¿Someter?

La voz del oráculo sonaba en mi cabeza, era mi destino estar aquí, y no podía evitarlo o cambiarlo, ya era lo bastante difícil estar en la tierra, y ahora estoy en un mundo diferente y se supone que tengo parte de el.

La reina Hogat salió del patio, y se dirigía hacia su trono, yo trataba de seguirle el paso nuevamente, pero parte de su cabellera me golpeó fuertemente cuando se balanceaba de un lado a otro e hizo que cayera de frente contra el piso. La reina Hogat ignoró totalmente mi caída, pero fue una bendición que un señor se encontrara cerca y me ayudara a levantar.

—Buenos días jovencita, permíteme ayudarte, los golpes no son comunes en estas tierras, pero el peso de la hermosa melena de mi esposa no tiene comparación.

—¿Es usted su esposo? — le pregunté asombrada.

Era un señor de unos 45 años "terrestres" aproximadamente, apenas se asomaban unas cuantas canas a los costados de sus orejas, tenía un rostro amable, y, sobre todo, un tamaño natural, alrededor de un metro con setenta centímetros. Empecé a preguntarme como sería la relación de ese señor con una reina que podía medir tres metros, cuando me interrumpió con una pregunta.

—¿Cuál es tu nombre jovencita?

—Discúlpeme — alejé mis pensamientos sacudiendo un poco mi cabeza — mi nombre es Úrsula, estoy aprendiendo de la reina Hogat. ¿con quién tengo el honor de hablar?

—Mi nombre es Hermes, soy el esposo de la reina Hogat y quien administra este lugar.

Me miró con mucha seriedad, y luego, soltó una pequeña carcajada que trató de disimular.

Me sorprendí con aquella reacción, pero me disculpé nuevamente y traté de llegar hasta donde se encontraba la reina y cuando por fin llegué, me percaté que los ojos de la reina estaban llenos de furia, pero al darse cuenta me mi presencia trató de ocultarlo rápidamente para que no me diera cuenta de su actitud. La reina era muy desesperada y había que rendirle pleitesía, pero, aunque me hubiese salvado la vida, tenía mis dudas respecto a lo que necesitaba realmente de mí.

Llamó la reina a una sirviente más anciana, era muy pequeña y encorvada, vestía un traje largo hasta los tobillos y en su cabeza ya canosa se hacía un moño en forma de tomate.

—Ella va a ser tu instructora — Dijo la reina — deberás obedecerla para que aprendas modales, historia y lo básico para administrar y someter a la población.

—¿Someter? — pregunté.

—Escuchaste mal, dije "ayudar..." a la población. Dirígete a ella como matrona y en una semana te haré preguntas al azar para comprobar cuanto has aprendido. ¿entendido?

—Si, Reina Hogat.

Mientras caminaba siguiendo los pasos de la matrona, entendí un poco lo que la reina quería hacer conmigo, quizá convertirme en una versión en miniatura de ella para así poder gobernar la cuidad de metal, o, por el contrario, utilizarme para que ella llegara a gobernar la ciudad más grande de Leviv.

La matrona hizo sonar su garganta para que le prestara atención, y así, sin darme cuenta, habíamos llegado a una biblioteca inmensa, había libros en cada punto de una habitación completamente redonda, y en medio de esta se encontraba una mesa y una silla de madera, y encima de la mesa había una pequeña lampara, hojas en blanco y una pluma color verde metida en un tintero. Encima de los libreros había pequeños vitrales en forma triangular que parecían contaban una historia, estos recorrían toda la circunferencia de la biblioteca, y encima de la única puerta, se encontraba una estrella de 6 puntas y dos círculos cruzándose levemente, por lo que le pregunté a la matona que significaban, a lo que ella me explicó:

—La estrella de 6 puntas con el punto en mediosignifica que este es una aldea pobre del mundo de Leviv, ya que, si te dascuenta, los habitantes viven de lo que cosechan y lo que venden en otros reinoscercanos, pero no les alcanza para lujos, solo para lo necesario; los doscírculos que se cruzan significan el acontecimiento que sucede una vez al mes en todo el mundo de Leviv, las lunas que se besan.

Continuará...