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9.- El desagrado también significa algo.

JAYDEN

Intentaba no pensar demasiado en lo que se decía sobre mí y la fotografía con Cody Brooks. El abuelo no habla demasiado del tema y papá parece no saber mucho, así que tengo que guardarme mis cuestionamientos.

Odio los rumores, y conozco perfectamente a la prensa como para saber que, si recurro a internet, encontraré todo menos la verdad.

Así que he optado por dejar a un lado mis cuestionamientos, y retomar un poco del arte que he dejado abandonado en las últimas semanas. La creación de la escultura que le obsequié a Tessandra el otro día, sirvió para abrirme las puertas de la creatividad, así que he estado tallando esculturas durante los últimos días, e intentando darles el lienzo que se merecen.

Me recuperé rápido de la pelea, no quise tomarme un descanso, lo que menos necesito es tener el tiempo disponible para pensar en lo que estaba ocurriendo y en las posibles causas de eso.

—¿Tú sabes algo, mamá? —inquiero hacia mi madre mientras me acomodo en el sillón del estudio, observando a mi madre pintar con delicadeza el cuadro que está frente a ella.

—No mucho, en realidad —admite deslizando su atención hacia mí —eso ocurrió mucho antes de que siquiera tu padre y yo nos conociéramos, así que no tenemos mucho conocimiento.

—Parece que nadie quiere decirme nada sobre eso —me quejo echando la cabeza hacia atrás.

—O tal vez no es lo suficientemente importante como para que te angusties por eso —me señala con el pincel —y creo que tienes cosas más importantes por las cuales preocuparte, ¿o no?

Me lo pienso por un segundo, evidentemente no obtendría nada de mamá. Es como si todos hubiesen hecho una especie de pacto para guardar silencio.

—Tienes la misma mirada que tu padre —vuelvo la atención a mamá cuando habla —esa misma que posee cuando intenta averiguar algo.

Sonrío de lado.

—Es solo que no entiendo porque la gente quiere crear una rivalidad en donde no la hay —admito —no conozco a ese chico, apenas lo he visto dos veces en mi vida. Así que intento comprender porqué todos parecen querer un enfrentamiento.

La mirada de mamá se desliza hacia un punto por detrás de mi espalda, así que volteo. Papá está apoyado en el umbral, mantiene los brazos sobre el pecho y la mirada estrecha.

—Sé que tienes preguntas, Jay —dice abandonando su cómoda postura para acercarse —pero hay cosas que no son nuestra responsabilidad, y que no merecen nuestra atención. Si tuvieses en verdad un enfrentamiento, lo sabrías. Tu abuelo ya lo dijo, no debes preocuparte. Sabes que, si ocurriese algo, seremos los primeros en decirte.

Sonrío un poco más aliviado, porque sé que es verdad. Mis padres no me han ocultado nada en mis veintidós años de vida. Sé todo, si algo importante estuviese ocurriendo, ellos me lo dirían.

Asiento, me incorporo de mi cómodo sillón y le doy una mirada a mamá. Ella me sonríe con suavidad, con ese gesto sincero que siempre la ha acompañado.

—De acuerdo —me doy por vencido —ahora tengo que irme, te dejo mamá, para que sigas creando arte.

Ella lanza un beso y sonrío, papá me acompaña fuera del estudio, hasta la sala. Los juguetes en la sala dejan la evidencia de que Juls estuvo aquí antes de su siesta vespertina.

—Jay —volteo cuando escucho la voz de papá. Me mira por un corto tiempo antes de dar un par de pasos para conseguir plantarse frente a mí —si tu abuelo no te dice nada, no lo presiones, ¿de acuerdo?

Asiento. —Lo sé. Ahora tengo que irme.

Papá eleva la mano en un ademán de adiós y lo imito antes de darle la espalda, y salir de la casa.

Cuando me encuentro en el auto, tomo una inhalación antes de encender el motor. Permanezco unos segundos más, estacionado frente a la casa de mis padres y sacudo la cabeza.

Tengo que dejar esto a un lado.

Si algo ocurriese, si fuese lo verdaderamente importante...ellos me lo dirían.

Me lo repito hasta que consigo convencerme, hasta que mi mente opta por dejarlo a un lado y confiar que, de verdad, no tengo absolutamente nada de que preocuparme.

—Hay una fiesta —dice Kyle apenas ingresamos a la cafetería de la universidad al día siguiente —vendrán, ¿no es cierto?

—Eso depende —Asher se apodera de tanta comida que la encargada lo mira mal —la última fiesta a la que nos invitaste fue un completo desastre.

Retengo la risa, Kyle solía encontrar fiestas en cualquier lugar y la mayor parte del tiempo, conseguía convencernos de asistir.

—¿En dónde es? —inquiero una vez que tengo la comida en mi bandeja, y vamos hasta una de las mesas que se encuentran disponibles.

—Southwest.

—Estoy libre —me encojo de hombros —y creo que nos hace falta un poco de diversión.

—Si Jayden va, entonces no puedo faltar —bromea Asher —¿pasas por mí, Jayden?

Antes de que pueda dar una respuesta, Kyle pregunta lo mismo y sé que inevitablemente me convertiré en el conductor designado de mi par de amigos.

Pasamos el almuerzo con normalidad, sin nada que altere nuestra hora de comida y cuando tenemos que volver a las aulas, ellos advierten que no olvide pasar a recogerlos.

—¿Serás la niñera en la fiesta de esta noche? —Tessandra me mira con diversión cuando estoy por entrar al aula.

Diferente a todas las veces anteriores, esta vez solo hay un dejo de burla en su voz. Pero su mirada es curiosa.

—No pude hacer mucho al respecto —establezco —¿qué hay de ti? ¿Irás?

Mueve la cabeza en un asentimiento, le doy una rápida mirada a su atuendo. Lleva una blusa blanca entallada, con los hombros descubiertos. Unos pantalones negros que se ajustan perfectamente a sus curvas y la chaqueta sujeta a la cintura.

Su cabello está recogido en media coleta, las ondas caen por sus hombros como una cascada de fuego, casi tan brilloso que tengo la tentación de acariciarlo para volver a sentir la suavidad que experimentados mis yemas en el estudio de arte cuando posó para pintar la escultura.

—Puedes sacarme una foto, campeón. No me molesto —se burla.

Parpadeo, saliendo del pequeño trance en el que había entrado y me aclaro la garganta.

—No es necesario, te tengo bien grabada en la mente —le dedico un guiño y ella resopla.

—Si no te conociera, diría que estás intentando coquetear conmigo —eleva el mentón para conseguir mirarme —lo cual sería una lástima, porque tengo que decir...paso.

Arruga la nariz en un gesto que lejos de parecer desagrado, la hace lucir adorable.

—Has roto mi corazón, reinita —retengo la sonrisa

—Como si tuvieras —responde con diversión.

Ingresamos por completo al aula, caminamos hasta nuestros asientos, pero esta vez, Tessandra no se sienta en su lugar habitual, sino que se deja caer de manera despreocupada a mi costado.

No le tomo demasiada importancia, dejo la mochila a un lado antes de girar hacia ella.

—Creí que el tema de mi corazón había quedado claro —objeto —junto con la promesa que no lanzarías más botellones hacia mí.

Tessandra ríe. El sonido brota de manera casi natural, sus labios se curvan en una sonrisa mientras sacude la cabeza. Se acomoda en la silla, sacando los cuadernos antes de atreverse a conectar la mirada con la mía.

—A veces me haces dudarlo —admite encogiéndose de hombros —pero te daré el beneficio de la duda, y creeré en tus palabras, campeón.

La miro por un corto tiempo, reteniendo la sonrisa que al final acaba por vencerme y termina dibujándose en mis labios.

—No eres tan insoportable, Tess.

—Ni tu tan idiota —sonríe.

La profesora entra y solo así nuestra conversación se corta. Dejando cada vez más firme que nuestra lucha de poder, tal vez comenzaba a desaparecer.

Me apoyo contra la barra de bebidas, dando una mirada rápida a mi alrededor para intentar localizar a mis amigos. Son cerca de las dos de la mañana y los he perdido de vista prácticamente desde que llegué.

La fiesta a la que Kyle nos había invitado resultó ser de uno de los chicos del equipo de atletismo de la universidad. Hay una piscina de espuma con globos, mucho alcohol, y más clases de preparados de los que siquiera pude imaginar.

Ser el conductor designado apesta, apenas y me he permitido tomar uno de las bebidas preparadas porque es evidente que mis amigos estarían sobre su límite, y alguien debe de asegurarse que lleguen con bien a su casa.

Parezco todo un papá.

—Cumples bien tu rol de niñera, ¿eh? —no me hace falta voltear para reconocer la voz.

Sonrío, girando lentamente la cabeza hasta conseguir enfocar a la mujer de cabello cobrizo mirándome con diversión. Luce mayor, por el maquillaje oscuro en los ojos y el vestido negro brillante que porta. Sus curvas resaltan, mucho más que con el pantalón entallado que portaba en la mañana.

—Lo hago lo mejor que puedo —respondo —luces bien, reinita.

Probablemente no se espera mi comentario porque arquea la ceja, da un paso para acercarse y noto que está más alta debido a los tacones de aguja que lleva.

—¿Te burlas de mí?

—¿No puedo ser amable sin que pienses algo malo? —cuestiono ladeando la cabeza —¿en qué concepto me tienes?

Se ríe, el sonido vuelve a envolverme mientras lo hace, sus ojos se estrechan y sacude la cabeza ocasionando que sus ondas se deslicen por sus hombros y dejen la piel de la zona descubierta.

—Te tengo en el concepto que me has dado —asegura —el presuntuoso y arrogante campeón mundial.

—No soy presuntuoso, ni arrogante —objeto cruzándome de brazos —eso es lo que has creído tú. Campeón mundial sí, pero creo que todos saben eso.

Me quejo cuando Tessandra golpea mi hombro con su puño, sus nudillos se clavan en mi hombro y resulta más doloroso de lo que pude haber esperado.

—Eso, por si no lo sabes, es ser arrogante y presuntuoso —sentencia, cruza frente a mí, dándome una excelente vista de su espalda descubierta antes de apoderarse de uno de las bebidas preparadas, y lanzarme una mirada sobre el hombro —diviértete, campeón.

La miro volver a su grupo de amigas, y junto con un chico que no conozco. Mantengo la atención en ella y no la aparto cuando Tessandra mira sobre su hombro, enfocándome también.

—¿Coqueteabas con Tessandra Green? —volteo ante la voz femenina que se escucha a mi costado.

Dayana Rivers, una compañera de curso y también lo más cercano a una amiga, me mira casi con incredulidad.

—No sé que concepto tengas de coqueteo —respondo —porque no es lo que estaba haciendo.

Ella sonríe, apoya un codo sobre la barra y ladea el cuerpo.

—Bueno, ustedes dos se odian —se encoge de hombros —o parecen odiarse.

—Muchas personas creen cosas que no son —establezco —Tessandra y yo no nos odiamos, Day. Aunque eso no significa que esté coqueteando con ella. En todo caso, ¿qué importa?

El cambio de música parece ser una oportunidad perfecta para cambiar de tema, porque Dayana hace un gesto con la cabeza señalando el centro de la sala en donde todas las personas se aglomeran.

La sigo con una sonrisa, la música vibra en mi pecho y me muevo al ritmo que nos envuelve. Siguiendo los pasos de la rubia frente a mí y olvidándome por los minutos que le siguen, de todo lo que llevaba en la mente antes de este momento.

Cerca de media hora después, estoy lo suficientemente acalorado como para necesitar un poco de aire fresco. Dayana dice que va al baño y yo le indico que me busque afuera después. La brisa golpeándome se siente reconfortante, como una gran ola de alivio.

Me aparto de la zona en donde todos parecen haber elegido fumar y camino hasta el jardín trasero, en un lugar un tanto apartado.

—He dicho que me sueltes —mis pasos se detienen cuando la voz que se escucha a unos metros se me hace conocida —suéltame, idiota.

—¿O qué? ¿Enviarás a tus matones por mí?

No lo pienso demasiado, camino con rapidez hasta el sitio en donde reconozco a Tessandra, no está sola, un chico la sujeta de la cintura y ella intenta librarse.

—No necesito a mis matones —consigue librarse del agarre, pasa tan rápido que, de un segundo a otro, el puño de Tessandra se estampa contra el rostro del chico.

—Oh, maldita perra —es una fracción de tiempo, tan rápida como un flashazo en el que la mano del idiota se encuentra contra el rostro de Tess. Ella cae al césped y es en ese punto, en el que algo en mi se enciende.

—No te atrevas a tocarla otra vez —estoy lo suficientemente cerca y el cabrón lo suficientemente desprevenido que no ve mi puño yendo a su rostro.

No me detengo, golpeo su rostro con fuerza y luego lanzo un gancho contra su abdomen. El idiota jadea y es suficiente para lanzarlo al césped.

—Vuelves a tocarla y...

—¡Jayden! —el grito de Tessandra se pierde con el estallido del cristal, el dolor en la parte trasera de mi cabeza se presenta con intensidad y me siento desorientado ante el golpe.

Volteo y es una fracción de tiempo en el que miro al idiota detrás de mí, apenas y tengo tiempo de esquivar el golpe que lanza contra mi rostro. Estoy aturdido, pero eso no me impide defenderme, he golpeado a boxeadores estando aturdido, así que esta no es la excepción.

Los golpes que el idiota frente a mí lanza son descuidados así que es fácil esquivarlos. Sacudo la cabeza esclareciendo mi visión, son solo dos idiotas. El que se está levantando del césped y el que está frente a mí.

—Voy a romperte la cara —advierto antes de lanzar mi puño contra él. Golpear a alguien con guantes no es lo mismo que usar el puño, mis nudillos se encuentran con su rostro, y luego clavo mi rodilla contra sus costillas.

—Ni se te ocurra —volteo y casi quiero sonreír al ver a Tessandra con su tacón en mano amenazando al idiota que la golpeó antes —acabas de asegurarte una paliza, idiota. Espera a mis matones pronto.

Solo entonces el rostro del chico palidece y el otro que está en el césped detiene sus intentos de levantarse.

Un brazo se enrosca en el mío y tira de mí apartándonos del sitio en el que la gente había comenzado a llegar.

—Ay, joder —llevo la mano hacia la parte trasera de mi cabeza, y maldigo cuando siento el líquido caliente.

Tessandra sigue tirando de mi cuerpo, conduciéndonos a quien sabe dónde. La adrenalina del momento a pasado y el dolor en la herida de mi cabeza se intensifica.

—Espera, Tess...—me siento repentinamente mareado —detente un segundo.

Ella dice algo que no entiendo porque mi mente se nubla. Llevo la mano hacia el frente y la mancha roja en mi palma me hace maldecir otra vez.

—¿Jayden? —su voz se escucha lejana mientras el dolor se intensifica y creo saber que es lo que va a suceder.

Doy un paso inseguro, y mi cuerpo pierde fuerzas, un par de brazos me sostienen, pero no son lo suficientemente fuertes porque siento mi cuerpo chocar contra el concreto.

¿Qué mierda? Es lo único que pienso antes de que mi mente se apague por completo. 

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