CAPITULO 1
¿Qué es esa luz?
Me levanté temprano como todos los días y empecé a alistarme para ir al trabajo. Mi jefe había llamado la noche anterior y me solicitó que llegara una hora antes de lo normal, ya que estaba esperando a un personal al que le iba a realizar entrevistas. supuse que requería personal para ventas de casas en los suburbios.
La oficina en la que trabajo es una inmobiliaria, no es un lugar muy grande, tiende a ser un poco oscuro y lúgubre en las primeras horas del día, y luego, como a eso de las diez de la mañana empieza a entrar el sol por una pequeña claraboya que está en la parte superior del mezanine. Creo que esa oficina es así porque está rodeada de edificios altos y no tiene una buena ventilación. Definitivamente esa oficina se parece a mi jefe.
Luego de tomar el transporte público y llegar a la oficina, me senté acomedidamente en mi escritorio esperando la llegada del personal nuevo. Ya tenía listo una cantidad de papeles que estas personas debían llenar, aunque no sabía exactamente cuantas personas llegarían. A las siete y treinta minutos, cuando la primera persona llegó, sacudí mi cabeza y me preparé para estar atenta. La persona que llegaba era una chica, de unos 20 años aproximadamente, vestía muy elegante con unos tacones negros de forma cuadrada, una falda que apenas le tapaba la rodilla y una blusa con un diseño único, de volados y estampados, su cabello era oscuro con pequeños matices plateados que la hacían lucir muy bonita, y bajo su brazo una carpeta de las que se usan para entregar las hojas de vida.
—Buenos días, ¿esta es la oficina del señor Capellino?
—Si, esta es, adelante, ¿es usted miembro del personal que debo recibir?
—Me imagino que sí, vengo por la vacante de secretaria para el señor Capellino.
Una punzada me atravesó la garganta, sentí odio, traición. Se supone que soy su secretaria.
—Aquí está la papelería que el señor Capellino me encargó entregarle.— Vacilé un poco.
—Muchas gracias, mucho gusto, mi nombre es Julieth.
—Mucho gusto Julieth, adelante, siéntate.
La chica se sentó en las sillas alineadas que se encontraban en la recepción, cruzó sus piernas y acomodó su falda suavemente, pensé que hasta para sentarse tenía gracia, quizá por eso el señor Capellino quería hacerla su secretaria, irradiaba una luz que yo no podía transmitir, era demasiado bonita. Ese desgraciado me quería despedir, y no podía hacer nada al respecto.
Mientras me encontraba absorta en mis pensamientos, el señor Capellino entró por la puerta principal de la oficina. Traía un traje gris (como él) con zapatos de cuero que se veían costosos y una boina a rallas de diversos colores que no le combinaba absolutamente con nada de lo que traía puesto, su corbata firmemente apretada en su abultado cuello y un par de gafas oscuras que no se retiró aunque la oficina lucía tétrica. No sé qué estaría pensando ese señor al colocarse esa boina en la cabeza o todo ese ajuar encima... ¿tendrá un espejo en su casa?
—Buenos días, Úrsula.— Mi jefe dijo con voz grave y amargada.
—Buenos días, señor Capelli...
—¡¡¡Despedida!!!
—¿Qué?
—¿Te lo tengo que repetir? DES-PE-DI-DA.
El señor Capellino miró a la chica sentada de pies a cabeza con una frialdad como el hielo y le dijo:
—Niña, sígueme.
La chica se levantó sorprendida, se irguió rapidamente, acomodó su falda y su blusa, tomo la carpeta que había colocado en la mesita que quedaba frente a las sillas y lo siguió con rapidez a través del pasillo de la inmobiliaria, miró hacia atrás unas dos veces antes de llegar a la puerta de la oficina del señor Capellino. Volteó nuevamente a donde me encontraba, me vio como pidiendo perdón con la mirada, agachó un poco su cabeza y entró por la puerta.
—¿Qué carajo? ¿para esto me hizo madrugar? Es un infame.—Fueron las palabras que resonaron en mi cabeza al reaccionar a la escena anterior.
Respiré profundo, tomé mis cosas rápidamente, las arrojé en una caja de cartón tratando de que mis emociones no rompieran la taza para el café y salí de esa mugrienta oficina, esperando no volver a entrar nunca más.
Eran las ocho de la mañana, el día no empezaba de la mejor manera, pero se sentía el cálido resplandor del sol en mis brazos ligeramente extendidos sosteniendo mis pertenencias, soplaba una brisa suave, esa que te hacer decir que parece finales de año, levanté mi cabeza, miré al cielo como buscando consuelo del altísimo, recordé que por tratar de llegar temprano no había desayunado, no veía nubes en el cielo, se veía completamente azul, limpio, pacifico, sería un día maravilloso para muchas personas.
—¡Aaaah! Es un gran día, pese a todo, es un buen día.
Detrás de mí todavía se encontraba la puerta de esa aburrida oficina, ya no me importaba en lo absoluto, era mejor de esa manera, por algo suceden todas las cosas, así decía mi madre, ya no tenía que soportar a ese hablador del viejo gris...
—¿Qué es eso? — Me sorprendí al ver un punto de multiples colores rondando en el cielo — el despido me está haciendo alucinar, quedé traumada y loca de tanto trabajar ahí — el punto multicolor se iba acercando rápidamente mientras se movia de un lado a otro, no podia dejar de seguir con mis ojos aquel objeto tan extraño, llegó a estar frente a mi rostro y sentí que tocó la punta de mi nariz.
En un instante resplandeció fuerte y brillantemente la luz multicolor en mi rostro, se sentía cálida y fría al mismo tiempo, como si el sol se posara directamente e mi cara, pero sin quemarme, se me erizó la piel desde los talones hasta la nuca, y luego, como en un parpadeo, ya no estaba frente a la oficina, ni en la ciudad, no veia los altos edificios, no tenía ni la más mínima idea de dónde me encontraba.
Continuara...
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