Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XXVII

El brillo de un corazón


«La oscuridad volvía a tomarla en brazos con filosas garras recorriendo su cuerpo estelar desfibrando la energía de su ser.

Ella era como una polilla revoloteando desesperada por encontrar una salida, siendo atrapa y ahogada por unas manos mounstrosas mientras el filoso cuchillo de piedras rojizas se materializaba frente a ella a punto de clavarse en su pecho junto a la risa perversa de aquel ser con mirada de fuego.

—Pronto mi dulce niña... Lo tomaré pronto. »

El corazón de Uranía se sacudió con violencia ante un fuerte estruendo que la hizo despertar de aquel caos enmarañado en su mente. Se removió inquieta al percibir el calor de un cuerpo ajeno abrazado al suyo de forma apresurada alzó la cabeza topandose con la mirada atenta de Castiel.

En seguida apartó aquel contacto con brusquedad hacía el lado contrario de su acompañante alzando sus manos como única defensa, con el corazón en la boca dándose cuenta del sudor que humedecía su rostro y el temblor que recorría su cuerpo.

—¿Uranía? —La voz profunda de Castiel  se notaba preocupada.

Le tomó unos segundos adaptarse a la poca luz dentro de aquel carruaje tapizado de cuero y almohadones de colores rojizos y tierra. Logró reconocer las facciones y aquel cabello negro, era él. El verdadero Castiel cuyo brillo de preocupación destacó en sus ojos. No era aquel Castiel de ojos rubí que buscaba dañarla.

Exhaló profundo.

— ¿Dónde... estoy? — Susurró la joven estrella aún aturdida mientras se acomodaba en el asiento, justo cuando el carruaje se detuvo.

—Estamos en casa. — Anunció Castiel.


******


Rechazó la idea de ser llevada en brazos nuevamente por el Dross. Sin embargo, su cuerpo aún seguía bajo los efectos de aquella mágia que la había dejado a merced de aquel terrible ser, inclusive sus muñecas mostraban ligeros vestigios rojizos. Con pasos lentos se vio en la necesidad de apoyarse en Castiel para poder mantener estabilidad.

Sonrío aliviada cuando estuvieron dentro de la enorme casa alejados de la brisa helada. Uranía observó todo en silencio y una sonrisa se escapó de sus labios cuando al inicio de las escaleras Kassia se encontraba con el rostro bañado en lágrimas.

—¡Señorita Uranía! — Chilló la pelirroja quién en cuestión de segundos e ignorando a Castiel, se fue sobre la estrella envolviéndola en sus delgados brazos. Sus rizos cómo el fuego se movían grácilmente mientras estrechaba a Uranía y comenzaba a sollozar. El dulce aroma a frutos rojos se impregnó en la joven estrella. — Por todos los dioses, me tenía con el alma en un hilo.

Algo dentro del corazón de Uranía se removió con alegría y un par de lágrimas se escaparon de sus ojos. El Dross se alejó y les dio espacio lo cual agradecía enormemente dejando que Kassia la atosigara con cientos de preguntas y revisiones insistentes. La pelirroja se disculpó por no haber evitado aquello que ella los escuchó llegar pero no pudó salir de la cocina. Explicándole que no sólo la puerta de la cocina se había quedado trabada, de hecho ventanas y demás puertas de la casa estuvieron cerradas por unos veinte minutos.

«Fue por su causa...» Pensó la estrella. Aquel ser lo hizo para no tener contra tiempos.

Kassia le dedicó una mirada suplicante mientras le pedía que cenara algo para recuperar fuerzas pero Uranía se negó rotundamente lo menos que tenía en ese momento era apetito.

—Entonces le prepararé un té y algunas galletas. — Ofreció y la joven estrella no pudó declinar la oferta de la pelirroja de ojos jade iluminados. Así que asintió. — De acuerdo, los llevaré a su habitación enseguida.

Y así la joven se pérdio hacía los pasillos que daban a la cocina, Uranía la observó moverse con entusiasmo hasta que se desvaneció de su campo de visión, la voz de Castiel captó su atención.

— Vamos, necesitas descansar.

Ella asintió mientras él la tomaba del brazo y ambos comenzaban a subir las escaleras en un trayecto silencioso donde de vez en cuando Uranía detallaba de reojo cada facción del Dross con detenimiento y en especial el aura que lo rodeaba, aún siendo oscura no se comparaba a la del impostor aquella era una mezcla de desolación y muerte.

Al llegar al piso superior una sensación de alivio la lleno, sobre todo al aferrarse del brazo de Castiel, cabizbaja sus labios se apretaron en una sola línea. Tenerlo a su lado y percibir esa esencia tan suya era suficiente para recriminarse por haber cometido tal idiotez de no reconocer la trampa de la cual había sido víctima, pero quién la culparía si eran tan parecidos físicamente.

Se estremeció al pensar en ello. Una criatura capaz de usurpar a otro ser, era una idea abominable y lo peor es que la había descubierto, él conocía su verdadera identidad. Y lo más seguro es que vendría por ella.

Estaba tan absorta en ello que no se percató cuando Castiel se detuvó en la puerta de su habitación, girándose hacía ella.

— No fue tu culpa. — Le espetó el Dross con firmeza mientras se peinaba con los dedos su cabello negro hacía atrás. — Debí ser más precavido y dejarte protegida. Eres mi responsabilidad despues de todo.

Uranía permaneció expectante sin poder procesar aquello en especial el tono de culpabilidad que tenían esas palabras mientras Castiel abría la puerta como un caballero y la dejaba pasar. Por un instante no supó como ordenar a sus pies que avanzaran pero lo hizo con pasos torpes. Sin tener mayor problema hasta llegar al borde del colchón y dejarse caer, el silencio fue instantáneo al tiempo que Castiel camino hasta sentarse en el mullido y pequeño sofá a juego con la mueblería de aquella habitación que sin duda desentonaban con él y su personalidad sombría.

— ¿Cómo me encontraste? —La pregunta escapó suave de sus labios. Castiel sonrío despreocupado.

—Te lo dije. — Respondió sin muchos rodeos. —El anillo y mi brazalete estan unidos. Por tanto nos mantendran enlazados... Emociones, temores y alegrías todo es espercibido por ese vínculo mágico y mostrado tanto para ti como para mí.

"Mi mujer".

Las palabras resonarón con enfasís en su mente. ¿Acaso él la consideraba cómo algo más que un simple recipiente de poder?

Si era o no así, no lo pensó mucho y sujetó entre sus dedos el sobretodo acariciando la tela con sus delgados dedos mientras rozaba por igual el anillo en su dedo. Una vez más sin importar el porqué estaba agradecida por todo lo que había hecho para encontrarla. Quizás se equivocaba pero Castiel estaba mostrando un rostro humano que la llevaba a pensar que él no deseaba lastimarla.

En cambio el impostor deseaba destrozarla no sólo física sino mentalmente. Ella lo vió en aquellos ojos color rubí, que aún la aterraban.

— ¿Por qué ese sujeto quería dañarme? — La pregunta fue más un murmuro para ella, pero Castiel lo entendió a la perfección.

— Diría que buscaba tu energía. Pero por la forma en que los encontré... — El pelinegro se detuvó mientras sus manos se volvían puños. — Debo estar atento al menos hasta que el ritual pueda llevarse a cabo. Sé que no sera la última vez que lo veamos.

La joven estrella se estremeció nuevamente al darse cuenta del verdadero significado de esas palabras. Cualquier idea sobre Castiel dejándola ir se desvaneció en ese momento, él seguia deseándo su poder y ella lo tenía en grandes cantidades, brillando dentro de ella.

Era lo lógico. Estaba destinada a morir, él la arrastró a su hogar para ello, debía recordar que el compromiso y la dichosa boda sólo eran un pretexto, un camuflaje para cumplir sus objetivos sin tener restricciones.

—¿Dolerá? — Susurró sin expresión.

—¿Qué? —Preguntó Castiel alzando una ceja confundido.

—El ritual —La joven estrella continuó encogiendose en su sitió con los ojos cristalizados, por dentro la decepción la golpeaba con rudeza. Y su conciencia le recriminaba por ser tan ingenua y pensar que él no la lastimaría despues de todo ¿Quién era ella? Una débil estrella incapaz de usar sus poderes con una energía ilimitada que haría temblar la tierra desde su centro y estaba en las manos de un ambicioso hechicero.

Tres días.

Murmuró la voz en su cabeza como un recordatorio. Aquello logró que su corazón no decayerá del todo. Aún había una mínima esperanza de poder escapar de ese destino.

Estaba con gesto ausente cuando la imponente figura de Castiel estaba ante ella. El haz de la luna iluminó parte de su rostro y por primera vez aquellos ojos color ónix se vieron cristalinos cómo si le permitiera ver más allá de su alma; la tormenta desatada en su interior.

— Al principio creí que podría arrancarte el corazón sin titubear —Su voz al igual que su gesto eran serenos. — Detestaba ese brillo que te rodea y ese aroma que despides, cada vez que te veía solamente pensaba en el instante dónde podría apagar tu vida, porqué de algún modo retorcido te deseaba y eso era inaceptable.

Los ojos de Uranía se abrieron cómo platos debido a la sorpresa de tal confesión. Estuvó a punto de hablar pero Castiel se agachó frente a ella y una de sus manos rasposas acunó con delicadeza su mejilla mientras continuaba.

— Me dije mil veces que tú eras la llave hacía mi venganza sin importar nada. — Castiel se mantenía firme observándola con un extraño brillo en la mirada. — Pero desde que estas aqui... Demonios; todo se ha ido al caño. — Una sonrisa sarcástica a medio lado se dibujó en su rostro. — Me di cuenta que no podría hacerlo... Por más que lo necesitara. Y eso me llena de frustración cómo no tienes una idea.

Uranía tragó grueso sin poder emitir palabras.

— ¿Me preguntas si dolera? Pues no lo se. —Poco a poco cortó la distancia sujetando ambas mejillas de la sorprendida rubia. — Aunque para mi es necesario tu poder Uranía no puedo hacerlo sacrificándote. — Castiel bufó dejando escapar una risa amarga. — Hoy con lo que hizo aquel bastardo me di de cuenta de lo desquiciante que sería para mi perderte y no por tu poder precisamente.

El corazón de la joven estrella se aceleró al percibir todas las emociones del Dross a través del vínculo sintiéndose abrumada por ello, intentó retroceder pero él se inclinó unos centímetros mientras acunaba entre sus manos el rostro femenino y sin mediar palabras atrapó  los suaves y temblorosos labios femeninos entre los suyos en un beso tímido que poco a poco se llenó de anhelo ante la correspondencia de Uranía quién cerró los párpados.

Fue imposible para la estrella controlar cada partícula de su cuerpo que se llenaba con una extraña energía ante la emoción que revoloteaba en su pecho, sólo cuando abrió los ojos se percató del brillo reflejado sobre el rostro sorprendido de Castiel.

Ella ahogó una exclamación mientras observaba su propia piel cubierta por motas de polvo color oro que dibujaban espirales relucientes junto a su cabello resplandeciente cómo rayos del sol. Castiel se mantuvó en silencio pérdido en aquella imagen celestial. Mientras Uranía percibía algo removerse en el interior del sobretodo, decidió descubrír parte de su pecho casi cayendo por la impresión.

Cuatro luces inicialmente se escaparon de su cuerpo entre una estela dorada se elevaron sobre ambos y revolotearon al tomar la forma de mariposas doradas hechas de energía pura.

—¿Cómo? —Susurró la estrella.

—No tengo idea. —Contestó Castiel con una sonrisa. — Pero es fascinante sin duda.

Uranía hizo lo mismo mientras sentía las manos de Castiel entrelazarse con las suyas. Ambos permanecieron admirando aquel espectáculo efímero que se desvaneció en cuestión de segundos junto al brillo de Uranía, dejándolos nuevamente en penumbras pero con los corazones encendidos con la luz de la estrella y una nueva ilusión sellada con un nuevo beso.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro