Yo fui el "Dichoso"

Caminamos por un sendero dibujado en la tierra, seguía sus pasos uno a uno por el atardecer violeta rojizo, en el camino había muchos animales pequeños, lo cual me dio una idea de lo que había hecho para poder sobrevivir, veía su espalda ancha, sus ropas desgastadas, sus pies cubiertos en piel de animal; su pisada firme, sus manos listas para enfrentarse a cualquier sorpresa.

Llegamos a una cueva, el violeta rojizo se tornaba más oscuro, Hayden volteó a mirarme y así me indicó que lo siguiera. Dentro de la cueva todo era oscuridad, seguí caminando pese a que no veía nada.

—Shhhhhhhhh — resopló Hayden — silencio.

Me detuve.

Se hizo un silencio sepulcral, y de pronto, Hayden comenzó a cantar.

Una melodía angelical salía de sus labios, la cueva empezó a iluminarse poco a poco, parecían diamantes brillando, pero revoloteando también, eran una especie de luciérnagas que se animaban a brillar con el canto de aquel hombre. Me quedé embelesada de ver tal maravilla, parecía que estuviese flotando en el espacio, luego, estos bichos empezaron a juntarse para así hacer un camino en el techo de la cueva, que iluminaba el sendero del piso de esta. Hayden siguió cantando hasta llegar a una antorcha, la cual prendió con mucha agilidad y los bichos de luz se dispersaron.

Se ilumino la cueva y pude divisar una especie de futón en el piso, un par de cantaros de agua, una pequeña hornilla de leña y en un rincón piel de animales. Era un hombre muy organizado y hasta ese momento sobrevivió de una manera excepcional a las adversidades de bosque.

Hayden entró y encendió la hornilla para que la cueva entrara en calor. Me acomodo un poco de piel frente a una simulación de cama que tenía allí.

—Este es mi hogar, espero te sientas a gusto, prepararé algo para comer, debes estar hambrienta.

—Gracias, eres muy amable.

Se fue a la hornilla y al lado de esta tenía un jarrón con muchos alimentos vegetales los cuales pico, los vertió en un caldero, e hizo una sopa de verduras para alimentarnos los dos. Se sentó frente a mí, colocó una especie de silla de madera y en su caldero comimos.

Mi corazón latía fuertemente ya que él no tenía sí no una sola cuchara, con la cual compartimos la sopa, era un poco incómodo pensarlo, pero sentía que lo besaba indirectamente. Y mientras comíamos sentía que me miraba con cariño y con asombro al mismo tiempo.

—Y Cuéntame, ¿de dónde vienes? Explícame, ¿cómo llegaste? — me preguntó mirándome a los ojos.

—Vengo de un lugar llamado Tierra, allí era una artista plástica que trabajaba como secretaria en una inmobiliaria.

Hayden abrió sus ojos, giró su cabeza un poco hacia el lado izquierdo y me pregunto:

—¿Disculpa, de qué me estás hablando? no entiendo lo que me dices.

—No te preocupes, vengo de otro mundo, uno que no conoces, pero no te puedo explicar cómo llegué aquí ya que ni yo misma tengo la respuesta. Un oráculo me dijo que era mi destino estar aquí y que debía descubrirlo, así que lo más probable es que encontrarme contigo no fuese una coincidencia.

Volvió a mirarme, se pellizcó el antebrazo, tocó mi rostro y dijo:

—Definitivamente no estoy soñando, hoy no estoy soñando. Quiero contarte mi historia y por qué estoy aquí, no sé si también sea tu destino sacarme de este bosque, pero espero que así sea.

¤ ¤ ¤

Hace aproximadamente cuatro años la reina Hogat hizo un concurso obligatorio para todos los solteros de la aldea, aquel que ganase debía ser su concubino y satisfacer todos sus deseos por el resto de su vida. Yo no quería participar, pero como era obligatorio y tenía el mínimo de edad, los guardias me llevaron con ella y allí junto con otros veinticinco concursantes, que también llegaron con ella de manera obligatoria, ¿por qué alguien en sus 5 sentidos se casaría con esa mujer tan cruel?

El concurso era totalmente injusto, ya que no había que realizar ninguna actividad simplemente debíamos estar ahí, y aquel que le cayera en gracia, sería su concubino. Y yo fui el "dichoso" al que escogió.

El día de la ceremonia me llevaron los guardias para que firmara el acta para hacerme un concubino oficial, pero al negarme rotundamente y lograr escapar de uno de los guardias, la Reina Hogat se levantó, me agarró y me dijo: "si no vas a ser para mí, no lo serás para nadie, así que te condeno a 40 años en el bosque de Lepidendrón, sólo tú estarás allí, nadie podrá entrar y nadie podrá salir".

Y desde entonces estoy tratando de escapar de este bosque, pero fue una sorpresa que tú llegaras, fue como un rayo de luz, así que mis esperanzas no están perdidas, espero poder escapar contigo, ya que, si tú tienes un destino o una misión, lo más probable es que no te quedes en este bosque. Hagamos todo lo posible por escapar de este lugar.

Continuará...