CAPITULO 7
No mire por la ventana
La reina Hogat terminó su relato sobre la reina de metal, y Úrsula en su admiración le pregunto:
—Entonces, según su relato, ¿esa princesa soy yo?
—No — Respondió la reina — esa princesa ya llegó y se encuentra en la Ciudad de Metal; llegó hace aproximadamente cinco años de lev, pero la reina Denisse murió un par de meses después que ella apareció, por tanto, ahora esa chica gobierna la ciudad más importante de Leviv, aunque todavía no la han coronado.
—Mi señora, ¿Por qué me ha contado esta historia si no soy esa princesa?
—Porque en estos momentos, la ciudad de Metal está sumida en la miseria, la princesa es una incompetente, nunca se preparó para su cargo y su avaricia y ansia de poder es grande, también es muy joven, no tiene la edad para asumir ese rol, así que, quiero que tomes su lugar.
—¿Cómo podría tomar su lugar? Tampoco estoy preparada para una labor así, solo soy una artista, ¿Cómo podría hacer eso? — contesté con temor.
—Porque yo te voy a enseñar todo lo que debes saber para gobernar con carácter.
¿Carácter?
Pensé que los gobernantes deberían ser generosos y justos, claro que deben tener carácter, pero no sé a lo que se refiere al decirlo con ese tono dominante y sometedor. Callé mis pensamientos, pero no le dije que no, no tenía otra opción, estaba sola en ese mundo extraño y no me quedaba más que seguir la corriente. Así que le contesté:
—Si señora, haré lo que usted me indique.
La reina Hogat me regaló una pequeña mueca, simulando una sonrisa.
Mi estomago gruñó y se escuchó en todo el salón.
Qué manera tan inapropiada de romper el silencio, sobre todo frente a toda la corte, y no menos importante, frente a la reina.
—Me disculpo Reina Hogat por tan penoso sonido.
—Eres un ser vivo después de todo. — Respondió la reina — Tu, bríndale algo para comer — Señalando a la sirvienta — ¡¡¡Rápido!!!
Una joven sirviente corrió hacia la cocina, mientras que otra se acercó a mí, me tomó del brazo y me arrastró al comedor.
Mientras la sirvienta me hablaba, pensaba en que, si iba a ser una reina, jamás sería como Hogat. ¿cómo puede tratar a las personas de esa manera tan ruin y exigente? No todas las cosas se pueden obtener enseguida, quizá Hogat nunca haya expresado amabilidad en su vida o no ha tenido la necesidad se servir a otros. Llegamos a un gran comedor, donde se encontraba dispuesto un banquete gigante y suculento, se me abrió inmediatamente la boca al ver tanta comida. No había comido nada, era muy temprano por la mañana cuando todo pasó y ni tiempo me dio de desayunar, tenía muchísima hambre.
Al mirar el banquete detenidamente, se encontraban vegetales de todo tipo, nunca había conocido tal variedad. También había carnes, legumbres, jugos, frutas, embutidos que nunca había visto, salsas...
Se me hizo agua la boca.
—Señorita, siéntese y coma lo que desee. — dijo la empleada con voz aburrida.
No podía esperar, me cosquilleaba la lengua, en la tierra serían aproximadamente las diez de la noche, según mis cálculos, lo que significaba que había pasado todo el día sin comer, y aparte de eso, mi día también había estado lleno de angustias, sustos y sorpresas. Tomé una cuchara que tenía una forma diferente, el mango era demasiado largo y donde se colocaba la comida precia un triángulo, pero bueno, no me importó y proseguí. Me deleité con cada sabor asombroso del mundo de Leviv, al morder una fruta, era dulce y jugosa, salía un poco de su jugo por las comisuras de mi boca, no podía parar de comerla, pero se deshizo como el algodón de azúcar. También había una carne que al probarla se deshizo y tenía un sabor agridulce, pero magro, algo inexplicable, todas las sensaciones maravillosas que experimenté en esa mesa, la mayoría, son indescriptibles para el paladar humano.
Al terminar de comer, en un corredor que se encontraba a la izquierda del salón comedor, se encontraba la misma sirvienta que me bañó y vistió, me hizo señas con la mano para que la siguiera, así que fui tras ella lo más pronto posible. Entramos en una habitación luminosa, tenía un ventanal en forma triangular que hacía resplandecer el interior. En medio se encontraba una cama amplia con sábanas color rosa, y a cada lado de ésta una lampara de píe. Del lado derecho de la habitación se encontraba un biombo y justo detrás de éste, una tina de madera y muchos frascos en una repisa baja al costado de la tina.
—Qué bonita alcoba — le dije a la empleada.
—Estos son sus aposentos — me contestó — espero duerma y descanse bien, pronto se hará de noche. Le advierto joven, esta noche es especial, así que le recomiendo encarecidamente no asomarse por la ventana. Hasta mañana.
La empleada cerró la puerta.
Continuará...
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