Princesa Angélica

—¡¡¡Al fin!!! Desembarcamos — dije con voz fuerte mientras un joven marinero nos ayudaba con el equipaje. Nos dirigió hacia un representante de la corte del palacio de Metal, el cual nos llevó hasta una bicicleta para dos pasajeros, que iba conducida por otra persona.

En cuanto avanzábamos dentro de la ciudad, se notaba que era una gran metrópolis, todo era muy moderno para lo que había conocido anteriormente en este mundo, pero los vehículos eran la única diferencia. La ciudad tenía el aire limpio pese a que había muchas construcciones, aunque estas no pasaban de tres pisos. Había muchas bicicletas en las calles, unas calles limpias y lisas, también había coches halados por tracción animal y bicitaxis para llevar a las personas que hacían sus compras en las innumerables tiendas que abrían sus puertas hacia las vías principales.

Alrededor de media hora después, nos desviamos por una vía más angosta que tenía un boulevard lleno de árboles de muchos colores, la calle estaba adoquinada, y los árboles formaban un par de arcos consecutivos, para las dos calles que tenían distintos sentidos de tráfico. Luego un gran jardín inmenso se apareció frente a nosotros y al fondo, un hermoso palacio metálico en forma de flor de loto, tal alto como unos veinte pisos.

Al entrar al salón principal, tomamos nuestro equipaje y nos dirigimos hacia el trono. Desde lejos de veía la gran silla vacía, pero al acercanos a tan monumental trono, había una chica sentada. Tenía un hermoso vestido blanco con encajes en sus hombros, sus pies colgaban del trono mientras los mecía ligeramente y debajo de este unas escaleras que la ayudaban ya fuese a subir o bajar.

La chica se levanta con una cara seria y nos mira, pero no se dirige a nosotros. Se ve tan tierna, podría medir como un metro cincuenta, con el cabello del color del cobre y largo hasta sus codos, sus ojos grises, una tez blanca y una cara redonda.

—Hola... — le dije — ¿sabes cómo podemos hablar con la princesa Angélica?

Ella sigue mirándonos de modo serio y desafiante, se acerca a nosotros en un andar pausado y elegante. Me da la impresión de que es alguna de las jóvenes doncellas de la corte, pero, a decir verdad, no tengo idea de cómo es el personal que trabaja con la princesa.

La joven mira a Hayden y le sonríe, a lo que él, con una mirada asombrada y dudosa, la saluda.

Su cara vuelve a tornarse seria al mirarme y pregunta:

—¿A qué vienen?

—Hemos venido a hablar con la princesa, tenemos una audiencia con ella — le respondo mientras ella continua con una cara muy rígida.

—¿Y qué vienen a decir? — pregunta mientras se da la vuelta y se dirige lentamente hacia el trono.

—Hace dos días, el Señor William, de la aldea Willgoll, envió una carta, donde solicitaba una audiencia. Nosotros necesitamos reunirnos directamente con la princesa.

Hayden toca mi hombro y la joven en el trono sonríe.

—Joven de cabello oscuro y ojos color turquesa — Se dirige a Hayden — ¿Te gustaría ser mi consorte?

¤ ¤ ¤

—Me he reunido con muchos gobernantes de diferentes aldeas de la región — dice la Reina Hogat a su corte — en este momento muchos de ellos están a favor mío, diciendo y confirmando que la princesa es una incompetente, así que invadiremos la ciudad de Metal y la destronaremos.

Se escucha vitoreo en el salón.

—En total son doce las aldeas aliadas a la causa, y todos los gobernantes, al lograr conquistar la capital, nos reuniremos y decidiremos por voto quien debe gobernar la ciudad. Aquí está mi amado Hermes, él, en compañía del ejército de esta aldea, que será conformado por todos los hombres en edad, irán a reunirse con el resto de nuestros aliados.

Hogat se levanta y toma a sus bestias atadas a su trono y se dirige al jardín de su gran casa en forma de botella, allí se encuentra con el Rey consorte, al que le hace entrega de una botella con un líquido trasparente.

—¡Oh, querido Hermes! — Le dice Hogat a su esposo — encargate de esto por favor, nuestro plan anterior no funcionó, pero este definitivamente lo hará.

—Claro mi querida reina — Responde el consorte — tu encargate de ganar y yo me encargo de los demás gobernantes.

¤ ¤ ¤

— ¿Te gustaría ser mi consorte?

Quedamos atónitos ante la pregunta.

—Disculpe usted, pero.... — Hayden me volvió a tomar del hombro e interrumpió mi replicar.

—No puedo ser su consorte, Princesa — Dice Hayden con voz tranquila.

Yo quedo estupefacta ante la revelación, la joven chica frente a mí es la princesa de Metal, es tan bajita y linda que no lo imaginé.

—¡Qué lástima...! — Dice la princesa con voz aburrida y doblando su cabeza hacia el lado derecho apoyándola sobre su mano extendida — Eres tan guapo...reconsideralo, dentro de un par de meses cuando me coronen reina, podrás ser el rey.

—Agradezco su oferta, pero no tengo interés en vivir como consorte.

—Bueno... — La princesa hizo un puchero y luego retomó su cara de póker — Según lo que escribió el gobernante de Willgoll, debo llevarlos con el oráculo Tib.

—Así es Princesa — le respondo bajando un poco mi cabeza a modo de saludo.

—Síganme entonces — Dice ella — tardaremos un rato en llegar hasta la pila del oráculo, este palacio es inmenso...

Fuimos caminando por los corredores del palacio, era asombrosamente alto y grande, al centro de este se encontraba un jardín hermoso con flores de múltiples colores y al centro del jardín un gran árbol que se movía con el viento.

Llegamos a unas puertas gigantes alrededor deveinte minutos después, y con la ayuda de uno de los sirvientes, se abrierondos hojas de par en par, dejando ver en medio una pila redonda, donde un pezdaba vueltas.

Continuará...

Gracias por seguir leyendo.

Dejenme sus comentarios  sus estrellitas.

Pizzas virtuales para todos...