CAPITULO 29
Cuando las lunas se besan
Pasaron los días tranquilamente en la aldea, descansando y disfrutando nuestra estadía en la casa del señor William.
La señora Uta nos trató con una amabilidad infinita, me dio a probar muchos vestidos hermosos que tenía guardados de cuando su hija era adolescente, conocí también la diversidad de los alimentos y como prepararlos, me enseño como si fuera mi madre.
Hayden trató de no salir, porque las personas lo miraban con ojos de temor, así que prácticamente se confinó en la oficina del señor William, donde tenía una biblioteca, también le ayudó con documentos de la aldea como si fuese su secretario.
compartíamos habitación, incluso compartíamos la cama, hablábamos de cómo era mi mundo, y le explicaba las cosas comunes de donde yo venía. Él me contó parte de su infancia, de todo lo que trabajo desde que era pequeño, porque su padre lo culpaba por la muerte de su madre, así que debía ganarse su sustento desde que tenía cinco años. Todas sus historias me conmovieron, el tiempo que pasamos esos días, me ayudaron a conocerlo y a verlo tan humano y hermoso por dentro.
Finalmente, el día llegó. El señor William, Hayden y yo, preparamos unos maderos, lo suficientemente enterrados para que no fuera fácil sacarlos, los ubicamos en un claro del otro lado de la aldea, el lado que no era desierto.
Conseguimos cadenas gruesas y las amarramos a los maderos previamente enterrados y sujetos entre ellos en la parte superior, formando así un marco.
Se estaba acercando la hora en la que el sol se oculta, la señora Uta tomo las muñecas y los tobillos de Hayden y le envolvió en ellos varias tiras de tela, para que no se maltratara; tomó cada una de las cadenas y las amarró suavemente.
—Si no me equivoco, creo que crecerán un poco tus brazos y tus piernas— dijo la señora Uta al terminar — espero que esto pueda funcionar.
—Gracias — dijo Hayden apenado y con un poco de temor en su mirada.
El señor William se acercó y le dijo:
—Vamos muchacho, tú puedes, trata de controlarte, de no hacer mucha fuerza, de tener voluntad.
—Lo intentaré señor, lo intentaré.
Luego me miró a mí, aunque puedo decir que yo poseía mayor temor que él, ya que mis manos temblaban, y no podía controlarlo. O tal vez estaba equivocada, y él, moría de miedo por dentro.
—Úrsula, mi amor inesperado — me dice con voz temblorosa.
Me acerco lentamente, mostrando una pequeña lagrima en el borde de mi ojo.
—Si no te sientes capaz de realizar esto, no te voy a obligar — me dijo Hayden antes de que su manzana de adán subiera y volviera a bajar abruptamente — siempre tendremos otra oportunidad.
Toco su mejilla con mis manos y le doy un tierno beso en los labios.
—Te amo Hayden.
Me retiro poco a poco hasta estar a más de cinco metros de él.
Se ocultó el último de los rayos del sol, las estrellas empezaron a brillar en el cielo, y del lado opuesto de donde se había ocultado el sol, salían las dos lunas, rosando sus caras.
Las pupilas de Hayden desaparecieron, sus ojos se abrieron como monedas y se quedó estático.
Ya empezó.
Hayden comenzó a abrir su boca, sus dientes se volvieron afilados, sobre todo sus caninos, su cabellera empezó a tornarse blanca y a crecer deliberadamente hasta llegar a sus hombros, sus brazos, piernas, todo su cuerpo se puso musculoso, como un hombre que se dedica a hacer ejercicio extremo, su piel morena se estiraba y parecía que estaba creciendo, pudo aumentar su tamaño en aproximadamente treinta centímetros. En su cara, bajo cada uno de sus ojos, se marcaron unos triángulos invertidos de color rojo, que terminaban donde rosaba la barba.
Nunca en mi vida imagine ver una transformación de estas, parecía de película, sus ropas se rasgaron y las cadenas le quedaban justas en las extremidades.
Lo más angustiante de la situación no era verlo transformarse, sino perder el control, no había razonamiento, su mirada estaba vacía. Trataba de halar con fuerza los maderos que lo ataban y no lo dejaban moverse.
Teníamos que esperar a que las lunas estuvieran en su cúspide.
¤ ¤ ¤
Fueron alrededor de cinco horas de gruñidos y arañazos al aire, en sus manos se veía como sus uñas de habían convertido en filosas garras y sus venas sobresalían de lo marcado de su musculatura.
Estuvimos cantando canciones suaves, porque recordé que las bestias se calman con la música.
¡¡¡Mentira!!!
O le desagradaba por completo las melodías, o somos unos pésimos cantantes.
Los nervios subieron hasta mi coronilla, sentía palpitar mi corazón en la garganta, porque la cúspide de las lunas había llegado, debía aprovechar ese momento y entregarle todo el amor que siento por el en un beso.
Solo de imaginarme sus filosos dientes, que podían destrozar mi cara, me hacía flaquear. Pero lo prometí, esa es mi misión, salvarlos de ser una bestia incapaz de controlarse, para que sea siempre el ser maravilloso que es.
Me acerqué tímidamente, las manos me temblaban, tomé su cara y susurré:
—Shhhhh, tranquilo corazón, te voy a salvar y no tendrás que preocuparte más nunca de esto.
Parecía que entraba en razón, o quizá eran imaginaciones mías, así que, sin temor a nada, lo besé.
Hayden se quedó quieto, su cuerpo empezó a relajarse, reaparecieron sus pupilas y sonrió.
Para mi sorpresa, al separarme de él, todavíaseguía convertido en bestia.
Continuará...
Espero les haya gustado este capitulo, y los haya dejado con ganas de saber que sigue...
Disculpen si juego con sus sentimientos, pero de eso se trata, de mantenerlos interesados...
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