Capítulo I - ¿Donde estamos?
31 de julio de 1998 - Hogwarts
Si alguien le hubiera dicho un año atrás que ahora estaría ocupando ese lugar, y que Voldemort desaparecería, Minerva McGonagall no le creería.
Mas en ese momento, que las circunstancias de la vida la habían llevado a ocupar el puesto que meses antes había sido de Severus Snape, ella podía admitir que se encontraba satisfecha. Lamentaba profundamente todas las pérdidas, pero el alivio que la invadía cada vez que pensaba en el fin de la guerra, era suficiente para brindarle la fuerza necesaria que requería seguir trabajando en Hogwarts. Y en lo que refería a este fantástico colegio, la actual directora junto con los demás profesores tenía la difícil labor de reconstruir el castillo tras su destrucción en la batalla del 2 de Mayo. Su meta era poder abrir el castillo para comenzar las clases, el primero de setiembre.
Pero lo que ella no se esperaba ni por asomo, era ver por la ventana mientras descansaba en su cómoda silla detrás del escritorio, la aparición de un grupo de jóvenes en los terrenos de la escuela.
31 de julio de 2027 - La Madriguera
Era un soleado día de verano y todos los primos Weasley en compañía de sus amigos se encontraban en la madriguera decorando el jardín para el festejo del cumpleaños número cuarenta y siete del tío Harry.
Era una fiesta sorpresa y Harry se encontraba de compras arrastrado por su esposa, quien junto con todos los demás adultos, sabía de la fiesta y tenía como meta alejarlo todo lo posible de la Madriguera.
Victoire se encontraba persiguiendo a sus hijos quienes corrían de acá para allá, entrando y saliendo de las habitaciones y desordenando todo lo que encontraban a su paso.
Teddy estaba intentado colgar los globos pero debido a la torpeza heredada de su madre, más que colgarlos los perdía o los explotaba.
Lucy, Lily, Molly II y Alice estaban sirviendo la comida en las mesas armadas mientras los pequeños intentaban robar comida de la cocina.
Y todos los demás estaban haciendo diferentes cosas; charlaban, jugaban quidditch —con reiteradas quejas de las chicas que obviamente no estaban jugando y les pedían que cooperaran con la organización— u ordenaban la casa para la fiesta.
Parecía que todo era normal, o lo que puede considerarse normal estando en la madriguera, pero de un momento a otro todo se descontroló.
— ¡Nymphadora! ¡Trae eso en este instante! —exigió desesperada la rubia mayor al notar lo que su niña tenía en las manos.
Pero la pequeña se escondía de su madre y no soltaba el nuevo juguete que había encontrado en una de las habitaciones.
Todas las personas que estaban en la casa se acercaron alarmadas al oír los gritos de la joven, pero cuando llegaron nadie entendía cuál era el drama de que la niña estuviera jugando con un colgante, hasta que Rose, Albus y Teddy se percataron de lo que Nymphadora sujetaba y el último exclamó ahora también desesperado:
— ¡¿De dónde pudo haber encontrado un giratiempo?! ¡Qué alguien se lo quite!
—Es de mi madre —susurró Rose con un hilo de voz—. Si nadie se lo quita podría suceder algo trágico.
Pero antes de que nadie pudiera hacer algo la pequeña tropezó y dejó caer al suelo el giratiempo.
Este se rompió dejando escapar un potente brillo dorado y una fría neblina que envolvió a todos los que estaban en la madriguera.
En 1998...
La oscuridad los invadió y cada uno de los jóvenes sintió como si estuviera utilizando un traslador o algo parecido.
Cuando la niebla se disipó y pudieron ver algo, notaron que ya no estaban en la madriguera sino que estaban en los jardines de Hogwarts.
El primero en reaccionar fue James, quien no comprendía nada y preguntó dónde estaban.
—La cuestión no es donde estamos, sino cuándo. Está claro que estamos en Hogwarts, lo que no tiene mucho sentido —le respondió Rose, mostrando en su rostro un gran gesto de confusión.
—Si te soy sincero, no entiendo nada —expuso James.
—Tú nunca entiendes nada. Me refiero a que eso era un giratiempo.
—Sí, eso ya nos lo hizo notar Teddy, pero sigo sin comprender que tiene que ver con esto.
—Ay, por Merlín, realmente eres lento. Si el giratiempo se rompió lo más probable es que hayamos viajado en el tiempo, pero no sabemos cuánto tiempo retrocedimos, podrían ser días, semanas, incluso años —farfulló la chica.
—Oh.
—Viajamos en el tiempo ¿y solo dices "oh"? —le reprochó con incredulidad Lily a su hermano mayor.
—Estamos metidos en un problema enorme, si alguien nos ve podemos alterar las barreras del tiempo y no sé qué catástrofes podemos causar —recalcó Albus.
—Sí, pero tampoco nos podemos quedar parados donde estamos, les recuerdo que somos más de veinte personas vestidos con ropa muggle y pertenecientes a otro tiempo, ¿qué hacemos? —cuestionó Frank.
—Me parece que lo mejor para nosotros en este momento sería buscar al director o directora de este Hogwarts, ¿quién será? —expuso Scorpius luego de reflexionar.
—Yo lo soy —los interrumpió una voz a sus espaldas.
— ¿Profesora McGonagall? ¿Es usted? —preguntó tímidamente Lily al ver a la profesora varios años más joven y con la varita apuntándoles.
—No sé cómo sabe mi nombre, pero quien debería estar haciendo preguntas aquí soy yo. ¿Quiénes son ustedes y cómo entraron? Si no me dan una buena explicación tendré que llamar al cuartel de aurores.
Con tranquilidad y delicadeza le contaron lo que había sucedido con sumo detalle. Ésta, como resultaba lógico, al principio no les creyó pero luego de observarlos en detenimiento y notar sus parecidos físicos con algunos de sus estudiantes se terminó de convencer y les pidió que la acompañaran al gran comedor que estaba vacío para poder decidir qué hacer.
Minerva se comunicó con el nuevo ministro citándolo en Hogwarts ya que le pareció que lo que acontecía era de vital importancia.
Cuando le informaron de la situación, llegaron a la conclusión de que necesitaban un nuevo giratiempo, pero lamentablemente todos habían sido destruidos hacía dos años.
—Mi madre me contó que un año antes de que yo naciera construyeron nuevos giratiempos como el que nos trajo aquí —contribuyó Rose—, tal vez lo que necesitamos es que alguien construya uno en este tiempo. Señor ministro, ¿usted sabe de alguien que sepa hacerlo?
—Supongo que son los inefables los que deben saber sobre este tema.
Después de esto, el ministro se comunicó con el departamento de misterios y obtuvo una respuesta que no satisfizo a nadie. Acordaron investigar el caso catalogándolo de suma prioridad pero no confirmaron que pudieran construir uno nuevo. E incluso si lograran hacerlo, les llevaría al menos tres meses, sino es que más. Era demasiado tiempo, pero por el momento era la única solución con la que contaban.
Ninguno sabía que harían hasta ese entonces y por si fuera poco no podían quedarse todo el tiempo en el castillo porque faltaba poco para el comienzo de clases.
Fue a Fred a quién se le ocurrió una idea, pero antes de exponerla le preguntó a McGonagall:
—Profesora, ¿en qué año estamos? —a todos se les había olvidado ese detalle tan importante.
—Estamos en 1998, hoy es 31 de julio.
—Eso quiere decir que hace unos meses fue la batalla de Hogwarts y que ninguno de nosotros nació aún —intervino Hugo.
—Exacto, por eso pensé que podíamos llamarlos y presentarnos, así tal vez ellos nos den un lugar para quedarnos —propuso Fred II.
— ¡¿Estás loco?! ¡No se tienen que enterar! —exclamó Victoire.
—O tal vez sí —la interrumpió Rose—. Podríamos hacer lo que dijo Fred y antes de irnos borrarles los recuerdos de este viaje a todos lo que nos vieron. Además, les haremos prometer que mientras estemos aquí no revelen todo esto a nadie que no sea de confianza.
—Rose tiene razón, como siempre —intervino Scorpius—, eso es lo que debemos hacer.
McGonagall accedió a esto y les pidió que hicieran una lista con las personas que querían que los conocieran.
Después de meditarlo entre todos, Lucy escribió los nombres elegidos en un pergamino y se lo entregó a la directora.
Acordaron que los llamarían para que vinieran a la mañana siguiente, mientras ellos dormían esa noche en la sala de los menesteres.
A la mañana siguiente...
Harry, Hermione, Neville y Luna se encontraban en la madriguera con todos los Weasley, ya que el día anterior habían celebrado el cumpleaños dieciocho de Harry y debido a que había terminado muy tarde, les habían ofrecido quedarse a pasar la noche.
Cuando todos estaban desayunando les llegó una carta de Hogwarts. Molly la tomó y la leyó en voz alta: "Queridos señores Weasley: Les informo que ayer recibimos en el castillo a unas visitas muy peculiares que solicitan ver a todas las personas que se encuentran en La Madriguera. Agradecería que vinieran al castillo en el correr de esta mañana, y que no juzguen nada antes de enterarse de todos los acontecimientos. Está todo asegurado y no hay ningún peligro. Los espero. Atte. Profesora McGonagall."
Esta carta tomó a todos de sorpresa pero igualmente se encaminaron al castillo.
Cuando llegaron al gran comedor se encontraron con que había más personas.
Entre ellos se encontraban Andrómeda Tonks con Teddy en brazos, Angelina Johnson, Hannah Abbott, Malfoy con su madre, Theodore Nott, las hermanas Greengrass y dos chicos que solo algunos pudieron reconocer.
En lugar de las cuatro mesas regulares del gran comedor, hoy allí había solamente una mesa en el centro de la sala, pero lo que más les llamó la atención fue una especie de escenario en lugar de la mesa de profesores. Las puertas de gran comedor se abrieron y la profesora McGonagall entró seguida de un grupo de personas cubiertas por unas túnicas negras que no dejaban ver sus caras.
La profesora hizo aparecer una mesa en una esquina para que los encapuchados se sentaran, y después se dirigió a todos en el comedor que se encontraban pasmados.
—Muchas gracias por venir, para mí era de suma urgencia que llegaran lo antes posible.
—Está bien profesora, ¿pero se puede saber para que nos llamaron? —preguntó Hermione.
—Por supuesto señorita Granger, los llamé por que ayer vinieron unas personas del futuro —apenas dijo esto los murmullos comenzaron en el gran comedor hasta que Hermione se dirigió a la profesora.
— ¿Pero eso no es muy peligroso? Podría alterar el espacio-tiempo.
Entre los desconocidos se escuchó como alguien mascullaba que eso es lo que él había dicho, pero fue callado por un codazo en las costillas de la persona que tenía al costado.
—Escuchen con atención, es una larga historia —les dijo y comenzó a explicar lo que había sucedido y la razón por la que había llamado a todas estas personas.
—Entonces, ¿allí se encuentran nuestros hijos? —Harry señalo la mesa que estaba alejada.
—Es muy probable, señor Potter.
Luego de que todosestuvieran sentados en la mesa central incluida McGonagall y algunosprofesores, se paró un chico alto y caminó hasta el escenario donde se sacó latúnica y dijo:
—Hola, Hogwarts del pasado, yo soy...
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