Oráculo Uta

La batalla se detuvo.

Solo se escuchó el graznido de un ave y el lamento de una gigante que agarraba su rostro.

Un ojo ensangrentado cayó de los cielos.

¡RETIRADAAAA!

Gritó el rey consorte.

Los soldados de Hogat retrocedieron, recogieron a sus muertos y se fueron por el desierto, dejando atrás a la reina, la cual entraba nuevamente a su carruaje mientras refunfuñaba y gritaba que algún día lamentarían haberla atacado.

¤ ¤ ¤

Llegamos al fondo del sótano, y allí, al final, había una pila con agua, y en la parte superior de esta, muchas de las piedras moradas, que iluminaban al pez que daba vueltas dentro de la pila.

La señora Uta se acercó a la pila, tocó con las yemas de sus dedos el agua y el pez empezó a hablar.

—Querida Wilgellmina, gracias por traerlos a mí. — Decía el oráculo Uta en lo que se asomaba por el borde de la pila.

"Con razón no se presentaba con su nombre" dije hacia mis adentros.

—Úrsula, Hayden, bienvenidos — se dirigió a nosotros el oráculo — no se preocupen, Hogat se ha ido, pero no se confíen demasiado, ella volverá, no por ahora, pero se encontrarán con ella luego.

—El gusto es nuestro, oráculo Uta — le respondí — Disculpe si soy directa, pero me gustaría saber el motivo de nuestra presencia frente a usted.

El oráculo sacó su cara, parecía una carpa gruesa y colorida, nos miró detenidamente, y dijo:

—Si no hubieran bajado, los hubiesen descubierto dormidos. Pero no era ese su destino, en cambio el conocerme a mí sí.

El pez hizo una larga pausa, entre todos nos quedamos mirando, mientras el silencio incómodo se extendía por el sótano.

—Hayden, de la línea filial de la bestia inicial, has sido perdonado por tu actitud hacia la vida y la vida de los demás seres. — Le dijo el pez de modo amable — Por eso Úrsula ha venido aquí, porque es su deber salvarte y hacerte más fuerte.

Los ojos de Hayden se abrieron como platos, su boca se entreabrió tratando de emitir sonido, pero no pudo, sus labios se sellaron nuevamente por la conmoción.

Y aunque Hayden no pudo decirle una sola palabra, dentro de mí se sembraba la duda, así que decidí preguntar.

—Señor pez, el oráculo Eb me dijo que la respuesta a mi llegada a Leviv la encontraría en la ciudad de Metal, ¿por qué me la está diciendo ahora?

—Porque era necesario que supieras esta parte de tu misión, sino probablemente se hubieran ido, sino les decía, tu misión en Leviv fracasaría. No salgan de esta aldea hasta que hayan hecho el ritual para salvar a Hayden, él necesita estar consciente de lo que "es" para cuando lleguen a la cuidad de Metal.

El oráculo hablaba pausadamente y con sensatez en su tono. Tenía dudas de realizar el ritual, pero al parecer esa era mi obligación, así que le dimos las gracias al oráculo Uta por explicarnos y subimos nuevamente a la casa del gobernante de la aldea.

¤ ¤ ¤

—¡¡¡¡Querida, querida!!!! — llamaba el señor William a su esposa mientras salíamos de su casa— Vencimos a Hogat, y conseguimos un buen botín.

—Me alegra mucho cariño — Contestó la señora Uta, pero en cambio no se notaba felicidad en su mirada ni en su tono de voz — ¿cuántos de nosotros perecieron?

Al señor William le cambió el semblante, mientras detrás de él se celebraba una fiesta donde estaban colocando comida a borbotones.

—Fueron doce — Contestó — Kall Kila nos ayudó mucho

La señora Uta se tocó el pecho y una lagrima salió de su ojo izquierdo mientras decía en voz baja

—Hay que compensar a sus familias de alguna manera.

—Claro que si querida, claro que sí.

El ambiente se tornó un poco tenso en ese instante, pero cambió, cuando al fondo de la escena entre el gobernante y su esposa, uno de los soldados se subió a una mesa y empezó a moverse al ritmo de unas tamboras que empezaron a tocar.

Los movimientos del soldado eran tan disparatados que la risa inundó el lugar, mientras más soldados se subían a distintas mesas para hacer bailes tan ridículos como el anterior.

Y así pasaron las personas, todas alegres por la victoria obtenida frente a la gobernante de otra aldea, comiendo y bailando hasta altas horas de la noche.

Hayden y yo decidimos irnos a acostar temprano, ya que no habíamos logrado descansar por lo movida que estuvo la situación en la aldea, y aunque los ruidos eran fuertes, no fueron impedimento para que nos quedáramos dormidos hasta pasado el amanecer.

Continuará...