2. IN ANOTHER LIFE.
«Y en otra vida,
yo sería tu chico,
mantendríamos nuestras promesas,
seríamos nosotros contra el mundo.
Y en otra vida,
haría que te quedaras,
para así no tener que decir
que fuiste tú el que se marchó»
Katy Perry - "The one that got away"
[...]
Día 2= Villanos + Ilegalidad + Asesinos.
—¿Eres feliz, Shoto?
Los ojos bicolores miran a cualquier dirección menos a él, intentando distraerse con cualquier cosa a su alrededor aunque no hay nada.
No hay nada más allá que las paredes metálicas, las bombillas incandescentes que lastiman los ojos y el frío que se cuela por las rendijas. Tal vez podría mirar la mesa frente a ellos, pero eso significaría fijarse en las esposas que lo mantienen atado y las manos pálidas del hombre frente a él separados por escasos centímetros que evitan el contacto de sus pieles.
Shoto no quiere verlo, así que fija su vista a un punto más allá del pelimorado, Hitoshi sabe que se observa a sí mismo a través del vidrio bidireccional a sabiendas que detrás de él deben haber una o un montón de personas. Viéndolos a ambos. Tal vez eso es lo que más duele.
—No hay nadie detrás de ese vidrio.
—¿Por qué habría de creerte? —responde Shoto. Son las primeras palabras que dice en horas, en días incluso, desde que fue apresado no dijo ni una sola palabra hasta ahora y su voz suena ronca por el tiempo sin usar.
Que sus primeras palabras sean esas duele, pero no existe forma de que Hitoshi pueda reprocharle su respuesta aunque lo que diga es verdad.
—No tienes razones pero podrías hacerlo...
—¿Por?
—Por los viejos tiempos.
Una risa cínica nace de los labios pálidos mientras oculta el rostro entre sus antebrazos. Las esposas tintinean por el ligero movimiento de su cuerpo, antes de incorporarse y reclinar su cuerpo hasta atrás contra el espaldar de la silla.
—Por los viejos tiempos... ¿Cuando me traicionaste? —Hay una sonrisa ladeada en sus labios, se está burlando aunque sus ojos digan algo más.
—O cuando tú me traicionaste a mí. —responde el pelimorado, la sonrisa del bicolor vacila por un momento en sus labios antes de enmarcarse con más fuerza.
—¿Qué es los que quieres, Hitoshi? Sé que no viniste a visitarme por los viejos tiempos.
Las últimas palabras son pronunciadas de una forma ligeramente extraña, un momento de vacilación cuando su temple se vió en riesgo si Hitoshi lo notó, tuvo la descendencia de no mencionarlo.
—Vine aquí por respuestas.
—¿Y qué ganaría yo con eso?
—¿Qué es lo que quieres?
—Estoy seguro de que eso último está fuera de tu guión.
Y Shoto tiene razón, eso no es lo que debería decir. Lo que debió haber dicho fue una babosada como “Tú libertad” o algo así. Lo cuál no era más que una mentira arrolladora. Shinso no es tan desvergonzado como para siquiera decirla.
—No soy un traidor, Hitoshi.
Ahora es Shinso quien se ríe, es una risa amarga y dolorosa, hay una sonrisa en su rostro y una grieta en su corazón.
—No soy un traidor. —repite Todoroki, con los puños apretados mirando al suelo. —No como tú...
—¡Yo no te traicioné, Shoto!
Sus ojos púrpuras se abrieron al darse cuenta de su exaltación, vuelve a sentarse, su pierna baja y sube en un tic nervioso mientras respira con pesadez. “Las paredes oyen. Las paredes oyen. Las paredes oyen” se repite.
Dijo la verdad, detrás de el vidrio no hay nadie que vea, pero si hay múltiples micrófonos que escuchan, capaces de repetir el sonido de sus palabras, sus respiraciones y sus movimientos. Las paredes oyen lo que sucede, las paredes grabarán la última entrevista de Shoto Todoroki.
—Eras el único que sabía dónde estaba. —Shoto mira sin disimulo alguno la cicatriz enorme que recorre desde su hombro hasta su codo, casi pierde el brazo pero logró escapar, en esta ocasión no tuvo tanta suerte.
—Creí que te salvarían. —Era una forma tonta de auto-justificarse, pero él era un tonto adolescente cuando reveló a los héroes el lugar del encuentro.
Shoto confío en él.
Y él traicionó a Shoto.
—Habrían hecho conmigo lo mismo que harás tú. Antes o ahora, es lo mismo, sirvo más muerto que aquí hablando contigo.
Todoroki ya se había hecho a la idea desde el momento que fue capturado, solo era cuestión de tiempo antes de que su cuerpo sin vida termine en un callejón. A manos de los héroes o de los villanos, daba igual, porque desde hace tiempo que dejó de ser una pieza útil en el rompecabezas de cualquiera de los dos bandos.
Shoto levantó la vista cuando fue sujetado con fuerza de la muñeca.
«Yo quería salvarte pero fallé»
Los dedos cálidos de Hitoshi trazan palabras en la piel fría de su muñeca derecha. Los ojos púrpuras hacen lo posible por coincidir en el camino de los ojos gris-turquesa que siguen siendo preciosos a pesar de haber perdido parte de su brillo, e intenta gritar en voz muda la verdad de sus sentimientos.
Shoto siente un nudo en la garganta, y un par de lágrimas traicioneras acumulándose en los bordes de sus ojos, abre la boca para tragar bocanadas gruesas de aire para poder liberar su voz pero se detiene.
Los gestos de Hitoshi le dejan en claro algo que cualquier idiota habría de suponer ya, ellos no son los únicos que van a enterarse de las palabras dichas ahí dentro pero al menos puede tener la paz de saber que nadie más verá la patética forma en que uno de los asesinos en masa más prolíficos del último año llora por algo tan insignificante como una disculpa.
—Me matarás ¿No es así? —Lo último sonó rasposo, su garganta aún no se recupera de las inmensas ganas de llorar que aún le asaltan. Cualquiera que escuche esto, pensará que era miedo cuando lo cierto es que en su voz había dolor por estar trazando un par de palabras en la muñeca del “heróe” frente a él.
«Gracias por intentar...»
Shinso llora en silencio, como antes, como siempre lo ha hecho, porque en su imagen de chico serio que puede con todo lo que se le venga en frente, no encaja otra forma de hacerlo. Las lágrimas caen silenciosamente por sus mejillas antes de caer pesadamente contra la mesa metálica que los separa.
«...pero nadie habría podido haber hecho nada por mí. Ni siquiera tú, Hitoshi»
—Son las órdenes. —responde el pelimorado. Su voz es un par de notas más gruesa, el bicolor tiene la descendencia de no recalcarlo pero sus ojos no pueden mentir.
Hitoshi quiere morir al ver la decepción apoderarse del bicolor. Porque Shoto lo sabe, quién mejor que él. Los héroes no asesinan, no mienten, no secuestran, ni tuercen la ley a su antojo. Los verdaderos héroes no lo hacen.
Por algo no todos los verdaderos héroes son reconocidos.
A veces hay que mancharse las manos para cumplir con la misión, a veces hay que tomar atajos, a veces habrá que hacer cosas que no quieres hacer.
A veces, como hoy, tendrá que olvidarse de todos los ideales que alguna vez tuvo, porque en este momento, o es Shoto o son ambos.
Él lo supo desde el momento en que pidió la misión y aunque algo reticente a sabiendas de la historia que ambos arrastraban a sus espaldas hubieron dudas de muchos antes de darle la misión, aunque después de todo, ya había demostrado a quién estaba dirigida su lealtad la última vez que Shoto y él se encontraron.
Hitoshi sentía asco de sí mismo, del ser en el que se había convertido que incluso aceptaba los halagos y felicitaciones por haber traicionado al amor de su vida.
—Tú ya no eres un héroe, eres un títere. —Shoto no tiene piedad en sus palabras, y tal vez, lo que más duele es que sea verdad.
—Al parecer nos convertimos en lo mismo, Shoto.
Hasta el día en el que Hitoshi dé su último respiro, él va a creer eso.
Que Shoto nunca quiso convertirse en lo que se convirtió, que mató a esos hombres, mujeres y niños por manipulación, que lo hizo porque no tenía opción. Sin saber si está mintiendose o no a sí mismo al pensar así, si está cegado por sus sentimientos hacía el menor pero...
Lo que sea. Hitoshi quiere creer lo que sea, pero no quiere (y jamás querrá) siquiera considerar que el amor de su vida se convirtió en un monstruo.
—Creímos ciegamente en las personas equivocadas. —comentó Todoroki, mirando sus manos.
—Tienes razón.
Shoto se ve claramente diferente a la última vez que lo vió. Es más alto pero aún le faltan varios centímetros para alcanzar la altura del pelimorado, sus brazos están recubiertos de cicatrices nuevas, y su cabello está rapado en los costados, resaltando más el cabello blanco de su cabeza. La clavícula se le marca ligeramente por el cuello de la ropa gris de prisionero, y Shinso no quiere pensar demasiado en el hecho de que está más delgado, aunque sin dejar de tener algunos músculos como antaño pero a pesar de todos los detalles nuevos, como las ojeras debajo de sus ojos, sigue siendo Shoto.
Su Shoto, el que llegó a besarlo bajo un muérdago en navidad, quién lo acompañó en más de una noche de insomnio, el que lo ayudó a cuidar a su gato cuando se fue a su primera misión larga. Sus ojos le decían que no había cambiado del todo, que no era tan malo como lo pintaban los otros héroes, que no era un monstruo.
—¿Te arrepientes, Shoto?
—¿De qué me serviría eso ahora? —contrarresta. Y tiene... —Juro que voy a golpearte si vuelves a decir que tengo razón, maldita sea. Soy un villano, no puedes darme la razón siempre.
—¿Y qué quieres que haga? No puedo obligarte a decirme lo que quieren, y si esta es mi última noche contigo, quiero darte la razón por todas las veces que estuve en tu contra y me negué a entenderte. Tal vez...
—No existe un tal vez, Hitoshi. No importaba lo que hicieras habría sido igual, mi decisión ya estaba tomada.
«Pude haber ido contigo»
—Jamás te habría perdonado eso. —responde Shoto enseguida, luego de salir de la sorpresa, frunce el ceño y luce molesto. —Mí Hitoshi jamás sería un villano.
—Hace mucho que dejé de ser el que recuerdas. —responde el mencionado. Y esta maldita conversación duele hasta el alma, pero tal vez es lo que ambos necesitan. —Dejé de serlo la primera vez que hice lo que tendré que hacerte a tí.
Dejó de ser un héroe la primera vez que acabó con la vida de un villano adrede aunque fuera bajo las órdenes de los altos mandos de la comisión. Él estaba consciente de que lo que hacía estaba mal pero era eso o dejar de ser un héroe.
Hitoshi hace mucho tiempo que se convirtió en un ser egoísta.
—Salvaste a muchas personas al acabar con esa basura de la sociedad. —contestó, en un intento de darle consuelo. —Salvarás a muchas personas a futuro cuando acabes conmigo.
Hay un “¡De qué sirve!” atorado en su garganta, quiere gritarlo pero no puede así que lo sujeta del brazo y su dedo tiembla mientras escribe con tinta invisible lo que siente y no puede decir.
«Pero no pude salvarte a tí»
—Porque yo ya no tengo salvación. —responde. Seguramente la grabación suena inconexa por las pausas y las oraciones dichas al azar pero esto no es algo que les importe.
Shinso se ve igual que antes, si ignora los grandes centímetros que creció, la sombra de barba que se asoma por los ángulos de su quijada, y la cicatriz angular que se posa sobre sus labios. Es el mismo Hitoshi que lo acompañó a casa cuando no quería caminar solo, el que le cocinó soba frío cuando perdía las esperanzas, el que gritó con todas sus fuerzas que recapacite. El mismo que creyó en él hasta el último minuto, hasta que las pruebas fueron irrefutables, y las manos de Shoto estaban manchadas de sangre frente a todos sus compañeros.
Y no importaba si sus ideales lo arrastraron hasta el mundo de la villanía, o solo fue la manipulación bien marcada de aquel títiritero que supo ver dentro de su mente fracturada por el resentimiento, la rabia, y la inocencia de un chico que aún odiaba a su padre y conoció por primera vez al hermano que siempre dió por muerto. No importaba porque Shinso creyó en la bondad de su alma.
Al parecer aún lo hacía.
—No tiene sentido llorar por lo que pudo ser porque no podemos volver en el tiempo, Hitoshi.
Si pudiera volver atrás, Shoto lo habría besado por más tiempo, se habría entregado a sus abrazos, y habría disfrutado cada segundo a su lado.
Tal vez por eso él es un villano, porque no se arrepiente de las vidas que arrancó, los sueños que destruyó, ni las familias que separó. Realmente, de lo que se arrepiente es de no haber pasado más tiempo con aquel que fue y sigue siendo su gran amor.
Aquel por el cual casi pierde la mínima confianza que los villanos tienen (o tenían) en él.
Porque Shoto estaba dispuesto a arriesgarlo todo por él, pero Hitoshi no estaba listo para hacerlo en ese entonces. Y ahora que lo mira frente a él, que lo observa desde cerca, y nota en lo que se convirtió...
—¿Quién de los dos es peor? ¿Un asesino en masas o un héroe de doble moral? —Hay que seguir las líneas pactadas en silencio, el guión que ambos crearon con verdades y mentiras enredadas hasta ser difíciles de separar para dejarle en claro a quien sea que oiga esto lo que son...
Un villano y un héroe que se odian.
No dos amantes desdichados que lloran sobre las cenizas de lo que algunas vez fueron y nunca más podrán ser.
—Al final ambos nos ganamos nuestro pase al infierno. —Hitoshi sonaba decepcionado.
—Al menos ahí podremos estar juntos. —respondió Shoto.
Y esa oración fue el golpe final, destruyendo la pequeña carcasa que ambos habían construido sobre sí mismos para no mostrarse heridos ante el resto o tal vez simplemente para no desmoronarse ante el mínimo roce, intentando ocultarse de lo que sentían bajo máscaras falsas de resentimiento cuando en realidad lo que sentían era rabia por lo que no pudo ser, por la forma en la que pasaron las cosas, y también dolor, porque en su separación ni siquiera existió un adiós, solo hubieron gritos, lágrimas, y la relación secreta que habían creado juntos cayéndose a pedazos.
Las lágrimas caían sin remordimiento, porque ¡Da igual! ¡Maldita sea! ¡A nadie le importa!
Ya no son un héroe respetado y un villano temido, son un par de adolescentes que no pudieron despedirse en su momento, que fueron arrancados de los brazos del otro porque según el resto del mundo lo suyo no era correcto, porque sus ideales eran distintos, porque la vida así lo quiso pero nadie les preguntó a ellos lo que querían.
Porque a pesar de todo, se amaban, y no querían separarse pero... Lo hicieron.
Probablemente ese era el mayor arrepentimiento en la vida de ambos.
—No quiero que sea así.
—Eso fue lo que nos tocó...
—Pero podemos... —Shoto se levantó, las cadenas de sus tobillos y muñecas tintinearon, se acercó para cerrarle la boca. Ni siquiera quería pensar en lo que pasaría si Hitoshi dijera algo que no debía por los sentimientos a flor de piel y las emociones descontroladas.
Ambos se encontraban tan cerca como no lo habían estado en años, Shoto podía sentir una ligera humedad de los labios del pelimorado, su respiración contra sus dedos, y la piel cálida de sus mejillas mojadas por las lágrimas. Intentó apartar de su mente los recuerdos de sus encuentros nocturnos cuando el toque de queda estaba establecido pero retar a la autoridad solo era algo un poco más emocionante para Shinso y uno de los inicios en la rebeldía del Todoroki. Se profesaban su amor entre suspiros, y respiraciones pesadas, arañando la espalda ajena y callando sus gemidos con mordidas.
El de ojos púrpuras apartó la mano pálida de su boca, conectando su mirada directamente con la de su acompañante, levantó sus manos con rapidez, sujetando al menor por las mejillas y jalandolo más cerca de sí, Todoroki se desestabilizó por culpa de la inmovilidad de sus tobillos, cayendo sobre la mesa con un golpe sonoro y apenas manteniendo su cuerpo levantado al tener los codos apoyados sobre la misma.
—Te amo, Sho. Y siempre será así. —susurró sobre su boca, antes de unir sus labios en un beso necesitado que sabía a sal por las lágrimas y gritaba un “¡Te extrañé!” con cada roce.
—Te amo, Hitoshi. Te amo, te amo, te amo. —Susurraban tan bajo que era un esfuerzo inhumano el de ambos para escucharse. Ni siquiera le importaba al bicolor el dolor en sus codos y hombros, no le importaba la incomodidad, si iba a morir que al menos fuera luego de haber disfrutado los labios de su alma gemela una última vez.
—Prométeme que nos encontraremos en otra vida, Shoto. Que vamos a estar juntos, que no vas a irte de nuevo.
—No creo poder...
—Por favor, Sho. Quiero ser egoísta una vez más, así que te lo pido. —Shinso besaba sus mejillas, su frente, sus párpados, apartando las lágrimas de su rostro. —En la otra vida serás mi chico, haremos cosas estúpidas de parejas, vamos a besarnos frente a todos, nos casaremos, tendremos hijos, yo que sé. En la otra vida tendremos todo lo que nos arrebataron en esta, Sho. Aunque no sepas que se va a cumplir, prométeme que serás tan ingenuo como yo para creer por un par de minutos que es posible.
—Te lo prometo. —respondió el heterocromático. Seguramente iría al infierno, o su siguiente vida sería una pesadilla llena de desgracias viviendo el karma o el castigo divino por haber sido una persona horrible en la actual, pero incluso los peores villanos tienen derecho a soñar. —Te prometo que nos volveremos a encontrar.
Ambos se quedaron en silencio por largos segundos, Shinso besando el rostro del bicolor y este dejándose hacer, sin pensar en nada, ni en sus malas decisiones, ni en las de Hitoshi, ni en lo que pudo ser de la vida de ambos. Solo existía este momento, el último de que tendrían juntos en esta vida.
Una alarma empezó a sonar, perturbando el momento tan mágico que ambos estaban teniendo, el rostro del pelimorado se deformó en una mueca destruída al darse cuenta de lo que ese sonido significa. Todoroki se levantó tambaleante, dejándose caer en la silla una vez más, suspiró y simplemente aceptó el inevitable destino.
—Ya es tiempo ¿No?
—Shoto, yo podría, yo...
—Debes cumplir con la misión, Hitoshi. —Todoroki levantó la vista, conectando sus ojos una última vez, lágrimas caían por sus mejillas y una sonrisa temblorosa se asomó por sus labios, intentando ser valiente por ambos. —Solo hazlo.
—Pero...
—Nadie será más benevolente que tú.
—Yo no...
—¡Solo acaba con esto!
—¡No quiero acabar contigo!
—¡Y yo no quiero que acaben contigo, Hitoshi! —Lloró el heterocromático, porque lo sabía, así es como funcionaban las cosas en la comisión de héroes, aquel que no servía era desechado y entre ambos la única basura que merecía morir era él.
Estaba aterrado pero también estaba tan cansado que solo quería acabar con todo.
—Déjame ir, Hitoshi. Por favor...
Por favor, por favor, por favor.
¿Cómo decirle que no al amor de tu vida? Era casi tan difícil como tener que decirle adiós.
Shinso desenfundó el arma que tenía en su cinturón, y la cargó, el sonido metálico de la bala entrando en la posición correcta resonó por la habitación, estaba lista para ser usada, así que apuntó en dirección al hombre frente a él, que a pesar de tener el rostro deformado de miedo, y mojado por las lágrimas no dejaba de ser hermoso para él.
—¿Shoto...?
—¡Te amo, Hitoshi! Nunca lo olvides, y tampoco olvides nuestra promesa. —respondió, de pronto, sus ojos dejaron de brillar quedando en blanco, su cara se relajó hasta estar ausente de emociones, las lágrimas dejaron de correr y el temblor en su cuerpo se detuvo. El pelimorado le extendió el arma desde el cañón.
—Toma el arma, Sho.
Las manos esposadas se elevaron sin dudar hasta sujetarla por el mango, la mano del más alto tembló ligeramente hasta tener la fuerza de soltarla.
—Pon el cañón bajo tu barbilla.
Hitoshi volteó, caminando en dirección a la puerta, siente sus rodillas temblar al ver el reflejo de su gran amor a través del vidrio reflectante, con el cañón del arma justo donde le ordenó y con un ángulo perfecto para acabar con su vida.
—Te amo, Shoto. —comentó al aire, a sabiendas de que a pesar de estar bajo su control, el otro lo escuchaba, sin importarle una mierda lo que podría llegar a pensar la comisión al oír eso. Abrió la puerta, cerró los ojos con tanta fuerza que dolió y se mordió los labios para luego respirar profundo, intentando calmarse. Se recompuso apenas lo suficiente para dar un paso afuera. —Dispara.
No es la primera vez que lo hace, reconocería donde fuera el sonido tan fuerte que deja un disparo, el eco rebota por las paredes frías, el sonido del cuerpo caer contra la mesa metálica, el arma cayendo al suelo y deslizándose algunos metros, la sangre goteando en todas direcciones. Shinso cerró la puerta detrás de sí antes de siquiera pensar en voltear e ir con lo que queda de Shoto.
Pero Todoroki Shoto ya no es una persona, ya no es un ser humano, ya no es un estorbo, ya no es un asesino, ya no es un villano, ya no es su lo que fueran ellos dos.
Todoroki Shoto ahora es una mancha que limpiar en una sala de interrogatorios abandonada hace muchos años.
Todoroki Shoto ya no existe.
—Eres un bastardo desalmado, Control. —Una voz risueña se escuchó en cuanto salió. —No creí que fueras capaz...
—Cumplir la misión, bajo cualquier medio y sin importar nada. —contestó en automático. Ese era el maldito eslogan de la comisión.
—Hacer el trabajo sucio, por supuesto. Aunque no conseguiste nada de la información que...
—La misión principal era acabar con la amenaza que Shoto representaba para la sociedad. Eso fue lo que hice, el resto era solo un lujo.
—Tienes razón Shinso, de cualquier forma serás bien remunerado por cumplir con tu misión.
El pelimorado lo ignoró, la única recompensa que quería era morirse de una maldita vez y acabar con ese sufrimiento que por largo tiempo se atrevió a llamar vida, sin saber en qué momento escupió sobre los ideales que alguna vez tuvo sobre ser un héroe, salvar vidas y hacer el bien. Pero él ya no era el Hitoshi que alguna vez fue, no era el niño que tenía fe en cambiar el pensamiento de las personas, en algún punto en medio de la desesperación por cumplir su sueño, llegó a creer que no importaba la manera de conseguir lo que quería, pero sí, claro que importa, porque en este momento podrían darle el título del maldito héroe número uno y daría igual, porque él no lo merecía, ya no merecía nada.
—En la otra vida, Sho. Te lo prometo.
Porque aunque Todoroki Shoto ya no sea nada para el resto del mundo, para Shinso Hitoshi siempre sería el amor de su vida.
[...]
Originalmente se iba a llamar “TRAITOR” por la canción de Olivia Rodrigo, pero la letra no combinaba del todo, luego escuché está y ¡Fue perfecta! Creo que el título actual es mucho mejor.
Ya saben, tirando a la basura todos los ideales del Shoto y Hitoshi del canon, pero así son los villanos y la comisión de héroes (No sé mucho sobre la comisión, pero me gusta pensar que es una organización capaz de todo sin detenerse a pensar en la moral).
¡Y eso sería todo! ¡Muchas gracias por leer!
(Okey, ahora quiero escribir sobre un Hitoshi villano, dejaremos eso para luego).
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