CAPITULO 34
Preludio
Entrenamiento tras entrenamiento en una tarima octagonal dentro del palacio, el sonido de las espadas chocando constantemente hacia un espectáculo chispeante.
La guerrera Naudith y el comandante Nahuel no se quitaban los ojos de encima, mostrándonos a la princesa y a mí lo que era un verdadero duelo de grandes. Esto pasó luego que acabáramos agotadas después de correr por el palacio unas quince veces y entrenáramos con las espadas y las lanzas por alrededor de dos horas.
Ellos eran fantásticos, sus movimientos parecían una danza, donde cada uno de ellos trataba de hacerle daño al otro, pero era imposible por su gran habilidad para contrarrestar el ataque y responder inmediatamente. Todo acabó cuando Naudith alcanzó el cuello del comandante con el borde plano de su espada, lo tiró al piso y dijo:
—Bien jugado comandante.
—Has mejorado, Naudith.
La guerrera retiró su empuñadura y levantó al comandante del piso. Caminó hacia nosotras que estábamos sentadas viendo todo y nos entregó un par de lanzas.
—De nuevo niñas, y esta vez con ganas.
La princesa, exhausta, pataleó en el piso y rogó por piedad, a lo que la guerrera accedió a terminar el entrenamiento del día.
Nos dirigimos hasta nuestras respectivas habitaciones y nos dimos una ducha, para posteriormente comer, acompañadas del comandante, la guerrera y Hayden.
—¿De dónde vienes Úrsula? — pregunta Naudith con curiosidad para luego meter una bocanada de comida en su boca.
—Vengo de la tierra — Dije casi atragantada — de la ciudad de Miami.
—¡Oh que sorpresa! — dijo la princesa Angélica — con razón no nos conocíamos, yo vivía en la ciudad de Milán.
—¿Están muy lejos esas ciudades? — pregunta Hayden.
—Si, realmente lejos — Responde la princesa — Hasta hablamos lenguajes diferentes.
—¿Qué lenguaje hablan allá? — pregunta Nahuel.
—Pues, en Milán hablan italiano — respondo — y en Miami hablan inglés y en algunas zonas español, pero como vivía cerca de las comunidades extranjeras, aprendí a hablar español fluidamente.
Nahuel muestra una cara de asombro, da un bocado a su comida y dice:
—No entiendo nada, por lo menos en Leviv hablan todos el mismo lenguaje.
—Es una bendición —dice la princesa — y me sorprendió como hicieron para que yo les entendiera. Recuerdo a Nahuel tomándome por el cuello el primer día que llegué, me dio mucho miedo...jajajaja...
Mientras comíamos salieron muchas anécdotas a la luz, convivimos pacíficamente ese día, y los siguientes, y los que llegaron después.
Nuestro entrenamiento con la espada y la lanza avanzaba habilidosamente, podíamos sostener una pelea con Naudith, ya no nos podían vencer antes de que pasara un minuto, mi relación con la princesa creció a una amistad, y en las noches, cuando todo estaba tranquilo, me encontraba con Hayden en el jardín central, nos contábamos como habíamos pasado nuestro día, y bueno, también uno que otro beso.
Me gustaban mucho esos días en el palacio de Metal, pero no podía durar para siempre, la próxima fecha de las lunas que se besan se acercaba muy rápido, y era inevitable que nos enfrentáramos al peligro.
Era media tarde, casi acercándose el ocultar del sol, ese día, cuando las lunas se besan, las personas de la ciudad empezaron a asegurar sus viviendas, por si alguna bestia aparecía. Viendo hacia el oeste, trece columnas de humo de colores rojizos y morados aparecieron.
Hace dos días el gobernante de Willgoll, Sir William llegó para ayudar en la batalla, y trajo consigo una pequeña delegación y a Kall Killa para apoyar a la princesa.
Los soldados que se encontraban en los alrededores de la ciudad se dirigieron hasta el lado oeste para formar una barricada que impidiera la entrada de las tropas enemigas, todo se estaba organizando según el plan que había organizado la princesa, el comandante Nahuel y la guerrera Naudith. Con lo que no contaban era con la cantidad de personas que llegaban a tomar el trono de la princesa, por lo que la guerrera se quedó con nosotras y el comandante tomo la cabeza en la batalla.
Todos los soldados se dirigieron a las afueras de la ciudad para no causar traumatismos dentro, buscando así contener la fuerza militar del enemigo.
Veo salir a Hayden con su uniforme militar, se ve maravilloso con armadura, una espada y un escudo, llega hasta donde me encuentro antes de salir del palacio y me dice:
—Cuidate mucho, yo ayudaré a defender la ciudad, y también cumpliré la misión que me encomendó Tib.
Mis ojos se aguaron, me daba temor que tuviera que enfrentarse en batalla, y sobre todo que se tuviera que acercar al rey consorte de Hogat.
—Que todo en lo que tu creas sea tu protección — le dije.
Y con un beso de despedida, lo vi darse la vuelta y tomar rumbo a las afueras de la ciudad.
El día no se acababa, la princesa y yo nos colocamos armaduras tal y como la guerrera Naudith nos había indicado y nos quedamos protegiendo la entrada del palacio.
Todos los soldados salieron a batalla y solo nosotras tres quedamos en el palacio de metal, dejando salir a toda la servidumbre para que se protegieran con sus familias.
El terror recorría mi ser, nunca he estado en una pelea, ni siquiera he insultado a alguien directamente de manera despectiva. Mis manos se encuentran sudorosas y siento que las rodillas me crujen al andar.
Creo que la princesa Angélica no es la excepción, aunque nos hemos estado preparando por alrededor de veinte días para esto, todavía parece que fuera un sueño, por lo que la veo sentada en las escaleras de la entrada, casi en posición fetal, y con las manos en la cabeza.
—Tengo miedo Úrsula — Me dice.
—Yo también tengo miedo princesa — le respondo — pero debemos ser fuertes, si estamos las tres juntas, no nos pasará nada.
Angélica asiente, estira los brazos y su mirada cambia.
—Demostraré que soy capaz de proteger mi herencia en este mundo.
¤ ¤ ¤
Mientras tanto, en los límites de la ciudad, se dio el primer grito de batalla.
Continuará...
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