún tipo de alivio a la pelinegra.

Fue entonces cuando Hye sintió un golpe en su cuello y por consiguiente, todo se volvió completamente oscuro...



✦•·············•✦•·············•✦

Domingo, 23 de abril del 2023
01:48 hrs.



El dolor persistente despertó a la pelinegra que se había sumergido en un sueño profundo. Sentía su cuerpo fuera de sí, como si no tuviera forma de moverse a causa de una mala posición que había conservado. Trato de acomodarse, sin embargo, no pudo cuando una presión estaba incrustada en sus muñecas y tobillos, asimismo como percibió una punzada muscular en la zona de su cuello.

Gimió como queja cuando volvió a intentar ese movimiento, y entonces sus ojos se abrieron poco a poco. Al inicio no fue capaz de procesar la información, pero en cuanto los recuerdos vinieron no evitó dar un respingo.

Se encontraba en un local oscuro que era vagamente iluminado por una bombillo encima de su cabeza. Estaba atada a una silla de una forma para nada cómoda, ocasionándole el malestar corporal. Abriendo y cerrando los ojos constantemente trató de aclarar su vista entre toda esa oscuridad abrumadora, no logrando tal objetivo y entrando en una crisis nerviosa.

No veía salida, no veía absolutamente nada, y eso la estaba desesperando hasta el punto de cortarle la respiración.

Se volvió paranoica en ese momento donde no era capaz de encontrar una solución. Volvió a mirar a todas partes, pero no llegó a nada. HyeLim dejó salir un sollozo ahogado mientras cerraba los ojos con fuerza en el vago intento de contener las lágrimas.

Tenía mucho miedo.

Por otro lado, desde una esquina del local alguien la veía con calma y satisfacción. Había esperado por un buen rato el despertar de la muchacha; miraba su celular, a veces posaba la vista fija en su acompañante inconsciente, luego jugó con sus dedos o con el piercing en su labio, sintiéndose bastante aburrido en la espera de que ella tomara la consciencia. Y ahora que lo había hecho sentía la necesidad de entrar en escena tal como un actor.

No negaría que la idea era fascinante.

La jovencita de treinta y dos años había roto en llanto en cuestión de segundos. No era capaz de soportar las emociones vividas en el instante, claramente no podía hacerlo en tal situación. De repente un sentimiento de desesperanza surgió en lo más profundo de su alma, dándole a entender de manera negativa que todo estaba perdido.

Y si éramos realistas, probablemente así sería.

Le dolía todo el maldito cuerpo, deseaba poder acomodarse en su lugar de una mejor forma, pero las ataduras no se lo permitían. Las sogas estaban tan perfectamente atadas que la imagen del chico fue lo primero en venir a su mente. El desgraciado era muy bueno en esas cosas al parecer, y se maldecía internamente por haber caído ante los pies de semejante imbécil. Tampoco iba a negar que le daba miedo pensar en Jeon, ya que la última mirada que tenía del aludido no era para nada agradable.

Se sentía como si hubiera dejado caer una máscara intachable.

Un sonido se hizo presente llamando la atención de la pelinegra, misma que alzó la cabeza rápidamente para observar a todos lados. El ruido fue algo parecido al de unos pasos lentos y delicados, dándose cuenta de forma automática que no estaba sola en ese lugar. La paranoia creció mucho más por ese motivo. Hye tenía la respiración cortada, el corazón bombeando fuertemente en su pecho, un imperceptible temblor en su mandíbula y extremidades, expresando de tal manera una imagen de víctima atemorizada.

Percibió sobre ella una mirada oscura y deseosa, pero no tenía idea alguna de su procedencia. Se quedó estática por un momento con su pecho subiendo y bajando ante la falta de aire, mirando de reojo a todos lados en el intento de encontrar a quien había provocado aquel ruido. Sin embargo, no pudo evitar el respingo de su anatomía cuando el crujido de una silla siendo arrastrada se escuchó demasiado cerca, apareciendo por consiguiente frente a ella, donde la luz podía dar. Vió por un breve instante la mano que sostenía aquel mueble, no tardando en reconocerla.

Él estaba ahí.

Acto seguido presenció como la figura varonil apoyaba ambos brazos en la parte superior de la silla, como si estuviera recostando su cuerpo. Hye recorrió con la vista ambas extremidades hasta llegar a lo que sería el rostro aún oculto en las penumbras, y fue entonces cuando toda su faz palideció.

Enfocó aquellos ojos negros y vacíos que poseían un ápice de brillo divertido, sintiendo el mismísimo miedo meterse en su piel tal cual una ráfaga de aire congelada en pleno invierno. Pudo divisar una serie de dientes blanquecinos indicando la más grande de sus sonrisas; eso empeoró la situación.

Unos segundos después vió como se movía de su lugar y avanzaba hasta la silla, apareciendo bajo la luz al sentarse de forma cómoda. JungKook tenía una expresión desinteresada, aunque para nadie era un secreto la diversión presente en sus ojos.

Eso ocasionó enojo en la muchacha.

Jeon la observó por unos segundos antes de empezar a hablar.

—Finalmente despiertas.

Hye tragó saliva por su garganta seca y con la debilidad presente murmuró:

—Déjame ir...

Él rió con sorna ante esas palabras. Pasó la mano por su cabello despeinado y humedeció los labios en un acto que tal vez podría seducirla, mas no lo hizo por obvias razones.

—No es así de fácil, pequeña —dijo en un tono dulce y retorcido a su vez—. No podrás salir por ahora.

—¿Por qué no? ¿Dónde estamos?

—No es de tu incumbencia saberlo.

—¿Por qué me tienes aquí?

—Por el simple hecho de que debes estar conmigo —respondió con simpleza.

—¿¡Y qué te hace pensar que quiero estar contigo!?

La sonrisa del pelinegro se ensanchó muchísimo más al escucharla. Le resultaba una circunstancia divertida, muy diferente a ella quien quería gritar de frustración.

—Todo en tí me expresa lo mucho que deseas estar conmigo —dijo orgulloso, entrecerrando los orbes al mismo tiempo que se inclinaba hacia ella—. Ese brillo en tus ojos, los besos, las caricias, toda esa atención patética que siempre me tienes y por supuesto, la manera en que siempre estás dispuesta a follar si yo te lo pido.

»Tus palabras hace unas horas me confirmaron los hechos que incluso un imbécil podría ver.

—Antes me gustabas —aclaró en un tono fuerte, decidido—. Después de conocer lo que tienes dentro dudo que esos sentimientos continúen.

Él, aún sonriendo sin reparo, se inclinó mucho más hasta acercarse al rostro de Hye. Con la mano derecha rozó sus muslos desnudos, provocando una serie de escalofríos que lo hicieron sentirse el doble de complacido. La pelinegra se erizó por el toque, pero estaba lo suficientemente cuerda para no ceder.

—Eso no fue lo que me demostraste hace un rato cuando te tocaba.

Y escuchar aquello se sintió como un balde de agua congelada sobre su cabeza. Una furia prepotente la recorrió de pies a cabeza, misma que se reflejó en su rostro. Pero antes de poder hablar fue interrumpida por él.

—Tal vez sientas que tus bragas están demasiado húmedas en este momento, y eso es un claro ejemplo de lo mucho que disfrutaste mis caricias en tu piel —cerró los ojos por un momento—. Incluso estando inconsciente te excito.

—Eres un maldito enfermo...

Hye se arrepintió de decir eso casi al instante, pues la mano del chico apretando fuertemente su mandíbula le dió a comprender lo grandemente enojado que se encontraba. Su rostro estaba en la posición perfecta para encontrarse con el suyo, de la misma manera que sus ojos se encontraban alineados para la compartición de miradas. En la faz del varón se veía reflejado un claro abismo, mientras que en ella era más que presente su terror.

JungKook volvió a crear una sonrisita en su rostro y procedió a posicionar la mano en su espalda como si estuviera buscando algo. Y cuando Hye vió que era aquello sintió todo su cuerpo saltar de la impresión.

Tenía un cuchillo. El mismo cuchillo de hace un rato.

—Ahora no te sientes tan segura, ¿verdad? —inquirió con un sutil alzamiento de cejas, llevando la sonrisa a un sólo lado de su boca. Aprovechó el temblor de la muchacha para acercar el cuchillo y de esa manera ocasionarle más miedo. Pasó la punta afilada de dicho por la línea de su mandíbula, bajando por su cuello y delineándolo con suavidad, viendo como tragaba duro ante la sensación de tener el arma amenazando su vida—. Tengo una pregunta: ¿desconfiaste de mí?

HyeLim sentía que no era capaz siquiera de atender a lo que decía. Lo único en lo que pensaba era en la horrible tensión de la situación, el cuchillo en su maldito cuello y los ojos de Jeon fijamente sobre los suyos.

El agarre de su mandíbula se intensificó ante la falta de respuesta.

—Dime de una puta vez.

Ella se quedó sin habla, no respondió absolutamente nada. Ese silencio fue suficiente para JungKook, quién rápidamente soltó su mandíbula con brusquedad y guardó la mano desocupada en su bolsillo.

—Lo suponía. Claramente dudarías como la inútil que eres —rió sin gracia, golpeando el interior de su mejilla con su lengua—. ¿Pero sabes? Desconfiaste muy bien.

Hye tragó nuevamente mientras subía la mirada del arma aún en su cuello hasta los ojos de él.

—¿A que te refieres?

—Yo maté a ese hombre —declaró encogiendo sus hombros—. Se lo merecía bastante bien por haberte tratado de la forma que lo hizo.

—¿Por qué hiciste eso?

—Porque eres mía y nadie más puede tocarte —aseguró utilizando un tono grueso, mismo que no tardó en reflejarse en sus ojos—. Vi como ese imbécil te lastimó, no podía dejarlo pasar. Así que lo maté luego de haberlo visto en el hospital.

—¡Estás loco! —sollozó, negándose a sí misma varias veces con la cabeza. «Quiero irme, quiero irme».

—Sólo defiendo lo que es mío.

—No soy tuya.

—Lo eres desde la primera vez que te vi —proclamó mostrando su orgullosa sonrisa—. ¿Pero sabes algo? Me duele que te hayas alejado de mí por un pensamiento tan vil como ese, así como también me lastima tu desconfianza hacia mí persona. Me molesta tanto que, para tu desgracia, no puedo dejarlo pasar.

JungKook caminó lentamente a su alrededor, posicionándose justo detrás de ella y apretando el cuchillo contra su cuello para evitar que girara la cabeza.

—Siento que merezco divertirme...

La fémina negó repetidas veces con su cabeza para que viera su desacuerdo, sin embargo y como era provisto, no sirvió de nada, pues él estaba muy dispuesto a continuar.

Ya era un hecho: iba a ser su fin. Y sintió haberlo confirmado con sus palabras tan temerosas.

—Ahora serás mi medio de entrenamiento.

Pero entonces todo se volvió oscuro y acto seguido... despertó.

HyeLim adquirió una posición de noventa grados sobre el asiento del auto al mismo tiempo que inspiraba aire como si se hubiera estado ahogando por una eternidad. Sentía una voz femenina a su lado, mas no prestó atención en el tiempo en donde intentaba salir del gran shock.

«¿Qué sucedió?», se preguntó durante su crisis mental. Al observarse a sí misma pudo notar como vestía un conjunto que le resultaba conocido. Consistía de un vestido negro pegado completamente a su cuerpo con mangas cortas y unos tacones de la misma tonalidad. En su cuello descansaba un collar de perlas mientras su pelo caía completamente suelto.

Rápidamente las imágenes se conectaron con la realidad y todo tuvo sentido.

Había sido un sueño.

—HyeLim, reacciona.

—¿Qué? —preguntó abruptamente, dirigiendo la mirada hacia su amiga.

—¿Todo bien? Creo que tuviste una pesadilla.

Y tremenda pesadilla.

Hye suspiró cansada. Golpeó la mano contra su frente ante el alivio y confusión que sentía.

—Si... ¿Puedes ponerme al contexto? Ni siquiera recuerdo mi nombre.

Jane soltó una risotada divertida ante el comentario de su amiga.

—Tu nombre es Park HyeLim. Hoy es 10 de enero del 2023. Son las nueve de la noche y acabamos de llegar a la fiesta de mi amigo médico.

Lo último fue aquel detonante que hizo clara toda la situación. Recordaba haberse quedado dormida durante el viaje, sin embargo, cuando despertó todo sucedió... Conoció a Jeon, tuvieron sus momentos, pasó lo de la desconfianza y lo último antes de volver a despertar...

¿De verdad había sido un sueño?

Realmente lo fue, y le resultaba increíble la situación.

Sin embargo, un sueño así de raro debía tener un significado.

Hye terminó asintiendo lentamente, complacida con la explicación de su amiga. Luego de unos minutos donde la pelirroja insistió en que le contara el sueño —sin lograr convencerla— deciden entrar a la fiesta que se efectuaba en uno de los clubs nocturnos más famosos de la ciudad.

En todo el camino al interior Hye pudo ver la gran cantidad de similitudes con el sueño. La música, el ambiente, las personas... Todo era exactamente igual a como lo había visualizado mientras dormía. No negaría que le daba miedo incluso recordarlo.

La pelinegra sintió el jalón de su amiga, capturando rápidamente su atención.

—Ahí están. Vamos.

Jane tomó de la mano a su amiga y la arrastró por toda la multitud de gente hasta una esquina donde predominaban dos chicos bebiendo unos tragos. Hye los reconoció al instante, sintiendo miles de corrientes eléctricas en su espalda al dar con el de cabello largo y vestimenta completamente negra.

Ahí estaba el JungKook tan brillante e idéntico al de su sueño. Los pantalones negros ajustados a sus piernas, la camisa de igual color con los dos primeros botones desabrochados, combinando de una manera espectacular.

—¡Chicos!

Ante el llamado de la pelirroja ambos jóvenes giraron a ver. El de pelo castaño se levantó alegremente a saludarla con un abrazo mientras su amigo venía a paso lento y sin quitar la vista de Hye.

—Es un gusto tenerte aquí, Jane.

—Igualmente para mí, Hobi —sonrió—. Te presento a mi amiga Park HyeLim.

El chico de sonrisa brillante miró a la susodicha y realizó una pequeña reverencia de cabeza.

—Es un placer conocerte, HyeLim. Soy Jung HoSeok.

—El placer es mío —correspondió con una sonrisa alegre.

—Y él es Jeon JungKook, de quién te hablé —murmuró Jane hacia la pelinegra con una pizca de picardía.

Sus ojos no tardaron en deslizarse hacia el aludido, el cual le regaló una sonrisa sin mostrar los dientes que si fuera su primera vez viéndola diría que le pareció tierna. Sin embargo, Hye ya no era tan ingenua como en el sueño. Ella estaba viendo lo que nadie podía ver detrás de esa máscara. Ella lo estaba viendo a él.

Entonces supo que el sueño era una manera de advertirle sobre ese error para que no lo cometiera.

Era una forma de evitar una catástrofe.

—Es un gusto conocerle, señorita Park.

Y desde el minuto cero ella estaba dispuesta a evitarlo todo.

—El gusto es mío, Jeon JungKook.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro