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8.- Tú eres el campeón.

TESSANDRA 

Las peleas de Jayden siempre nos dejan mucho dinero. Las apuestas siempre están de su lado, así que el dinero que ganamos cada que Badbreaken pelea, es más bueno que cualquier otra apuesta.

Ingreso a la universidad el lunes siguiente, con Jess siguiéndome de cerca.

—Parece que el campeón tiene la suficiente atención femenina —dice mi amiga mientras nos aceramos al aula.

Dirijo la mirada hacia el sitio que señala, y retengo la risa al mirar a Jayden. No parece estar teniendo un buen día, y las chicas a su alrededor parecen no mejorar eso.

Los moretones en su rostro son visibles, la pelea que tuvo el fin de semana pasado, fue intensa, y las marcas en su rostro lo evidencian.

No hemos tenido mucha interacción, la escasa que hemos tenido a sido meramente cordial, o porque ninguno podía escapar de un par de saludos. Considerar que Jayden y yo hubiésemos formado una amistad por nuestras interacciones pasadas, sería una locura.

—No parece que lo disfrute mucho —respondo divertida mientras ingresamos al aula de clases.

Jayden pareciera desear estar en cualquier otro sitio, menos en la universidad. Le doy una rápida mirada, pero él permanece con la atención fija en el celular. Solamente la eleva cuando la profesora ingresa, pero no parece prestarle atención a nada de su alrededor.

Es extraño, viniendo de él quien parece que siempre tiene algo nuevo de lo cual enorgullecerse, y teniendo en cuenta que se hizo dueño de un nuevo cinturón de campeón, debería estarlo gritando a los cuatro vientos.

Me repito que no es algo que me incumba. Después de todo, todas las personas tenemos días malos.

Intento no pensar demasiado en la extraña actitud del campeón y me concentro en mis propios asuntos. La primera exposición se realizaría dentro de poco y necesitaba presentar algunas obras para poder tener el derecho a mi evaluación final.

Con el asunto de las apuestas, cuidar de Lacy y hacerme cargo por completo de la casa, mis tiempos para crear alguna obra se han visto reducidos, así que le he pedido el favor a Kim de cuidar de mi hermana mientras intento avanzar en algo en la sala de arte de la universidad.

No pasa nada especialmente importante durante el resto del día, anoto todos los pendientes en mi teléfono y cuando las clases acaban, llamo a Kim para asegurarme que Lacy no ha decido hacerle mil berrinches.

Cuando me asegura una y otra vez que ambas están perfectamente bien, me permito sentirme tranquila y dirigirme hacia las salas de arte acondicionadas para los estudiantes.

El silencio reina en el ambiente, son espacios medianos que te permiten un silencio adecuado para la concentración, poseen todos los materiales que pudieras necesitar, así que es el sitio perfecto para dejar volar la creatividad. Sin embargo, hoy esta particularmente vacío.

Dejo la mochila a un costado, mientras tomo uno de los delantales y me lo coloco, ajusto el lazo detrás de mi espalda y tomo uno de los lienzos disponibles.

—Maldición —el sonido de algo romperse me sobresalta. Hasta este punto, creí que estaba sola —esto no está funcionando.

Camino hasta la sala conjunta, en donde la voz molesta hace eco. Cuando llego, espero ver a cualquier persona, excepto a Jayden.

Mantiene las manos manchadas con arcilla, su delantal también está sucio y por la forma en la que mira la que creo era una escultura en el suelo, sé que no está resultado como debería.

—¿Problemas? —Jayden eleva la vista, por la cercanía soy capaz de apreciar mejor los moretones en su rostro. Sus cejas se fruncen, y me mira con algo parecido a enfado.

—Lo siento, pensé que estaba solo —dice inclinándose para recoger los pequeños trozos que se han esparcido por el suelo.

Me tomo el atrevimiento de ingresar, recorro el entorno mirando las pequeñas esculturas que seguro pertenecen a otros estudiantes. Hay unos pequeños botes de pintura abiertos, supongo que los que estaba usando Jayden antes de decidir destruir su escultura.

—Parece que hoy no es un muy buen día para crear arte —mi voz hace un poco de eco cuando hablo.

—Hoy no es un muy buen día para muchas cosas —responde con frialdad.

—¿Qué pasa contigo, campeón?

Me mira con fastidio por un corto tiempo antes de volver a centrarse en recoger sus piezas. Su cuerpo se encuentra mucho más grueso, los músculos de sus brazos se contraen cuando se apodera de las piezas del suelo y cuando se incorpora, la espalda ancha me da una excelente vista.

Me repito que no debería estar admirándolo. Pero vamos, es imposible no admirar un cuerpo perfectamente trabajado como el de Jayden.

—No tengo ánimos de lidiar contigo hoy, reinita.

—Yo nunca tengo ánimos de lidiar contigo, pero aquí estamos —objeto divertida.

Su frente se relaja ante mis palabras, Jayden aprieta los labios intentando retener la sonrisa, pero no lo consigue del todo bien, ya que un par de instantes después, sus labios se curvan hacia un lado, en una media sonrisa.

—¿Problemas con la inspiración?

—Creo que no es buena idea intentar hacer esculturas con muchas cosas en la cabeza —admite colocando el resto de las piezas dentro del bote de basura. Lleva las manos detrás de su espalda, deshaciendo el nudo de su delantal y se lo quita.

—Debería ser al revés, te coronaste como el campeón hace dos días —le recuerdo como si Jayden fuese capaz de olvidarlo —creí que estarías orgulloso de eso.

Sonríe, pero el gesto no llega a sus ojos.

—Bueno, parece que mi triunfo se vio opacado por otras cosas —se encoge de hombros —así que supongo que debo olvidarme también.

Frunzo las cejas, Jayden termina de guardar sus cosas y cuando vuelve la atención en mí, se detiene.

—¿Qué?

—¿Quién eres tú y que has hecho con el odioso Jayden orgulloso y presumido que conozco? —inquiero colocando las manos en la cintura —ese me agradaba más.

Esta vez no retiene la sonrisa y se carcajea. Sus ojos se estrechan ante el gesto, sus hombros se sacuden y el sonido es tan contagioso que termino riendo con él.

Jayden deja la mochila a un lado, y camina hasta sentarse en uno de los bancos, eleva la mirada hasta mí, una lejos de su habitual arrogancia y autosuficiencia.

—¿Por qué estás interesada? —inquiere.

Me encojo de hombros porque yo tampoco conozco la respuesta.

Jayden permanece en silencio, sus hombros se elevan cuando toma una inhalación y luego deja ir el aire. Mete la mano en su bolsillo y saca el celular, permanezco a unos pasos de distancia de donde se encuentra, aguardando por lo que sea que va a hacer.

Cuando parece encontrar lo que busca, extiende el artefacto en mi dirección. Es una imagen de él, dándole la mano a un chico. Es justo después de la pelea, la sangre brota del corte de su ceja y tiene los pómulos enrojecidos, pero mantiene una sonrisa en los labios.

Sin embargo, no parece que la imagen sea el problema, sino el encabezado.

El campeón dándole la mano a Cody Brooks, nieto del boxeador al que el gran Thunderbreaker destrozó en el cuadrilátero. ¿Será este un nuevo indicio de un enfrentamiento con una nueva generación?

Hay muchos comentarios, demasiados. Y no todos son tan agradables.

—Todos parecen haber olvidado que me coroné como el campeón de la OMB, y parecen más enfocados en hablar sobre mi abuelo y una rivalidad que no entiendo —admite con las cejas arrugadas. —He perdido la cuenta de las llamadas que he recibido de la prensa intentando saber si pelearé con él. Mi abuelo dice que no debo de preocuparme, pero sé que ni el cree en sus palabras.

Lo miro a detalle, parece necesitar el sacar todo lo que le molesta así que solo guardo silencio.

—¿A quién le importa nieto de quien sea? —inquiere con rudeza —pasó hace años. Fue la primera pelea de mi abuelo, ¿por qué siguen interesados?

Se incorpora del banco y se pasea por la sala.

—Es ilógico, ¿no lo crees? —asiento cuando me mira —ilógico pensar que aún hay rivalidad, ni siquiera sabía quién era ese chico, no me importa en lo absoluto. Esto es tan malditamente frustrante.

Aún tengo el celular en la mano, Jayden sigue hablando sobre lo molesto que es que lo relacionen con algo que no entiende, sobre cómo se siente ante la actitud de su abuelo que parece excluirlo, y cuando aumenta la rapidez de sus palabras, sé que tengo que detenerlo.

—Jayden... —no parece tener intenciones de escucharme, se mueve por la sala maldiciendo y reprochando así que dejo el celular en uno de los pocos espacios limpios, y me coloco frente a él —¿quieres guardar silencio por un segundo?

Parpadea, aprieta los labios y toma una inhalación.

—Lo siento —se disculpa —viniste por inspiración, no a escuchar mis problemas.

Me rio, es mi turno de caminar hasta la butaca y subirme a ella.

—¿Por qué te importa que hablen de eso? —le cuestiono —no debería importarte, tú lo has dicho, pasó hace años. Si tu abuelo, que es el que sabe la historia, no le da importancia, ¿por qué tu sí?

Me mira en silencio, sonrío levemente mientras me acomodo sobre la madera.

—¿Qué más da si no hablan de tu título como campeón de la OMB? Da igual, tú lo tienes, está en tu poder. ¿Por qué te importa lo que internet piense? No son más que especulaciones, Jayden, eres el campeón, ¿o no?

Asiente, su cuerpo se relaja y parece aliviado.

—No debería importarte, eres el campeón —le dedico un guiño —si dejas que leer esos artículos te moleste, entonces les estás dando un poder si ni siquiera darte cuenta. No permitas que sean más poderosos que tú. Hablan sobre un enfrentamiento inexistente, demuéstrales que no te importa, no lo necesitas.

Esta vez sonríe con naturalidad, con un gesto suave y sincero. Mueve la cabeza en un asentimiento, tan leve que apenas se percibe.

—Gracias, Tess —su voz también brota en un susurro suave. Lleno de amabilidad, casi como nunca antes había sonado.

Me encojo de hombros, restándole importancia.

—Es un placer —cuando hago el ademán de bajarme, él me detiene.

—¿Puedes aguardar un segundo? —pide tomando el delantal de nuevo y colocándoselo.

Extrañada ante su petición, asiento. Él va hasta uno de los estantes, y toma una de las esculturas. Se acerca con ella en manos y la deja frente a la elevación que hay para pintar las figuras.

Es una escultura de mujer a medio cuerpo, parece estar mirando a alguien, tiene el rostro hacia un lado y las ondas del cabello talladas a la perfección, como una cascada cayendo por sus hombros.

—¿Puedes imitar la postura? —solo en ese momento entiendo lo que pretende, y lejos de molestarme, sonrío.

Un nuevo asentimiento le doy como respuesta y giro la cabeza hacia el lado que indica, Jayden se acerca y cuando sus manos tocan mi cabello, me estremezco. Consigo disimular mi reacción muy bien, ocultar la sensación que producen las yemas de mis dedos contra la piel de mis hombros.

Escucho los pinceles ser tomados, y permanezco en la misma posición, dejándole hacer a Jayden lo que sea que se esté proponiendo. Me olvido incluso de que yo también tengo que crear mis piezas, y solo permanezco sentada contra el banco.

No me molesto en calcular el tiempo, el silencio nos envuelve, el sonido de los leves pincelazos y el agua goteando es todo lo que escuchamos. No hay nada incomodo, solo una sensación de tranquilidad.

Probablemente le lleva una hora, o tal vez un poco más. Mi cuello duele levemente cuando miro al frente, la sonrisa de Jayden es lo primero que enfoco, y luego, la escultura.

—Dios...—susurro bajando del taburete y acercándome. Jayden ha personificado la escultura, con mi rostro, mi color de ojos, y el color exacto de mi cabello. Cada uno de mis rasgos está definido, el contorno de mi rostro, mis pómulos, casi parece real.

Y lo ha creado en poco más de una hora. ¿qué tan bueno tiene que ser para conseguirlo?

—Es increíble —susurro inclinándome hacia adelante para mirarla mejor —Jayden...es...fantástica.

Incluso ha puesto el collar que porto, pintado con detenimiento y exactamente igual.

—Me alegra que te guste —dice con una leve sonrisa.

Lo sigo con la mirada cuando se aparta, se va hasta el extremo de la sala y toma una de las cajas que hay para transportar las esculturas. Permanezco en silencio mientras él la empaca, con cuidado de no arruinar la pintura, y cuando está lista, la extiende hacia mí.

—Para ti.

—Jayden...

—No me hagas arrepentirme, reinita —dice con una media sonrisa —tómalo como una ofrenda de paz.

Me rio, sin embargo, acepto la caja. Jayden se limpia las manos, cuando se deshace de la pintura se apodera nuevamente de su mochila, y me mira.

—Adiós, Tess —se despide con suavidad —gracias por mejorar mi día.

Es todo lo que dice antes de marcharse, dejándome con una ola de confusión y una preciosa escultura entre las manos. 

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Parece que nuestros chicos no se detestan por completo después de todo. 

Pero díganme... ¿qué opinan de la relación entre el campeón y la reinita? 

¿Creen que Tessandra tiene razón? 

¡Me encanta leerlas en comentarios!

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