6.- Una elección imposible.
JAYDEN
Si creí por un solo instante que la Tessandra Green dejaría de ser un molesto dolor en el trasero por nuestras interacciones pasadas, no pude estar más equivocado.
Unos días más tarde, todo rastro de amabilidad se erradicó de ella. Y volvió a ser la chica fría, testaruda y orgullosa que siempre he conocido.
—Juraba que las cosas comenzaban a mejorar —dice Asher con un semblante pensativo.
—Te lo dije, no somos amigos —le recuerdo mientras termino el vendaje en mi mano izquierda —solo fuimos amables el uno con el otro.
Una sonrisa se curva en los labios de mi amigo cuando me escucha hablar.
—Creo que tú fuiste más amable que ella —se burla —te lanzó un botellón.
—Supéralo —exijo.
—¿Así como tú lo has superado? —vuelve a reír.
Lo observo con molestia, opto por no darle una contestación y me limito a cubrir ahora mi mano derecha con la venda. Lo cruzo por el pulgar, dándole el ajuste adecuado que me permita el movimiento pero que sea lo suficientemente seguro.
El abuelo siempre dice que un buen vendaje es importante para prevenir lesiones, sobre todo cuando pasas más de cinco horas en un entrenamiento intensivo. Hoy es uno de esos días.
Observo a mi abuelo y a Robie hablar de algo mientras salen de la oficina. Robie tiene una carpeta en la mano e intenta explicarle algo al abuelo. Sonrío cuando entiendo lo que es.
—Una nueva pelea —Asher sigue la dirección en la que miro.
—¿Cómo sabes?
—La carpeta —hago un movimiento con la cabeza para señalarla —Robie utiliza siempre las carpetas para colocar los expedientes de los contrincantes. Nos ayuda a saber su historial, peso, edad, y todos los detalles importantes que puedan darme ventaja.
—¿Será una nueva pelea por cinturón?
—Seguramente —muevo levemente los dedos para asegurarme que el vendaje esté hecho de forma correcta —aunque entraré a otras categorías, así que tal vez es a quien retaré.
Asher no tiene oportunidad para responder porque mis entrenadores llegan hasta donde nos encontramos. Mi amigo los saluda y tras una corta conversación, se despide de nosotros.
Cuando el abuelo me mira, sé que no me equivoqué.
—¿Una nueva pelea? —cuestiono —¿quién es?
—Queremos que pelees en una nueva categoría —dice Robie —hay un nuevo campeón de OMB.
Arqueo la ceja, la OMB es la Organización Mundial de Boxeo. El abuelo peleó por ese cinturón cuando llevaba años en el boxeo, así que el hecho de que quiera que yo lo intenté con solo dos años como profesional, es sorprendente.
Creí que sería una categoría más sencilla. Una que no fuese tan...grande.
—Necesitas comenzar a ganar más títulos —dice Robie —no puedes quedarte con uno y defenderlo para toda la vida. Necesitas crecer, ir a otras categorías, la categoría de peso supermedio es ideal.
—¿Qué opinas, abuelo?
—Creo que tienes oportunidad, podemos hacer que aumentes tu peso y lanzar un reto.
—Creí que no tendría que buscar las peleas —le recuerdo, una sonrisa se extiende por sus labios.
Se acerca lo suficiente como para poder palmear uno de mis hombros. El abuelo me saca una cabeza de altura, recuerdo que cuando era más pequeño solía sentirme intimidado, aún me siento así en raras ocasiones, como esta.
—No buscas las peleas, buscas oportunidades. Sé que dije que tienes que esperar que las peleas vengan a ti, pero esta, como lo plantea Robie, es una gran oportunidad. Tienes la técnica y habilidad para defenderte, podemos trabajar en tu peso y tu defensa.
—Con esto tendrías dos títulos —la sonrisa de Robie se ensancha un poco más —te ayudará para ganar experiencia, e ir por los demás.
Me lo pienso un segundo, durante estos dos años me he convencido que soy casi invencible. Defiendo el título que poseo, y no había considerado ir por otro. Sin embargo, Robie tiene razón, necesito avanzar, necesito crecer. Ir por más títulos, ir por más.
—De acuerdo entonces —miro a ambos —hagámoslo.
Y con esas palabras, comienzo a seguir un camino que mucho más tarde, me traería más consecuencias de las que siquiera pude haber imaginado.
Le bastaron dos semanas a mi equipo dar a conocer la pelea. Terran Gregory, el actual campeón de categoría peso supermedio aceptó la pelea casi tan rápido como se le presentó. El hombre tenía 26 años y es una máquina de puro músculo.
Robie dice que tenemos cuatro semanas para aumentar mi peso y llegar al límite que se establece, así que tal vez deba olvidarme un poco de las creaciones que esperan por ser decoradas en mi estudio.
Mi padre no estaba de acuerdo con eso, y es por esa razón que ahora lo tengo aquí, tratando de no asesinarme en medio de su exposición. Sin embargo, las miradas que me lanza me hacen saber que tendremos una seria conversación después de esto.
—No le des mucha importancia, sabes lo celoso que es con el arte —mamá acaricia mi espalda —aunque espero que no descuides la universidad.
—El abuelo no lo permitiría, lo sabes —le recuerdo —¿puedes interceder por mí y lograr que papá deje de mirarme como si le hubiese hecho la peor traición del mundo?
Mamá ríe, su cabello rubio se sacude cuando lo hace y las leves ondas que se ha hecho en el cabello se deslizan por sus hombros. Halley Lewis, mi madre, es una mujer bellísima, siempre consideré que podría ser alguna clase de super modelo o algo por el estilo, aunque ella siempre ha dicho que no está hecha para pasarelas.
—Lo intentaré —dice acariciando mi brazo —pero conoces a tu padre.
Echo la cabeza hacia atrás y eso solo provoca más risas por parte de mamá. Solo parece dejar de burlarse de mi sufrimiento cuando mis tíos se acercan.
La tía Alessia viene junto con el tío Landon, ambos lo suficientemente elegantes como para dejarte saber que son un par de ejecutivos exitosos.
—Ahí está nuestro boxeador favorito —dice el tío Landon cruzando un brazo por sobre mis hombros —¿qué hay sobrino?
—Todo en orden, tío —respondo con una sonrisa —¿viste la pelea?
—¿Cómo perdérnosla? —inquiere ahora la tía Alessia —tus peleas se reproducen en la sala de cine de la casa.
—Como debe de ser —el abuelo aparece detrás —parece que solo así deciden visitar a su padre.
Una risa colectiva se deja escuchar. Mis tíos suelen pasar breves temporadas en Portland, ya que ambos trabajan en las empresas de mi difunto bisabuelo, Nicolás Lewis. Forman parte del cuerpo de accionistas, en donde también está mi padre, solo que papá no estuvo demasiado interesado en el mundo laboral.
—Dereck hizo un buen trabajo creando a un excelente boxeador y a un artista talentoso —dice mi tía —hemos visto tus piezas, son preciosas.
—Gracias —les sonrío a ambos y luego su atención viaja inmediatamente hacia Julieth, quien se roba todas las miradas.
Me aparto, paso la mirada por toda la galería intentando encontrar un rostro conocido aparte de mi familia. Reconozco a mis otros tíos, el tío Austin y el tío Noah hablar con papá, pero realmente no deseo tener más interacciones familiares.
Así que cuando distingo la cabellera pelirroja en una de las esquinas, no dudo ni un minuto en acercarme.
—Que sorpresa verte por aquí, reinita —Tessandra voltea en cuanto escucha mi voz.
—Campeón —dice dedicándome una rápida mirada antes de regresar su atención a la escultura que tenemos enfrente —es una exposición impresionante, no podía perdérmela.
—Sí, lo es —me cruzo de brazos, manteniendo la mirada sobre ella.
Tessandra vuelve a voltear, con la ceja arqueada y una mirada interrogativa.
—¿Qué?
—Creí que habíamos llegado a un acuerdo de paz —eso la hace reír. Gira hasta conseguir quedar de frente y se acomoda el cabello de un solo lado.
Lleva unos pantalones negros entallados, una blusa blanca y una chaqueta de cuero negro. Luce como toda una chica problemas, su vestimenta resalta entre los colores pasteles y suaves que portan los visitantes de la galería.
—Creo que estamos a mano, te disculpaste, me disculpé —se encoje de hombros —y tienes mi palabra que no volveré a lanzar una botella en tu dirección.
—Solo colores —debato.
—Tal vez solo colores —vuelve a elevar los hombros —en fin...tu padre tiene una galería preciosa. Y supongo que los cuadros los pinta tu madre.
—Tienes toda la razón —asiento mirando a nuestro alrededor.
Los cuadros de mamá cuelgan de las paredes, todos ellos tan coloridos y vibrantes como suelen ser todas sus pinturas. Mamá vendía la mayoría de los cuadros que expone, así que constantemente estaba creando pinturas para las galerías, para no dejar las paredes "sin vida y color", como solía decir.
—¡JayJay! —volteo cuando la voz de mi hermanita se escucha, giro en el momento justo para recibirla en brazos y ella me dedica una sonrisa encantadora —papá te llama, dice que quiere presentarte a alguien.
—Bueno, campeón, creo que estás solicitado —dice Tessandra.
—Llevamos la fiesta en paz —murmuro hacia ella, Tess sonríe.
—Llevamos la fiesta en paz —repite y su mirada deja de ser retadora para ser sustituida por una suave.
Le dedico una última mirada antes de asentir, y darle la espalda para ir hacia el sitio en donde mi padre espera por mí.
Llegar a casa de mis padres siempre suele sentirse como un descanso, como el sitio en donde encuentro un poco de calidez y seguridad. Sin embargo, detesto como el infierno discutir con papá, y muchas veces, eso se debe a sus intentos de hacerme escoger entre el arte o el boxeo.
—Parece que has olvidado que es mi carrera —reprocho cruzándome de brazos —parece que has olvidado que amo boxear casi tanto como amo hacer arte.
—¿Y lo demuestras reduciendo tus piezas? —inquiere —¿dejando de practicar?
El musculo de mi mandíbula se cuadra por la fuerza que empleo.
—Nunca has entendido que ame el boxeo, ¿verdad? Me apoyas y has estado a mi lado en todo momento, pero nunca lo has entendido.
—Jayden, no se trata de que lo entienda o no —sentencia —porque es tu vida, son tus decisiones. Pero no sería un buen padre si no me preocupara por ti. El boxeo es tu carrera, bien, pues entonces céntrate en eso. Dedícale todo de ti, y continúa siendo el mejor.
—¿Y abandonar el arte? ¿En serio me estás diciendo esto?
—Recibí una llamada del decano —cierro los ojos en cuanto escucho la última palabra —olvidaste la entrega de un cuadro para la exposición escolar anual. Un cuadro que se te pidió con semanas de anticipación. Un cuadro que tu madre tuvo que enviar como método de compensación porque nuestro hijo parece más centrado en entrenar ocho horas diarias en vez de recordar que también tiene obligaciones con la universidad.
Joder, solo en este punto recuerdo la petición del decano para la exposición escolar de este fin de semana. Joder, joder.
—Papá...
—Te he apoyado en todo, Jayden —da un paso al frente, estrechando los ojos bajo la mirada profunda que lo caracteriza —pero no voy a tolerar que estés descuidando la universidad.
Un silencio tenso se instala entre nosotros, uno que me hace sentir tan malditamente culpable.
—Llamaré a tu abuelo.
—No —lo observo con molestia —no tienes derecho a intervenir en eso, soy mayor de edad, puedo tomar mis propias decisiones y justo ahora me estoy preparando para una pelea importante, para un segundo cinturón... ¿acaso no lo entiendes, papá?
—Entiendo que no puedes querer cumplir con las dos cosas —dice con seriedad —y ya que parece que uno es más importante que otro... tal vez debas de dejar de enviarme piezas para la galería.
—¿Qué?
—Si vas a centrarte en esa pelea, hazlo bien —sentencia —tu abuelo cuando decidió ser boxeador dejó todo de lado, hasta su familia. Se mudó a miles de kilómetros de las personas que quería para conseguir su sueño... ¿qué es lo que estás haciendo tú, Jayden?
Mis manos se cierran en puños ante la pregunta.
—Entrenas ocho horas diarias, subes a los cuadriláteros y peleas. Has tenido todo, apoyo, una familia detrás. No has hecho ni un solo sacrificio para obtener lo que ahora te pertenece. Pero si continúas descuidado, si sigues comprometiéndote con los decanos y luego olvidando entregas... si tu madre tiene que enviarle sus preciosos cuadros de miles de dólares como obsequio para calmar el enojo... no creo que llegues muy lejos en el arte, hijo.
Papá sacude la cabeza, como si intentara entender algo.
—¿Sabes que es lo que más tristeza me da, Jay? —inquiere con suavidad —que lo tienes todo, tienes el talento, la habilidad, tienes absolutamente todo...pero quieres sobresalir siempre. No quiero que elijas entre el arte o el boxeo, pero quiero que entiendas que no puedes pretender ser el mejor en los dos, si no te sacrificas por igual.
El silencio vuelve a envolvernos, papá habla con total seguridad. Con su habitual sinceridad que abruma.
—El hecho de que mis sacrificios no sean tan grandes como los tuyos o los del abuelo, no quiere decir que no los haga —mi voz brota en un sonido firme —no puedes hacerme elegir entre las dos cosas que forman parte de mí. Cometí un error, un error que voy a arreglar y no volveré a cometer, pero no puedes obligarme a elegir una cosa u otra.
—Jayden...
—Que no pase horas en mi estudio como tú, que no renuncie a mi familia por el boxeo como el abuelo, no quiere decir que los métodos que sigo para conseguir lo que deseo no sean los correctos. Estoy haciendo lo mejor que puedo y esta pelea es importante.
—Tu carrera artística también es importante —objeta.
—¡Eso no me va a dar ningún título mundial! ¡El boxeo sí! ¡El boxeo me hace lo que soy ahora! —grito y papá eleva el mentón, su gesto habitual cuando me sobrepaso.
—No me levantes la voz —pide —sabes bien que en esta casa...
—En esta casa no se grita ni se falta el respeto —termino la frase que me sé de memoria —pero me lo estás faltando tú al decirme que solo porque no soy tan dedicado como tú o mamá en el arte, no llegaré a ser tan bueno como ustedes. ¿Pero sabes algo, papá? El boxeo para mí es casi tan importante como el arte, significa todo para mí así que no me reproches el estarme preparando para esa pelea.
Papá sacude la cabeza, toma un suspiro y deja de mirarme por unos cortos segundos.
—Lamento no haberme dedicado por completo al arte como te hubiese gustado —reprocho —pero eso no hace mis sueños menos importantes, creí que lo sabías. No me hagas elegir entre una u otra, papá. Porque tal vez mi elección no sea la que esperas.
Lo esquivo antes de darle la oportunidad para responder, salgo de la casa sin despedirme de mamá, olvido incluso que le prometí a Julieth que veríamos una película juntos. Pero no puedo quedarme en casa.
Tal vez mi padre no entiende que el boxeo para mí significa más cosas de las que puedo explicar. Forma parte de mí, es lo que me hace ser Jayden.
El boxeo me hizo campeón, y la oportunidad que tengo delante, el ser campeón nuevamente... no es algo que pueda dejar.
Soy el campeón ahora, y haré cualquier cosa, lo que sea necesario, para mantener el título en mi poder.
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