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03. Detention.





• • • SEPTEMBER 2, 1995.
DOLORES UMBRIDGE'S OFFICE.

¿QUE ERA PEOR, TENER QUE PASAR TODA LA TARDE DENTRO DE LA HORRIBLE OFICINA DE DOLORES UMBRIDGE O QUEDARSE ENCERRADA EN UNA MISMA HABITACIÓN CON DRACO MALFOY? Ahora mismo, sorprendentemente para Brianna, prefería mil veces quedarse encerrada junto al irritante de Draco, a que pasar la tarde en detención con Dolores Umbridge.

Para su suerte, no lo pasaría sola, Harry Potter estaría allí con ella y al menos tendría compañía para sufrir.

La castaña llego a la oficina de la profesora y vio que Harry estaba afuera, esperándola. Sonrió al verlo.

— ¿Listo para tu muerte y tortura?

— La verdad que prefiero estar con Malfoy en estos momentos.

Ambos jóvenes soltaron una carcajada pero se callaron al instante que vieron a Umbridge salir de su oficina.

— Señorita McLaggen, Señor Potter — les saludó — Pasen.

Brianna miró a Harry e hizo una mueca enorme al entrar a la habitación rosada. Una de las cosas que mas odiaba en el mundo era el color rosado, y estar en una habitación llena de ese color y gatitos maullando a cada segundo, era como una tortura para ella.

— Por Godric — se quejó ella en voz baja — Pero que lugar tan horrible. No me imagino cómo seria toda su casa.

— Siéntense ahí. —Umbridge señalo dos sillas frente a un pequeño escritorio cubierto de un mantel de encaje rosado. Cada uno se acerco a una silla y tomaron asiento sin reclamar nada. — Ahora, quiero que escriban algo en el pergamino frente a ustedes.

Brianna miró la mesa frente a ella, lista para agarrar alguna pluma pero no la encontró.

— No tenemos plumas — le dijo Harry.

Umbridge se acercó a su escritorio, sacando dos plumas largas y entregándoselas a cada uno, sin dejar de sonreír. Brianna observó curiosa la pluma, era extremadamente larga, de un color oscuro y la punta era demasiado afilada.

— Quiero que escriba "No debo decir mentiras" — ordenó mirando a Harry — Y usted, señorita McLaggen, quiero que escriba "No debo decir groserias"

¿Cómo se piensa que escribamos sin tinta?, se preguntó haciendo una pequeña mueca.

— ¿Cuántas veces? — preguntó Harry.

— Lo que sea necesario para que se grabe el mensaje.

— No nos ha dado tinta — habló Brianna.

— No la necesitaran — contestó.

Brianna le dió una ultima mirada a la extraña pluma en su mano derecha, y la llevó hacia el pergamino escribiendo un "No debo decir groserias" con su limpia caligrafía. De pronto su mano izquierda empezó a arderle de una manera extraña y sintió como lenta y dolorosamente, la misma frase que escribió en el pergamino, se marcaba en su mano.

Una lagrima se deslizó por la mejilla de la castaña al sentir como el dolor incrementaba a medida que seguía escribiendo, no podía ver a Umbridge ya que estaba tras ellos, pero sabia que aquella enferma mujer debía estar sonriendo al verlos sufrir de esa manera. Aquello era completamente salvaje, sabia que debía quejarse y defenderse, pero simplemente no podía articular ninguna palabra por el dolor intenso que sentía en la mano.

Harry miró a Brianna y su corazón se encogió al verla llena de dolor, mordiendo su labio para evitar soltar algún jadeo de dolor y con las uñas clavadas contra la mesa de madera. Ambos tardaron en darse cuenta que aquella tinta sobre el pergamino era su propia sangre, y cuando lo hicieron las ganas de decir algo no faltaron, pero sabían que podían llegar a empeorar las cosas si es que se rebelaban contra Umbridge.

— La mano — ordenó Umbdrige mirando a la Gryffindor. Brianna le tendió su mano y la profesora la observó detenidamente hasta que por fín los dejó irse de allí.

El camino hacia la sala común de Gryffindor estuvo completamente callado, tanto Harry como Brianna no pudieron decir nada pero la compañía que se daban el uno con el otro era suficiente como para saber que estaban el uno para el otro.

Cuando por fin llegaron a la sala común y estaban a punto de subir las escaleras para irse a sus habitaciones, Brianna decidió romper aquel silencio.

— Harry...

Pero no pudo terminar ya que el castaño la había envuelto en un fuerte abrazo y empezó a disculparse con ella.

— Perdoname Bri, es mi culpa de verdad.

— No, Harry, no es tu culpa. — se separó de él y lo miró a los ojos mientras le sonreía de lado — ¿Acaso me obligaste a defender a Cedric? — Harry negó — Entonces no es tu culpa, deja de decir eso o te juro que te voy a pegar.

— A veces me das tanta ternura, pero hay veces que me das demasiado miedo y esta es una de esas veces.

Ambos rieron.

— Eres un tarado, Harry Potter.

— Tu tarado — le respondió sonriendo.

Brianna no supo que decir, sin darse cuenta se había perdido en los verdosos y hermosos ojos de Harry.

El estaba en las mismas condiciones.

Ninguno hablaba, solo se apreciaban el uno al otro, se podía notar a miles de kilómetros de distancia que sentían algo más que una amistad. El aura que se sentía al estar juntos era como caminar con tu amado a las orillas del mar en un atardecer, simplemente mágico.

El chico de lentes subió suavemente su mano hasta la mejilla de la castaña, comenzó a acariciarla con sus yemas, sintiendo la suave piel que está tenia, y con nervios, rosó su labio inferior.

Por instinto, Brianna separo levemente sus labios y dio unos pasos hacia Harry. Este deslizó su mano hasta el cuello de la chica y era tanta la tensión, que no tardó mucho en jalarla hacia el, cerrando con un beso la distancia que quedaba entre ellos.

Los suaves labios de Brianna se movían en perfecta sincronía con los del joven Potter, lentamente y con el deseo a flor de piel. Ambos chicos solo podían pensar en lo bien que se sentía, se sentían completos por cada segundo que pasaba.

Harry bajó sus manos a la cintura de su mejor amiga, atrayéndola aún más a él, quería quedarse ahí para siempre, nunca soltarla, ella era demasiado adictiva.

Brianna estaba encantada, todos sus sueños volviéndose realidad, los labios de Harry James Potter se sentían mejor de lo que había imaginado.

Parecieron pasar segundos, pero estos dos enamorados y su deseado beso tuvieron que detenerse por el problema más común al besar, la falta de aire.

Al separarse, se veían el uno al otro como minutos antes, en completo silencio la diferencia era que esta vez ambos sonreían de la manera más tonta posible. Harry decidió romper el silencio esta vez, con la voz temblorosa y casi tartamudeando por lo nervioso que estaba.

— Buenas noches, Bri — le dijo tomando su mano y depositando un pequeño beso en este.

— Descansa, Harry — le respondió ella, acercándose a él para besar su mejilla tintada de rojo.

Ambos se miraron por una ultima vez antes de irse por su lado, adentrándose lentamente en sus habitaciones intentando no despertar a nadie. Por dentro estaban gritando de emoción y eufóricos por el beso, y por fuera hacían lo posible por mantener la calma y no empezar a saltar y bailar de alegría.

Estaban enamorados y sabían que nada se interpondría entre ellos, o eso es lo que ellos creían.

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