CAPITULO 36
Valentía
Me encontraba de pie frente de la puerta principal del palacio de metal junto a la guerrera Naudith. La princesa caminaba de un lado a otro por el jardín con la espada desenvainada hacia el frente, pero de tanto seguir la misma ruta, iba a hacer un hueco en el piso, la pobre estaba nerviosa.
—Tranquilizate princesa — le digo a Angélica — esto está muy calmado, quizá está todo controlado allá afuera.
—No puedo estar tranquila Úrsula, tengo un mal presentimiento — me respondió ella con voz nerviosa y con sus pupilas temblando levemente — Somos las únicas aquí...
—Ya, no te preocupes, no pueden entrar tan fácilmente — trato de convencerla.
—Ve y revisa por favor — insiste Angélica — da una ronda por el palacio y regresa, si en veinte minutos no has vuelto, te iremos a buscar.
—Está bien, está bien, iré...
¤ ¤ ¤
Hogat había roto un muro en el extremo opuesto de donde se encontraban Naudith, la princesa y Úrsula. Se adentró en el castillo hasta llegar al salón del trono, vio la gran silla y se llenó de emoción.
Se sentó en la gran silla y pensó en todas las cosas que haría si esa fuera su posición permanente, se cruzó de piernas, recostó su espalda, levantó su barbilla y dijo:
—¡Que sensación de poder! Ustedes, vayan y cuelguen a la inútil de Angélica y a la traidora de Úrsula, jajajajaja...
Sus delirios de grandeza estaban en la cúspide.
Al cabo de unos minutos, y bajo la insistencia de la princesa, fui al salón del trono, encontrándome con tan desagradable sorpresa, por lo que le reclamé inmediatamente a la tuerta que se encontraba sentada en un lugar que no le correspondía. Apunté mi lanza hacia ella y me acerqué lentamente.
—¿Qué haces ahí Hogat?
—Vaya, vaya —dice la gigante de tres metros — apareció la traidora.
—¿Traidora yo? Ustedes querían utilizarme y luego deshacerse de mí.
—Nimiedades niña, nimiedades.
—Eres de lo peor Hogat — le digo con desprecio — Bajate de ahí, ese lugar no te pertenece.
—Tampoco le pertenece a la enana que ha estado viviendo en este castillo — responde mientras me mira amenazante con su ojo color esmeralda.
—Bajate o no respondo...
Ella se coloca de pie, su tamaño intimida, baja lentamente un par de escalones, desenvaina una espada enorme y la dirige hacia mi humanidad.
—"Obligame".
Trago en seco, las piernas empiezan a fallarme, pero no debo sentir temor, debo poner en práctica todas aquellas cosas que me enseñó Naudith.
Hogat se acerca corriendo e intenta atacarme, por lo que la esquivo y me echo a correr por todo el palacio de metal, no tengo las suficientes fuerzas para defenderme de una espada tan grande y de una gigante enfurecida.
Gracias al cielo y a la princesa que me enseñó todos los rincones del lugar, que encontré un pasadizo por donde llegué a la entrada, en donde divisé a la guerrera mirando fijamente al horizonte.
—¡Naudith, ayudame! — le grito mientras corro a su posición.
Ella reacciona, desenvaina su espada, mira a su alrededor y no ve a nadie.
—¿Qué te pasa, porqué estás así?
—Hogat, una gigante — respiro agitadamente — me quiere matar y a la princesa también.
Dos segundos después, apareció Hogat por uno de los extremos del palacio, su cara furiosa daba temor, pero la guerrera no se deja intimidar y la ataca inmediatamente.
—Busca a la princesa, está sola...
Fueron las palabras que escuché de Naudith, reaccioné rápidamente y corrí tratando de localizar su paradero.
La espada de la guerrera chocó con la de la gigante, destellos salieron dispersados cuando ambos filos se encontraron, el cuerpo robusto de Naudith volaba con ayuda de la gravedad mientras el ojo de la gigante trataba de seguirle el ritmo
Naudith rasgó con su espada los talones de Hogat.
—Se que no es muy honroso atacar por detrás — le dice la guerrera a la gigante — pero en el amor y en la guerra todo se vale...
Hogat trataba de alcanzarla dando vueltas con su espada, pero Naudith era muy rápida, por lo que rosaba el filo de su arma por distintas partes del cuerpo de la gigante.
Las puertas del palacio habían quedado abiertas, ya que la pelea entre la guerrera y la gigante se movía rápidamente de lugar, el agujero por donde había entrado Hogat también había quedado expuesto, era de noche y las lunas se besaban.
Una jauría de bestias avanzaba peligrosamente hacia los alrededores del palacio, el ruido de la batalla los había ofuscado y buscaban sacar todo su salvajismo.
Las bestias entraron al palacio de Metal.
¤ ¤ ¤
—¡Angélica! — gritaba mientras trotaba por el palacio — ¿Dónde estás?...
Al asomarme por el jardín posterior me encuentro a la princesa con el brazo izquierdo ensangrentado y con su lanza al frente sustentada por sus dos manos.
Unas cuatro bestias la estaban atacando.
Solo tenían sus ojos posados en la princesa, siendo para ellos solo una pequeña presa indefensa. Posicioné mi lanza para ayudarla, pero antes de poder reaccionar adecuadamente, una de la bestias había rasguñado su espalda, haciéndola sangrar abundantemente.
¤ ¤ ¤
Sir William se unió a la batalla en las afueras de la ciudad, llevó consigo a Kall Killa, el ave carmesí y a su bandada, que atacaban velozmente a todos los soldados enemigos. Hayden se acercó a Sir William.
—Gracias por venir a apoyar esta causa — Le dijo Hayden estirando el puño para no herirlo con sus garras.
Sir William le contestó juntando su puño con el de él.
—No puedo permitir que estos locos se apoderen de esta gran ciudad — respondió el gobernante de Willgoll.
El ave gigante se acercó a Hayden y posó su cabeza sobre la de él.
—¿Qué le pasa a Kall Killa?
—Le agradas muchacho, quiere que la montes.
Hayden, convertido en un ser que causaba temor, subió en otra criatura que defendía y atacaba como un arma, y ambos, en total sincronía, se cercaban y derrumbaban a todo lo que estuviese en su camino.
Los gigantes que atacaban la ciudad de Metal sedieron a la retirada, cuando ya el campo donde se encontraban peleando, sehabía convertido en un retrato sangriento.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro