35.- Pensar en un futuro.
JAYDEN
Mi cuerpo esta adolorido, sin embargo, la sensación que hay en mi pecho no se ha extinguido en lo absoluto.
Han pasado dos días desde la pelea, dos días en donde la mayoría de canales de televisión estaban retrasmitiendo el enfrentamiento. Me siento orgulloso del resultado, tan orgulloso de haber demostrado porque los Lewis somos campeones.
Observo a Tess cortar en trozos perfectamente simétricos la tartaleta de fresa que ha hecho a petición de nuestras hermanas, las cuales se encuentran entretenidas en la habitación de Lacy.
—¿Estás preparado para la semana de evaluaciones? —inquiere Tess mientras deja el cuchillo a un lado —porque el que hayas ganado la pelea, no te hace exento de tener que presentar.
Sonrío levemente.
—Estoy listo, no he trabajado demasiado, pero tengo con qué defenderme —bromeo —¿Qué hay de ti?
—He hecho un par de cuadros, y tu madre me visitó el otro día. Dijo que le gustan mis pinturas, y...—se detiene. Mira la tartaleta por más tiempo del que debería ser necesario antes de elevar la mirada.
—¿Y...?
—Me dio la oportunidad de llevar un par de ellas a la galería para la siguiente exposición.
Me incorporo, ignoro el dolor en mis costillas cuando lo hago de golpe y me acerco hasta donde se encuentra.
—Eso es increíble, Reinita —exclamo con entusiasmo —es magnífico.
—Y no solo eso, dice que puedo decidir si quiero venderlos, de esa manera, puedo vivir haciendo lo que me gusta, lo que realmente siempre he querido hacer.
Sonrío, rodeo la barra de la cocina y me coloco justo frente a ella. Envuelvo su cintura con uno de mis brazos y la apego a mi cuerpo. Su sonrisa me recibe, un precioso gesto que estoy seguro se ha convertido en mi favorito.
—Serás una grandiosa artista —sentencio —estoy ansioso por ver tus pinturas en las galerías.
Una risa brota de sus labios mientras sacude la cabeza.
—Eso es pensar demasiado por adelantado, ¿no lo crees? —cuestiona —creo que podemos centrarnos simplemente en el presente. En que a tu madre le gusten más de mis cuadros.
—Mamá sabe apreciar el arte muy bien —me inclino hasta dejar un corto beso sobre sus labios —al igual que yo.
Entiende lo que quiero decir, las comisuras de sus labios se alzan un poco más dejando ver una sonrisa más amplia, cuando está por darme una repuesta, el sonido de los pasos por el pasillo nos alerta de que nuestras hermanas vienen por su prometida tarda.
—¡Tarta! —nos apartamos cuando ellas se acercan —¿Puedo tomar una, Tess?
—Claro que sí, Juls —mi chica sonríe hacia mi hermana, toma un par de platos que se encuentran a lado del recipiente con el postre y coloca dos rebanadas de tarta en cada uno.
Luego, ambas desaparecen de nuevo por el pasillo. Observo el sitio por el que se han ido y cuando regreso mi atención al frente, Tess extiende una rebanada de tarta hacia mí.
—Para ti —dice. La tomo, le doy un mordisco y me deleito del sabor que produce en mi boca.
—Es buenísima, nuestros futuros hijos estarán enamorados de tu tarta, como yo lo estoy de los muffins de mamá —Tes permanece en silencio.
Mastico con lentitud mientras arqueo la ceja.
—¿Dije algo malo?
—Dijiste nuestros futuros hijos.
—¿Y eso es algo malo? —arrugo la frente, bajo con lentitud el postre a medio comer y doy un paso al frente.
—No —sacude la cabeza, sonríe levemente y me mira de una forma que no puedo entender —solo... ¿piensas en nosotros de esa manera?
Vuelvo a tomarla de la cintura, Tess coloca las manos contra mi pecho y traza una caricia hasta que llega a mi cuello.
—Pienso en ti de todas las maneras posibles, Tessy. Pienso en ti como mi amiga, como mi novia, como mi futura esposa y la madre de mis hijos —soy consciente de cómo retiene la respiración y sus ojos se cristalizan —pienso en ti cuando imagino una vida a futuro, te quiero en ella, para siempre. Tal vez ahora somos demasiado jóvenes, pero no puedo imaginar a otra mujer en mi futuro.
Con la mano que tengo libre trazo una caricia a lo largo de su rostro, contorneándolo y admirando cada rasgo de la cual es poseedora.
—Pienso en ti cuando imagino una familia, nos veo a nosotros siempre.
—Yo también pienso en ti cuando imagino un futuro, campeón. No podría ser de otra manera, me has cautivado desde el primer momento en el que te vi pelear, y me sigues cautivando hasta el día de hoy.
—Me hubiese gustado haber sido diferente contigo —admito —haberme dado cuenta de lo que ocurría, nos pudimos haber ahorrado uno que otro inconveniente.
Se ríe, sus hombros se sacuden y su rostro se ilumina.
—No importa, tenemos mucho tiempo para compensarlo.
—Toda una vida —sus labios se encuentran con los míos, un contacto suave pero lleno de sentimiento.
—Toda una vida —se aparta, me mira de esa forma en la que lo ha hecho siempre.
Y le creo, confío en ella, en mí, confío en nosotros para pensar que definitivamente lo que nos espera...no es sino toda una vida para estar juntos.
—Tú madre va a perder la cabeza si se entera que Juls comió esa cantidad de dulce —dice papá —pero mírala, duerme como un ángel.
—Solo luce como uno cuando duerme, ¿cierto?
Papá me lanza una mirada reprobatoria y sacude la cabeza.
—Tú eras igual de pequeño, al menos Juls no rompe mis esculturas —retengo la risa porque no quiero despertar a mi hermana. Papá cierra la puerta y avanzamos por el pasillo hacia la sala.
—Tenía cinco —me excuso —apuesto a que tú le dabas muchos dolores de cabeza al abuelo cuando tenías esa edad.
Su sonrisa titubea y el gesto no me pasa desapercibido. Toma asiento en el sillón, y yo me coloco justo al frente.
—Sí, algunos —pero no parece demasiado convencido. Sin embargo, lo dejo pasar.
—¿Cómo eras de niño?
Papá no habla demasiado sobre su infancia, en realidad, no habla mucho de su juventud. Lo único que sé, es la forma en la que conoció a mamá, y que el abuelo Luke lo adoptó luego de la muerte de su madre, la abuela Julieth. Sobre mis tíos Austin y Noah, dijo que creció un tiempo con ellos antes de irse a vivir con el abuelo.
Y también está el tío Sebastián, el hermano de su padre biológico, aunque nunca habla demasiado sobre él, la única vez que habló sobre su padre, dijo que no lo conoció.
—Supongo que era como ustedes, no recuerdo bien —dice con una leve sonrisa —fue hace mucho.
—Oh, vamos, cuéntame —pido —creo que nunca me has contado algo de cuando eras joven, todos los padres cuentan anécdotas y...
—No quiero hablar sobre eso —interrumpe con brusquedad —no todos los padres lo hacen, ¿cierto?
Arrugo la frente, mirando a papá lucir más tenso de lo que alguna vez lo he visto.
—Pensé que tú eras la clase de padre que si lo hacía —mi voz sale lenta y casi cuidadosa —pero de acuerdo...no hablamos de eso.
Hay un silencio incomodo y papá cierra los ojos.
—Lo siento, no quise hablarte así —se disculpa —solo que es una historia complicada.
—¿Por la muerte de la abuela Julieth? —inquiero —lo siento, no quiero...
—Porque mi madre murió cuando yo tenía cinco. Es algo que recuerdo bien, y no le di demasiados problemas de niño a tu abuelo porque no lo conocí hasta que tuve dieciocho.
La confusión me invade, siempre pensé que el abuelo lo había adoptado de pequeño, pero considerándolo, las fechas no coinciden con las edades de mis tíos Noah y Austin.
Sacudo la cabeza tratando de encajar todo.
—¿Y con quien estuviste...?
—Con mi padre.
De acuerdo, cada vez entiendo menos.
—Pero dijiste que no conociste a tu padre —me siento confundido —papá, no estoy entendiendo.
Toma una inhalación, se incorpora del asiento en el que está para cambiarse al mío y colocarse a mi lado.
—Nunca te he hablado de esto, porque realmente no creí que deberías saberlo. Pero mi historia, no es como tú la conoces.
Deja de mirarme, fija la atención en un punto al frente y no habla por varios minutos. No lo presiono, permanece en silencio hasta que parece tomar la valentía para hablar.
—¿Sabes por qué nunca te he levantado una mano? ¿Por qué la regla principal en la casa es que no se levanta la voz, ni se falta el respeto?
—Supongo que, porque nos amas, porque así son las familias, ¿no es cierto? El respeto, el amor...
—Sí, pero no todas —baja la vista —la mía no era así.
—¿Qué quieres decir?
—Mi madre murió cuando yo tenía cinco años, desde esa edad, me quedé con mi padre, Patrick Jones —nunca ha mencionado el nombre, en realidad, solo una vez habló sobre su padre biológico y fue para decir que nunca lo conoció. Pero ahora...ahora dice algo completamente distinto.
—¿Entonces lo conociste?
Una sonrisa triste se filtra en sus labios, un gesto melancólico.
—Claro que lo conocí. Y la razón por la que esas reglas existen en casa, la razón por la que nunca les he gritado, o levantado una mano...es porque Patrick si lo hizo conmigo. Patrick abusó físicamente de mí durante trece años...y probablemente hubiesen sido más, si tu abuelo no aparecía en mi vida.
Lo miro, observo al hombre al que admiro tanto decir algo que nunca esperé. Nunca pude haber imaginado que sufriera algo como eso.
—¿Tu padre...?
—Me golpeaba, mucho en realidad —dice sin mirarme —en cada oportunidad que tenía.
—¿Desde los cinco?
Asiente. Me estremezco. No imagino a mi padre golpeando a Julieth, o a mí. No lo imagino haciéndonos daño de esa manera. Y nunca pude imaginar que papá sufriera un infierno. Supuse que su actuar, la manera en la que nos cuidaba era porque así había crecido, porque quería darnos la misma vida que el tuvo con los abuelos.
—Si nunca te he hablado de él es porque no consideré que valiera la pena que lo conocieras. Si estuviese vivo, no hubiese permitido jamás que se acercara a ti. No lo conocerías tampoco.
—¿El abuelo te adoptó a los dieciocho?
Una sonrisa real se posa en sus labios, un gesto sincero vuelve a él.
—Tu abuelo me salvó, ella y tu abuela Less fueron quienes me salvaron. Son mis padres, lo han sido desde siempre. Y quería que los consideraras a ellos como tus abuelos, porque son mi familia, ellos junto con tu madre y tu hermana, son todo lo que me importa en este mundo.
No encuentro una respuesta para darle, ¿qué se supone que le diría? Hay un sentimiento extraño en mi pecho, uno que me estruja el corazón y me hace desear haber sabido esto antes.
—¿Mamá lo sabe? —asiente.
—Tú madre fue una de las personas que me ayudó a salir de ese infierno. Lamento no haberte contado antes, pero no es algo agradable que tu hijo sepa el infierno que te tocó vivir.
—¿Él sigue vivo? —mi voz brota cautelosa.
—No, se suicidó cuando yo tenía diecinueve. Y...esto va a sonar horrible...pero una parte de mí está agradecida de que no esté vivo. Porque si lo estuviese...no podría estar tranquilo sabiendo que podría acercarse a ti, o a Juls.
Lo observo a detalle, la manera en la que su rostro está levemente contraído, como parece tener un mar de emociones dentro.
¿Cómo un hombre tan admirable como papá pudo sufrir tanto? Me horrorizo de solo pensar el infierno que tuvo que vivir. Él nos dio la mejor infancia posible...porque no tuvo oportunidad de tener la suya.
—Intento esforzarme cada día, y a veces creo que en serio echo las cosas a perder, pero Jay... no me perdonaría hacerte daño. Si alguna vez lo hice...
No se espera lo que hago, elimino la distancia y lo envuelvo en un abrazo. Me aferro a él cerrando los ojos y tratando de trasmitirle todo lo que siento por medio del gesto.
—Nunca me has hecho daño, jamás. Solo me has cuidado, al igual que el abuelo.
—Sé que admiras a tu abuelo...
—Tanto como te admiro a ti —me aparto, sonriéndole —eres mi padre, ¿Cómo no te admiraría? Me has educado, me has dado una vida maravillosa, papá. Te admiré antes y ahora te admiro más. Soy boxeador por el abuelo, pero... ¿por qué piensas que también soy artista? Porque siempre he deseado ser como los dos hombres a los que admiro tanto. Ser como los hombres que son mi ejemplo a seguir.
Él permanece en silencio, con la emoción reflejándose en su rostro.
—Eres el mejor padre que puedo tener —toma una inhalación y sus ojos se cristalizan, revelando la emoción en ellos —eres el mejor padre para mí y para Juls. Y si existieran otras vidas, desearía que tú fueses mi padre en todas ellas.
Es él quien me abraza otra vez, me aferro a él sintiéndome seguro, porque así es como debe sentirse el abrazo de un padre.
Y ahora...justo ahora solo deseo que, cuando yo sea padre, cuando Tess y yo tengamos un hijo...deseo ser tan bueno, tan excelente y admirable...como mi padre lo es.
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