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31.- La decisión correcta.

Tessandra.

Está temblando, tiembla y tiene una mirada aterrorizada mientras observa el cuerpo de Cody. Siento mi corazón martillar con fuerza contra mi pecho mientras me acerco a un aterrorizado Jayden.

—Yo no quería...yo no quise...

—Lo sé, lo sé —murmuro agachándome a su costado.

Tiene el labio reventado, y se sujeta su costado izquierdo. Siento el temblor de su cuerpo y cuando conecta su mirada con la mía, no encuentro la calidez que siempre he hallado en el color de sus ojos.

Solo encuentro un miedo crudo, una culpa que parece aumentar con cada segundo que transcurre.

Le hago un gesto a Kim para que se acerque al cuerpo de Cody. Ella lo hace, se acerca y se inclina extendiendo la mano hacia el cuerpo del chico inconsciente, y cuando su rostro se relaja, sé que esto solo parece más grave de lo que es.

—Llama a alguien para que se haga cargo —pido hacia mi amiga —¿puedes hacerlo?

—Sin problema —responde —pero necesitas sacarlo de aquí. Porque su gente va a volver.

Asiento, observo a Jayden quien parece estar a punto de colapsar. Sigue mirando a Cody, así que acuno su rostro y lo obligo a mirarme.

—Lo llevarán a un hospital, estará bien —murmuro —¿entiendes? Estará bien, no hiciste nada.

—Yo...

—No hiciste nada —repito —ahora necesito sacarte de aquí. ¿Puedes caminar?

Asiente medio aturdido, le ofrezco mi brazo para poder incorporarse y hace una mueca, sosteniendo su costado izquierdo. Si lo ha golpeado con la suficiente fuerza, probablemente le ha roto de nuevo las costillas.

Tiene una pelea en poco más de un mes, no puede tener lesiones de ese tipo.

—Tú también necesitas un hospital —mascullo —tenemos que ir a uno.

—No —dice con firmeza mientras lo ayudo a llegar al auto —estoy bien.

Se desploma en el asiento del copiloto, cierra los ojos mientras recarga la cabeza en el respaldo, su pecho sube y baja con rapidez, emitiendo respiraciones irregulares que me dejan saber que evidentemente no se encuentra bien.

—Te tiene que revisar un médico —sentencio —y no vas a contradecirme.

Mantiene la mirada hacia el sitio en donde Kim se encuentra junto con un par de chicos que con los cuales habíamos obtenido información.

Noto como su cuerpo se tensa, como aprieta los puños sobre sus piernas y su mandíbula se cuadra por la fuerza que emplea.

—Jayden...

—Pude haberlo asesinado —dice con pesar —no soy un asesino.

Su voz sale torturada, tanto que me estruja el corazón escucharlo hablar de esa manera. Apenas en la mañana estábamos compartiendo uno de los momentos más extraordinarios que pueden existir y ahora el chico sentado a mi costado parece alguien completamente distinto.

—No eres un asesino, Jayden —murmuro extendiendo mi mano para tomar la suya —no lo asesinaste, solo te defendiste.

—¿Cómo sabes que solo me defendí? —inquiere con amargura.

Sonrío levemente, aprieto el agarre en su mano y eso lo hace mirarme.

—Porque contrario a ellos, Jay, tú no dañarías a alguien solo por que sí. Cody seguramente te obligó a defenderte, y lo hiciste. Hay ocasiones, Jayden, en que las decisiones correctas no nos llevan a ningún sitio.

Sacude la cabeza cerrando los ojos, con la culpa apoderándose por completo de su rostro.

—La decisión correcta, no siempre te lleva a la victoria —susurro.

Su rostro se contrae, sé que no me cree, sé que ahora probablemente está echándose encima la culpa de todo lo que ocurrió, aún cuando no es responsable de absolutamente nada.

No tengo que estar enterada de lo que ocurrió aquí para saberlo.

—Sácame de aquí, Tess —suplica —por favor.

No tiene que pedirlo más, asiento y enciendo el motor del auto, pisando el acelerador para dejar atrás el viejo y húmedo callejón de Southwest.

—¿Tessy? —inquiere débilmente mientras avanzamos.

—¿Sí?

—Llama a mi abuelo —pide.

Y por la manera en la que me mira, sé que Luke Lewis es probablemente la única persona que consiga sacar a Jayden del maldito trance en el que parece haber entrado.

Jayden se rehúsa a ir a un hospital. Lo llevé a su casa, su abuelo ya estaba ahí cuando llegamos. Parecía tan preocupado, con la misma mirada de temor que su nieto tenía en los ojos.

Por mucho que le insistió, Jayden no quiso que fuésemos al hospital así que el señor Lewis terminó llamando a uno de sus médicos de confianza para que lo atendieran.

—No hay lesiones internas —dice y me siento aliviada por escucharlo decir eso —tiene un par de contusiones, pero nada lo suficientemente grave como para perjudicarlo. Podrá seguir entrenando, aunque recomendaría un día o dos de descanso, solo para prevenir.

—¿Entonces está bien?

—Parece estar en una especie de shock, no es alarmante, pero le he dado un par de tranquilizantes para evitar cualquier reacción de su organismo. Despertará en un par de horas, estará más tranquilo y mucho más sereno que ahora.

El señor Lewis y el doctor se alejan después de eso, vuelvo sobre mis pasos para ir hacia la habitación y cuando llego, me detengo en el umbral.

Lo miro, está recostado en la cama con el rostro sereno. La punzada vuelve ante el recuerdo de la mirada aterrorizada que tenía, ante lo que él creía que había hecho.

Esa es la diferencia con los Lewis, no soportarían nunca llevar una muerte en su conciencia, aun cuando fuese para salvar su propia vida.

Mi celular suena, me sobresalto y lo sacó de mi bolsillo observando el nombre de Kim en la pantalla.

—Hola —me aparto de la habitación —¿tienes noticias?

Si, fingí ser su preocupada y angustiada novia —se ríe —él estará bien, no recuerda mucho de lo que pasó. Recuerda a Jayden, pero no está seguro. Sin embargo, le dejé bien claro que no se le ocurra abrir la boca.

—¿Crees que te escuchó?

Oh. Claro que lo hizo —responde con seguridad —me bastó una llamada para averiguar un par de cosas. Tiene una adorable sobrina, tres años. Le dije que me gustan los bebés y que podría ser una buena madre. Es inteligente, sabe que, si habla, tenemos información sobre más miembros de su familia que Zack Brooks.

Me relajo cuando escucho sus palabras.

Me quite antes de que su abuelo llegara, si hubiese dicho algo, lo sabríamos. Porque aprovecharían cualquier oportunidad para joder a Jayden y a Luke. Me he encargado también de los idiotas de Southwest, así que no te preocupes por nada, reinita. El campeón está a salvo.

—Gracias, Kim —murmuro —te debo una grande.

Nada de eso, Jayden es mi amigo —dice y sonrió —aunque no hemos hablado casi nada —aclara —pero es importante para ti. Si puedo ayudar, lo haré.

—Gracias otra vez. —los pasos viniendo hacia aquí indican que el señor Lewis está volviendo. —Tengo que dejarte, Kim. Mantenme al tanto si algo ocurre.

Cuando obtengo una confirmación, cuelgo la llamada. Me guardo el celular en el bolsillo, en el momento exacto en el que el señor Lewis llega a mi costado.

—De nuevo, mi familia está en deuda contigo —dice mirando a Jayden.

—No hay ninguna deuda, yo solo hice lo que debía. No podía abandonarlo. No cuando sabía el peligro que estaba corriendo.

—¿Cómo te enteraste que irían por él?

—Kim, una de mis amigas más cercanas, aún está en Northwest. Le llegaron rumores de que había un chico buscando gente en Southwest, así que hizo un par de preguntas, y lo descubrió. Me llamó enseguida, los informantes dijeron que probablemente estarían en una de las bodegas abandonadas del sur, así que fuimos. No fue complicado encontrarlos y realmente desearía haber llegado antes.

El señor Lewis extiende la mano, la coloca justo sobre mi hombro y deja un cálido apretón en la zona.

—Hiciste lo que pudiste y lo sacaste de ahí, eso es más que suficiente, Tess. Las historias en los callejones, nunca acaban bien. No me hubiese perdonado si algo le sucedía, tal vez suene como un cabrón, pero entre ellos y mi nieto...lo prefiero a él. No me perdonaría nunca si algo le ocurre.

—Él estará bien, el momento de shock pasará —aseguro —entenderá que solo hizo lo necesario para defenderse.

Recibo una sonrisa cálida como respuesta. Asiente levemente y parece más aliviado ahora.

—Realmente me alegra que Jayden te halla encontrado, eres una mujer increíble y completamente maravillosa. Es afortunado por tenerte, Tess.

Se aparta un par de pasos y me mira una última vez antes de decir:

—Es afortunado de tenerte como su ancla.

Y con eso, se marcha dejándome con un sentimiento explotando en el interior de mi pecho.


JAYDEN

Mi cuerpo se siente absolutamente cansado. Es un agotamiento físico, pero también mental. Como si todas y cada una de mis energías hubiesen sido absorbidas dejándome sin nada.

—Despertaste —reconozco su voz sin siquiera abrir los ojos, el toque suave de su mano contra el costado de mi rostro. Me tomo un par de minutos, tomo una inhalación antes de abrir los párpados y poder enfocarla.

—Tessy —sonríe levemente cuando escucha mi voz.

—¿Cómo te sientes?

—Como la mierda —mascullo cerrando los ojos otra vez.

Los recuerdos vuelven, la culpa por lo que hice me hace abrir los ojos y buscar en la chica frente a mí las respuestas de lo que ha ocurrido.

—Él está bien —tomando mi mano —vivo.

Es inexplicable el alivio que siento al escucharla decir eso. El temor se va de mi sistema, la culpa también. Todos los malditos sentimientos que llevo incrustados en el pecho, desaparecen.

—¿Estaré en problemas? —inquiero.

—No, Kim ha resuelto todo, no te preocupes —sonríe con suavidad —sé que me pediste que solo llamara a tu abuelo, pero tu padre también está aquí.

Tomo una inhalación, cierro los ojos y apoyo la cabeza contra la almohada. No sé como sentirme al respecto, desearía no haber dicho nada y que ninguno se enterara. Pero todo fue aterrador. El pensar en lo que hice...en lo que pude haber hecho.

—No te tortures más —cuando abro los ojos me encuentro con su mirada, con el verde esmeralda profundo que me devuelve un poco de paz.

Tessandra se siente como un respiro, como encontrar en ella el único sitio en donde dejo de sentirme atemorizado. Ella no juzga, ni siquiera cuando vio lo que casi hice.

Un par de toques se escuchan antes de que sea capaz de darle una respuesta. Sé quien es, y ella también.

—Te dejaré para que hables con ellos —dice incorporándose.

No se aparta de inmediato, se inclina sobre mi cuerpo y planta sus labios contra los míos. Un leve dolor se instala en la esquina de mi boca ante el contacto, pero no me quejo, porque sus labios se sienten mucho mejor.

No puedo decir nada cuando se aparta, simplemente la miro salir de la habitación y casi inmediatamente después, papá y el abuelo ingresan.

—¿Cómo te sientes? —inquiere papá acercándose.

—Creo que no tengo que responder a eso —mascullo —lo saben todo, ¿no es cierto?

Me incorporo, mis costillas duelen, pero no demasiado como para sentirse fracturadas.

—Sí, y es por eso que voy a decir esto una vez —mi padre me observa con seriedad —debes dejar esta pelea.

—Dereck...—el abuelo intenta hablar, pero papá no lo permite.

—¡No! ¡Basta! —grita.

Le grita. Ellos nunca se gritan.

—¡Basta! —repite con la molestia en su voz —Dile que se detenga, papá. Esta no es su pelea, ni siquiera debió de haberse involucrado en primer lugar.

—No entiendes...

—¡Claro que lo entiendo! —espeta —Sumiste a mi hijo en un maldito juego de venganza en el que ni siquiera debería de ser tomado en cuenta. Ha estado más veces herido en una cama que en todos sus veintidós años de vida. Basta, tienen que detenerse porque no creo poder seguir manteniendo mi cordura si esto continúa.

—El abuelo no me involucró en nada —objeto —soy lo suficientemente mayor para saber tomar mis decisiones. Yo quise hacerlo, papá.

—Y nunca he cuestionado tus sueños, Jay —dice con calma cuando se dirige a mí —sabes que te apoyaré en todo, pero por el amor de Dios...basta.

Algo estalla en su mirada, un sentimiento que nunca antes he visto. Uno que me deja saber que esto lo está sobrepasando.

—¿Tienes idea de lo que siento cada que me llaman para decir que estás en un hospital? ¿O que te han herido? ¿Tienes una idea de lo que siento al saber que pueden dañarte?

Camina hasta donde me encuentro, se desliza hasta llegar a mi costado y tomar mi mano con firmeza.

—Julieth, tu madre y tú son lo más valioso que tengo, Jay. Son mi familia, he luchado por ustedes, he hecho hasta lo incansable para cuidarlos, para darles lo mejor. No soportaría perderte, no soportaría tener que ver como pagas por algo que ni siquiera te corresponde. Hoy casi lo hiciste, hoy casi pagas un precio alto, Jay.

—Tu padre tiene razón —el abuelo habla con resignación —nunca van a detenerse, nunca van a dejarte en paz. Ni siquiera cuando ganes, aunque lo demuestres de mil formas, no van a parar. Tal vez debemos...

—No se atrevan a decir que tengo que renunciar —siseo —no se atrevan a decirme eso.

—Jayden...

—No —mi voz brota inundada en firmeza, con una seguridad que los hace callar.

—Entiende que es por tu seguridad, por tu vida. Ellos pueden...

—No voy a renunciar, yo no renuncio jamás. Voy a tener esa pelea, y voy a ganar. Voy a ganarle a ese hijo de perra, voy a noquearlo.

Ambos me miran con preocupación.

—Voy a dejarle claro, que no puede venir y tratar de arruinar todo. Voy a noquearlo y cuando gane, va a ser la última pelea que le daré. Nunca volveré a enfrentarme a él.

—No es una decisión acertada. No es el camino, ni la dirección que debes seguir.

—A veces se tiene que tomar otro camino —murmuro —la dirección correcta, no siempre te llevará a la victoria.

Papá sacude la cabeza, el abuelo me mira más preocupado que de costumbre. Pero no importa lo que digan, o lo que piensen. Justo ahora sé que solo hay una forma de acabar con esto, y eso es...enfrentarlo.

Enfrentarlo y demostrarle porque soy el campeón. Dejarle claro que mi carrera, mi nombre, mi apellido...significan algo.

Claro que lo significan, y eso es algo que ellos terminarían por descubrir. 

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