CAPITULO 25
Pareces un príncipe
Luego que Hayden expresara que no quería que muriera, se hizo un silencio incómodo en la casa. Empezamos a tomar el té manteniendo un silencio sepulcral. La señora tomó su bandeja y se alejó lentamente, y antes de entrar al pasillo volteó y nos dijo:
—No importa lo que estén pensando ahora, todavía faltan varios días. — vimos su rostro amable, aunque con la mirada un tanto preocupada — vengan, les prepararé un baño para que puedan comer. — un leve alivio se sintió en el ambiente — Muchacho, tu primero.
Hayden se levantó y entró al pasillo con la señora, no sin antes voltear levemente a vernos con un poco de duda en su mirada.
—Su esposa nos trata muy amablemente — Le digo al gobernante que toma muy lentamente su taza de té — de pronto me siento como una niña estando en esta casa.
—Si, mi esposa es muy amable — me dice al finalizar su taza — Nuestros hijos ya crecieron y formaron sus propias familias, por eso se encariñó contigo al instante.
—Ya veo...
Y el silencio se vuelve a hacer incómodo.
Al cabo de un rato sale la señora de la casa con una sonrisa de oreja a oreja. El señor William se le hace un poco curiosa la actitud de su esposa, por lo que le pregunta:
—Pero ¿qué es lo qué te trae tan contenta mujer?
Ella sonríe más — miren lo que me encontré debajo de esos harapos. También lo he afeitado... siempre quise hacer eso con nuestro hijo, querido William...
Y de aquel pasillo sale un hombre, uno más hermoso del que había visto por primera vez en el bosque de Lepidendrón.
—Y le queda perfecta la ropa que tenía guardada de nuestro querido John — le dice la señora a su esposo.
Me encuentro arrodillada en el mueble, con el espaldar en mis codos, con mi boca abierta y el corazón a millón. Si antes dudaba de amarlo, creo que ahora estoy segura. No es que sea una mujer superficial, pero es preciso decir que:
—"Pareces un príncipe"
Y en un instante siento como mi frente pega contra el suelo.
El mueble se había volteado.
—Cariño... ¿Estás bien? — pregunta la señora tratando de levantarme del suelo.
—Si, estoy bien, lo siento, fue un accidente.
—No te preocupes, no pasa nada — la señora me levanta, mientras el señor William y Hayden levantan el sillón del piso — vamos, tu baño ya está listo.
Y mientras vamos caminando por el pasillo, siento como me arde la frente, las mejillas y me hormiguea la espalda. Un suspiro sale de mí y la señora que va a mí lado sonríe.
—Sabes, tengo dos hijos, una niña y un niño, pero ellos ya casi no vienen por acá, están muy ocupados con sus trabajos y con sus hijos — me dice mientras me mete en una tina de madera, saca una esponja y esencias que esparce por mi cuerpo — Hay un vestido muy hermoso que dejó mi hija en casa, te lo puedo dar para que te cambies esos harapos.
—Muchas gracias, señora — le contesté — pero ¿su hija no se molestará si tomo su vestido?
—No te preocupes por eso, ella es mucho más alta y gruesa que tú, ya el vestido no le queda, por lo que esta archivado en mi armario. Lo estaba guardando como un tesoro de cuando era una chica — La señora empieza a lavar mi cabello — pero creo que a ti te quedaría mejor que a la percha de mi armario — Ella sonríe ampliamente. Es una señora muy, pero muy amable.
Al salir de la tina la señora empieza a secarme y desenredar mi cabello, menos mal que lo tengo largo hasta por debajo de los hombros. Y allí, sentada en una silla, envuelta en una toalla cual niña de cuatro años, mientras la señora me hacia un peinado con trenzas.
—Gracias por ser tan amable con nosotros — le digo — ¿podría decirme su nombre?
—Mi nombre no me gusta mucho — me responde — pero la mayoría de las personas me llama Uta.
—¿Uta? ¿qué significa?
—No tiene un significado en especial, es solo que soy la única de la aldea que habla con el oráculo Uta.
—¿Por qué solo usted puede hablar con el oráculo?
—Cariño, eres muy curiosa... — me responde la señora — El oráculo Uta me dijo que las personas de la aldea están perdiendo su amabilidad, su empatía, por tanto, no puede hablar con seres que pueden tergiversar sus profecías.
—Claro, entiendo...
—Hace dos días el oráculo Uta me dijo, que debía ser amable y hospitalaria con los viajeros que llegarían a la aldea, y que cuidara que no les pasase nada. — me responde mientras busca en su armario — Aquí está, el vestido.
Es un vestido color beige con bordes de encaje dorado, tanto en su cuello redondo como en los puños de sus mangas que llegan un poco debajo de los codos. Me lo pongo, y la señora Uta me ayuda a cerrarlo en la parte de atrás donde tiene una corredera. La falda del vestido me llega hasta media pierna, dejando ver mis rodillas.
—Tu conoces como me llaman, pero no sé cómo llamarte a ti — me dice la señora.
—Úrsula, ese es mi nombre.
—Nunca lo había escuchado — me responde la señora — ¿sabes que significa?
—Pues mi padre, hace tiempo me contó, que cuando nací era rellenita y peludita, así que me puso por nombre Úrsula, porque para él, yo era su "osita".
—Bueno querida "osita" ya estás lista — la señora Uta cerró el armario y me tomó de la mano — Vamos cariño, serviremos la comida.
Continuará...
Gracias por seguir la aventura de Úrsula y Hayden en el mundo de Leviv.
Gracias por seguir motivandome a continuar con esta bonita historia.
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