CAPITULO 39
¡No te vayas!
Cerca de unos cinco metros creció Angélica. Su vestido también creció y era tan pomposo que terminó por sacarnos del espacio en frente del trono.
¡Viva la reina Angélica, Viva la reina de Metal!
Los aplausos se hicieron más fuertes al ver que su tamaño aumentaba, demostrando así ser la reina legitima de la ciudad.
Ella, levantando su mano, hizo que todos guardaran silencio, a lo que empezó a hablar.
—Queridos habitantes de la ciudad de Metal, gracias por estar aquí y presenciar este acto que ha precedido nuestro comandante, gracias, Nahuel. Desde este momento me comprometo a velar por los intereses de todos los habitantes de la ciudad, a promover el bienestar y la paz en la región, porque lo último que deseo es que haya guerras o batallas injustificadas. Cada tres días abriré el salón del trono, para recibirlos y tener audiencias con ustedes, y así resolver sus asuntos a la mayor brevedad, y también impartir justicia, hasta el fin de mis días en Leviv.
La reina Angélica agacho su cabeza como símbolo de servicio hacia la población.
Todo el pueblo le hizo reverencia.
Miré toda la escena emocionada, ella era una muy buena persona, y la ciudad quedaría en unas maravillosas manos.
¤ ¤ ¤
Pasamos al salón donde estaba ubicado el banquete, que no es por alardear, pero lo había organizado meticulosamente y había quedado espectacular.
Todos los habitantes estaban invitados, los gobernantes aliados también, tomaban sus porciones de comida como en un bufete y se sentaban en las diferentes mesas que estaban organizadas por todo el salón. Hubo bailes, cantos, música.
A la reina se le veía feliz, pero también incómoda.
—¿Qué le pasa a nuestra querida reina? — le pregunté al acercarme.
—Es que... — dudó en decirme — es que me siento muy grande...
El comandante escuchó la respuesta que me daba, dibujó una sonrisa en su cara y respondió por mí.
—Pronto se acostumbrará, no se preocupe, pero si su incomodidad aumenta, existe un método para devolverla a su tamaño original — la reina abrió sus ojos asombrada — Cuando termine toda la ceremonia, le explico cómo debe hacer.
—Gracias Nahuel.
¤ ¤ ¤
Pasaron unos siete días, Angélica regresaba a su tamaño original mientras no tuviera audiencias, no lograba hallarse siendo tan grande, por lo que también era mas accesible a mí, y podíamos tener conversaciones sobre temas terrestres, pero un día, me citó a su oficina, su cara se veía seria, no la había visto así desde cuando la conocí.
—Úrsula, estuve hablando con el oráculo Tib, me dijo que pudo encontrar al rey de los magos, aquel que maldijo a los que se convierten en bestias.
Fue una total sorpresa, sabía que estaba investigando ese tema de forma determinada, pero no imaginé que lograría encontrar al creador de toda esta situación tan pronto.
—Es sorprendente su alteza — le contesté — ¿dónde se encuentra ese mago? ¿cómo puedo ayudarla?
—Ese es el problema Úrsula, el mago no está en Leviv, está en la Tierra.
Sentí una chispa en mi cabeza, tenía una idea de lo que la reina quería hacer, pero mejor esperé a que ella misma lo dijera.
—Prima mía — me dice la reina — Vas a volver a la Tierra, ya hablé con Tib sobre el asunto, así podrás encontrarte con el rey de los magos para darle este cinto y esta carta.
Me pasó los objetos anteriormente mencionados.
—Pero el oráculo me dijo, que una vez vuelvas a la Tierra, no podrás regresar a Leviv, ya que tu misión aquí ha terminado.
—Reina... — le dije con voz suplicante — No existe otra manera, sinceramente no deseo volver, acá la tengo a usted, mi vida tiene una motivación, tengo a Hayden...
—Lo siento Úrsula — me contesta Angélica — así no te mandara en este momento, tu cuerpo desaparecería en dos días y volverías a la tierra, porque ya has terminado tu misión. Lo único distinto de mandarte un día antes, es que el oráculo te puede hacer aparecer en el lugar donde está el rey mago.
Me levanto sin decir palabra y salgo de la oficina de la reina. Me encuentro consternada, pensé que al viajar a este mundo y poder adaptarme, lograría quedarme para siempre.
Voy caminando por el pasillo del palacio con la cabeza gacha. Llevo en mi mano izquierda la carta y el cinto, cuando en el camino me encuentro a Hayden, que me mira, sonríe y me abraza.
—¿Qué te pasa? ¿por qué te ves tan cabizbaja?
—Volveré a mi mundo — le digo mientras una lágrima sale de mi ojo izquierdo.
—Úrsula, ¡no te vayas!
—Lo siento Hayden, lo quiera o no, desapareceré y volveré a la Tierra.
Hayden se quedó atrás mientras yo seguía caminando, dirigiéndome a la sala del oráculo, entré y me comuniqué con el pez.
—Oráculo Tib — le dije — aquí estoy, ya la reina Angélica me explicó que debo volver a mi mundo.
—Estas en lo cierto querida Úrsula, ya es tiempo de regresar, pero no volverás a Miami, en cambio, llegarás a Tallahassee, y aparecerás en frente de la vivienda del rey mago.
—De acuerdo Tib. Haré lo que me digas.
—Antes de partir, la reina le dará piezas de oro, para que tengas los medios para regresar a tu casa. — me dice el pez y luego se vuelve a zambullir en el agua
Salí del salón del oráculo a mi habitación.
¤ ¤ ¤
— Hayden —
Veo que Úrsula sale del salón del oráculo, por lo que decido entrar a hablar también con el pez.
—Oráculo Tib — le cuestiono — ¿por qué se tiene que ir Úrsula?
—Porque su misión en Leviv ha terminado.
—Yo quiero ir con ella. Te lo suplico Tib, dejame ir con ella. Quiero estar con ella para siempre.
—Tengo una opción para ti.
¤ ¤ ¤
Al día siguiente, en medio del jardín, me despedí de todas aquellas personas de Leviv a las que le tomé aprecio, pero lo más duro de todo fue despedirme de Hayden.
Las lágrimas brotaron de nuestro ojos, el abrazo fue permanente, hasta que desaparecí completamente, solo vi obscuridad por un momento, y al otro me encontraba frente a una casa en los suburbios de Tallahassee. Toque a la puerta y salió un señor mayor, que, por mi vestimenta, reconoció de inmediato que venía de Leviv.
—Increíble... — Dijo el señor — Realmente esos hombres merecen ser salvos.
Le entregué el cinto y la carta de la reina Angélica, donde le decía, que ya Leviv vivió mucho tiempo con temor a las bestias y que quienes cometieron el error en contra de él ya no existen hace mucho tiempo. Con el cinto lograría aparecer directamente en el palacio de Metal y ayudar a la reina a arreglar todo el asunto de las bestias.
Me retiré de la vivienda de aquel hombre, lleguéa una casa de empeños y vendí el oro que me regalo Angelica. Seguí el viajehasta mi casa, a donde llegué, abrí la puerta y me hice un té con galletas paraluego irme a dormir.
Continuará...
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